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ñolas, y el derecho de organizar Juntas como las de la Metrópoli, para dar seguridad al país. El ilustre abogado don Camilo Torres fué comisionado para redactar el proyecto, como en efecto lo hizo con toda la habilidad y maestría de que era capaz este preclaro escritor, haciendo visibles las injusticias cometidas contra las Colonias, y la insignificante representación que se daba al Nuevo Reino. Pero el Ayuntamiento no se atrevió á darle el curso á que estaba destinado, sino que se limitó á dejarlo circular manuscrito, produciendo un poderoso influjo en el desarrollo de los gérmenes de la reyolución.

La Junta de Regencia, reunida en Cádiz en Mayo de 1810, volvió á invitar á las Colonias á las Cortes, señalándoles veintiséis diputados, y nombró de suplentes á los americanos que á la sazón se hallaban en España; y como principales fueron nombrados por el Virreinato, don José Mejía, natural de Quito, y don Domingo Caicedo, una de las primeras figuras con que se engalana la historia de Colombia.

La Regencia reconoció la justicia de la causa americana, y su manifiesto de 4 de Febrero fué como la venia anticipada del movimiento revolucionario que se veía venir. En él dijo: "Desde este momento, españoles americanos, os veis elevados á la dignidad de hombres libres; no sois los mismos que antes, encorvados bajo un yugo mucho más duro mientras más distantes estabais del centro del poder; mirados con indiferencia, vejados por la codicia y destruidos por la ignorancia. Tened presente que al pronunciar ó al escribir el nombre del que ha de venir á representaros en el Congreso nacional, vuestros destinos ya no dependen ni de los Ministros, ni de los Virreyes, ni de los Gobernadores: están en vuestras manos." Estas palabras, lanzadas por quien se creía que dijera lo contrario, produjeron aun en los ánimos más apagados los efectos que eran de esperarse. Los oprimidos colonos tuvieron un momento de respiro y de halago con estas lisonjeras expresiones.

Entre los comisionados que la Regencia envió á América para sostener la autoridad del Consejo, al Nuevo Reino fué destinado don Antonio Villavicencio, natural de esta ciudad.

En Santafé se esperaba con ansia la llegada de Villavicencio para dar el grito de independencia, pues su conducta anterior hacía creer en su amor por la causa americana.

Era el 20 de Julio de 1810.

Deseando los patriotas dar una prueba de estimación al nuevo enviado, convinieron en recibirlo con un suntuoso banquete; y al efecto se dirigió don Francisco Morales á la tienda de don José Llorente, en solicitud de un adorno para el centro de la mesa. Llorente, que acababa de tener un disgusto con un paisano suyo y que aún se encontraba muy alterado, respondió á Morales con expresiones duras é hirientes y le negó el adorno.

Se cruzaron entre los dos palabras insultantes y ofensivas, hasta que Morales dió una bofetada al comerciante. Esto, como era natural, llamó mucho la atención del pueblo, que se agolpó á la puerta atraído por la curiosidad; y luego grupos numerosos recorrían las calles gritando: ¡mueran los chapetones! Y continuaron en su algazara hasta la noche, rompiendo las vidrieras de todas las casas que fueran de propiedad de españoles.

A las seis de la tarde el pueblo armado llenaba la plaza principal y continuaba vociferando y apedreando la guardia de la cárcel hasta apoderarse de los fusiles. La confusión reinaba en toda la ciudad, las campanas de las iglesias tocaban á fuego, el batallón á órdenes de Moledo se incorporó á los patriotas, y el pueblo entero pedía con agudas voces Cabildo abierto, lo que fué negado por el Virrey por dos veces; pero á la tercera petición, temiendo que su severidad fuera causa de mayores atropellos y por consejo del Oidor don Juan Jurado, concedió Cabildo extraordinario, el cual se instaló en las primeras horas de la noche.

El pueblo aclamó por su tribuno á don José Acebedo Gómez y aprobó los vocales que éste le presentó para formar la Junta Suprema.

Don Juan Jurado, que presidió el Cabildo, cedió el sillón presidencial á don José Miguel Pey, elegido Vicepresidente de la Junta Suprema. Este fué

* Nombre que se daba á los peninsulares.

el primer colombiano que rigió los destinos del vasto territorio de la Colonia; pues el Virrey, que debía ser el Presidente del Cabildo, rehusó tomar en él asiento.

