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de nuestra patria, si dejamos de ser virtuosos, i si acaso damos pruebas de que nuestro patriotismo no es mas que un velo negro i espantoso, con que cubrimos el feo aspecto de nuestras pasiones? ¡Ah! es preciso entonces que todo ente racional nos abomine, nos aborrezca, nos deteste i nos maldiga: es preciso que confundan la idea que formen de nosotros con la que anteriormente hayan formado de los espíritus infernales; ia fé que tendrán razon de hacerlo.

Muchos hai que vinculan el patriotismo en solicitar los empleos de la patria: otros se quejan de que no les den a ellos las plazas que ocupan otros, que dicen no ser de este sistema: otros cometen mil bajezas por poner enemistados a aquellos de cuya desgracia esperan su propio provecho. ¿I quiéren estos hombres que les llamemos patriotas? Entónces tambien seria patriotismo la rapiña de las aguilas en el aire, la ferocidad carnicéra de los tigres de los bosques, i la voracidad monstruosa de los tiburones en los mares. Llamemos de una vez patriotismo a todo lo horrendo i despreciable, i no profanemos la virtud dándola el mismo nombre que al vicio. Seamos malos sin que preciemos de ignorantes.

Dispensad, compatriotas, este fogoso deseo de nuestro bien: mirad que no pudierais correjiros sin que hubiese uno que os desagradase con la crítica de vuestros vicios; i advertid que si en todas partes ha habido hombres viciosos, tampoco han faltado espíritus fuertes que combatan los errores. El bien de mis semejantes i la gloria de Chile dirijen esta pluma, que en algo se parece a la de Tácito; aunque no en lo sublime de sus pensamientos, sí en el motivo de sus razgos. Los buenos encontrarán aquí sus elojios; i los malos los medios de

no serlo. Amor a

lidad este es mi

la virtud, i odio eterno a la inmoramote, i debe serlo de todo el que

quiera merecer el título de buen patriota i de amigo de los hombres.

Antonio Jose' Irizarri.

SOBRE LA NECESIDAD DE SOSTENER EL SISTEMA DE LA AME

RICA, I SOBRE LA INJUSTICIA DE SUS ENEMIGOS.

Jueves 29 de Octubre.

UANDO escríbí sobre la opinion pública, leyeron todos con gusto mi artículo, porque solo trataba de las obligaciones del gobierno: despues trazé en otro discurso los deberes del patriota, i se alegraron nuestros enemigos, porque vieron retratados al vívo los defectos de una parte de nosotros: ahora voi a tratar sobre la injusticia de nuestros enemigos, no para que guste a unos, i desagrade a otros, sino para que conociendo su error, lo detesten i corrijan. Yo no escribo para agradar a nadie, ni espero que por premio de una vil adulacion me den empleos que desprecio, rentas que no necesito, honores que me infamarian, ni elojios que me envilecieran. La verdad i la razon dirijen mi pluma contra el error, donde quiera que se encuentre: procuro examinar las opiniones, i sin tomar un partido caprichoso, solo busco sus fundamentos para aprobarlas o combatirlas; mas entiéndase, que en esto no llevo otro interes que el de la sociedad.

El sistema de las Américas es salir del estado ignomi

nioso de colonias, i elevarse a la jerarquía de naciones, como lo fueron en otro tiempo; o mas claro, salir de la esclavitud para entrar en la libertad. ¿Es este por ventura un delito, o una virtud en el órden de la naturaleza? Veamos lo que dice sobre esto el Procurador jeneral de Asturias en su exámen imparcial de las disenciones de la América con la España en las pájinas 74 i75. "La lei de la conveniencia debe ser siempre la base en que estribe toda sociedad civil. La primera lei, que el Autor de la Naturaleza impuso al hombre es la de la propia conservacion, o lo que es lo mismo la de su felicidad. Por esta lei, superior a cuantas pueden existir, todas las sociedades tienen la facultad inamisible de variar la forma de su gobierno, de elejir sus gobernantes i de deponerlos."

