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opinion o ha sido arrastrada por el influjo de los partidos, ejerciendo raras veces su ominoso poder.

Nuestras instituciones han seguido a los tiempos i a los hombres; unas veces la libertad aparecia triunfante, otras un sistema de concentracion i de poder nos encaminaba al despotismo. Esta era una escuela necesaria a pueblos sin habitudes políticas, educados bajo un sistema en que nos eran desconocidas las virtudes republicanas i los principios mas jeneralizados sobre los derechos del hombre. Si nos colocamos en aquellos tiempos i observamos la obscuridad en que viviamos i como se despertaban los recelos de la autoridad al menor destello del jénio i del saber, tendremos por un milagro cuanto se hizo en aquellos dias, en que junto con el patriotismo aparecieron el valor denodado i el espíritu de empresa, de que tanto necesitábamos para encaminar nuestra revolucion. Sin embargo, apesar de los naturales entorpecimientos que nuestra inesperiencia debia oponernos, de año en año hemos ido ganando, hallándonos al presente con mejoras que debian enorgullecernos si nos comparásemos con el resto de la América española. Las leyes políticas no pueden ser consistentes en un pueblo nuevo, por muchos modelos que le presente la historia; estas siguen las alternativas de las revoluciones que nos ajitan, aunque siempre ganemos terreno, pues conociendo cada dia nuestras necesidades i nuestra situacion, nos vamos acercando a realizar las mas adaptables a nuestros pueblos.

En la lejislacion civil i criminal se siente penetrar un espíritu filosófico, que recojiendo los resultados de los mejores tipos de la Europa, ennoblece nuestros códigos 'i les da gradualmente el colorido del buen juicio. Cono

cemos, es verdad, la necesidad de una reforma jeneral en todos ellos, para formar leyes conformes a nuestras actuales costumbres, a nuestra forma de gobierno i a nuestra ilustracion. La prensa nacional se ha ocupado de esta reforma, i nuestros gobiernos han palpado ya la falta de una lejislacion uniforme, derivada de unos mismos i análogos principios. Nuestros tribunales en medio de una multitud de reglamentos, envejecidos unos, contradictorios otros, i casi todos ellos obscuros e informales, han tenido hasta hoi un poder discrecional, que alarma nuestra sociedad, i la tiene en contínuos recelos. Los escritos publicados sobre esta interesante materia nos prešentan este preciso resultado, i todos claman por una reforma, en que un testo claro i preciso haga prevalecer las leyes sobre el espíritu de interpretación, i esa necesidad de minorar las penas que perciben diariamente los tribunales ocurriendo al ejecutivo, a quien por la constitucion solo pertenece esta facultad.

Los conocimientos administrativos, comparada la época de nuestra revolucion con la presente, se hallan mui adelantados. Los principios gubernativos se han jeneralizado, i si carecemos de reglas i de sistema en esta parte, tenemos al ménos ideas jenerales, que nos sirven bastante para dirijir los negocios públicos. Nuestros ministerios, a la verdad, no han podido sistemar aún su marcha, sus poderes, su organizacion ni las mútuas relaciones con la autoridad que sirven, ni con los pueblos que dirijen. El tiempo irá proporcionando estas mejoras, que hoi sentimos, porque estamos un punto mas arriba que nuestras instituciones en la escala de la ilustracion. La prensa ha conocido estas necesidades, i muchas veces se ha escrito sobre ellas, pero otros asuntos han ocupado a

los gobiernos; en las administraciones populares las reformas tienen tambien la oposicion de los antiguos abusos, sin contar con la pesada discusion de las cámaras lejislativas que las entorpecen.

La Economía política, cuyo solo nombre nos era ántes casi desconocido, es hoi uno de los objetos de nuestra prensa. La teoría de esta ciencia, tan necesaria al buen órden i sistema de los nuevos gobiernos, no está aún aplicada a nuestras necesidades, i este debe ser el estudio mas importante de nuestros políticos. Tenemos mucho que convinar en este interesante ramo de nuestra administracion; los economistas de Europa no estan de acuerdo sobre ciertas ideas mui jeneralizadas entre nosotros, porque hai verdades locales que no son aplicables a dos distintas naciones. Si en Europa se hace percibir esta contienda, donde parece que existen los mismos intereses, las mismas necesidades i la misma industria, nosotros debemos ser mas cautos, ateniéndonos solamente a los resultados que nos presenta el análisis, o mas bien, la propia esperiencia que es la mejor regla de todos los procedimientos humanos.

