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4. Participacion

del presidente Us táriz en los negocios del comercio

ilícito.

4. El rápido desarrollo que habia tomado el co: mercio de contrabando, la repeticion imperturbable

de la violacion de las leyes vijentes i de las nuevas ordenanzas del soberano, i la impunidad en que quedaban los que hacian ese tráfico, bastarian para demostrar la mas estraordinaria relajacion administrativa. Ademas, sobran las pruebas para adquirir el convencimiento de que ésta era fruto de la mas profunda i vergonzosa inmoralidad. Casi en todas partes los contrabandistas contaban con la connivencia de las autoridades de tierra. Los gobernadores de los puertos i los correjidores de los distritos del interior, parecian interesados, o lo estaban realmente, en el comercio ilícito. Pero el primer contrabandista del reino era el presidente don Juan Andres de Ustariz. Habia venido de España con el propósito firme i decidido de reparar los quebrantos de su fortuna; i para conseguir su objeto no se detuvo ante traba ni consideracion alguna.

En abril de 1709, a los dos meses de recibirse del gobierno, tomó de un rico propietario llamado don Pedro Prado un préstamo de veintisiete mil pesos para comenzar sus negociaciones. Ustáriz habia traido de España algunos parientes i allegados a los cuales utilizó en esta ocasion, dando a unos los puestos públicos que convenian a sus intereses, i encargando a otros la jestion directa de sus negocios. Su posicion oficial le servia admirablemente para este objeto. Los comerciantes franceses, a condicion de que se permitiese o se tolerase el espendio de sus mercaderías, concedian a los ajentes del gobernador en las compras que éstos hacian rebajas considerables, que algunos documentos elevan a treinta i cuarenta por ciento. El gobernador, ademas, obtenia el beneficio de comprar a crédito, recibiendo, al efecto, valiosos anticipos de mercaderías que, segun el testimonio de los negociantes franceses, pagó siempre con escrupulosa puntualidad (22). Uno de sus depen

(22) El injeniero frances Frezier, que hemos citado en tantas ocasiones, vino a estos paises, como sabemos, en uno de los buques destinados a este comercio, aunque con el objeto aparente de combatir a los corsarios ingleses, para lo cual contaba dicho buque con 36 cañones i 135 hombres de tripulacion; pero se le habia cargado de tal suerte de mercaderías, que, segun dice aquél, apénas se encontraba a bordo donde colocarse. Llamábase Saint Joseph, i su capitan era Duchesne Battas, "hombre recomendable por su esperiencia i por su prudencia en la marina, dice Frezier, i por mucha intelijencia i actividad en el comercio, lo que convenia mucho a nuestro objeto." No especifica Frezier en qué consistieron las negociaciones que ese buque hizo en estos mares, ni señala a cuánto ascendieron las ventas hechas al presidente de Chile, que, segun los documentos de otro orijen, alcanzaron TOMO V

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dientes, llamado don Miguel Antonio de Vicuña, tenia en la ciudad de Santiago, a media cuadra de la plaza principal, una tienda o almacen en que vendia públicamente las mercaderías compradas por esos medios. Otros ajentes, i con frecuencia los mismos correjidores que nombraba el gobernador, vendian por cuenta de éste en los diversos distritos del reino los artículos de comercio. "En órden al trato i contrato, dice un documento contemporáneo, don Juan Andres de Ustáriz, desde el principio de su gobierno ha corrido con tal desenvoltura, como el mercader o cargador mas acaudalado de las ferias mas opulentas." La investigacion prolija de sus actos durante el juicio de residencia a que fué sometido al terminarse su gobierno, dejó comprobada la efectividad de estos hechos; pero los documentos de la época consignan, ademas, muchos otros sobre los cuales no fué posible hacer un cabal esclarecimiento, sin que Ustáriz pudiera tampoco justificarse completamente. Decíase que estendiendo sus negociaciones fuera del reino, el presidente compró en 1710 todo el cargamento de un buque frances i lo envió a vender a los puertos del Perú, como envió igualmente remesas considerables de mercaderías para que fuesen vendidas en Potosí por un sobrino suyo llamado don Pedro de Ustáriz. Al paso que mas tarde se le acusaba de haber vendido como propiedad suya los cargos de la administracion civil i militar, sus denunciadores referian que recibia de los comerciantes franceses gruesas sumas de dinero por las licencias que les concedia para continuar su negocio en las costas de Chile, a pesar de las leyes que lo prohibian i de los aparatosos bandos que habia dictado el mismo gobernador. "Para que V. M. conozca que son ciertas i verdaderas (estas acusaciones), decia uno de los oidores de la real audiencia, sírvase V. M. de mandar que en la Francia se averigüe por los libros de los capitanes que han pasado a estos mares, las cantidades que han dado a vuestro presidente, así

a mas de treinta mil pesos, siendo de notar que, segun esos documentos, ese buque fué uno de los que ménos vendieron a aquel alto mandatario. Hablando de éste, Frezier dice solo las palabras que siguen: "El gobernador que habia entónces en Chile se llamaba don Juan Andres de Ustáriz, antiguo comerciante de Sevilla, que no por haber cambiado de estado, habia cambiado de inclinacion ni de ocupacion, porque, a pesar de las leyes del reino, negociaba abiertamente con los franceses que han acrecentado mucho su fortuna por los créditos considerables que le hacian. Es verdad que él los ha satisfecho puntualmente, cosa digna de alabanza en un pais en que se puede abusar, donde mas que en cualquiera otra parte se compra fácilmente a crédito, pero donde no se paga con la misma puntualidad." Frezier, Relation, páj. 94.

