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surdos de las preocupaciones; sobre las ideas rastreras de los egoistas; sobre las miras detestables de los malvados cada uno de estos objetos basta para hacer ilustres e inmortales muchos nombres. Se gloriaba un déspota magnífico de haber hecho de mármol la capital del mundo; ¡cuánto mas glorioso será haber hecho libre a su patria; volverla el asilo de la libertad i de los talentos, i la escuela de las virtudes sociales; hacer en fin que su nombre se pronuncie con estimacion entre las naciones florecientes i cultas!

(Del mismo.)

Jueves 24 de Setiembre.

A revolucion americana lleva en todas partes como dos años; i en las mas de ellas ofrece un aspecto no mui diferente del que tuvo en sus principios; riezgos que pudieron haberse aniquilado; una marcha lenta e incierta; fluctuacion entre esperanzas i temores; irresolucion i a las veces frialdad. En mui pocos puntos se presenta robusta i majestuosa. ¿Cuál fué el blanco de estos grandes movimientos? Parece que la libertad i la prosperidad nacional. La libertad está proclamada, sancionada? ¿La majestad del pueblo está reconocida? ¿El entusiasmo por la gran causa; la opinion pública, sobre cuyas bases estriban aquellos altos fines, se han difundido universalmente? ¿Son bien conocidos de toda la masa del pueblo los derechos inapreciables del hombre i del ciudadano, i los verdaderos intereses de la patria? ¿Se ha disipado ya esa estólida indiferencia por el bien comun? ¿Se entiende bien el sentido de

estas palabras patria, libertad, sistema americano, i hacen en el ánimo una impresion profunda? Si ello es así, bastante se ha hecho; si no lo es, nada se ha logrado en dos años.

La prosperidad nacional no es obra de tan corto tiempo, pero a lo menos deben haberse esparcido sus semillas. Será un síntoma funesto, pero no de desesperacion, sino se han dado ácia ella algunos pasos, o si se ha tomado un movimiento retrógrado. La prosperidad nacional se confunde e identifica con el esplendor i fuerza del estado, i envuelve una idea mui compuesta: ella encierra las ciencias, las letras, las artes, la agricultura, la industria, el comercio, la milicia, la marina, la economía, las leyes. En algunos puntos han habido enemigos que combatir, insultos que repeler, i sin embargo sus gobiernos, circundados de solicitudes gravísimas, no han echado en olvido objetos tan importantes. Otros poseian de antemano establecimientos florecientes, i ademas là revolucion ha sido en ellos una guerra civil contínua i sangrienta; asi ha sucedido en Méjico. Donde las coyunturas no fueron tan apuradas, las autoridades deben haber tenido ante los ojos, que el mas sagrado i aun el único de sus deberes es la seguridad pública, i dar reputacion a unos pueblos oscuros, i consideracion a unos estados nacientes i desconocidos, para hacerlos respetables i conciliarles relaciones ventajosas.

Algunos de estos pueblos hacen ya su papel en el teatro del mundo; los periódicos extranjeros refieren sus sucesos con interes; viven ya en el órden político i se presentan con decencia i dignidad en las cortes antiguas. De otros no se habla una palabra. ¿Es porque aun no han nacido? ¿Es acaso que los envuelven tinieblas

tan densas que los hacen invisibles? Sea lo que fuere, ellos siempre deben decir=

Veamos si podemos

Levantarnos del polvo.--VIRG.

La naturaleza de las cosas presajiaba a la revolucion un progreso lento i difícil. Un gobierno indolente i tenebroso; una corte corrompida ; una larga serie de tiranos subalternos; tres centurias de ignorancia, de indiferencia por la educacion popular; el hábito del egoismo i de pasiones tan serviles como miserables...., todo se reunia para que fuesen los pueblos una masa mui irregular e informe. Las costumbres, i hasta los deseos i los pensamientos, debian llevar impreso el carácter de la administracion. Entre todas las causas capaces de influir sobre la especie humana, ninguna obra de un modo tan notable como el gobierno. Los hombres se forman. Los árboles de una misma especie varían por la diversa cultura que reciben. Pero dar la razon de los acontecimientos tristes, ni consuela, ni debe lisonjear la incuria i la desidia: antes debe ya crecer la actividad a proporcion de la grandeza i gravedad de las causas infaustas, cuya influencia hai que destruir,

Camilo Henriquez

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E visto en los últimos números de este periódico algunos trozos sobre la opinion pública, i teniendo yo que decir sobre ella algunas cosas, voi a hacerlo con la satisfaccion que me inspira el deseo de hacer un servicio a mis semejantes.

Si la opinion es aquel concepto que nosotros formamos de las cosas, es preciso que esta opinion sea el resultado de las ideas que se nos comuniquen por los sentidos, i de esta suerte es demostrable que la voluntad no tiene la menor parte en la formacion de este concepto. El entendimiento es el laboratorio, en donde cada cual analiza sus conocimientos por las ideas que recibe, segun el método que a todos nos enseñó la naturateza: allí se comparan estas ideas, i de allí salen los resultados, que despues abraza o desecha la voluntad. Si se padecen equivocaciones, o por falta de exactitud en los análisis, o porque las ideas o medios de comparacion no eran convenientes, todo el mal es causado por defecto del entendimiento poco diestro en estas operaciones.

Sucede ordinariamenre que despues de examinar muchos hombres un solo objeto, cada cual forma diverso concepto de su naturaleza: todos van de buena fé a buscar el resultado, i cada cual saca el suyo diferente. Solo acertó el que tuvo mas ideas auxiliares, un mejor método i mas ejercicio en las facultades del alma; mas no por esto se dirá que los otros quisieron equivocarse, porque tambien pudieron acertar. Semejante modo de raciocinar

es tan absurdo como arbitrario, i es preciso no haberse observado a si mismo para pensar de esta manera. Ahora pues, contrayéndonos a nuestro objeto, veamos lo que es la opinion pública, de que se ha tratado en la Aurora; examinemos el órden de su formacion, los medios de auxiliarla; los obstáculos que se oponen i los arbitrios para removerlos: en una palabra, veamos si hasta aquí ha habido opinion pública, i si no, busquemos los medios seguros de formarla.

Los pueblos de Chile no podian tener otras ideas sobre el gobierno, que las que les prestaban sus sentidos. Habian oido hablar a sus mayores de un rei que habia del otro lado de los mares, como de una persona divina: habian visto a un presidente, una audiencia i otros tribunales, cuyos individuos les enviaban una idea colosal del poder, por el orgullo de que los veian revestidos: infinitos son los que ignoran el nombre de monarquía, i si pudiera contarse mas alla de lo infinito, diria que eran mas los que no sabian su significado. No podia ser menos exacta la idea que estos pueblos tenian de su gobierno, ni tampoco podia esperarse que diesen un salto desde la ignorancia a la sabiduría. Era preciso que se les diesen ideas de política, donde son rarísimos los que las tienen; i no era ménos necesario que viesen por experiencia la utilidad de los nuevos establecimientos. Solo de esta manera se puede contar con la opinion pública en favor del sistema gubernativo, sea el que fuese. El hombre, que en todas las cosas que le rodean, solo consulta la utilidad que le pueden producir, jamas ha sacrificado su reposo ni su satisfaccion por alcanzar un daño que amenaza, ni por sostener un establecimiento que le oprime. Por el contrario, la

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