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habrian producido, sin embargo, un resultado bien diferente si la colo nia no hubiera estado agobiada bajo el peso de aquel réjimen económico que suprimia toda libertad comercial, haciendo inútil i estéril cualquier aumento de produccion. Las riquezas naturales i fácilmente esplotables de otras colonias de la España, i sobre todo de Méjico i del Perú, hacian soportable aquel réjimen; pero el reino de Chile, que no podia desarrollarse sin un trabajo constante i libre, imposible bajo el imperio de aquella lejislacion, necesitaba para subsistir de las erogaciones que bajo cualquier título tenia que dispensarle la metrópoli. A fines del siglo XVII, cuando la estremada pobreza del tesoro español no permitia pagar en Madrid los salarios de los sirvientes particulares del rei ni hacer los gastos diarios de su casa, i se llegó a decretar la suspension del pago de todas las pensiones i la reduccion de la tercera parte de los sueldos de todos los empleados, inclusos los ministros i consejeros de la corona, la situacion de Chile se hizo sumamente precaria i angustiada. El ejército, como dijimos en el capítulo anterior, dejó de recibir el situado anual, produciéndose en la tropa la mas deplorable miseria. Entónces tambien dejaron de pagarse por la tesorería de Lima algunos sueldos civiles, que no podian cubrirse con las escasas rentas de Chile. Los mismos oidores de la real audiencia de Santiago se vieron en esas circunstancias reducidos a no percibir mas que una parte de sus sueldos. "El estado en que se halla en este reino vuestro real patrimonio, decia el fiscal Vazquez de Velasco al terminar el informe que acabamos de citar, es la causa por que vuestros ministros (los oidores) nos hallamos sin la entera satisfaccion de nuestros salarios, habiéndonos negado vuestro virrei duque de la Palata la paga de ellos en las

los documentos que tenemos a la vista. La venta de bulas, de que hemos hablado en la nota 59 del capítulo 12 de la parte III de nuestra Historia, constituia, como dijimos allí, una de las rentas mas considerables que el rei tenia en las Indias; pero administrada por una tesorería especial, sus productos eran cnviados al rei, i la cuenta de ellos se mantenia en la mayor reserva. No nos ha sido posible descubrir a cuánto montaban cada año en esa época ni adquirir otras noticias a este respecto que podrian interesarnos, i que hasta habrian servido para calcular la poblacion del reino.

No hallamos tampoco constancia de lo que en esa época producia la venta de oficios. Creemos que las entradas obtenidas por este medio debian ser insignifican tes i quizá nulas, i que por eso no habla de ellas el fiscal Vazquez de Velasco en su importante informe, que nos ha sido tan útil para escribir estas pájinas. Mas atras hemos dicho que a fines del siglo XVII no se habia hallado quiénes quisieran comprar las varas de rejidor del cabildo de Santiago que se sacaron a remate.

cajas de Lima, como desde que se fundó esta audiencia se ha practicado" (36). En efecto, el virrei del Perú, sin embargo de que en esa época habia recibido cuantiosos donativos de sus gobernados, tenia que enviar considerables socorros al rei de España, estaba en el deber imprescindible de defender las costas del virreinato contra las correrias de los piratas, i luego le fué forzoso reparar los grandes desastres causados por el terremoto de 1687 (37); pero razones de otro órden lo estimularon, ademas, como veremos mas adelante, a tomar esa medida.

Sin embargo, a fines del siglo XVII, se trató seriamente en Chile de regularizar la recaudacion de los impuestos i la administracion de la hacienda real. El oidor don Bernardo de la Haya i Bolívar, constituido en visitador fiscal del reino por el virrei del Perú en 1684, consiguió introducir algun órden; i pocos años mas tarde las rentas alcanzaron a la suma de 44,000 pesos, segun se lee en un antiguo documento que habremos de utilizar en las pájinas siguientes.

5. Frecuentes pe- 5. Ademas de las contribuciones que gravaban a didos de dinero las colonias americanas, tenian éstas que hacer frehechos por el rei a sus vasallos de cuentes sacrificios para socorrer a la metrópoli. Desde las Indias. el siglo anterior, los reyes de España, al anunciar su elevacion al trono habian exijido de sus vasallos de las Indias, a título de donativos voluntarios, erogaciones de dinero, que, en realidad, eran verdaderos impuestos estraordinarios, porque, dadas las condiciones del gobierno de la época i la ardiente fidelidad de los gobernados, casi no era posible a nadie dejar de concurrir en la medida de sus fuerzas, i con frecuencia mucho mas allá, obedeciendo a un sentimiento de vanidad, o a un propósito interesado para merecer alguna gracia. En la segunda mitad del siglo XVII, estas peticiones se repitieron con mayor frecuencia i en forma mas premiosa todavia.

