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no podian venderse sino por precios subidísimos que limitaban estraordinariamente su consumo, o que solo lo permitian, i ésto en reducida escala, a las personas de alguna fortuna. Todos los documentos de la época hablan de la espantosa carestía de los artículos de vestido, aun de las telas mas ordinarias i sencillas, de donde resultaba que las clases inferiores no pudieran vestirse mas que con las toscas jergas que se hacian en el pais (20). El precio de las armas era igualmente mui subido; i, en jeneral, el uso de cualquier objeto de produccion estranjera se consideraba un refinamiento de lujo. Así, la loza comun era un artículo casi absolutamente desconocido; i las familias que no podian procurarse una vajilla de plata toscamente elaborada en el pais, tenian que usar los productos groseros de la alfarería nacional. Bajo tales condiciones, el comercio de internacion debia ser sumamente reducido, i debia estimular el contrabando, que, sin embargo, por la gran distancia de los centros productores de Europa i por las dificultades de la navegacion, era ejercido únicamente por los mercaderes españoles, i solo algunos años mas tarde atrajo a estos mares a los comerciantes estranjeros.

La esportacion estaba reducida a los productos naturales de la agricultura, o a aquellos derivados de ésta cuya sencilla elaboracion no suponia un gran esfuerzo industrial. El sebo fué durante muchos años el principal artículo de retorno que Chile enviaba al Perú; pero desde fines del siglo XVII, el trigo conquistó la supremacía, por las causas que espusimos mas atras. Entre los otros artículos esportados, figuraba en primera línea el cáñamo en rama, o convertido en jarcia, en cordeles o en mechas para dar fuego a los arcabuces. La suma total del valor de la importacion i de la esportacion del reino de Chile apénas alcanzaba a fines del siglo XVII a cuatro o cinco centenares de miles de pesos por año.

Si los documentos que nos quedan de esa épora no son bastante esplícitos para darnos a conocer con precision el estado de la industria,

(20) El economista español don Miguel Álvarez Osorio i Radin, que escribia bajo el reinado de Cárlos II sus Discursos políticos i económicos, publicados por el conde de Campomanes en el tomo I del Apéndice a la Educacion popular, ha señalado los precios a que todas esas trabas comerciales i el monopolio hacian subir las mercaderías que se importaban a América i el de las que sacaban de estos paises los comerciantes españoles. Véanse particularmente las pájinas 141-156. Pero debe advertirse que esos precios, que elevaban a doscientos i trescientos por ciento el valor de las cosas, eran todavia mucho mas altos en Chile, que no tenia comercio directo i que estaba obliga lo a surtirse de última mano en el mercado de Lima.

no faltan en ellos indicaciones indirectas para apreciarlo. Mas adelante habremos de recordar el producto de las contribucioncs; aquí señalaremos la incomunicacion de los diversos centros de poblacion entre sí i con la metrópoli i el Perú. A mediados del siglo XVII se pagaba en Chile un sueldo de doscientos pesos anuales a un oficial que tenia el título de correo mayor del ejército. Sin embargo, la correspondencia oficial entre Concepcion i Santiago era conducida por algunos soldados que de vez en cuando i sin ninguna regularidad despachaban los jefes militares; i ellos eran los conductores de las escasas cartas que los par ticulares enviaban de un punto a otro (21). Los diez o doce buques que salian cada año de los puertos de Chile para el Perú, i que a fines del siglo XVII, a causa de la esportacion de trigo, fueron veinte o treinta, eran tambien los conductores de la correspondencia; pero las comunicaciones dirijidas a la metrópoli no podian ir mas que una vez al año por medio de las flotas que mantenian el comercio con las colonias. Aunque el rei habia ordenado por diversas cédulas que se respetase la inviolabilidad de las comunicaciones, no era raro que los funcio narios encargados del poder público se apoderasen de esas cartas para descubrir las quejas que contra ellos formulaban sus adversarios (22).

