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en las costas de Nueva España, i, dirijiéndose en seguida a los mares de Asia para hostilizar a los españoles, regresaba con toda felicidad a Inglaterra el 14 de octubre de 1711. La escuadra del virrei del Perú, que salió en busca de los corsarios, regresó al Callao sin haberlos visto, lo que no impidió que entónces se contara con la mas petulante fanfarronería, que habia bastado su presencia para que aquellos abandonasen apresuradamente esas costas, en cuyo comercio habian hecho los daños mas desastrosos.

3. Gran desarrollo del comercio de contrabando en las costas de Chile.

3. En Chile no se tuvo noticia alguna de estos sucesos sino despues que los corsarios ingleses se habian alejado de las costas del Perú. El 20 de julio de 1709, cuando llegó a Santiago la carta en que el virrei anunciaba la toma de Guayaquil por los ingleses i la marcha de éstos hacia el norte, renació la tranquilidad, en la confianza de que los puertos de Chile no serian atacados en esta ocasion. El gobernador Ustáriz, sin embargo, mantuvo sus disposiciones para conservar las milicias sobre las armas, pero pudo dedicarse mas descansadamente a los otros trabajos que lo preocupaban.

El asunto que mas debia llamar su atencion era el comercio ilícito que seguian haciendo los buques franceses en las costas de Chile i del Perú. El brillante resultado que alcanzaron los primeros negociantes, habia atraido a otros que venian de Europa con cargamentos ricamente surtidos. Algunos de ellos se aventuraban a ir a la China para renovar su carga de mercaderías i venderlas en seguida en las colonias españolas. Los pobladores de estos paises, acostumbrados a pagar precios subidísimos por los artículos europeos que les eran mas necesarios, no vacilaban en esponerse a las penas establecidas por las leyes

espedicion, de que ha hecho un buen compendio el comandante Burney en su Chronological history etc., vol. IV, pájs. 468–484. Las relaciones españolas son mucho mas deficientes e incompletas. Así, el presidente de Quito don Dionisio de Alcedo i Herrera, en su Compendio histórico de la provincia de Guayaquil, Madrid, 1741, solo ha recordado de paso la toma de la plaza de ese nombre en la páj. 90, agregando "que por el respeto de la reciente memoria del suceso, se hace forzosa virtud la prudencia de omitir la individualidad de sus circunstancias. Sin embargo, siempre inexacto en sus noticias históricas, fija la fecha de estos hechos en 1707, i da por jefe de los corsarios ingleses a Guillermo Dampierre (Dampier), que es el único a quien nombra entre todos ellos.

Es frecuente hallar en los viejos cronistas que hemos tenido que estudiar, reticencias i omisiones intencionales como la de Alcedo, impuestas por la vanidad nacional para no referir los desastres o por no lastimar la memoria de nadie. Era aquel un medio cómodo, pero mui poco útil, de escribir la historia.

para castigar el contrabando, a trueque de procurarse esos mismos artículos por la cuarta o la quinta parte del valor a que antes se les vendian. Este tráfico clandestino, mui provechoso para las poblaciones, arruinaba a los comerciantes i habia suscitado sus quejas i clamores.

Como contamos mas atras, Ustáriz habia recibido el encargo de impedir el contrabando i de castigar a los que lo hiciesen, sin poder, sin embargo, aplicar la pena capital que establecian las leyes vijentes. En cumplimiento de las órdenes reiteradas del soberano, el 11 de julio de 1709 publicaba un bando solemne por el cual prohibia terminantemente todo trato o comercio con los marinos franceses, vedando a éstos el vender en tierra mercaderías de cualquier jénero, i a aquéllos el ir a las naves a comprarlas. El gobernador conminaba a los infractores de este bando con la pena de prision i de confiscacion de bienes para los negociantes nacionales, de decomiso de las mercaderías para los estranjeros. Diez meses mas tarde, la real audiencia, convencida de la ineficacia de esas prohibiciones, hacia publicar por bando las últimas reales cédulas del soberano para que lleguen, decia, a noticias de todos los vecinos i vasallos de este reino, i se evite en ellos cualesquier comercio por via de trato i contrato, o en otra manera con cualesquiera naciones, ropa o jéneros de ellas i de la nacion francesa, i de las que se puedan introducir de la China... para que ningunos vecinos compren o vendan jéneros algunos de naciones. estranjeras, encerrando en esta clase asimismo los de la francesa con pena del perdimiento de toda la ropa que se traficare, la cual se confisque por cualesquiera jueces i justicias de S. M., i por cuenta de su real hacienda se venda i enajene con las demas que parecieren conve nientes (12).

