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de esas amenazas, o que quisiese provocar conflictos i ajitar la opinion, se asiló en la misma noche en el convento de Santo Domingo, i no salió de allí sino cuando se creyó garantido contra todo acto de violencia. Este grave altercado dió lugar a que por una i otra parte se elevaran al rei memoriales i representaciones en que al paso que se esponian los hechos en un sentido diametralmente opuesto, se le pedia que pusiera remedio a tantos males. "Estos dos oidores, don Gaspar de Cuba i Arce i don Juan de la Peña i Salazar, escribia el presidente Henriquez, quedaron quejosos de mi antecesor don Francisco Meneses, con lo que han avivado la pasion contra los deudos i dependientes de su mujer que por ser de la familia mas calificada i emparentada de este reino, forzosamente es la enemiga con los mas de él, siendo la aprehension de que continúan el odio en sus dependencias i mui sospechosa su justicia, pues en las mas causas se hallan recusados por ser muchos los deudos, i para que la razon tenga su fuerza sin el agravio que se presume en los quejosos, convendrá que estos dos ministros salgan de este reino a otras de las audiencias de ellos1 (12).

Pero, por ardiente que fuera la pasion que en estas dificultades i competencias pusiera el gobernador Henriquez, se guardó bien de llegar a los violentos estremos a que habia recurrido su antecesor don Francisco Meneses. A diferencia de éste, tambien se empeñó en aislar cuanto le era dable a sus adversarios, atrayendo a su lado a las personas i funcionarios que podian dar prestijio a su autoridad. Supo conquistarse el apoyo de los padres jesuitas, que entónces habian llegado en América i en España a su mayor grado de valimiento, i hacer que ellos informaran al rei en su favor. El cabildo de Santiago, secundando las miras del gobernador, no trepidó en representar al rei que "los buenos principios del gobierno de don Juan Henriquez pudiera malograrlos el destemplado natural del doctor don Juan de la Peña i Salazar, oidor de esta real audiencia, quien continuando en las discordias que tiene de ordinario con sus compañeros i las que tuvo con don Francisco Meneses i don Diego Gonzalez Montero, gobernadores que fueron, complicándose con enemigas declaradas con sus familias, i de lo calificado i noble de este reino, persiste en odio de ellas calumniando cualesquier acciones del que hoi gobierna, que solo se endere

(12) Carta de don Juan Henriquez al rei, de 15 de octubre de 1671.--En ella el gobernador va hasta acusar a los oidores de complicidad con el veedor don Manuel de Mendoza en la tentativa de asesinato contra don Francisco Meneses que hemos referido en el cap. 17, § 7.

TOMO V

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zan a tratar con igualdad e independencia a los vecinos, deseando la paz i union entre todos, a lo que se opone este ministro llevado de sus particulares afectos, con notable escándalo i perjuicio de la república, sin que le contenga la razon" (13). Estas recomendaciones debian ser de mucho peso; pero el mas valioso auxiliar que halló el gobernador en su lucha contra los oidores, fué el obispo de Santiago, don frai Diego de Humanzoro. Enemigo decidido i resuelto del gobernador Meneses, este prelado habia dirijido contra él las mas terribles acusaciones, i se habia declarado en defensor de los oidores que sufrieron las persecuciones decretadas por ese mandatario. El obispo habia recomendado particularmente los méritos i virtudes del oidor Peña i Salazar, presentándolo como un majistrado modelo (14). Plegado ahora al gobernador, el obispo Humanzoro pasó a ser el acu. sador mas tenaz de los oidores i en especial del mismo oidor Peña a quien habia ensalzado ántes con tanta decision. En 9 de agosto de 1671, dirijia al presidente Henriquez un memorial en que, despues de citar a Jeremías i a algunos comentadores de las sagradas escrituras, le denunciaba las costumbres depravadas de los oidores i la vida escandalosa que llevaban. Aunque ese memorial fué remitido al rei por

(13) Carta del cabildo de Santiago al rei, de 29 de agosto de 1671. Entre los documentos de que hemos hablado en una nota anterior, hai algunas otras cartas escritas en los años subsiguientes por el mismo cabildo, en que hace las mas ardorosas recomendaciones de los servicios de don Juan Henriquez.

(14) Se nos permitirá reproducir aquí una de esas cartas del obispo Humanzoro a la reina gobernadora.