La prensa se ha personalizado en las contiendas políticas; las pasiones la han exaltado, juzgándose a los hombres por sus antecedentes i condicion mas bien, que por la realidad de los principios que defendian. No hacemos aplicaciones a ningun partido; esta ha sido una enfermedad comun a todos ellos, i a todos los pueblos de la tierra colocados en iguales circunstancias; es un efecto inmediato de los intereses i pasiones políticas. La prensa abunda en estos escritos, pero nosotros los de jaremos intactos en los archivos, ocupándonos de aquellas verdades jenerales i de aquellos intereses verdade

ramente nacionales. Chile solo será nuestro punto de vista.

Esta coleccion será el primer monumento levantado a los grandes hombres de nuestra revolucion; será la primera inscripcion puesta a la honrosa tumba de tantos héroes, ya casi olvidados, desde que la muerte los apartó de nuestra vista. Hablaremos con ellos luego que podamos tener sus escritos en nuestras librerías, consultaremos sus opiniones, aprenderemos de su patriotismo, de su desinteres, de su enerjía, i de esas mil virtudes con que principiaron i concluyeron una de las revoluciones mas atrevidas e influyentes en los destinos del jénero humano. La América Española, tan pronto como cierre las cicatrices de su larga guerra; tan pronto como penetre los verdaderos intereses de su gloria i el porvenir a que parece estar predestinada, pesará sin duda en la balanza de la tierra en proporcion a la estension de sus costas ia la variada riqueza de sus producciones. Chile, que descuella en su territorio por tantos dotes con que lo favoreció el cielo, tendrá tambien una parte bien importante en esta gran revolucion que se prepara en el universo; ojalá podamos aprovecharnos de tantos beneficios, i sacrificando pasiones i mezquinos intereses, colocarnos a la vanguardia de los pueblos de América.

Nuestra coleccion, lo repetimos de nuevo, no tiene mas que un objeto puramente patriótico. Esta clase de obras tan jeneralizadas en Europa era ya para nosotros de una necesidad indispensable. No nos asusta el trabajo de recorrer los voluminosos escritos de nuestra prensa, i si podemos llenar el plan que nos hemos trazado, la idea sola de haber obrado un bien tan necesario, a nuestro juicio, nos servirá de recompensa.

Nos faltan algunos escritos perdidos por la incuria de los tiempos, como el Despertador Americano del Doctor Rosas i otros que ojalá pudieran proporcionarnos algunos curiosos que conservan estas reliquias de nuestros tiempos heroicos. Esperamos confiadamente la cooperacion de todos los buenos patriotas i recibiremos con la mayor complacencia cualesquiera advertencias que puedan mejorar o ilustrar el "Espíritu de la Prensa."

EL MERCURIO DE VALPARAISO.

De nuestro Corresponsal.

Santiago, Marzo 22 de 1847.

Ha circulado en estos dias el anuncio de una obra que Hlevará el título de "Espíritu de la prensa Chilena." Los empresarios de la imprenta del Comercio, de cuyas prensas va a salir la publicacion anunciada, harán al pais un servicio apreciable recopilando lo que de mas importante se ha escrito desde la época de la independencia hasta la presente.

Con íntimo placer se leerán las producciones de los hombres que con ellas contribuyeron a la libertad i engrandecimiento de la patria. En esos escritos estarán reflejados los caractéres de las diversas épocas que ha tenido Chile desde 1810 hasta hoi. Allí podrá estudiarse la historia de nuestra libertad con sus hazañas i sus nobles sacrificios: allí encontraremos la de nuestros Gobiernos, con sus fluctuaciones i sus revueltas, i por fin, en ese libro podremos contemplar paso a paso la marcha de nuestra civilizacion.

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