Se creeria que bajo este réjimen debia nacer i desarrollarse una industria fabril mas o ménos adelantada para suplir la falta de los artículos estranjeros que el comercio no introducia o que solo podia vender a precios inabordables para la inmensa mayoría de la poblacion. No su cedió así, sin embargo. Siglos enteros de una esperiencia bien instructiva, enseñaron a Chile que el nacimiento i los progresos de la industria no son el fruto de esas situaciones económicas creadas artificialmente por los privilejios i monopolios, sino de condiciones de educacion i de trabajo que se desarrollan mas rápidamente bajo el réjimen de libertad i de competencia. La industria fabril se mantuvo en un estado del mas lastimoso atraso, creando productos groseros, como las jergas i mantas tejidas en telares miserables, las alfombras pequeñas, la jarcia i las so

(21) El capitan Jorje Lorenzo de Olivar, que desempeñaba un destino de hacienda en el ejército de Chile bajo el gobierno de don Juan Henriquez, escribia al rei lo que sigue en 25 de setiembre de 1674: "Otro sueldo de doscientos pesos que cada año se paga a un soldado con título de correo mayor del ejército, ademas de ser su pérfluo el título, lo es el dispendio que se le da respecto de que para este ministerio estan dedicados en esta plaza de armas (Concepcion) seis i ocho soldados con sus plazas separadas i sueldos ordinarios, que solo se ocupan en ir i venir a la ciudad de Santiago i demas partes de este reino con cartas.

(22) Véase el capítulo 17, § 2 de esta misma parte de nuestra Historia.

gas, las piezas de alfarería i otros artículos de menor importancia elaborados por métodos rudimentarios, semejantes a los que usaban los mismos indios, i con un costo que no habria podido soportar la menor competencia, i que, por tanto, los hacia notablemente caros. A consecuencia de este estado de cosas, las comodidades de la vida que procura la posesion de muebles i de ropas regularmente elaboradas, solo eran conocidas por las pocas familias que tenian una fortuna considerable.

Aquella limitadísima industria fabril era ejercida principalmente en los establecimientos de los jesuitas. Al mismo tiempo que éstos eran los mas entendidos i emprendedores industriales en los trabajos de la agricultura, mantenian en sus haciendas talleres relativamente considerables para la fabricacion de muchos de los objetos que tenian grande espendio en el pais o que se esportaban para el Perú, cueros curtidos, cables i sogas, tinajas i otras obras de alfarería, así como algunas de carpintería, i entre ellas lanchas i otras embarcaciones menores. Las condiciones que ponian a los jesuitas fuera del alcance de toda competencia, no nacian solo del cuidado con que velaban por el mejor réjimen económico sino de la posesion de un material i de instrumentos que no era posible procurarse en el pais i que casi nadie habia visto. A principios del siglo siguiente, los comerciantes franceses que hicieron en nuestras costas el comercio de contrabando, introdujeron en Chile por primera vez muchos instrumentos manuales, usados desde largo tiempo atras en Europa, pero desconocidos en Chile por la inmensa mayoría de sus pobladores.

3. Pasion de los colonos por el lujo en medio de la pobreza jeneral del pais.

3. Esta situacion era tanto mas gravosa cuanto que los colonos de Chile, así como los demas súbditos americanos del rei de España, tenian una pasion desenfrenada por el lujo. Los filibusteros de las Antillas, que hacian guerra desapiadada a los establecimientos españoles, acostumbrados a llevar, una vida de aventuras i de privaciones en que debia ser desconocido todo lo que pareciese lujo, quedaban maravillados de la riqueza i de la ostentacion que hallaban en las ciudades que cayeron en su poder. Contaban algunos de ellos que ciertas casas de esas ciudades estaban montadas por su lujo bajo un pié de esplen. dor comparable a lo mejor que se veia en Europa (23). El reino de

(23) "Encontramos la casa de este gobernador (de Guayaquil) tan ricamente adornada i llena de muebles tan preciosos que no se ve en Europa nada mas rico," dice Raveneau de Lussan en su Journal du voyage à la mer du Sud avec les flibustiers,

Chile, la mas apartada i pobre de las colonias españolas, mantenia tambien un boatɔ que si no pɔdia competir con el de otras ciudades americanas, formaba un contraste notable con la pobreza jeneral de su poblacion. Si bien es cierto que sus habitantes no vivian en casas de ostentosa construccion, ni poseian menajes ni obras de arte de gran valor, que habria sido imposible procurarse en el pais o hacer llegar del estranjero, gastaban gran lujo en sus trajes i tenian vajillas de plata de valor verdadero aunque de escaso mérito artístico (24). Estos gustos de los colonos, reflejo del fausto de la alta sociedad española de la época, eran en cierta manera estimulados por el ejemplo de la mayor parte de los mas altos funcionarios que venian de la metrópoli o del Perú, de muchos de los oidores de la real audiencia i de varios de los gobernadores, porque si bien algunos de éstos, como Mujica, Peredo i Garro se habian señalado por la modestia en sus trajes i ajuares, otros, como Meneses, Henriquez i Marin de Poveda, ostentaron un lujo deslumbrador.

