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Este retrato, por recargado que parezca su colorido, es fiel en su conjunto, como trazado por un hombre de esperiencia. En Chile, el clero regular de la colonia, tanto los frailes de oríjen español como los nacidos en América, vivia en la mas absoluta ociosidad, casi completamente ajeno a todo cultivo intelectual; i si por rarísima excepcion produjo de vez en cuando uno que otro hombre dotado de algun amor por el estudio i el trabajo, la direccion dada a la enseñanza conventual, la falta de medios para adquirir conocimientos mas útiles i la atmósfera de ignorancia que los envolvia, esterilizaron mas o ménos absolutamente sus inclinaciones.

En esa época, sin embargo, habian comenzado a reunirse algunos libros en las casas centrales de las órdenes relijiosas i en la secretaría del cabildo eclesiástico. Sumamente reducidos por su número a causa del alto precio de los libros en estos paises i de las trabas puestas en su introduccion, esos primeros ensayos de bibliotecas no contenian mas que tratados de filosofía escolástica, de teolojía i de derecho canónico, comentarios de las escrituras, vidas de santos, obras de historia eclesiástica, crónicas de las órdenes relijiosas, escritos ascéticos i algunos de los autores de la antigüedad clásica, sobre los cuales no pesaban las censuras de la Inquisicion ni las prohibiciones para llegar a las colonias del rei de España. Faltaban en aquellas bibliotecas las obras mas notables de la literatura española, muchas de las cuales no podian entrar en América por ser escritos de imajinacion, com como faltaban igualmente las producciones de las otras literaturas modernas. La mayor parte de esos libros estaban escritos en lengua latina; i por este motivo, así como por su carácter i su espíritu, solo podian ser utilizados por los eclesiásticos; i aun éstos, sea por el imperfecto conocimiento del latin del mayor número de ellos, o por la ociosidad que se habia hecho inherente a la vida conventual, los consultaban raras veces, a tal punto que muchos de aquellos viejos volúmenes parecian no haber sido abiertos jamas.

sitaba, no dice cosa alguna respecto de la clase de conocimientos que poseia el referido cura. Era éste un clérigo llamado don Juan Velazquez de Covarrúbias, de edad de sesenta i cinco años, que servia ese curato desde 1680. En el archivo de Indias existe un espediente promovido por él para acreditar sus servicios a fin de que se le promoviese a otro puesto mas elevado en la jerarquía eclesiástica. Tambien he visto otros documentos por los cuales consta la eficacia con que este cura cobraba de los capitanes de buques que llegaban a Valparaiso un impuesto de veinte pesos en favor de la parroquia, lanzando escomunion mayor contra los que se negaban a cubrirlo.

TOMO V

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Para los simples particulares i para las familias de los colonos, casi no habia en esos años en Chile lectura posible. Los libros no eran solo excesivamente escasos i caros, sino que eran perseguidos por el fanatismo relijioso autorizado para ello por la lei. Bajo esa tenaz persecucion a los escritos profanos, ejercida indiscretamente por hombres fanáticos e ignorantes, solo tenian libre circulacion las vidas de santos, las crónicas de las órdenes relijiosas i los tratados ascéticos, compilaciones desordenadas de prodijios i milagros, que eran leidas u oidas con un candor infantil i con el interes que en nuestro tiempo despiertan las novelas de aventuras estraordinarias. Esos cuentos sobrenaturales, denominados vulgarmente casos, casi siempre absurdos como esfuerzo de imajinacion, referidos, ademas, con un estilo vulgar i desaliñado, i a veces con una crudeza de lenguaje ofensivo al pudor, i que solian versar tambien sobre asuntos poco edificantes, por mas que fueran compuestos con un propósito relijioso, eran, sin embargo, jeneralmente creidos, i formaban el solaz i la instruccion de aquella vieja sociedad. El célebre obispo Villarroel fué el escritor mas popular i admirado en esos tiempos por haber reunido en una de sus obras algunos centenares de casos maravillosos, contados con tan candorosa sencillez que parece creer en ellos (36).