Nada, sin embargo, podia detener el comercio ilícito que se hacia en las costas de Chile. El rei repetia en vano las órdenes mas premiosas para impedirlo. Por cédula de 10 de marzo de 1710, recordando el desobedecimiento en las colonias americanas de las leyes que rejian el comercio, i que la corte consideraba las mas sabias i las mas útiles a la prosperidad de la monarquía, encargaba de nuevo que se les diese el mas puntual cumplimiento, prohibiendo con la mayor insistencia todo comercio con los estranjeros. En Chile, el gobernador Ustáriz repetia uno tras otro los bandos en un idéntico sentido; pero el tráfico ilícito continuaba desarrollándose en grande escala. Ademas de los buques salidos de Francia para vender sus mercaderías en los puertos del Pa

(12) Auto decretado por la real audiencia de Santiago el 29 de abril de 1710.

cífico, llegaban otros del Brasil. En setiembre de 1711, el célebre almirante Duguay-Trouin se apoderaba de Rio de Janeiro i recojia allí un valioso botin junto con un rescate considerable que imponia a la ciudad. Queriendo espender las mercaderías capturadas en el puerto, algunos de sus capitanes, convencidos de que su venta en Europa seria poco provechosa, se decidieron a traerlas a los puertos de Chile i del Perú seguros de hacer aquí un espléndido negocio. El injeniero Frezier que salió de Francia en uno de los buques que venian a hacer el contrabando en estos mares, halló en Concepcion, en junio de 1712, tres buques franceses que estaban preparándose "para hacer sus ventas en la costa (13); i aunque pocos dias mas tarde llegó allí una órden terminante del gobernador Ustáriz para hacer salir sin tardanza del puerto a todos los buques franceses, siguieron éstos haciendo sus ventas, i en seguida se dirijieron a los puertos del norte. "Nosotros, agrega Frezier, quedamos allí algunos dias para acabar nuestros negocios (14).

En Valparaiso se repetia el mismo abuso todavía en mayor escala, a punto que el exceso de artículos de produccion europea habia hecho bajar tanto su valor que no hacia cuenta seguir vendiéndolos. Frezier llegaba allí a fines de setiembre. "La abundancia de mercaderías de que estaba surtido el pais cuando llegamos, i el bajo precio que tenian, dice con este motivo, nos hizo tomar la resolucion de no vender miéntras el comercio no fuese mas ventajoso, lo que nos redujo a una fastidiosa ociosidad que nos obligaba a buscar otras distracciones" (15). Jamas se habian visto estos mares tan frecuentados de naves, ni su comercio habia sido tan activo.

Como se recordará, las naves francesas habian venido al Pacífico con motivo de las guerras europeas i a pretesto de defender estas colonias contra las agresiones de los ingleses, aunque en realidad no habian prestado servicio alguno efectivo de este órden contra las dos únicas espedicionas corsarias de que hemos hablado mas atras, la de Dampier en 1704 i la de Woodes Rogers en 1709. Esas circunstancias, que obligaban a las autoridades españolas de estos paises a permitir que las naves francesas arribaran a sus puertos a renovar sus provisiones, justificarian aparentemente la tolerancia del contrabando si no supiéramos que ella obedecia a móviles ménos honrosos. Pero desde los

(13) Frezier, Relation du voyage, etc., páj. 45.

(14) Frezier, páj. 81.

(15) Frezier, páj. 87.