"Señora: Siendo tan notorias las buenas prendas del doctor don Juan de la Peña Salazar i las esperiencias de su talento i prudencia con que se ha portado sirviendo la plaza de oidor de la real audiencia desde reino, pudiera con bastante causa escusar esta recomendacion; pero porque no desdore la pureza i limpieza de ministro tan reçto i justificado algun informe siniestro solicitado por los deudos i amigos del gobernador don Francisco Meneses, ha sido mui de mi obligacion dar cuenta a V. M. de la buena que ha dado de las cosas de su cargo, siendo acérrimo defensor de la lei i de la justicia, por cuya causa no dejará de tener algunos émulos dependientes de la que se está haciendo en este reino contra el dicho gobernador; i como quiera que es mi obligacion desvelarme por las cosas del mayor servicio de V. M., me toca mui en particular dar noticia de las partes que concurren en sujeto tan lleno para que no quede escondido en la cortedad de este reino, sino que adelantando los encargos de mayor consecuencia, tenga V. M. cerca de su real persona un ministro cuyo talento desempeñará mi buen deseo en el servicio de V. M., haciéndose lugar para merecer los mayores premios. Guarde Dios la católica real persona de V. M. con aumentos de sus reinos i señoríos como la cristiandad ha menester i se lo suplicamos. Santiago i febrero 28 de 1670.-Frai Diego, obispo de Santiago de Chile..

el mismo presidente, el obispo quiso reforzarlo con otro mas terminante i esplícito todavía, dirijido espresamente al soberano. En efecto, diez meses mas tarde escribia a la reina gobernadora una larga carta sobre la vida, costumbres i antecedentes de los miembros de aquel alto tribunal. "Las audiencias reales, decia, fundaron nuestros gloriosos reyes para administrar justicia i componer los pueblos en buena política cristiana; i aunque siempre hai en ellos muchas miserias i pecados, nunca en mi sentir han llegado a ser en esta ciudad tan graves como al presente; i la culpa es porque las cabezas estan enfermizas i en tal estado de dolencias que no podemos esperar convalescencia de ellos sino es mudándolos a otros temples." Pasando en seguida a informar acerca de la conducta de cada uno de los oidores, el obispo dice que el doctor Peña i Salazar, si bien hombre ilustrado, i relijioso en los primeros tiempos, habia sido contaminado con el mal ejemplo de uno de sus colegas, i llevaba desde años atras una vida escandalosa (15). Aunque la relajacion de costumbres de los oidores era efectiva, i se estendia ademas a otros muchos funcionarios altamente colocados, aquellos informes episcopales cuyas apreciaciones cambiaban segun las circunstancias, i segun la pasion del momento, no pueden merecer una confianza absoluta, i revelan al mismo tiempo la ineficacia del réjimen de espionaje establecido por las leyes para asegurar la moralidad pública.

En estas primeras diverjencias con los oidores, el gobernador estuvo apoyado por dos de ellos, don José Tello Meneses i don Manuel Leon Escobar, i por el fiscal don Francisco de Cárdenas i Solórzano, todos los cuales habian entrado en funciones en 1670. Pero los escándalos dados por estos últimos fueron mas estrepitosos todavía que los de los antiguos oidores. El primero de ellos, Meneses, aunque casado, sustrajo

(15) El obispo, en su carta a la reina gobernadora de 20 de junio de 1672, se espresa como sigue: "El doctor don Juan de la Peña Salazar es el segundo oidor de esta real audiencia, caballero de buenas letras i que en los primeros años de su asistencia en ella, daba mui buen ejemplo i frecuentaba mucho los santos sacramentos de la confesion i comunion. Pero el mal ejemplo de su grande amigo don Gaspar de Cuba le ha pervertido de manera que hoi i muchos años atras es el mayor escándalo de todo este reino, i aunque por mí i por el gobernador don Juan Henriquez ha sido amonestado muchas veces, no se ha podido conseguir enmienda alguna; i ha llegado esta desdicha, que doña Isabel de Alba, su mujer, vive tan desesperada i hace tales demostraciones públicas de sentimiento i voces que todos juzgamos que mui presto perderá el juicio si su marido no se enmienda i aun se puede temer alguna resolucion desesperada."

de un monasterio a una jóven colocada allí por sus parientes; i como el obispo, en uso de las facultades que le daba la lei, mandó confinarla en una estancia de campo de unos tios de la niña, el oidor la hizo quitar a mano armada en el camino a las personas encargadas de su custodia (16). En los incidentes de este negocio apareció complicado el fiscal Cárdenas, acusado ya de otras faltas del mismo jénero. El

(16) No nos es posible entrar en el detalle de todas estas miserias que fueron públicas en esa época i de que han dado noticia mas o ménos cabal algunos de los antiguos cronistas. El obispo de Santiago las refirió estensamente en una carta dirijida al virrei del Perú con fecha de 22 de diciembre de 1673, i la noticia de estos escándalos fué trasmitida prontamente a la corte.