En efecto, la situacion cada dia mas angustiada del tesoro español parecia imponer al soberano la adopcion de estas medidas. A poco de haber fallecido Felipe IV, la reina gobernadora doña Mariana de Austria convocó el consejo de estado para oir su parecer sobre los medios que podian emplearse para reparar los desastres del real tesoro. En

(36) El fiscal Vazquez de Velasco no da en su informe la razon de esta medida tomada por el virrei del Perú. El lector encontrará la esplicacion de ella en el § 9 del presente capítulo, cuando refiramos las complicaciones a que dió oríjen el viaje a Chile de un visitador de la real hacienda enviado por aquel alto funcionario. (37) Relacion del virrei, duque de la Palata, pájs. 156 i siguientes.

TOMO V

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mayo de 1667, el consejo contestaba estas palabras: "Er. cuanto a los recursos que podrian sacarse de España en forma de donativos volunrios o cualquiera otra, el consejo estima que es bien difícil imponer nuevas cargas a los pueblos." I en noviembre siguiente declaraba que desde el reinado de Fernando el Católico hasta ese dia, jamas la monarquía de España se habia visto tan cerca de su ruina, tan agotada, tan desnuda de los recursos necesarios para hacer frente a un gran peligro (38). Las tentativas que entónces se hicieron para recojer en la metrópoli los donativos voluntarios, produjeron resultados desconsoladores.

Pero los reyes de España tenian en sus posesiones de Indias un vasto campo que esplotar en esa situacion. Recurrieron a ellas, por diversas reales cédulas i con diferentes pretestos, i obtuvieron valiosos donativos, cuyo monto preciso no es posible indicar por falta de documentos, pero que, por considerables que fueran, no bastaban para remediar la miseria en que se hallaba el tesoro español (39). Esos

(38) No conozco estos documentos en su orijinal, i aun creo que no se han publicado nunca; pero tomo esas palabras de los estractos que de los acuerdos de aquel consejo ha dado el eminente historiador frances Mignet en sus Negotiations relatives à la succession d'Espagne, tomo II, pájs. 124 i 801, vasta i preciosísima coleccion de documentos, acompañados de introducciones i de comentarios críticos que revelan un gran sentido histórico, i que enseñan mucho mas que cuanto se ha escrito sobre la España de esta época. El arzobispo de Embrun, embajador de Francia en Madrid, escribia a Luis XIV, en 2 de junio de 1667, que el producto del donativo estraordinario exijido entónces al pueblo español no alcanzaba a la cantidad que en otro tiempo enviaba el rei cada año para sostener la guerra en Flándes. Véanse las pájs. 127 i 128 del tomo citado de la obra de Mignet.

(39) El lector podrá formarse idea mas cabal de estas exijencias de la corona en vista de esta nota en que apuntamos algunas de las reales cédulas de esa clase que hemos podido ver.

En 28 de octubre de 1675, el rei manda que se cumpla en la mejor forma posible lo que está ordenado por una cédula anterior en que se 'pedia a los habitantes de las Indias un donativo gracioso.

En 28 de febrero de 1679 se pide otro donativo para ayudar a los gastos del primer matrimonio del rei.

En 13 de octubre del mismo año se recomienda que se ejecute en la mejor forma que se pueda la recoleccion del donativo que se tiene pedido.

En 8 de setiembre de 1689 se pide otro donativo para ayudar a los gastos que debian hacerse con motivo del segundo matrimonio del rei.

En 2 de diciembre de 1697, el rei pide un nuevo donativo a los vasallos de Indias para remediar las escaseces del tesoro real.

Al mismo tiempo que los colonos de América contribuian con sus erogaciones para responder a estos pedidos del rei, ayudaban con largueza a los gastos que se

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donativos eran tanto mas gravosos cuanto que en aquel mismo tiempo estas colonias hacian frecuentes erogaciones para subvenir a los gastos estraordinarios para defender sus costas de los repetidos i formidables ataques de los piratas. El empobrecido reino de Chile hizo en esa ocasion sacrificios superiores a sus fuerzas para demostrar su fidelidad al soberano.

Los colonos de América tuvieron todavía que sufragar otros gastos. En medio de las calamidades públicas i de la miseria jeneral, el clero español habia seguido acumulando riquezas inmensas i seguia gozando de rentas de muchos millones de ducados, mientras el pueblo moria materialmente de hambre; pero no cesaba de pedir dinero para nuevas fundaciones, para la creacion de cofradías, la canonizacion de algun santo i para otros objetos análogos. Como los pueblos de la metrópoli no se hallaban en estado de corresponder a estas exijencias, i como la corte, aunque privada de recursos para atenderlas, no podia resignarse a no seguir dispensado al clero la mas desmedida proteccion, tuvo por conveniente echar la carga a sus vasallos de las Indias, cuya devocion inspiraba bajo este aspecto la mas ilimitada confianza. En años ante- · riores, segun contamos en otra parte (40), Felipe II i Felipe III habian prohibido espresa i terminantemente el pedir limosnas en las Indias para objetos piadosos, proponiéndose estirpar así los abusos i engaños a que tales costumbres daban lugar. Mas tarde, i sobre todo bajo el reinado de Cárlos II, si bien no se derogaron esas prohibiciones, se hicieron casi absolutamente ilusorias con los frecuentes permisos para pedir esas limosnas que el rei acordaba por medio de una cédula firmada de su mano, i que equivalia a una recomendacion (41). El fana

