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Del mismo modo, si suponemos en A cualquier número de partes, será A igual a todas juntas, i ninguna de ellas tomada separadamente puede pretender relacion de superioridad sobre A.

¡Pueblos! tales son los principios de que emanan vuestros eternos derechos. Ellos ennoblecen vuestro ser: los debisteis al soberano Autor de la naturaleza: apreciadlos i no permitais que os los arrebaten i obscurezcan la injuse ticia i malignidad de los hombres. La suprema mano que os los concedió, os dió corazon i ánimo para defenderlos. Si sois capaces de sentimientos heroicos, de altos intentos i de virtudes sublimes, es para que conserveis vuestra dignidad; nada de esto se necesitaba para ser esclavos.

Se han espuesto con toda la rapidez posible, para que se fijen en vuestras memorias con mas facilidad.

No lo dudeis: la ignorancia de estos derechos conserva las cadenas de la servidumbre. Los paises han jemido bajo el peso del despotismo, mientras han estado bajo el imperio de la ignorancia i la barbarie.

¿Qué alabanzas podeis dar a la beneficencia de un gobierno que se afana por vuestra ilustracion; que permite que se os hable de lo que nunca habiais oido, aunque os interesa tanto, por mejor decir, el mismo que pone ante vuestros ojos la luz i la verdad? Él conoce que la fortuna de los estados es inseparable de la de los pueblos, i que para hacerlos felices es precisa ilustrarlos. Tenemos pues que trabajar mucho para ser felices. El estudio del derecho público i de la política debe ser el de todos los buenos injenios. El patriotismo debe hacer de él una especie de necesidad: él ha de ser el principal blanco a que deben dirijirse las instituciones públicas. El

jénio no suple los conocimientos, que deben ser mui raros en un pueblo que nace a la libertad. Asi hablaba el ilustre Condorcet el año de 1790 en Paris: ¿cómo hubiera hablado en América? (*) ¡Oh si la Aurora de Chile pudiese contribuir de algun modo a la ilustracion de mis compatriotas! ¡Si fuese la aurora de mas copiosas luces, precediendo a escritores mas favorecidos de la naturaleza! Ya entonces no vivirá mi nombre. Sin duda caerá en olvido una obra débil, que solo tendrá el mérito de haber precedido a otras mejores; pero no olvidará la patria que trabajé por ella cuanto estuvo a mis alcances, i que tal vez preparé de léjos las mejoras de su suerte.

Camilo Henriquez.

EL ESPÍRITU DE IMITACION ES MUI DAÑOSO A LOS PUEBLOS.

OLÓN no dió a los Atenienses las mejores leyes posibles, sino las mejores que podian seguir, o las que mas les convenian por entonces. Esta gran máxima han seguido los jénios profundos i creadores, que dieron leyes a los pueblos, i que establecieron sus sistemas guvernativos. Los pueblos han existido ántes que sus leyes, i que sus gobiernos: sus costumbres, sus usos, sus opiniones han sido mas antiguas: asi los lejisladores se han hallado siempre en diferentes posiciones unos respecto de otros, cuando establecieron los gobiernos.

(*) La América, lo mismo que la España, desde su descubrimiento hasta ahora ha estado sumerjida en la ignorancia, digámoslo así, en la costumbre de estar subyugada por el despotismo. Pero la América particularmente ha sido el objeto de una tiranía de que quiza no hai ejemplo. No obstante, acostumbrada a sufrir este yugo, no se ha resentido. Su ignorancia la ha tenido sin movimiento. El Sr. Lisperguer en la Sesion del 19 de Enero en las Cortes.-El Autor.

Esta es la causa de la diversidad de sistemas políticos, que han existido i existen en el mundo, i de que no pueda haber un sistema que convenga a todos los pueblos. Cada nacion se presenta a su lejislador i directores bajo diversa forma, conservando todos los vicios adquiridos en los gobiernos precedentes, con mas o menos luces, fuerzas, enerjia e industria. Esta diversidad de circunstancias exije una diversidad en sus leyes i administracion.

El olvido de este principio tan obvio i natural ha causado muchos desastres a los pueblos en sus crisis i revoluciones. Se quizo que fuese como de moda una forma de gobierno i la celebridad a que se veia elevada una nacion por la sabiduria de sus leyes, adoptadas a sus circunstancias; el renombre que habia adquirido otra por su valor i felicidad hicieron que las tomasen por modelos unos pueblos que se hallaban en circunstancias diametralmente opuestas.

