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verdad podrá informar a V. M. el padre Domingo Marini de la Compañía de Jesus, sujeto de gran virtud i letras, el cual pasa a esa corte por procurador jeneral de esta provincia despues de haber trabajado con ellos mas de diez i seis años; i lo corrobora con los mayores apoyos el informe que remito a V. M. del obispo de la Concepcion don frai Martin de Híjar i Mendoza, a quien, noticioso yo de que habia convocado a un concilio sinodal, le pedí me le enviase con la mayor estension del estado i fruto que se ha sacado de dichas misiones (2). El conocimiento de estos hechos, habia creado la conviccion jeneral de que el dinero que se gastaba en las misiones era perdido sin provecho alguno. Sin embargo, las nuevas exijencias de los jesuitas iban a hacer que se hiciese otra tentativa para reducir por la predicacion a los indios bárbaros que poblaban la estremidad austral del continente. Al aprobar los trabajos emprendidos por el gobernador Marin de Poveda para el establecimiento de misiones, el rei, por su cédula de 11 de mayo de 1697, habia creado en Chile una junta compuesta de algunos de los mas altos funcionarios civiles i eclesiásticos i encargada de dirijir i vijilar esos trabajos (3). Reunida aquella junta en los primeros dias de junio bajo la presidencia de don Francisco Ibañez, "se convino en ella se enviasen dos padres de la Compañía para que asistiesen a la mision de dichos poyas; que se les señalase el propio sínodo o asistencia que está determinado a los demas misioneros. Tenemos, señor, por cierto, agregaba el gobernador al dar cuenta de estos sucesos, que se sacará mas fruto de esta mision que de todas las demas juntas, supuesto que se reconoce que, sin tener persona que les afirme en los misterios de la fe, permanecen los adultos de aquella reduccion de los poyas, desde que el padre Mascardi pasó a ella; i aunque sea añadiendo este costo mas al situado, me ha parecido mui del servicio de Dios i de V. M. que a aquella jente se les envien ministros que los

(2) Carta de Ibañez al rei, de 16 de abril de 1702. El informe del obispo Híjar, escrito en un lenguaje sentencioso i de grande aparato, que debia ser obra del provisor Sarmiento, confirmaba la opinion dada por el gobernador.

(3) Esta real cédula se halla publicada íntegra en las pájs. 472-476 de la Historia de los jesuitas del padre Olivares, i en las pájs. 412—417 del tomo I de Documentos de don Claudio Gay. En ella reconocia el rei los pocos frutos que hasta entónces habian dado las misiones, i se proponia regularizar este servício, disponiendo, entre otras cosas, la nivelacion de los sínodos que se pagaban a los misioneros, haciendo cesar las diferencias que existian a favor de los jesuitas. Segun esa cédula, se estaba pagando a cada uno de éstos 732 pesos, mientras que a dos padres franciscanos que servian otra mision, se les pagaba por junto para ámbos 500 pesos. TOMO V 60

mantengan en el verdadero conocimiento de la relijion evanjélican (4). Estas palabras, i mas que ellas todavía las que hemos copiado ántes, revelan que el presidente Ibañez i sus contemporáneos reconocian perfectamente el ningun fruto de las misiones jesuíticas entre los araucanos; pero se hace incomprensible el que esos mismos hombres esperaran obtener mejores resultados de la predicacion relijiosa entre los indios poyas, salvajes mas groseros todavía, i tan mal dispuestos para aceptar a los misioneros que treinta años antes habian asesinado alevosamente al padre Mascardi por haber pretendido catequizarlos.

El resultado de esta segunda tentativa para plantear una mision en la comarca vecina al lago de Nahuelhuapi, iba a ser igualmente desastroso. El padre Felipe de la Laguna, despues de hacer sus aprestos, partió de Santiago en agosto de 1703, i a fines de ese año emprendia el viaje al otro lado de las cordilleras, i llegaba a su destino el 23 de diciembre. Ayudado mas tarde en sus trabajos por el padre Juan José Guillelmo, jesuita sardo que servia en las misiones de Chile, pudo dar

(4) Carta de Ibañez al rei, de 30 de junio de 1703.—El padre Felipe de la Laguna ha contado los oríjenes de esta mision en una carta dirijida a Lima a otro jesuita amigo suyo, de que obtuvo copia un jesuita frances que en 1705 se hallaba accidentalmente en el Perú. Era éste el padre Nyel, autor de dos relaciones descriptivas de estos paises que fueron publicadas en la coleccion de Lettres édifiantes, junto con la misma carta del padre de la Laguna. Se hallan esas piezas en el tomo II, pájs. 79-91 de la edicion de esa obra hecha por Aimé Martin en el Pantheon Littéraire. En aquellas relaciones, el padre Nyel se muestra lleno de esperanzas en los beneficios que se iban a alcanzar con esa mision. "Por feroz e indómita que sea esta nacion (los poyas), decia, bajará la cabeza para recibir el yugo de la relijion cristiana. Estas cartas del padre Nyel han sido publicadas, ademas, en otras colecciones de relaciones de viajes.