El Cabildo expidió la memorable Acta de la Revolución, que fué firmada en la aurora del 21 por todos sus miembros. Desde este momento somos libres del yugo español, y la Nación entera es asimismo libre é independiente de toda dominación extranjera.

A las once del día 21 fué puesto en libertad por el pueblo soberano el Canónigo don Andrés Rosillo, quien había sido aprisionado hacía once meses por sospechas de conspiración, y en su lugar fueron llevados á la cárcel los Oidores Alba y Frías, odiados empleados de la Audiencia.

El Virrey fué reducido á prisión al tercer día por orden de la Junta, la cual se dividió en secciones ese mismo día, á fin de dar la mejor marcha al Gobierno.

Amar y su familia partieron para España veinticuatro horas después, dejando libres á los santafereños y cooperando indirectamente al buen éxito de la revolución que abrió las puertas á nuestra gloriosa independencia.

PRIMERAS CONSTITUCIONES

La Revolución continuó adelantando y extendiéndose más y más en toda la Nación; y viéndose nuestros padres yá dueños de sí mismos y teniendo en sus manos los destinos de la patria, resolvieron formar una base de principios que los rigiera y que fuera el único derrotero que les había de servir en sus providencias.

En tal virtud, la Junta Suprema dirigió circulares á las Provincias á fin de que eligiesen Diputados para componer un Cuerpo Constituyente de Cun. dinamarca, á razón de uno por cada Provincia.

Las respuestas que obtuvo Santafé fueron bien diferentes, pues algunas Provincias se declararon enemigas de Cundinamarca y se mostraban celosas de su hegemonía, desconocida hasta Julio de 1810. Se engañaron por desgra cia nuestros padres queriendo proclamar la federación á imitación de los Estados Unidos; este procedimiento fué sin duda consecuencia del sistema colonial, que ahogando por completo la vida política de las secciones, debió despertar odios y emulaciones en el primer momento de respiro. Y así las Provincias se dividieron respecto de la invitación de Santafé, y desde aquí comenzaron las soberanías con sus rivalidades, lo que fué causa de que en vez de unir fuerzas y de confederarse, se hicieron completas la desunión y la anarquía, de tal manera, que poco faltó para que se perdiera el fruto de la revolución comenzada el 20 de Julio.

A tal estado llegaron las cosas, que formaron Juntas independientes Cartagena, Antioquia, Citará, Popayán, Cali, Neiva, Mariquita, Pamplona, Casanare y Tunja.

En aquellos tiempos de continuas rivalidades y de ignorancia en el manejo de la cosa pública, olvidando por completo el peligro que las amenazaba, se dieron las Provincias á discutir utopias ridículas y peligrosas de independencia seccional, separándose y desmembrándose los pueblos unos de otros hasta aniquilarse. Cartagena, que aspiraba á figurar como plaza fuerte, y naturalmente recelosa de que Santafé quisiera apropiarse la soberanía, rechazó su invitación y á su vez excitó á las Provincias á la reunión de un Congreso en Medellín, proponiendo la forma federal como la sola capaz de hacer la felicidad pública.

Como único remedio para semejante anarquía clamaban todos por la inmediata reunión de un Congreso; y aun cuando no bastaban los diputados presentes en Santafé para constituirlo, la Junta Suprema los excitó á que se instalasen, con la esperanza de atraer mayor número. Hiciéronlo así el 22 de Diciembre con los Representantes de Mariquita, Neiva, Socorro, Pamplona y

Nóvita, y bautizaron este primer Congreso con el pomposo nombre de "Alteza Serenísima," siendo su Presidente don Manuel B. Alvarez, y funcionando como Secretario don Antonio Nariño. La lucha entre la Junta Suprema y el Congreso vino á dar con éste por tierra, después de dos meses de su instalación.

En el año de 1811, una vez aceptado en Santafé el sistema federativo, resolvió la Junta Suprema erigirse en Colegio Constituyente de Cundinamarca, y expidió la Constitución, cuyo proyecto fué redactado por el Presidente del Colegio, don Jorge Tadeo Lozano, sirviéndole de modelo la de los Estados Unidos; en ella se contienen cánones republicanos combinados con principios monárquicos.

Este Código, que fué la primera expresión libre de los pueblos oprimidos, y el primer eslabón de la cadena de nuestro Derecho constitucional, merece ocupar lugar preferente en la historia de Colombia, por lo cual no hemos vacilado en darle cabida en esta compilación.

DE

CUNDINAMARCA

SU CAPITAL

SANTAFÉ DE BOGOTA

AÑO DE 1811

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