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San Francisco. Las hostilidades se manifestaron con los mas frívolos pretestos, en cuestiones de preferencia de asiento o de lugar en las fiestas públicas, o en el cumplimiento de ciertas prácticas de pura ceremonia. A la arrogancia del gobernador que soltaba frecuentes amenazas contra el obispo, contestaron los amigos de éste con alusiones proferidas en los sermones que se predicaban en el templo, las cuales por disimuladas que fuesen, daban lugar a comentarios i a inquietudes. El rompimiento se hizo mas estrepitoso todavía ántes de muchos meses. El 1.o de setiembre se presentó Meneses en la sala de la audiencia, i sentado bajo el dosel i en presencia de un numeroso concurso de jente atraida por la noticia del asunto que iba a tratarse, leyó durante mas de una hora un estenso memorial en que habia agrupado veinte i tantos capítulos de acusacion contra el obispo. Versaban todos ellos sobre desatenciones o desacatos cometidos por Humanzoro respecto de la autoridad civil. "Acabado este acto tan escandaloso, escribe este último, i recibidos los parabienes que los aduladores le dieron de la enerjía i elocuencia con que oró contra el obispo, se quedó (Meneses) con solo los ministros de la real audiencia, i gastó dos horas en persuadirles que se despachase provision real para estrañar i echar al obispo del reino; i como no habia para ello mas fundamento que el de su gusto, ni vino en ello el oidor doctor don Juan de la Peña Salazar, contra quien se enfureció de manera el gobernador que le dijo muchas afrentas i desprecios, i ya con ellos, ya con halagos, ya con votos i juramentos que hacia diciendo que si vuestro oidor no viniese en despachar dicha real provision, él solo como gobernador me habia de echar del obispado, obligó por fuerza a que el oidor firmase la provision, i luego me la intimaron, sin quererme dar un tanto de ella ni de mi respuesta" (27).

No conocemos los términos precisos de esta órden de estrañamiento, pero sí sabemos que el obispo, interponiendo sin duda la apelacion ante el rei, no la cumplió. Meneses mientras tanto siguió reuniendo las pruebas que creia mas concluyentes para demostrar la culpabilidad del prelado. El 10 de diciembre de ese mismo año comenzó a levantar por sí mismo una estensa informacion secreta contra Humanzoro, en que numerosos testigos deponian acordes sobre todos los capítulos de acusacion que debian ponerse en conocimiento del rei. Entre esos testigos figuraba frai Ramon de Morales, antiguo provincial del convento de la

(27) Carta del obispo Humanzoro al rei, de 15 de noviembre de 1664.—El oidor Peña Salazar daba cuenta de estos hechos, quejándose de las violencias i desafueros del gobernador, en carta dirijida al rei el 15 de octubre del mismo año.

Merced; pero los otros eran militares o funcionarios civiles que estaban íntimamente ligados con el gobernador. Esta informacion fué remitida a España con una carta de la real audiencia en que apoyaba las quejas contra el obispo; pero uno de los dos oidores que firmaron esa carta, tuvo cuidado de desautorizarla, informando secretamente al rei que el gobernador lo habia reducido a hacerlo contra su propia opinion i contra su voluntad (28).

El obispo, entretanto, sea porque temiera algun desafuero del gobernador, o por cualquier otro motivo, se trasladó ese verano a la provincia de Cuyo a pretesto de visitar aquella parte de su diócesis. Desde allí escribió nuevamente al rei para darle cuenta de los atropellos i violencias que Meneses cometia en Chile, creyendo que su carta llegaria puntualmente a España por la via de Buenos Aires, burlando así las medidas que el gobernador tomaba para interceptar la correspondencia de sus adversarios. Esa carta, sin embargo, cayó en manos de los ajentes de Meneses i vino a hacer mas profundo e irreconciliable el odio de éste (29). Pero se habia salvado de correr igual suerte la que el obispo Humanzoro habia escrito en Santiago en noviembre anterior, i ella iba a determinar, como lo veremos mas adelante, la caida de don Francisco Meneses.

(28) La informacion secreta contra el obispo, que existe en el archivo de Indias, consta de muchas declaraciones que contestes señalan todos los altercados e incidentes de este litijio, en cuyos pormenores no nos es posible entrar por versar sobre las pequeñeces mas insignificantes, sobre cuestiones de etiqueta i sõbre hechos que, si bien debieron preocupar mucho a los contendientes, hoi sorprenden i hacen sonreir por la nimiedad de los negocios que ajitaban a aquellos hombres. La carta de la audiencia, tiene la fecha de 14 de diciembre de 1664, i lleva la firma de Meneses, como presidente del tribunal, i de los oidores Peña i Salazar i don Manuel Muñoz i Cuellar. Pero el primero de estos escribia secretamente al rei el 11 del mismo mes una estensa carta en que le daba cuenta de estos mismos sucesos en un sentido diametralmente opuesto, i, acusando al gobernador de todo jénero de faltas, le decia que éste obligaba a los funcionarios públicos a firmar lo que él queria. El oidor Muñoz i Cuellar, a quien Meneses encontró en Chile de fiscal de la audiencia, fué en los principios del gobierno de éste uno de sus mas decididos parciales i ajente de muchas de sus medidas, pero luego rompió con él i pasó a ser uno de sus acusadores.