hacian para defender estos paises contra las agresiones de los piratas. No hallamos en los documentos noticias del monto de las erogaciones que por una i otra causa se hicieron en Chile; pero el virrei, duque de la Palata, refiere en su Relacion que para la defensa del virreinato el comercio del Perú erogó doscientos mil pesos, fuera de otros cien mil con que pagó la construccion de tres mil varas de muralla. Pero en la misma cuenta de ese virrei se ve que produjo mas todavía un espediente para esplotar la vanidad de los colonos. Se vendieron once títulos de nobleza a treinta mil pesos cada uno, i, por tanto, produjeron trescientos treinta mil pesos para el rei, (40) Véase la parte III, cap. 12, § 10, tomo III, páj. 160.

(41) Se comprenderá mejor el carácter de estos permisos recordando algunos de ellos.

En 28 de enero de 1683, el rei encarga a los virreyes i gobernadores de las Indias que hagan pedir limosna en sus distritos respectivos para la fábrica del retablo de Nuestra Señora de la Almudena.

En 10 de junio de 1689, el rei autoriza a una congregacion de Santa Teresa de

tismo relijioso de los colonos i su respeto ciego por cuanto emanaba del soberano, eran frecuentemente esplotados de esta manera. Los habitantes de las Indias, despues de hacer erogaciones considerables para las obras de esta clase dentro de sus propias provincias, tenian que contribuir para aumentar las riquezas de los conventos i de las cofradías de España.

6. Las contribuciones de esta clase, por gravosas

6. Número considerable de conque fuesen a los pobladores de las Indias, eran pagaventos i de relijiosos al terminar das con verdadera satisfaccion. A fines del siglo XVII, el siglo XVII. en la época de la mas desastrosa decadencia de la monarquía española, del mayor atraso de su industria, de la miseria terrible de sus poblaciones, de la ruina de su poder militar i del abatimiento del espíritu público, el fanatismo i la supersticion habian llegado a todo su esplendor en la metrópoli i en las colonias. Era la época en que mientras cada dia llegaba a la corte la noticia de un desastre de las armas españolas, o de las conmociones populares producidas por la pobreza i el hambre, el rei Cárlos II, rodeado de su esposa i de su madre, seguido de todas las corporaciones civiles i relijiosas, asistia en

Jesus para que por un período de cuatro años pueda pedir limosnas en todas las Indias. Por otra real cédula del mismo año, recomienda a los virreyes, gobernadores, arzobispos i obispos, que ayuden i fomenten la recaudacion de esa limosna.

En 28 de agosto del mismo año, el rei pide a sus vasallos de Indias que contribuyan con sus erogaciones para satisfacer los gastos que demandaba la beatificacion i canonizacion del famoso cardenal Jimenez de Cisneros. Aunque se recojió no poco dinero, la canonizacion de este célebre hombre de estado no se llevó a efecto.

En 6 de noviembre del mismo año, el rei autoriza el que por un período de cuatro años se pida limosna en las Indias para las cofradías de San Ignacio de Loyola i de San Francisco Javier, fundadas en el colejio de jesuitas de Madrid.

En 9 de marzo de 1692, el rei encarga que se fomente en las Indias la limosna que se ha de pedir para la Vírjen de Atocha.

En 10 de setiembre de 1695, el rei encarga que se fomente en las Indias la limosna que se ha de recojer para la beatificacion i canonizacion de la venerable María de la Cabeza, canonizada en 1697.

A parte de estos permisos para pedir limosnas, cada uno de los cuales imponia en realidad una verdadera contribucion a sus vasallos de las Indias, los reyes solian exijir de éstos otros gastos en fiestas i ceremonias relijiosas, encargándoles que mandaran hacer procesiones, rogativas, novenarios, etc., etc., para alcanzar la proteccion del cielo en favor de las armas españolas en las guerras europeas en que estaban empeñadas. Así, tambien, por real cédula de 31 de agosto de 1679 se mandaron celebrar en las Indias misas i procesiones por el buen resultado del matrimonio del rei Cárlos II. Cuando se conoce la historia deplorable de este desastroso reinado, se aprecia mejor la ineficacia de estos gastos i de estas fiestas.

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