5. Literatura co- 5. Se comprende fácilmente que aquel estado solonial: los croniscial era mui poco favorable para el nacimiento i para tas: Sotelo de Romai. el cultivo de la literatura. Una poblacion reducida en su número, obligada a vivir en un aislamiento artificial, pero casi completo respecto de los grandes centros de civilizacion i de cultura, privada de los medios de adquirir i de propagar la instruccion por la falta de escuelas i colejios apropiados para ello i por las trabas puestas a la introduccion de libros, i oprimida, ademas, por el despotismo político i relijioso que tenian la base de su poder en la ignorancia del pueblo i que castigaban con mano de hierro toda iniciativa del espíritu,

(36) El libro a que nos referimos se titula Primera parte de las historias sagradas i eclesiásticas morales, con quince misterios de nuestra fe. Publicado en Madrid en 1660 en tres pequeños volúmenes, ha llegado a hacerse mui escaso i casi desconocido, pero merece ser consultado para apreciar la cultura literaria de ese tiempo i el carácter de las historietas que formaban el encanto de la sociedad colonial. Don Miguel Luis Amunátegui ha dado a conocer en las pájs. 225—241 de El Terremoto del 13 de mayo de 1647, algunos de los casos referidos por el obispo Villarroel, revistiéndolos de mejores formas literarias. Propiamente, estos no son ofensivos a la moral; pero en otros libros hemos visto algunos que, al paso que revelan mui poco injenio, son mas o ménos indecentes.

una sociedad de esta naturaleza, decimos, no podia tener propiamente una literatura.

Sin embargo, la pasion literaria, el deseo de consignar por escrito sus impresiones o sus recuerdos, es tan inherente a ciertos hombres, que, aun en medio de aquella era de oscurantismo, vemos algunos venciendo todo órden de dificultades; i seguros de que no habian de hallar muchos lectores, prepararon obras mas o ménos estensas, sin cuidarse quizá de que mui probablemente no habian de poder darlas a luz. Esos libros, inspirados por propósitos diversos, nacidos muchas veces de causas accidentales i sin una ambicion de renombre i de gloria, nos ayudan a conocer el estado social en que nacieron, i merecen recordarse como manifestacion de las ideas de otro tiempo.

El espectáculo de la guerra de Arauco, los sacrificios i fatigas que ésta imponia, i la heroica tenacidad de los indios para defender su independencia, habian estimulado en los primeros tiempos de la conquista a don Alonso de Ercilla, a Góngora Marmolejo i a Mariño de Lobera a tomar la pluma para referir, en verso el primero i en prosa los otros dos, la historia de aquellos sucesos (37). La prolongacion de la guerra, sus nuevas peripecias, el terrible levantamiento de 1599 i la destruccion de las ciudades que los españoles habian fundado en el sur de Chile, debian estimular a otros soldados a contar tambien estos su

cesos.

Fué el primero de ellos un capitan andaluz llamado Fernando Álvarez de Toledo, que llegó a Chile en 1583 con don Alonso de Sotomayor. Hombre de algunos estudios, conocedor de su lengua, que manejaba con rara facilidad, i provisto de la esperiencia adquirida en las guerras de Europa i en largos i peligroso viajes por mar i tierra, quiso, a su vez, contar los sucesos de que en Chile fué testigo i actor; pero queriendo dar a su narracion mayor interes i hacerla mas agradable a los lectores, Álvarez de Toledo imitó el ejemplo de don Alonso de Ercilla, revistiéndola con la forma armoniosa de los versos. Compuso, al efecto, dos estensos poemas, uno titulado La Araucana, destinado a consignar la historia del gobierno de don Alonso de Sotomayor; i en otro, bajo el título de Puren indómito, contó la muerte del gobernador Oñez de Loyola, el levantamiento de los araucanos i la destruccion de las ciudades del sur. Esos dos poemas, acerca de los

(37) En otra parte de nuestra Historia hemos dado frecuentes noticias acerca de esos primeros cronistas. El lector puede hallarlas refundidas en el cap. 22 de la parte II, tomo II, pájs. 265–294.

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cuales hemos dado mas estensas noticias en otra parte (38), no nos son conocidos mas que por cortos fragmentos del primero i por veinticuatro cantos casi completos del segundo; pero aunque mediocres como obras de imajinacion, i mui deficientes bajo el punto de vista histórico, son un auxiliar útil para el estudio de los sucesos de ese tiempo. Mui inferior todavia bajo ámbos aspectos es otro poema anónimo e inconcluso en que estan contados los trájicos sucesos de los últimos dias del siglo XVI (39).