¿Pero qué necesidad teniamos de que esto lo dijese un español, cuando la naturaleza lo escribió con caractéres indelebles en los corazones de todos los mortales? A lo menos, servirá para que lo entiendan aquellos, que despreciando la voz de la madre comun, solo escuchan los acentos que salen de un órgano de su partido. Réstanos solamente examinar si pudiéramos ser felices bajo el actual gobierno español; i para esto no tenemos mas que abrir los ojos a su conducta pasada i presente, de donde inferiremos cual seria la futura.

Víóse la España repentinamente envuelta en mil desgracias, de las cuales debia esperar su cercana ruina. Invadida por muchas partes con poderosos ejércitos enemigos, i encontrándose sin soldados, sin armas, sin erario, solo podia conservar una sombra de esperanza en los auxilios pecuniarios de la América; pero ¿cómo esperar auxilios de un esclavo oprimido, maltratado i mas

interesado que nadie en la ruina de su dueño? Sin embargo de esto, creyó la inocente América en los alhagos que la urjente necesidad arrancaba del orgulloso despotismo español: oyó con placer aquellas voces de fraternidad, de igualdad i de reformas: solo resonaban clamores de compasion por los hermanos europeos en cuantos paises abrazan el frio Misisipi i el caudaloso Plata: olvídanse en un momento los agravios de tres siglos, i todo americano se desprende de parte de sus bienes para auxiliar a la España su opresora: llegan a Cádiz los navios conductores de las riquezas de la América, de aquellas riquezas que son el objeto de la codicia, i el motivo de las injusticias de la que quiere llamarse Madre Patria. ¿l qué sacamos de todo esto? Lo mismo que sacó la cigüeña del socorro que prestó a un lobo que se ahogaba.

Consiguen nuestros pretendidos hermanos algunas ventajas sobre su enemigo, i creyéndose por esto inconquistables, se van arrepintiendo poco a poco de haberse mostrado con nosotros tan humanos: no se halla entónces bien su orgullo con la declaracion que su necesidad nos hizo en un momento apurado; i como no puede recojer sus palabras, se contenta con dejarlas sin efecto. Asi es, que habiendo algunos pueblos de América creado sus juntas provinciales, a ejemplo de la España, se mira esto como un crímen, i se sostiene descaradamente que lo que es lícito en aquella, es un crímen en esta otra. ¿Cómo componemos, pues, la igualdad de derechos? En vano se fatigarán los partidarios del error en buscar sofismas con que oscurecer verdades tan claras como el sol: jamas conseguirán otra cosa que demostrar mas i mas la debilidad de sus miserias, i la obstinacion de sus caprichos. Pero pasemos adelante.

Fórmanse en la Península unos gobiernos tras otros, sin que los pueblos americanos tuviesen mas voz para ellos que la de la obediencia. En España se puede dudar de la lejitimidad de las elecciones, i pueden suscitarse competencias entre las provincias sobre la superioridad de los gobiernos, cuando en América se lleva al cadalso al pobre insurjente, que no cuenta entre los misterios de la fé la infalibilidad de los españoles. ¡Que' bella igualdad! ¡Que fraternidad tan cariñosa! Esta es la misma fraternidad, la igualdad misma que habia entre los Lacedemonios i los Ilotas, o la que hai entre los esclavos i el señor; con la diferencia solamente de que los españoles de Europa, ni nos han conquistado, ni nos han comprado a nosotros los españoles de América. Mas todo esto es nada en comparacion de lo que resta.

Se trata en España de dar una apariencia de lejitimidad a sus gobiernos, i para esto se apela a la autoridad de los pueblos, sosteniendo que por la falta del rei se hallaba la nacion en libertad para establecer la forma de gobierno que juzgase conveniente. Yo entiendo que esto era lo mismo que decir: el pacto social que antes teniamos se ha disuelto, i debemos los pueblos concurrir de nuevo a formarlo. Esta es la obra mas grande de los hombres; i cuanto tiene de solemne i majestuosa, tanto mas debe tener de justa i sabia.

En consecuencia de esto, las Américas debían concurrir a la formacion del nuevo pacto con el número de sufrajios correspondiente a su poblacion, a su riqueza, i a su importancia. Como la mayor parte de la nacion española debia llevarse la mayor representacion en las cortes; pero nunca pretendió tanto nuestra moderacion, i así solo exijimos la igualdad. Pretendimos menos de

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