por las licencias para vender como por el seis por ciento que le han contribuido de todo lo que han vendido, i las porciones de ropa que les ha comprado, i reconocerá V. M. las sumas considerables que le ha importado este comercio (23). No es increible que el rei recurrie se a este jénero de informacion para conocer la conducta del go

(23) Representacion citada del oidor don Ignacio Gallegos al rei, de 22 de diciembre de 1714. Los negocios personales del presidente Ustáriz de que dieron noticia en Europa los comerciantes franceses, como ha podido verse en el fragmento de Frezier que hemos copiado en la nota anterior, i como lo veremos tambien mas adelante, constan, sobre todo, de los mismos documentos españoles. El juicio de residencia de ese mandatario seguido en Santiago, en 1717, por el gobernador interino don José de Santiago Concha, dejó perfectamente comprobados muchos de esos hechos, i la sentencia dada en 30 de setiembre de ese año, hace un resúmen poco ordenado, es verdad, pero bastante luminoso de todo. Existen, ademas, en el archivo de Indias numerosos memoriales enviados de Chile por diversos funcionarios de la colonia, acompañados de otras piezas que ayudan a esplicar los hechos. Dos de ellos son los mas noticiosos e importantes. El primero es el del oidor Gallegos que citamos mas arriba, i el otro del oidor don Juan del Corral Calvo de la Torre, de fecha de 20 de diciembre de 1713, pero repetido mas tarde, con nuevos documentos. En ámbos memoriales se hacen a Ustáriz las mas tremendas acusaciones no solo por los negocios referidos sino por muchos otros actos de su administracion. Sin embargo, estas acusaciones no eran, contra lo que en ellas se dice, hijas solo de una desinteresada lealtad al soberano i del deseo de mantener la pureza de la administracion. Habian surjido cuestiones i rencillas bastante complicadas, que dieron oríjen a muchas representaciones en que es mui difícil descubrir con certeza la responsabilidad de cada parte.

En 1712 desempeñó el oidor Corral el cargo de correjidor de Concepcion. Llamado con urjencia a Santiago en febrero del año siguiente a desempeñar la fiscalía de la audiencia, hizo algunas jestiones contra diversos actos del gobernador que juzgaba trasgresion de las leyes vijentes. Ustáriz se incomodó de tal manera por ésto que trató mal de palabras al oidor Corral, i elevó al rei informes en que le hacia graves imputaciones, entre otras la de haber dado permiso, mientras fué correjidor de Concepcion, a los negociantes franceses para espender sus mercaderías. El rei espidió con este motivo tres reales cédulas, el 27 de agosto de 1714, por las cuales recomendaba nuevamente que se impidiera en Concepcion todo comercio con los estranjeros, estrañándose que el gobernador del reino no lo hubiera impedido resueltamente. Se autorizaba la causa contra ese oidor por aquella falta i, por último, se le suspendia de ese cargo sin goce de sueldo. Los incidentes de estos litijios no pueden tener cabida en un libro como el nuestro, porque nos obligarian a llenar muchas pájinas con asuntos de escaso interes, pero que confirman lo que hemos dicho en tantas ocasiones acerca de la frecuencia de altercados entre las autoridades i de la desmoralizacion administrativa. El oidor Corral fué repuesto poco mas tarde en su destino, i, como contamos en otra parte, se ocupaba en 1725 en escribir una esposicion o comentario de las leyes de Indias.

bernador de Chile; pero ocurrió, ademas, otro hecho relacionado con estas espediciones mercantiles que debia hallar mucho eco en la corte. Entre los buques franceses que recorrieron las costas del Pacífico vendiendo sus mercaderías, habia uno llamado San Antonio de Padua, cuyo capitan, Nicolas Frondac, habiendo espendido toda su carga, se resolvió a hacer un viaje a la China a traer un segundo surtido. A mediados de 1710 vendia su nuevo cargamento en los puertos del Perú i se disponia a pasar a los de Chile. Advertido de todo ésto, el presidente Ustáriz dió, con fecha de 14 de octubre, las órdenes mas terminantes a los gobernadores de los puertos para proceder contra el capitan del referido buque. "Esté vuesa merced, decia, con vijilancia si aportare a ese puerto para hacer dilijencia de prender al capitan, teniente, mercaderes o los mas de ellos que se pudieren i confiscar el bajel. Ésto es lo que manda S. M. por su real cédula; i este contrabando es su voluntad que sea castigado con todo el rigor que permiten las leyes." El San Antonio entró, en efecto, al puerto de Concepcion el 4 de enero de 1711, i el dia siguiente bajaron a tierra el capitan Frondac, un oficial, el médico de la nave i algunos marineros. El oidor don Ignacio Antonio del Castillo, que hacia las veces de correjidor, los apresó a todos ellos; pero como no tenia fuerzas para tomar el buque, se limitó a exijir inútilmente su entrega. Sin tardanza inició el proceso de aquellos individuos, tomándoles sus declaraciones i haciendo ostentacion de un gran rigor.

