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que todos los españoles que se hallaren en ese reino en ranchos, hàciendas i chacras, se reduzcan i vayan a vivir a las ciudades i poblaciones de españoles, publicándose a este fin bando jeneral para que dentro de seis meses de su publicacion se hallen reducidos i con casas en que vivan en dichas ciudades i poblaciones; i que si por su larga distancia hallare por conveniente el poblarlos en algunos parajes cercanos de los ranchos i haciendas, como que sea de número competente de pobladores, los pueda erijir en la villa o villas que parecieren mas a propósito, donde se hagan sus casas todos los dichos españoles en la forma que está determinado por las leyes, con las justicias i ministros que se necesitare i curas que les administren los santos sacramentos, teniendo presente en cuanto al costo de las iglesias que se hubieren de fabricar en las referidas poblaciones, lo dispuesto en la lei, etc., señalando en el caso que se hubieren de hacer nuevas villas, la parte i lugar que fueren mas convenientes i de mejores calidades. I si los dichos españoles no se quisieren reducir a las ciudades o pueblos de españoles o a las nuevas poblaciones que se señalaren, dentro del término prefinido o que se prefiniere, se les confisquen por el mismo hecho todos sus bienes i haciendas i se les destierre del reino, o pongan en los presidios que pareciere, como a jente vaga i sin reconocimiento de domicilio (26). Por mas terminantes i conminatorias que fueran estas órdenes, se pasaron largos años sin que nadie pensara sériamente en darles cumplimiento.

Solo en 1717 se trató de fundar un nuevo pueblo. El gobernador Concha, en vista de la poblacion numerosa que habia en el valle de Quillota, de la riqueza de sus campos, de la amenidad del clima i de las ventajas de su situacion en las inmediaciones de Valparaiso, que era el puerto mas concurrido de todo el reino, se determinó a fundar una villa. Elejido un sitio favorable a la orilla sur del rio de Aconcagua, o de Chile, como se le llamaba en ese lugar, se trazó la poblacion, que debia llevar el nombre de San Martin de la Concha, en honor del santo que los habitantes de ese valle se habian dado por patrono, i del gobernador que habia dispuesto la fundacion. Tuvo ésta lugar el 11 de noviembre, aniversario de dicho santo. Los jesuitas, que ya tenian en esos lugares valiosas propiedades rurales i una casa de residencia, recibieron del gobernador la donacion de toda la manzana situada al oriente de la plaza para establecer iglesia i convento en el

(26) Real cédula de 26 de abril de 1703.

TOMO V

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mismo pueblo. El rei, por cédula de 17 de octubre de 1721, aprobó esta fundacion, pero solo le concedió el título de villa.

En esos momentos, el gobernador interino se hallaba en Concepcion. A principios de octubre habia recibido el aviso de que el teniente jeneral Cano de Aponte que venia a reemplazarlo en el carácter de gobernador propietario, acababa de llegar a Buenos Aires i que se ponia en viaje para Santiago. Aunque este aviso habria debido. retenerlo en la capital para hacer la entrega del mando, la necesidad de inspeccionar la frontera, donde se habian hecho sentir algunas alarmantes inquietudes, habian exijido su presencia en aquellos lugares. Pero asuntos de otro órden, ademas, lo llamaron a Concepcion.

Segun hemos contado mas atras, los buques franceses afluian a los mares de América desde principios de ese siglo, a vender sus mercaderías en las colonias españolas. Aun despues de celebrada la paz europea en 1713, cuando ya no habia razon ni pretesto para continuar ese tráfico, i cuando el rei de España, invocando las leyes i las prácticas de la monarquía en su réjimen colonial, lo habia prohibido espresamente por repetidas cédulas, las naves francesas, atraidas por los beneficios que les procuraba ese comercio, seguian recorriendo estos mares i haciendo el contrabando en la misma escala. En 1716, apremiado por las exijencias de los negociantes españoles que veian aniquilado el comercio que les procuraba el antiguo monopolio, se resolvió el rei a poner un término definitivo a aquel estado de cosas. Organizó, al efecto, una escuadrilla de cuatro buques de guerra i la despachó al Pacífico contra las naves francesas. En la escasez de marinos esperimentados que habia entónces en España, Felipe V tuvo que dar el mando de esa escuadrilla a un oficial frances, llamado Juan Nicolas Martinet, que habia servido con lucimiento en la última guerra. A pesar de su dilijencia, solo dos de esas naves consigueron doblar el cabo de Hornos, viéndose obligadas las otras a volver a Buenos Aires por el mal estado de sus cascos.

Martinet habia llegado a Concepcion en setiembre de 1717. El go bernador interino don José de Santiago Concha lo recibió con las mas manifiestas demostraciones de deferencia, i se empeñó en contribuir por su parte al mejor logro de su empresa. Para ello tomó todas las precauciones imajinables a fin de que los comerciantes franceses ignorasen el arribo de la escuadrilla española. Martinet, en efecto, recorrió las costas de Chile i del Perú i consiguió hacer en varios puertos algunas valiosas presas; pero no logró restablecer completamente

en el comercio de estos mares el réjimen de rigoroso esclusivismo que tenia planteado el gobierno español (27). Martinet, por otra parte, no permaneció largo tiempo en el Pacífico. Contra las órdenes del rei i contra los deseos de los gobernantes de estos paises, del virrei del Perú i del gobernador de Chile, que hubieran querido que quedase aquí para el resguardo de las costas, dió la vuelta a España en 1719. A su paso por Chile, el gobernador de este reino (Cano de Aponte), reprobando la retirada de esas naves, se negó a suministrarles las provisiones que necesitaban para el viaje de regreso a Europa (28). El contrabando siguió haciéndose siempre como una necesidad creada por aquel réjimen, i solo se minoró cuando las mayores facilidades acordadas al comercio legal, hicieron poco productivas aquellas negociaci ones.