TOMO V

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primeros meses de 1713, se supo en Chile que los belijerantes habian pactado una suspension de hostilidades, i que durante ella habian iniciado las negociaciones de paz. Por fin, un buque llegado del Perú a mediados de noviembre traia la noticia de haber ajustado la España siete meses antes, en la ciudad de Utrecht, la paz con la Inglaterra i la Holanda, i de quedarse negociando con el imperio Jermánico. Desde entónces no habia razon alguna para tolerar por mas tiempo el contrabando que hacian los franceses ni para permitir que éstos bajasen a tierra a espender sus mercaderías. El presidente Ustáriz, urjido por las reclamaciones de los comerciantes españoles en Chile i por los mas altos funcionarios, i teniendo, ademas, que cumplir las repetidas cédulas del rei que llegaban casi en cada correo, publicó con este motivo el 20 de noviembre de ese año un solemne bando. "Por cuanto, decia, se me ha representado por los comerciantes de esta ciudad (Santiago) que vienen muchos franceses con mercaderías a venderlas en ella, i se esparcen por los partidos (provincias), i porque contravienen a las leyes i mandatos de S. M. i a sus reales cédulas que mandan que en ninguna ocasion estranjeros comercien en las ciudades de las Américas, ordeno i mando que salgan de esta ciudad todos los franceses i demas estranjeros que en ella hubiere solteros; que vayan a embarcarse al puerto de Valparaiso en los navíos que en él estan de su nacion, dentro de segundo dia de la publicacion de este bando; i que el que contraviniere a él sea preso i puesto en la cárcel pública de esta ciudad por cualquier ministro de justicia o de guerra para ser castigado a mi arbitrio." El gobernador conminaba, ademas, con las mas severas penas a los nacionales que asilasen a los estranjeros o que de cualquier modo faci 1taran su comercio. Estas órdenes aparatosas se cumplieron con tanta flojedad, que el puerto de Valparaiso no fué cerrado sino muchos dias despues a los buques franceses, i entónces algunos de éstos se dirijieron a la vecina caleta de Quintero, donde continuaron vendiendo sus mercaderías.

La órden de espulsion de los franceses fué comunicada inmediatamente a Concepcion. Mandaba entónces allí con el título de correjidor el oidor don Ignacio Antonio del Castillo, personaje adusto i altanero que siempre se habia mostrado mui mal dispuesto respecto de los franceses. El 9 de diciembre de 1713 publicó el bando del presidente Ustáriz, reagravando, ademas, las penas para los que tratasen con unas naves mercantes que, segun avisos del rei, debian venir de Jénova. A pesar de que en esas órdenes se mandaba que los buques estranjeros saliesen del puerto dentro de segundo dia, las cuatro naves francesas

que habia en Concepcion quedaron allí mucho mas tiempo, i en los meses de diciembre de 1713 i de enero de 1714 se les juntaron otras siete que venian de Francia con el propósito de comerciar en estas colonias. "Ademas de estos buques llegados de Europa, refiere Frezier, que de vuelta del Perú se hallaba entónces en Concepcion, se juntaron allí algunos otros de los que andaban por esta costa, de manera que se vieron reunidas en ese puerto quince naves francesas grandes i pequeñas como con cerca de 2600 hombres" (16). ¡Tal era el desarrollo que el comercio de contrabando habia tomado en estos puertos!

"Aunque el correjidor, enemigo mortal de nuestra nacion, continúa Frezier, buscase todos los medios de dañar a los franceses, no pudo ejecutar las órdenes publicadas, sea porque fuese contenido por sus propios intereses, tratando de arrancarles algunas contribuciones, sea porque esta multitud le impusiese un poco, sea porque los habitantes de la ciudad lo disuadiesen en secreto para deshacerse ventajosamente del producto de sus cosechas. Se contentaba únicamente con molestar cuanto podia a las tripulaciones i a los oficiales, haciendo cortar la corva de sus caballos cuando salian a paseo fuera de la ciudad, aprisionándolos bajo cualquier pretesto de policía, i hablando en público en términos de canalla i con las injurias mas ultrajantes." Mientras tanto, los buques franceses siguieron tranquilamente en el puerto cargando en público sus provisiones i desembarcando por la noche las mercaderías que daban en venta. Algunos de ellos continuaron traficando en los demas puertos de Chile i del Perú, otros dieron la vuelta a Europa; pero eran reemplazados por otros buques que llegaban de Francia ricamente cargados de todo órden de mercaderías. Así, pues, el comercio de contrabando en estas costas no decayó un instante, a pesar de las órdenes repetidas del rei para impedirlo i de los bandos que dictaba el gobernador de Chile (17). Esas negociaciones, léjos de llegar a

(16) Frezier, páj. 256.

(17) Nada revela mejor el gran desarrollo que tomó en esos años el comercio de contrabando en las colonias españolas de América i la proteccion que éste hallaba en estos paises, que la repeticion de cédulas dictadas por el rei para impedirlo. Así, a mas de las que hemos recordado en el testo, i con fechas posteriores a ellas, hemos consultado las trece siguientes que en una forma o en otra tienen por objeto el disponer que se cierren los puertos de Chile al comercio estranjero: 26 de julio de 1711; 16 de mayo de 1712; 27 de febrero i 31 de julio de 1713; 20 de mayo, 28 de julio, 3, 9 i 27 de agosto de 1714; 3 de marzo, 25 de agosto, 10 de octubre i 5 de noviembre de 1715, i 1.° de noviembre de 1717. Todas estas cédulas, que

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