Cuando se esperaba que el desenlace de ese asunto seria la condenacion perentoria de los negociantes franceses, o, a lo ménos, su retencion en las cárceles de Chile para ser remitidos mas tarde a España, llegó a Concepcion una nueva órden del gobernador Ustáriz, datada en Santiago el 14 de enero. "Vuesa merced, decia al correjidor Castillo, ha ejecutado puntualmente lo que ha podido prendiendo al capitan Frondac, a los oficiales i marineros que desembarcaron en tierra; pero no habiendo embarcaciones nuestras en este pais con que poder pasar a traerlos i conseguir cojer el navío, no se ha conseguido el fin discurrido... En intelijencia de todo lo espuesto i de no haber esperanzas ningunas de cojer el navío ni el caudal de ellos (los franceses) para mantenerlos en este pais, hasta que se ofrezca ocasion de embarcacion española en que embarcarlos, puede vuesa merced tomarles sus declaraciones a todos sobre si hicieron el dicho viaje a la China, con las demas circunstancias que parecieren convenientes, i los pondrá vuesa merced en libertad a todos. I respecto de haber órdenes del rei para que por su plata se les dé a los navíos franceses que aportaren a estos

puertos los víveres que necesiten, permitirá vuesa merced que embarquen los que hubieren ellos menester para su viaje a Francia, i la sumaria me la remitirá para enviarla en otra ocasion al rei." En virtud de una órden tan precisa i terminante, el capitan Frondac i sus compañeros fueron puestos en libertad. El 8 de febrero, despues que hubieron renovado sus provisiones i concluido todos sus arreglos mercantiles, se dieron a la vela para Francia.

El desenlace de este proceso, inicidado con tanto aparato i con tanto vigor, produjo una gran sorpresa en todo el reino. Desde el primer momento se susurró el rumor de que habia mediado una escandalosa negociacion, que los franceses habian comprado su libertad mediante una gruesa suma de dinero entregada al gobernador Ustáriz, i hasta se fijaba con bastante exactitud el monto de la suma pagada i los nombres de las personas que habian intervenido en esa negociacion. Ese rumor era perfectamente exacto. El segundo dia de su prision, el capitan Frondac habia escrito una carta al gobernador del reino en que pedia respetuosamente que se le pusiera en libertad; pero el portador de esa carta, llamado don Juan de Chavarría, recibió tambien el encargo de hacer ofrecimientos de otro órden. La negociacion se terminó en Santiago con la órden que hemos estractado mas arriba; pero esa órden no debia ser presentada al gobernador de Concepcion sino cuando los franceses hubiesen pagado dieziseis mil pesos a don Juan Antonio de Espinela, jefe militar de la plaza i ajente de los negocios particulares del presidente Ustáriz. En efecto, el dinero fué entregado puntualmente por el capitan Noail, comandante de otro buque frances que estaba fondeado en ese puerto (24). Pero esta negociacion, en

(24) Todos los detalles de esta negociacion quedaron plenamente comprobados en el juicio de residencia del presidente Ustáriz; pero ántes de este juicio habian llegado a España dos informes i los documentos mas prolijos para conocer la culpabilidad de ese alto mandatario. Entre esos documentos figuran una carta dirijida al rei en 21 de diciembre de 1711 por el oidor Castillo, i los memoriales ántes citados de los oidores Corral i Gallegos. El mismo presidente Ustáriz dió parte al rei de lo ocurrido en una carta de 21 de noviembre de ese mismo año pero, por supuesto, ocultando la negociacion pecuniaria que habia mediado para dar la libertad a los franceses; i con fecha de 31 de noviembre se dirijió igualmente al duque de Osuna, embajador de España en Paris, para pedirle que reclamase del gobierno de Francia que impidiese el comercio de sus nacionales en las costas del Pacífico i castigase a los que lo habian hecho, señalando especialmente los viajes del navío San Antonio. El duque de Osuna entabló sus jestiones diplomáticas el 28 de julio de 1712, pero antes de mucho tiempo desistió lleno de vergüenza de toda reclamacion sobre este punto en particular. El gobierno frances le presentó las pruebas

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