La Francia que tenia una nobleza tan antigua i tan poderosa, un clero opulento, un tan gran número de funcionarios públicos, donde dominaba la relijion católica desde Clodovéo, i donde los reformados se habian sostenido a costa de tanta sangre, i de tantos sacrificios; donde estaba el imperio del lujo, la disipacion, la corrupcion i la ambicion unidas a un carácter de lijereza e inconstancia, quizo adoptar el sistema gubernativo de los Estados Unidos de América--Risum teneatis amici ¡Paris bajo la misma constitucion que la frugal, tranquila i filosófica Pensilvánia!

Todo se habia reunido para formar i dirijir aquellas rejiones de nuestra América a la libertad de sus leyes. La moderacion de las fortunas, la igualdad en las

condiciones, la vida laboriosa, la sencillez de sus costumbres, la facultad de imponerse las contribuciones i darse leyes aun bajo el gobierno británico, el haberse poblado por hombres que huian del despotismo civil i relijioso de su patria, los ejemplos de austeridad i sencillez de Guillermo Pen i sus secuaces. Los EstadosUnidos podian hacer de la igualdad el principio de su política, i allí podia ser el gobierno mas popular que en ninguna otra parte, aunque nunca perfectamente democrático. Pero sujetar a la Francia, que se hallaba en circunstancias tan diversas, a esta forma de gobierno ¿qué era sino intentar la confusion, la disolucion, la ruina del estado i preparar aquellos desastres horrorosos que no podemos recordar sin estremecernos? Mas las alabanzas que habia dado al gobierno popular la encantadora facundia de sus escritores, sus declamaciones, sus éxtasis trasladaron a las cabezas de todos los franceses el entusiasmo que los ajitaba. Algunos de sus escritores alcanzaron a sufrir el espectáculo terrible de aquellas calamidades: i¿quién describrirá su confusion i su amargura? Lacroix deseaba que fuese posible revocar el tiempo pasado, i sepultar en olvido eterno cuanto habia escrito. Rainal confiesa que habia querido dar leyes al mundo desde su gabinete, sin contar con las circunstancias. La carta que escribió a la Convencion desde la orilla del sepúlcro, como él dice, es uno de los monumentos mas interesantes de aquel tiempo, i un trozo de elocuencia raro i precioso, cuya traduccion daremos a luz. En fin todos saben que despues de once años de desgracias i ajitaciones, en que los gobiernos i funcionarios se succedian con una rapidez admirable, despues de balancearse el estado entre la anarquia, la disolucion i la arbitra

riedad, reposó en el gobierno que únicamente podia comportar.

Los progresos de las asociaciones políticas en las virtudes i en los vicios, en las luces i en los errores, en las comodidades i en la pobreza; su incremento en fuerza i en debilidad, i esa especie de jénio que caracteriza a cada nacion, llevan una tendencia lenta, pero irresistible, a una forma de gobierno propia i particular. En las revoluciones es esta tendencia violenta i rápida, obrando entónces en toda su fuerza la accion simultánea de las causas morales: i solo se restablece la paz i el equilibrio con el establecimiento del sistema gubernativo adaptado a sus circunstancias, o lo que es lo mismo, preparado e inspirado por la naturaleza.

Es necesario pues preparar con suavidad i lentitud los hombres a los grandes trastornos o innovaciones políticas, a menos que una revolucion repentina en las opiniones los conduzca por caminos nuevos e insólitos, como sucedió en tiempo de Cárlos V. i Felipe II. en la Holanda i en el norte de Europa. De otro modo nada se logrará estable, útil i libre de mayores males.

Formémosnos la idea de un pueblo envilecido e ignorante como el de los turcos, donde la espada es el intérprete del Alcorán, donde la tirania está consagrada por las ideas relijiosas, donde los mas poderosos del imperio no conocen algun principio del derecho de las naciones. Si la autoridad suprema lleva las violencias al estremo, se contentan con asesinar al Gran Señor, o con pedir la cabeza de su Visir: le sucede otro en la soberania i en la arbitrariedad, i todo se sosiega: nadie piensa en su seguridad futura, ni en la de su posteridad. Seria para los orientales una ocupacion mui gra

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