El oidor Concha pasó en estos afanes los últimos dias de su gobierno. Estudió, ademas, las economías que podian introducirse en la administracion de la frontera, i trató de afianzar sólidamente la paz de hecho que existia con los indios. Pero no le fué posible plantear ninguna reforma. A fines de diciembre de ese mismo año, supo que Cano de Aponte acababa de llegar a Santiago i que el cabildo lo habia recibido en el carácter de gobernador. No teniendo ya nada que hacer en Chile, se embarcó para el Perú, dejando en la tradicion i en la historia de nuestro pais el recuerdo de haber sido, durante los nueve me

(27) Córdoba i Figueroa, Historia de Chile, lib. VI, cap. 15-Alcedo i Herrera, Aviso histórico, cap. 31, páj. 261.—Peralta, Lima fundada, canto VI, est. 136-137. Estos tres escritores, aunque contemporáneos de estos sucesos, dan mui escasas noticias sobre la espedicion de Martinet, de que casi no encuentro mencion en otros libros. En las Mémoires du duc de Saint Simon he hallado el pasaje siguiente, que al paso que da cuenta de los provechos de esa espedicion, esplica la importancia que se le daba en España: "Antes de la partida de la flota (la escuadra española que en junio de 1718 estaba lista en Barcelona para partir para Italia), se recibió en Madrid la noticia de las presas que Martinet, oficial frances que servia en la marina del rei de España, habia hecho en las Indias occidentales de algunos buques de Saint Malo. El virrei del Perú escribió que el producto de los buques tomados montaba a 2.800,co pesos de a ocho, tanto en dinero sonante como en mercaderías de Europa i de la China, que habia hecho guardar en los almacenes de Lima. Tal socorro venia mui a tiempo para subvenir a los gastos de la espedicion. Ademas del dinero, el rei de España aprovechaba los buques tomados. Escojió los tres mejores de ellos para juntarlos con los otros dos que tenia en el mar del Sur, i para formar con to dos una escuadra que pudiera impedir el contrabando." Saint Simon, Mémoires, tom. XXX, pájs. 241--242.

(28) Real cédula de 25 de junio de 1720.

ses que lo gobernó, un mandatario tan probo como celoso en el cumplimiento de sus deberes (29).

(29) El doctor don José de Santiago Concha volvió a desempeñar en el Perú el puesto de oidor de la audiencia de Lima, i poco mas tarde sirvió el importante cargo de gobernador de Huancavelica. Felipe V, por cédula espedida en 8 de junio de 1718, le concedió el título de marques de Casa Concha. Falleció éste en Lima el 9 de marzo de 1741. Uno de sus hijos, don Melchor, fué oidor de la audiencia de Santiago en 1758, i su nieto don José fué igualmente miembro de este tribunal i su último rejente de 1814 a 1817.

En setiembre de 1718 fué roto con arma cortante el retrato del ex-gobernador Concha que habia sido colocado en la sala del cabildo de Santiago. Aunque todas las sospechas recayeron en los deudos i allegados de don Juan Andres de Ustáriz, no se pudo, segun parece, descubrir con certidumbre al autor de esta ofensa. El cabildo de Santiago celebró el 23 del referido mes el acuerdo siguiente:

" En la ciudad de Santiago de Chile en 23 de setiembre de 1718 años se juntaron los señores del cabildo que abajo firmarán en la sala de su ayuntamiento a conferir los negocios del bien i útil de la República. Este dia, habiendo entrado en la sala de su ayuntamento los señores del cabildo i reparado en una efijie i retrato que se halla en la sala referida del señor don Joseph de Santiago Concha, gobernador i capitan jeneral que fué de este reino, se halló en el rostro con muchos tajos, i todo el costado, al parecer con cuchillo o espada, i para proceder a la averiguacion de tamaña injuria, hecha en mas parte a este ilustre ayuntamiento que al orijinal de ella, i en todos modos ha sido injuria gravísima, cuyo agresor merecia ejemplarísimo castigo, habiendo faltado en su ejecucion a la atencion que merece esta ciudad i respetos que le conciliaron los beneficios tan crecidos que esperimentó la República en el gobierno de dicho señor presidente, i para subsanar en parte esta fealdad, no pudiendo este ayuntamiento hacer otra demostracion, despues de proceder a las dilijencias de justicia, en recompensa de los favores que le mereció, mandaron que luego incontinenti se traslade la efijie por el artífice que la hizo sin reparar en ningunos costos, los cuales ofreció hacer de su caudal el señor correjidor (don Pedro Gutierrez de Espejo) para resarcir en parte i mostrar en nombre de este ayuntamieuto, como su cabeza, lo sensible de tamaño escarnio, i en lo particular la recompensa de las honras que mereció a Su Señoría, i que luego se proceda por los dos señores alcaldes a la averiguacion de este caso, conociendo de la causa que se hiciere contra el agresor el primero que investigare su delito. Con lo cual se cerró este cabildo i los dichos señores lo firmaron.—Pedro Gutierrez de Espejo. -Francisco Gutierrez de Espejo.-Gregorio de Badiola.-Juan Luis Caldera.Ventura de Camus.-Diego Martin de Morales. -Juan Antonio Ruz.-D. Tomas Canales de la Cerda,

FIN DEL TOMO QUINTO

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