Otro capitan español llamado Alonso Gonzalez de Nájera, que desempeñó en la guerra de Chile un papel mas importante que Álvarez de Toledo, se propuso tambien darla a conocer. Orijinario de la ciudad de Cuenca, en España, soldado distinguido en Flandes, llegó a Chile en 1601, sirvió en este pais mas de seis años, i a su vuelta a Europa, desempeñó un cargo militar en Italia. Allí escribió un estenso libro en que, proponiendo los medios para llevar a término esa guerra, la describe con mucha prolijidad dando a conocer el pais, sus producciones, sus habitantes, así españoles como indios, i los errores que, a su juicio, se habian cometido en la conquista. El libro de Nájera no es propiamente una historia, ni el autor pensó en escribirla; pero esponiendo el sistema empleado en la guerra contra los araucanos, ha recojido, como puede verse en los capítulos que destinamos a la relacion de esos sucesos i en otras partes de esta obra, un vasto caudal de noticias que son de la mas alta utilidad para el historiador. Esas noticias no estan agrupadas en un órden regular que facilite la consulta del libro, pero revelan en su autor un notable espíritu de observacion i las dotes de un escritor prolijo i difuso en ocasiones, pero siempre de la mas absoluta claridad (40).

Junto con Gonzalez de Nájera, pero en condicion mui inferior, vino a Chile un soldado español que escribió mas tarde un libro que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros en su forma orijinal, si bien conocemos por otro conducto las noticias que contenia. Llamábase Domingo Sotelo de Romai. Él mismo se ha encargado de dar a

(38) Véase la estensa nota bibliográfica que con el núm. 38 hemos puesto al cap. 15 de la parte III de nuestra Historia, tomo III, pájs. 263–265.

(39) Acerca de este poema anónimo hallará el lector mas amplias noticias en el lugar recordado en la nota anterior.

(40) En diversos pasajes de nuestra historia hemos tenido necesidad de hablar del libro de Nájera, señalando su importancia como fuente de informaciones; pero en la nota 61 del cap. 20 de la parte III, tomo III, páj. 440, hallará el lector algunos datos biográficos i bibliográficos que no tenemos para qué repetir aquí.

conocer sus servicios i el objeto de su libro en una representacion dirijida al rei para reclamar los premios de que se creia merecedor. El año de 1600, dice allí, pasé a servir a V. M. en estas provincias de Chile, en la tropa de los quinientos españoles que salieron de Lisboa a cargo de don Francisco Martinez de Leiva, que pasó entónces a gobernar a Tucuman. Vine sirviendo en hábito lustroso de soldado en la compañía del capitan Pedro Salinas, que Dios Nuestro Señor llevó para sí en este reino. I en esta conquista, despues de haber fecho a V. M. muchos servicios i pasado en veinte años i mas que milito muchos trabajos, ocupé plaza de cabo de escuadra siete años, de alférez dos veces; i fuí cabo de fuertes de españoles otras dos. I habiendo considerado la calidad de este enemigo i su inclinacion natural, la duracion de esta guerra prolija, gasto del patrimonio real, las relaciones siniestras que a V. M. se han hecho, la confusion en que lo han puesto malos consejos, los socorros i costos que ha tenido esta conquista, el poco provecho que a la corona de Castilla ha dado la diversidad de pareceres en la guerra defensiva i ofensiva, los años que há que dura, i finalmente los engaños tan conocidos tan a costa de sus vasallos i hacienda; tomé a cargo el escribir (los ratos que la ronda o posta en la guerra me dejaron) la historia jeneral de Chile, todo lo sucedido i las causas de su duracion desde que se descubrió la tierra i comenzaron las armas. Escribíla en prosa con la fidelidad que me fué posible, i tanta jeneralidad i razon, que ninguno en Chile podrá, soberano señor, escribirla, porque yo solo tengo la relacion jeneral de todo lo acaecido desde que entraron aquí los capitanes de los reyes ingas hasta que V. M. mandó cesasen las armas, i los sucesos que con el cesacion dellos tambien se han ofrecido, i los medios honestos que en los seis años (de guerra defensiva) con este bárbaro se han tratado. I por el poco favor que he tenido i menos dinero, no he podido sacarla a luz ni ponerla a los piés de V. R. M., porque el corto sueldo que he tenido no ha sido suficiente para este fin" (41).

(41) Memorial de Domingo Sotelo de Romai al rei, escrito en Concepcion en 20 de diciembre de 1621. Esta pieza, bastante estensa es una representacion enérjica, pero mas o menos desaliñada contra la guerra defensiva a la cual atribuye el haber embarazado la terminacion de la conquista del reino. Sotelo de Romai protesta allí contra las intrigas i falsos informes dados al rei sobre los sucesos de Chile para engañarlo e inducirlo a aceptar ese sistema de conquista. Recordando sus largos servicios militares, los sacrificios por que ha pasado, las injusticias de que ha sido víctima, puesto que no habia recibido los premios a que era merecedor, el estar pobre, casado i con hijos, pide al rei que se le permita salir de Chile cuando pareciere conve

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