Junto con estos informes llegaban a la corte otros que denunciaban que no eran solo los oidores de la real audiencia quienes llevaban una vida escandalosa en Chile. Acusábase de las mismas faltas a don Blas Henriquez, hermano del gobernador, i personaje de gran valia en la administracion de la colonia. Aunque en medio de la relajacion de costumbres que, a pesar de la ardorosa devocion, reinaba en las altas clases sociales de Madrid, estos hechos no debian causar sorpresa, la reina gobernadora i sus consejeros se mostraron mui irritados. Por real cédula de 28 de diciembre de 1674, dada con motivo del asunto de que hablamos en la nota siguiente, se mandó que el gobernador don Juan Henriquez pagase una multa de mil pesos por "la omision de no haber amonestado a los oidores de aquella audiencia del escándalo en que vivian, por ser de su obligacion hacerlo," i se dispuso ademas que su hermano don Blas fuese desterrado a la frontera de Chile. Con fecha de 9 de agosto de 1677 el gobernador avisa al soberano que ha pagado la multa, pero que espera que se le devuelva por cuanto, como lo comprueba con una carta del obispo, habia hecho todo lo posible por apartar a los oidores de esa vida, sin poder conseguirlo, i agrega que su hermano don Blas estaba voluntariamente fuera del reino hacia mas de un año. Segun resolucion del consejo de Indias de 29 de marzo de 1678, la reina gobernadora mandó que se devolviese la multa al presidente Henriquez.

La real cédula de 1674 contiene una relacion sumaria de todo el hecho que la motivó, i en este sentido puede ser consultada por los que no puedan conocer las comunicaciones inéditas del obispo. Esa real cédula se halla publicada en la nota 52 del tomo II de la Descripcion histórico-jeográfica de Carvallo i Goyeneche, i por don Miguel L. Amunátegui en Los Precursores de la independencia, I tomo, páji. nas 143-45.

Parece que no era este el único caso en que lances de esa clase comprometian la reputacion de moralidad de los conventos de monjas en América. Por real cédula de 29 de enero de 1682, Cárlos II mandaba que "los virreyes, presidentes, gobernadores i correjidores de las Indias, los arzobispos, obispos i provinciales de las relijiones de ellas velen en alejar, por todos los términos de derecho, el abuso de las conversaciones ilícitas de seculares con relijiosas a título de devocion. El sínodo de Santiago de 1688 contiene varias disposiciones dirijidas al mismo objeto i a hacer mas absoluta la clausura e incomunicacion de las monjas.

cuarto oidor, Leon i Escobar, objeto de un proceso estrepitoso, fué suspendido de sus funciones por el presidente Henriquez, i remitido al Perú bajo el gobierno del virrei conde del Castellar, para que enviase la causa al consejo de Indias. Por disposicion suprema se mandó que la audiencia de Lima juzgase este negocio, creyendo acelerar así su terminacion; pero a fines de 1681 se hallaba aun pendiente (17), i. sin duda no se concluyó sino mucho mas tarde, tan lentas i engorrosas eran las tramitaciones judiciales en los juicios de este órden en que se hacian valer tantas influencias para perturbar la accion de la justicia. 3. Dificultades

creadas por los capítulos de frailes.

3. Estas miserias, espresion jenuina del órden social creado por el réjimen gubernativo de las colonias españolas, i de la descomposicion a que el absolutismo político i relijioso arrastraba a la monarquía, apasionaban a los vecinos de Santiago i en jeneral a todos los habitantes del reino de Chile, mucho mas que los asuntos mas serios i mas estrechamente relacionados con la prosperidad o la decadencia del pais. Obligados a vivir en un aislamiento casi completo, privados de mantener relaciones con los pueblos estranjeros, casi sin noticia alguna del movimiento político, científico i literario de las naciones mas adelantadas del orbe, los colonos, embarazados ademas en el desarrollo de su propia industria por el sistema económico que habia implantado la metrópoli, tomaban interes particular por todas estas pendencias que distraian su ociosidad. El espíritu dominante de la época, la preponderancia que en esos dias de decadencia i postracion de la España, habia tomado el elemento eclesiástico, procuraban a los colonos, junto con las fiestas de iglesia, con las procesiones i con los cuentos de prodijios i de milagros, otro motivo de entretenimiento que despertaba el mas vivo interes. Los conventos de frailes cada dia mas numerosos i contando tambien cada dia con mayor abundancia de individuos que hallaban en ellos una vida cómoda i exenta de la preocupacion de proporcionarse los medios de subsistencia por el trabajo, ofrecian periódicamente contiendas i luchas que apasionaban a la poblacion.

Consistian estas luchas en las elecciones o capítulos para la designacion de provinciales, siempre turbulentas i ajitadas, pero que en los tiempos a que hemos alcanzado en nuestra historia, solian convertirse en las provincias de América en verdaderos combates a mano armada

(17) Relacion del virrei arzobispo Liñan, en el tomo I de la Coleccion de Memorias de los virreyes, páj. 316.

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