(29) Informe de la audiencia de Santiago al rei, de 29 de setiembre de 1665.

TOMO V

8

CAPÍTULO XVII

GOBIERNO DE DON FRANCISCO MENESES

(1664-1668)

1. Improbidad administrativa bajo el gobierno de don Francisco Meneses.—2. Violencias i atropellos de su gobierno.--3. Primera campaña de Meneses: repoblacion de los fuertes de Arauco, de Nacimiento i otros. -4. Segunda campaña de Meneses: llega a Chile la noticia de la muerte de Felipe IV, i el gobernador envia apoderados a España.-5. Dilijencias de Meneses para incorporar la plaza de Valdivia en el territorio de su mando.-6. Tercera campaña de Meneses: fundacion de nuevos fuertes i desastre de un destacamento español.-7. Frustrada tentativa de asesinato del gobernador: su castigo.

I. Improbidad administrativa bajo` el gobierno de don Francisco

Meneses.

1. La administracion de don Francisco Meneses era el reflejo mas o ménos fiel de lo que entonces pasaba en España. El gobernador traia a Chile las ideas, los propósitos i los vicios que dominaban en la corte, i cualesquiera que fuesen sus defectos personales, el carácter jeneral de su gobierno era el fruto natural del medio social en que ese mandatario habia vivido. Testigo de la profunda desmoralizacion que entónces reinaba en la corte de España, Meneses habia visto a los validos del rei, a los deudos i allegados de éstos, a los jefes militares i a muchos funcionarios de la administracion pública, formar fortunas considerables a espensas del arruinado tesoro nacional i de los pueblos esquilmados por las mas pesadas contribuciones (1). Habia visto tam

(1) Los virreyes (de Nápoles, de los Paises Bajos, de Portugal i de Cataluña),

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bien que mientras la nacion era precipitada por sus directores a una ruina inevitable, mientras sus ejércitos eran derrotados en todas par tes, mientras su industria habia llegado a la mas lastimosa postracion, i mientras el pueblo, agobiado por las contribuciones i la miseria, perecia de hambre, la corte i el mayor número de los grandes señores vivian en medio de turbulentas e indecorosas aventuras, de suntuosas fiestas, de ostentosos torneos, insultando con su lujo, fruto de la mas escandalosa inmoralidad, la pobreza i el abatimiento de las clases inferiores (2). Meneses, ademas, participaba de la conviccion jeneral

dice un distinguido historiador moderno, hechuras i favoritos de los privados, imitadores de su inmoralidad, émulos de su opulencia, ansiosos de rápido enriquecimiento, i compartiendo muchas veces virreyes i validos el fruto de sus cohechos, de sus exacciones i de las sordidas granjerias de sus cargos, a trueque de acrecer sus fortunas i la del ministro que los sostenia, vejaban i esquilmaban sin consideracion los paises sujetos a su mando. De aquí la desesperacion de los oprimidos i las rebeliones de los desesperados, que limitadas en un principio a arranques de ira i de furor contra los virreyes con protestas de sumision al monarca, dejeneraban despues en unas partes, como en Nápoles, en proclamacion de república, en otras, como en Cataluña, en la resolucion de someterse al yugo de un rei estranjero, i en otras, como en Portugal, en el sacudimiento de toda dependencia i en la completa emancipacion. Habíase estendido la corrupcion de los validos, cortesanos i virreyes a los jenerales que mandaban los ejércitos... No eran entonces nombrados los mas valerosos i capaces sino los mas amigos i allegados del ministro o los mas vanidosos i los mas aduladores del rei. Hombres eran algunos que llevaban su codicia hasta el punto de hacer figurar en las revistas doble número de soldados de los que hacian el verdadero i efectivo continjente de las guarniciones o de los ejércitos, para especular con los sueldos de los que se suponian i faltaban." Lafuente, Historia jeneral de España, Reinado de Felipe IV, cap. 18, tomo XVI, pájs. 509—11.

(2) Lo que no puede disimularse ni al rei Felipe IV, ni ménos a los favoritos i ministros que le conducian e impulsaban por el mal sendero, dice el historiador Lafuente en el capítulo citado, pájs. 519—21, es que en tanto que los pueblos lloraban miserias i padecian hambre, i los soldados peleaban andrajosos i medio desnudos, i de la corona de Castilla se desprendian i perdian sus mas preciadas joyas, ellos disiparan la poca sustancia que quedaba al pueblo en juegos, espectáculos i festines que siempre se celebraban con lujoso aparato, brillantes galas i ostentosa magnificencia, i esto cuando no la consumian en personales i misteriosas aventuras o en silenciosos galanteos... Felipe IV, desde que llegó a la pubertad hasta que los años i los achaques le imposibilitaron, fué siempre el primero a lucir su persona en los ejercicios caballerescos, en los torneos, en las corridas de toros, en los juegos de cañas, que nunca fueron ni mas numerosos ni mas frecuentes, ni mas concurridos, ni mas lujosos en galas i en cuadrillas de justadores, de escuderos i de músicos que en su reindo; que todo lo traia la aficion i el ejemplo personal del rei... El pueblo veia aque llas lujosas cuadrillas de caballeros que salian a correr las sortijas o a rejonear un toro, chorreando plata i oro i joyas, así en sus trajes como en los arreos de sus caba

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