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depósito en títulos de la Deuda pública por sumas, en el fondo, de poca cuantía.

Tiempo es ya de concluir, y lo haremos poniendo á la vista de nuestros lectores algunos guarismos y cuadros que les darán cabal idea del desarrollo que han tenido y del estado en que se encuentran nuestras instituciones de crédito.

Al finalizar el año 1884, según ya queda consignado, fuera del Banco de Londres, México y Sud-América, que no publicaba sus balances, y de los Bancos de Chihuahua, que no tenían considerable importancia, era el Nacional de México el único Banco de emisión en la República. Tenía entonces seis sucursales y operaba con un capital exhibido de $ 8.000.000; en 1903, es decir, diez y nueve años después, funcionaba con diez y siete sucursales, y su capital nominal de s 20.000.000, no sólo estaba totalmente pagado sino que se había elevado á $ 26.000.000: su existencia metálica en caja pasó de $ 4.495.003 28 á 25.862.893'71; su cartera, comprendiendo los préstamos sobre prendas, ascendió de $5.310.402 45 á $ 63.006.028'65; su circulación en billetes adelantó de $ 5.174.069 á $ 23.826.228, y sus fondos de previsión y reserva, que sumaban $ 206.882'98 en 1884, progresaron hasta llegar á $ 7.687.451'64 en 31 de Diciembre de 1903.

Por lo que hace al crecimiento que han tenido los bancos en general después de expedida la ley de 19 de Marzo de 1897, ha sido igualmente considerable; y nada mejor para demostrarlo que los siguientes guarismos que, en cifras redondas, tomamos de los balances oficiales con relación á las cuatro principales cuentas de los bancos: cartera, préstamos sobre prendas, circulación de billetes y caja.

Nótase una tendencia progresiva casi constante en la cartera, que de algo más de $ 37.000.000 ha llegado á $131.000.000; los préstamos sobre prendas han pasado de trece á sesenta y dos y medio millones.

Se observa un aumento también casi constante en la circulación, que ha crecido de $ 38.500.000 á $ 90.000.000 como máximum, quedando en $ 8.000.000.

La existencia en numerario, aunque también ha progresado de $ 44.000.000 á $ 67.500.000, sólo ha superado á la circulación de billetes durante los nueve primeros meses de 1897 y en Octubre y Noviembre de 1901; descendió con bastante brusquedad á $ 35.000.000 en los tres últimos meses de ese año 1897 y luego ha seguido una marcha casi paralela á la de la circulación, pero siempre abajo de ella, salvo á fines de 1901 en que también descendió de una manera notable á menor de $ 58.000, contra una circulación de $ 86.000.000. La mayor existencia metálica de los Bancos alcanzó á $ 73.000.000 en Julio de 1902.

Aquellos de nuestros lectores que deseen conocer más detalles numéricos sobre los Bancos, ya que la forma de este libro no nos permite dárselas, pueden consultar en la «Estadística bancaria» publicada por la Comisión nombrada para estudiar el problema del cambio de nuestro patrón monetario; «Estadística» muy completa y llena de interesantísimos y curiosos pormenores (1).

Quisiéramos, para concluir, dar alguna idea, aunque fuere aproximada, sobre la cantidad de numerario existente en la República (2). Por desgracia, nuestras deficientes é imperfectas estadísticas no suministran elementos para la resolución completa de este problema, pero sí podemos saber que del año fiscal de 1892-93 al de 1900-901 se han acuñado y exportado las siguientes cantidades en pesos mexi

canos:

(1) Comisión monetaria - México-Estadistica bancaria » -1903. México. Tipografía de la Oficina impresora de estampillas. Un volumen de 584 páginas en folio y tres cuadros gráficos.

(2) Véanse en el Apéndice, sobre esta cuestión, los estudios y trabajos de la Comisión monetaria, que emprendió sobre ella investigaciones especiales que nunca se habían intentado en México.

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Por otra parte, las estadísticas bancarias nos ponen en aptitud de saber que las existencias en metálico y la circulación de los Bancos eran:

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Los Bancos no han hecho, pues, en su conjunto, más que devolver en billetes á la circulación lo que han acumulado en sus cajas en moneda metálica.