La corte misma, que daba el ejemplo de los gastos inútiles i dispen diosos, se preocupó mas de una vez en correjir los abusos del lujo de sus vasallos, atribuyendo a éste el ser una de las causas mas inmediatas i directas de la ruina i de la pobreza de la monarquía. Apeló para esto a las leyes denominadas suntuarias, reglamentando el número de los sirvientes, el costo i calidad de los trajes, de los coches, de los funerales de los muertos i de casi todas las manifestaciones de la pasion desordenada por los gastos de pura ostentacion. Es notable a este respecto una real cédula espedida por Carlos II para sus vasallos de las Indias en 22 de marzo de 1693. Disponia en ella la manera cómo debian hacerse los entierros i funerales i las reglas a que invariablemente debian someterse los que tenian que recibir duelos en sus casas o llevar luto por sus parientes o por algunas personas reales. "Los ataúdes de los difuntos, decia, no sean sino de bayeta, paño u holandilla negra, con clavos i galon negro o morado; i que los de los niños de quienes la iglesia celebra misa de ánjeles, sean de color, pero solamente de tafetan. Se prohibia tapizar las paredes de la iglesia en que se celebraba el funeral o de la casa mortuoria, usar coches especiales de duelo, i vestir, tanto los señores como sus criados, otros tra

pájina 304. Debe tenerse en cuenta que Guayaquil no poseia las riquezas de otras ciudades americanas, Méjico, Lima, Potosí, Panamá, Cartajena, etc.

(24) Véase lo que acerca de este mismo asunto hemos dicho en otro estudio aná. logo al presente, en esta misma parte de nuestra Historia, capítulo 17, § 11.

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jes que los que estaban detallados en esa ordenanza, o de otras telas que las que allí se indicaban. "Este luto i no otro alguno, decia mas adelante, se pueda traer por el tiempo de seis meses i no mas, por el de cualquiera difunto i persona, aunque sea de la primera nobleza (25). Pero las leyes de esta clase, frecuentes en los pueblos de la antigüedad, repetidas muchas veces en las naciones modernas hasta que la economía política i la ciencia social han venido a suprimirlas por completo en nombre de la razon i de la libertad, fueron casi siempre ineficaces para correjir los males contra los cuales iban encaminadas. Las leyes suntuarias dictadas en España por los últimos reyes de la casa de Austria, no combatieron el lujo insensato en la metrópoli ni en sus colonias; i solo el progreso gradual de las ideas i de las costumbres vino a introducir un siglo mas tarde alguna innovacion, creando ciertos hábitos de trabajo i de ahorro, precursores de un mejor estado económico.

Los gastos ostentosos de algunas familias formaban en Chile en aquella época el mas chocante contraste con la pobreza jeneral de pais. La miseria espantosa que en la segunda mitad del siglo XVII se hizo sentir en la metrópoli como consecuencia del mal gobierno, de las guerras dispendiosas e insensatas i de los errores políticos i económi cos que produjeron el aniquilamiento de la industria nacional (26), se habia reflejado en las colonias. Chile, la mas apartada de todas, aunque poseia en su suelo, en su clima i en la raza que lo poblaba, los

(25) Real cédula de 22 de marzo de 1693. Nada demuestra mejor la ineficacia de estas leyes para contener el lujo, que su repeticion mas o ménos frecuente sin conseguir que fueran obedecidas. Así, Felipe V, en cédula de 30 de noviembre de 1715 encarga a los virreyes i presidentes de Indias que tengan presentes aquellas disposiciones i que cuiden que se les dé cumplimiento.

(26) La miseria desgarradora a que habia llegado la España a fines del siglo XVII se descubre en todos los hechos i documentos del tiempo, i mui especialmente en la correspondencia de los embajadores estranjeros. Los historiadores españoles, aunque ménos esplicitos, no han podido disimularse las angustias de aquella época. Recordando las complicaciones de todo órden en que por entonces se hallaba envuelta la metrópoli, don Modesto Lafuente dice: "Jamas monarca ni pueblo alguno se vieron en tan lastimosa situacion i en tan mísero trance como se hallaron en este tiempo Cárlos II i la España." Historia jeneral, tomo XVII, pájina 426. I don Eujenio de Tapia en su Historia de la civilizacion española, Madrid, 1840, tomo III, pájina 167, dice: "En Andalucía especialmente, moria mucha jente de hambre, i el consulado de Sevilla envió una diputacion para representar que aquella ciudad (por la falta de trabajo i de medios de subsistencia) habia quedado reducida a la cuarta parte de la poblacion que habia tenido cincuenta años ántes."

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