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B 451852 v. 2

I

Canto de Camilo Henríquez a la victoria de Maipo.-Resultados de esta batalla, según él mismo.-Camilo Henríquez considera imposible todo avenimiento con la España.-Ossorio, i sobre todo, Marcó, contribuyen con sus desafueros a que la idea de la independencia se difunda en todo Chile.

El 5 de abril de 1818 es una fecha memorable en los fastos de la América.

La victoria de Maipo fijó con clavos de hierro i acero la independencia de Chile.

Las tropas españolas escapadas del desastre se refujiaron en el sur del país, como esas nubes rotas que, después de una tempestad, el viento empuja hacia una de las estremidades del horizonte, donde se agrupan, sin fuerza para volver a encapotar el cielo.

El león estaba, por fin, acorralado.

Aquel triúnfo espléndido despertó en Buenos Aires, i con razón, un entusiasmo inmenso.

Camilo Henríquez descolgó su desvencijada lira, llena de polvo i telarañas; i como un antiguo bardo entonó, aunque con débil voz, el siguiente canto, que desgraciadamente no brilla por su estro poético:

LA VICTORIA DE MAIPO

Jenio de Urania, que en profundos tonos
el porvenir i los destinos cantas

de las naciones i de los imperios,
hoi se te ofrece un argumento ilustre.
De Bonaria el renombre ves unido
con la gloria inmortal del claro Arauco,
i unos mismos laureles le coronan.

Un poder de dos lustros ha humillado
la fuerza i el orgullo de la España,
potencia tan robusta en otro tiempo.
Se confunden del Maipo en la llanura
las esperanzas del monarca ibero,
hijo de Carlos V i Luís XIV,
de los godos delicia sempiterna,
amantes del terror e ingratitudes.

Del ministro (1) Pizarro el plan estenso
de agresión por tres puntos diferentes
de un solo golpe se frustró sin duda.
Tantas combinaciones misteriosas,
mover al norte, mover al mediodía,
alarmar a la Europa, al mundo entero,
tantas solicitudes, tantos pasos,

cual la invencible armada, se disipan.

Un Pueirredón (2) i un San Martín existen

i el ministro Pizarro lo ignoraba.

¡Cosas de España! ¡Olvidos insufribles!
I esta brillante hazaña, esta victoria
¿será como los otros claros hechos,
espléndidos, mas no útiles al mundo,
i que antes fortifican sus cadenas,
agravan sus pensiones i amarguras,
i sostienen los tronos opresores
sobre el cañón i el sable cimentados?
¿Será como los triúnfos europeos

malditos de los pueblos vencedores,

(1) Ministro de estado del rei de España.

(2) El gobierno que inventa los recursos, i elije i sostiene a los jenerales, se baña en el esplendor de las victorias.

seguidos de una calma aun mas funesta
que la sangrienta lid que ha precedido?
No será así: gozosa se sonríe

la humanidad con tan plausible nueva.
Vedla volver sus ojos con ternura
saludando a este asilo venturoso
desde la Asia i la Europa, donde jime
en medio de la paz de los sepulcros.

Que atraviese el Atlántico: la esperan
leyes humanas bajo un dulce clima,
i en los campos inmensos la abundancia.
Pero ¿escuchais un eco delicioso
de aclamaciones i marciales himnos?
Viene de las comarcas opulentas
que rijió el cetro paternal del inca,
i conservan sus restos venerables.
Alzó la libertad su frente augusta,
i los pueblos reciben de sus labios
máximas sabias, maternales leyes.

Ella les dice que sin la concordia,
sin orden i obediencia i amor patrio,
ni la prosperidad, ni independencia
se lograron jamás; que el despotismo
se apoya en las discordias de los pueblos,
en sus celos, envidia i desconfianzas,

i en las particulares ambiciones.

De este modo los pocos subyugaron

a las mas populosas sociedades. (1)

De este modo, en el seno de Colombia (2),
Fernando encuentra ejércitos i jefes,
escándalo del mundo i de su siglo.

Ella en fin les esplica los resortes

(1) «El ambicioso fomentó con astucia el espíritu de egoísmo que sin cesar divide a todos los hombres; lisonjeó la vanidad de los unos, la envidia de los otros, la avaricia de éste, el resentimiento de aquél; irritó las pasiones de todos; oponiendo intereses a intereses, preocupaciones a preocupaciones, sembró las divisiones i los odios, amenazó al hombre con el hombre, a una clase con otra clase; i aislando a los ciudadanos por medio de la desconfianza, formó su fuerza de la debilidad de todos. Meditación sobre las revoluciones de los imperios. Capítulo II».

(2) La América.

que ha sabido mover con tanto acierto
el jenio reflexivo, que dirije

el consejo i los hados de Bonaria.

Estoi cierto de que el repique de campanas i la salva de artillería que anunciaron la victoria eran mas armoniosos e imponentes que estos versos.

La intención vale en ellos mas que su mérito literario.

Los he copiado solo para memoria.

Importa mucho mas conocer el juício que Camilo Henríquez se formó en el primer momento acerca de las ventajas i consecuencias de la gloriosa batalla.

Hélo aquí:

«Las victorias dan tono, dignidad i opinión a las naciones; i el ánimo se eleva i enaltece con los grandes hechos i con un porvenir lleno de grandes espe

ranzas.

«Estas proposiciones tan comprobadas por la esperiencia describen en parte los efectos de la memorable jornada del 5 del corriente abril en los llanos del Maipo. Un ejército compuesto por la mayor parte de tropas aguerridas i bravas, mandado por una oficialidad brillante i por un jeneral esperto, fue derrotado i destruído enteramente por los defensores de la patria.

<--Nada existe, dice el jeneral en jefe don José de San Martín, nada existe del ejército enemigo: el que no ha sido muerto, es prisionero. La artillería, ciento sesenta oficiales, todos sus jenerales, escepto Ossorio, están en nuestro poder; yo espero que a este último me lo traigan hoi; la accion del 19 ha sido reemplazada con usura; en una palabra, ya no hai enemigos en Chile.-»

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