El padre Miguel de Olivares que conoció personalmente al padre de la Laguna i a los otros misioneros que con él i despues de él estuvieron en Nahuelhuapi, i que pudo disponer de sus cartas i papeles, ha destinado una gran parte del capítulo 17 de su Historia de los jesuitas en Chile a referir los sucesos concernientes a esta mision. Tanto el padre de la Laguna como el padre Olivares cuentan casi con los caractéres de milagro el que el presidente Ibañez, que era contrario al establecimiento de esta mision, hubiese consentido en prestarle su apoyo. Debióse, segun ellos, este resultado a un voto que el primero de ellos hizo a "la Santísima Trinidad, delante de María Santísima i de toda la corte celestial, de decir treinta misas, ayunar treinta dias a pan i agua i aplicarse treinta disciplinas i treinta silicios por la prosperidad eterna i temporal del señor gobernador i presidente don Francisco Ibañez i Peralta, caso que concediera lo que se le pedia en favor de aquellos indios." El gobernador, impuesto de este voto, habria concedido entónces el permiso que se le pedia.

principio a sus trabajos, levantar una iglesia i una casa para su residencia e iniciar la predicacion relijiosa entre aquellos bárbaros. Los cronistas de la Compañía han referido con minuciosa prolijidad las fatigas, los sufrimientos i los peligros que esos audaces misioneros corrieron en aquellos lugares i en los viajes que ellos i otros padres o militares tenian que hacer para comunicarse con sus superiores de Valdivia i de Chiloé. Una noche, los indios pusieron cautelosamente fuego a la mision, produciendo un desastroso incendio. En diversas ocasiones, los padres de la Laguna i Guillelmo estuvieron a punto de ser descuartizados por aquellos inhumanos e intratables salvajes, i, sin embargo, no los abandonó un instante su resolucion de dar cima a la obra imposible en que se hallaban empeñados. La introduccion de una imájen de la Vírjen María para ser colocada en la iglesia de la mision, puso furiosos a los bárbaros, acusándola de ser la causa misteriosa de las enfermedades que se habian propagado entre ellos. Todos los actos de esos indios revelaban una obstinacion invencible para rechazar a los misioneros i resistir a los esfuerzos de éstos para reducirlos a una vida mas regular i cristiana. Los padres, a pesar de estos dolorosos contratiempos, estaban firmemente persuadidos de los progresos de la mision, i murieron uno en pos de otro (el primero en 1707 i el segundo en 1716) empeñados en este trabajo, i conservando hasta el último instante la confianza en la perpetuidad de aquella obra.

Los jesuitas de Chile parecian creer esto mismo. Las relaciones que hacian circular anunciaban la conversion de infieles que se alcanzaba en el territorio de Nahuelhuapi, en donde los padres, segun se contaba, eran objeto de las mas respetuosas consideraciones de parte de los indios. Tanto en Chile como en el Perú se recojian cuantiosas limosnas para el sostenimiento de esa mision de que se esperaban tan grandes beneficios, i ellas sirvieron no solo para el sustento de los pa dres i de sus servidores, sino para fundar una estancia en que comenzaron a criar ganados. Esta industria, que empezaba a prosperar, fué la causa de la destruccion definitiva de la mision. A fines de 1717, los indios, deseosos de apoderarse del ganado, dieron muerte al padre Francisco Elguea, i a los que se encontraban con él, prendieron fuego a los edificios i destruyendo cuanto encontraron, se dispersaron por aquellos campos para sustraerse a la persecucion de los españoles, que debieron creer inévitable. Algunos jesuitas que llegaron allí pocos dias mas tarde encontraron solo un monton de ruinas. "Viendo los superiores, agrega el jesuita historiador de estos sucesos, la dificultad que habia en mantener aquella mision i que en ella no se cojia el

fruto que al principio se prometia por aquellas buenas palabras de los indios, determinaron el que no se prosiguiese en ella, porque ya los indios, hecha aquella atrocidad, se habian de recelar de los padres i de los españoles, i nunca los habian de querer admitir. Esta fué la causa por que despues acá no se prosiguió en esta mision. I al terminar la relacion de estos desastres, el historiador jesuita agrega estas palabras que nos dan a conocer las supersticiosas creencias de los mismos misioneros: "Los brujos (que hai entre los indios), por sus intereses o instigacion del demonio, viendo que pierden las almas, levantan estas persecuciones.