Comparando ahora estos guarismos con los del cuadro que precede, tendremos:

Aumento de la moneda existente en el

país, por las diferencias entre la acu-
ñación y la exportación. . .
Quitando de esta suma el aumento habido

en las cajas de los Bancos . .
Resulta una diferencia ó aumento. en
poder de la población, de

Agregando el aumento habido en la cir

culación en billetes.

Resulta un aumento total en la riqueza
circulante de. . .

Suma que, repartida en nueve años, repre-
senta un incremento anual de cerca de

$ 52.576.000

D

38.179.000

$ 14.397.000

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¿Hasta qué punto podría generalizarse esta conclusión, fundada en sólo las estadísticas de nueve años, y desde cuándo hemos comenzado á acrecentar nuestras existencias monetarias? Imposible sería decirlo; y si hemos consignado los números que preceden, ha sido solamente para dejar asentado un hecho que acaso pueda utilizarse con el transcurso de los años.

CONCLUSIÓN

He aquí, lector amigo, lo que hemos sabido y podido decirte sobre la evolución del comercio mexicano desde los tiempos primitivos hasta nuestros días. Muchas cosas ha sido preciso pasar en silencio, ya por la índole de este trabajo, ya porque el espacio no ha sido holgado. Otras deficiencias (seguramente las más) culpa serán del autor y así lo reconoce sin falsa modestia, debiendo sólo hacer constar, para que el lector las perdone, que su labor ha sido particularmente difícil por múltiples circunstancias que, como atenuantes, invocará.

Es de ellas la primera, la falta absoluta de escritos sobre el comercio mexicano posteriores al año 1853, en que el insigne estadista don Miguel Lerdo de Tejada dió á luz su apreciable monografía, que varias veces hemos citado; nuestra labor ha debido basarse, en consecuencia, sobre el estudio directo de los documentos que hemos podido haber y de nuestras no muy bien hechas colecciones de leyes; sistema que si ofrece la ventaja de la autenticidad de la información, expone, en cambio, al escritor al peligro de no haber hecho un estudio completo, por no haber conocido todos los documentos ó leyes relativos á la materia en que se ocupa.

Por otra parte, la deplorable falta de estadísticas y de otros muchos datos sobre `puntos de capital importancia, pone al autor en la indeclinable necesidad de atenerse al conocimiento personal y directo que haya podido adquirir de los hechos sobre que escribe; y suele esto ser origen de errores y de apreciaciones equivocadas.

Por último, difícil papel asume siempre un historiador. descoso de formar juicios exactos y bien aquilatados sobre los acontecimientos que relata, si no quiere inducir á los demás en el error propio; pero la dificultad sube de punto si se trata de hechos contemporáneos y á los cuales en más ó en menos, de cerca ó de lejos, hemos estado mezclados. Entonces hay que resignarse, como el autor lo ha hecho en las páginas precedentes, á transmitir con sinceridad sus propias impresiones, recordando estas hermosas y profundas palabras de nuestro insigne compatriota el señor doctor don José María Luis Mora:

«Pretender ó exigir imparcialidad de un escritor contem. poráneo es la mayor extravagancia: nadie que se halle en semejantes circunstancias puede contar con esa prenda, tan apreciable como difícil de obtener. La historia contemporánea no es ni puede ser otra cosa que la relación de las impresiones que sobre el escritor han hecho las cosas y las personas; y cuando esta relación es fiel, es decir, cuando traslada al papel las impresiones recibidas tales como ellas se han hecho sentir, el escritor, que no puede aspirar al honor de imparcial, logrará la reputación de sincero y habrá cumplido, sino en cuanto debe, á lo menos en cuanto puede, con su siglo y con la posteridad.»

Bien persuadidos de estas verdades, hemos procurado ajustar nuestra relación á la verdad de los hechos, tal como nos parece haberlos visto, y á la influencia de sus causas, tal como la hemos entendido, procurando que cada uno resulte responsable de sus acciones en bien ó en mal, no por lo que de él se escribe, sino por lo que ellas sean en sí mismas ó por el juicio que el lector forme, con arreglo á sus principios políticos, á sus compromisos de partido ó, si se quiere, á sus simpatías ó antipatías personales (1).

(1) Este ensayo se publicó por primera vez fechado en México, á 31 de Agosto de 1902; los datos numéricos y estadísticos que contenía y que alcanzaban por regla general, hasta Diciembre de 1901, se han puesto al corriente teniendo á la vista las estadísticas oficiales publicadas después. Febrero de 1904.)

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