Al fundar aquella apartada mision, los jesuitas habian esperado recojer allí frutos mas inmediatos i positivos que los que daban los otros establecimientos análogos que mantenian en otros puntos del territorio de Chile. El desastroso fin de esta empresa debió causarles la mas dolorosa desilusion. Los misioneros de Nahuelhuapi' no habian conseguido otro resultado de sus trabajos que el bautizar algunos niños. Murieron muchos párvulos lavados con las aguas del bautismo en los catorce años que duró la mision," dice el cronista citado. Pero ya que no fué posible reducir aquellas tribus salvajes a una vida mas regular, los viajes emprendidos con este objeto entre uno i otro lado de la cordillera habrian debido adelantar el conocimiento de la jeografía de esa rejion. Los jesuitas, en efecto, hallaron caminos desconocidos, visitaron una comarca absolutamente inesplorada, i, sin duda, adquirieron sobre ella noticias que habria convenido conservar; pero el abandono de la mision hizo que se descuidaran esas noticias, i los cronistas que nos han referido esos sucesos, solo nos han dejado relaciones mas o ménos vagas bajo el aspecto jeográfico, insuficientes para darnos una idea cabal de ese pais (5).

2. Paralizacion de las operaciones militares: refor mas en el ejérci

2. La destruccion de la mision de Nahuelhuapi ocurrió cuando hacia muchos años que don Francisco Ibañez habia dejado de ser gobernador de Chile. Bajo su administracion, siguieron abrigándose las mas lisonjeras esperanzas en la prosperidad i progreso de aquel establecimiento para reducir a los indíjenas de esas dilatadas rejiones.

to.

(5) El padre Miguel de Olivares que conoció personalmente a los fundadores de la mision i que residió tambien en Nahuelhuapi, ha contado, como dijimos, todos estos sucesos en los §§ 7. 8 i 9 del cap. 17 de su obra citada; pero aunque refiere los viajes i esploraciones de los misioneros, sus noticias no son suficientemente claras. El padre Guillelmo escribió tambien una vida del padre de la Laguna, que no he

Contra los propósitos del gobernador, la paz se mantuvo tambien con los indios araucanos. Ibañez, como contamos en el capítulo anterior, habia propuesto al rei en mayo de 1702 un plan de campaña que consideraba infalible para la conquista i reduccion de esos indios. La resolucion de la corte no tardó mucho, i ella fué contraria a esos proyectos. Por cédula de 26 de abril de 1703, el rei mandaba que en esta materia se cumpliese con toda puntualidad una lei de Indias cuyo tenor espresa lo que sigue: "No se haga guerra a los indios de ninguna provincia para que reciban la santa fe católica, o nos den la obediencia, ni para otro ningun efecto, i si fueren agresores i con mano armada rompieren la guerra contra nuestros vasallos, poblaciones i tierra pacífica, se les hagan ántes los requerimientos necesarios, una, dos i- tres veces i las demas que convengan, hasta atraerlos a la paz que deseamos, con que si estas prevenciones no bastaren sean castigados como justamente merecieren i no mas. I si habiendo recibido la santa fe i dádonos la obediencia, la apostataren i negaren, se proceda como contra apóstatas i rebeldes, conforme a lo que por sus excesos merecieren, anteponiendo siempre los medios suaves i pacíficos a los rigorosos i jurídicos. I ordenamos que si fuere necesario hacerles guerra abierta i formada, se nos dé primero aviso en nuestro consejo de Indias, con las causas i motivos què hubiere para que Nos proveamos lo que mas convenga al servicio de Dios i nuestro (6). La aplicacion puntual de esta lei, ordenada de una manera terminante por el rei, importaba el rechazo perentorio del proyecto del presidente Ibañez, i la suspension de las campañas i correrías en el territorio araucano. A diferencia, sin embargo, de la guerra defensiva planteada un siglo ántes por los esfuerzos i dilijencias del padre Valdivia, quedaba autorizado el gobernador de Chile, no solo para rechazar las agresiones de los indios, sino para perseguirlos i castigarlos dentro de su propio territorio.

Pero, aunque el rei hubiera aprobado el proyecto de don Francisco Ibañez, habria sido imposible darle cumplimiento, no solo por las difi

mos visto nunca i que seguramente no se publicó i quizas se ha perdido. Existe, ademas, una vida del mismo padre Guillelmo escrita por el padre Maccione, jesuita italiano, superior del colejio de Córdoba del Tucuman i autor de una Gramática de la lengua lule; pero aquella vida, aunque publicada, es de tal manera escasa que es

casi desconocida.

La mision de Nahuelhuapi en que se fundaron tantas esperanzas de reducir a los indios de toda la estremidad austral del continente, mereció una proteccion decidida de los presidentes de Chile Ibañez i Ustáriz i del rei de España.

(6) Recopilacion de las leyes de Indias, lib. III, tít. IV, lei 9.

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