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rieles de la vía que el Ferrocarril Central construye desde la ciudad de Guadalajara, como ya en otro lugar hemos dicho.

De mucha mayor importancia son las obras en vía de ejecución en Coatzacoalcos y Salina-Cruz, puertos terminales del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, y las cuales se han contratado con la ya citada casa inglesa S. Pearson and Son, Limited, y comprenden el abastecimiento de aguas, el saneamiento ó construcción de cloacas y atarjeas, la desecación de los pantanos circunvecinos, la nivelación de calles, y casi pudiera decirse la verdadera formación de poblaciones, hoy en estado apenas embrionario.

Inútil sería hacer aquí la descripción detallada de tales obras, que es muy posible se lleven á cabo con algunas modificaciones á los proyectos aprobados; bastará, para dar idea de su importancia, que insertemos el cálculo que en la sección 1.a de la Secretaría de Comunicaciones y Obras públicas se ha formado sobre su probable coste, y el cual debemos á la deferente amabilidad del ilustrado é inteligente jefe de dicha sección, el señor ingeniero don Luis Salazar, que nos ha suministrado los siguientes guarismos:

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De estas sumas, cuyo total asciende á $ 33.943.400'88

se han gastado ya, hasta el 30 Junio 1902, $ 4.237.399'11 (1)

܀

Nuestros otros puertos del Pacífico, de los cuales los principales son Acapulco, Mazatlán y Guaymas, ligado este último por el ferrocarril de Sonora con la población fronte

(1) Estas cifras son más aproximadas que las que teníamos á la vista al estimar en anteriores páginas el coste probable del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, con los puertos terminales que son indispensables para que preste al comercio internacional los servicios que de él se esperan. Debemos, pues, rectificar la cifra de $ 70.000.000 que allí dimos, elevándola cuando menos á $ 80.000.000, que se forman así:

Gastado ya en el ferrocarril hasta 30 de Junio de 1902,
según aparece del cuadro de subvenciones á ferroca-
rriles, inserto al final del capítulo anterior.
Costo probable de las obras de Coatzacoalcos y Salina-

45.708.428:53

Cruz...

SUMA..

33.943.400'88

$79.651.829'41

riza de Nogales, unida á su vez con las líneas férreas de los Estados Unidos, presentan condiciones naturales bastante buenas; y aunque algunas obras que en ellos son necesarias, especialmente para facilitar la carga y descarga de mercancías, no están fuera del programa que el Gobierno federal se ha trazado para mejorar nuestros puertos, su ejecución se ha aplazado, como de menor urgencia que las ya realizadas ó en vías de serlo, en espera del natural y progresivo desarrollo de nuestros recursos fiscales.

No quedaría completa esta imperfecta reseña de las mejoras que en nuestros puertos se han llevado á cabo en los últimos tiempos, si no dijéramos algunas palabras sobre las obras emprendidas en el pequeño puerto de Santa Rosalía, en la península de la Baja California, pocas leguas al Norte de Mulegé.

Abrióse ese puerto en el año de 1885, á solicitud de la sociedad anónima francesa de «El Boleo,» para facilitar, ó más bien, para hacer posible la explotación de ciertos yacimientos de cobre descubiertos pocos años antes en aquellos lugares, á inmediaciones de la costa. Esa compañia, cuyo establecimiento favoreció el Gobierno nacional otorgándole liberales franquicias y exenciones, se obligó en un principio. á sufragar los gastos que causase la apertura del puerto, siempre que los derechos que en él se recaudasen no alcanzaran á cubrirlos; pero pronto se vió que la aduana allí establecida, no sólo pagaba sus gastos, sino que proporcionaba al fisco entradas que alguna vez se han acercado á $ 100.000 anuales, y la población minera que en Santa Rosalía se ha formado llega ya á más de ocho mil habitantes, entre los cuales la Compañía del Boleo distribuye, simplemente en jornales, más de un millón de pesos al año.

El movimiento del puerto, que á falta de una ensenada ó golfo natural, se localizó en una rada abierta, fué aumentando gradualmente; y en 1892 la Compañía del Boleo contrató con el Gobierno nacional, sin auxilio pecuniario de ningún género, sino á sus propias expensas, la formación de un dique destinado á proteger á las embarcaciones contra

los vientos del Noroeste, dominantes y peligrosísimos du. rante el invierno en el golfo de California. La obra se comenzó desde luego, y no sin dificultades se ha continuado hasta alcanzar el dique una longitud de cerca de setecientos metros, de los cuales más de cuatrocientos en aguas que alcanzan una profundidad de diez ó más metros.

Según los datos fehacientes de que hemos podido disponer, la Compañía ha invertido hasta ahora en esta mejora más de un millón de pesos, demostrando así al gobierno nacional y á la República que ha sido digna de las franquicias y de la protección y apoyo que se le han concedido, y sin los cuales habría sido imposible la explotación de aquellas riquezas mineras, por su situación en una parte de nuestro territorio especialmente estéril, ingrata y desprovista de todo recurso natural de subsistencia.

Mencionaremos, para terminar esta imperfecta reseña de nuestra evolución en materia de comunicaciones marítimas, la reciente instalación en Veracruz de un dique flotante y en Guaymas de un varadero, que prestan útiles servicios á los buques que hacen el tráfico en ambos Océanos, cuando necesitan reparaciones ó la limpia de sus fondos. Débese también esta mejora al esfuerzo de nuestro Gobierno, obligado á suplir con los recursos de la colectividad de que es órgano, las numerosas deficiencias de la iniciativa individual, todavía anémica y perezosa.

CAPÍTULO IV

Correos y Telégrafos.- Teléfonos

Ocioso parece decir que el servicio de correos, como en los modernos tiempos lo concebimos, era desconocido para los primitivos pobladores de este suelo. Sin embargo, al decir de cronistas é historiadores, había, al menos para servir á los monarcas meshicas, una organización que describe así el Diccionario Universal de Historia y Geografia, publicado por el señor Licenciado don Manuel Orozco y Berra:

«Los correos de que se servían los mexicanos con mucha frecuencia, usaban diferentes insignias, según la noticia ó el negocio de que eran portadores. Si la noticia era de haber perdido los mexicanos una batalla, llevaba el correo los cabellos sueltos y al llegar á la capital se iba en derechura á palacio, donde, puesto de rodillas delante del rey, daba cuenta del suceso. Si era, por el contrario, alguna batalla ganada, llevaba los cabellos atados con una cuerda de color y el cuerpo ceñido con un paño blanco de algodón, en la mano izquierda una rodela y en la derecha una espada, que manejaba como en actitud de combatir, demostrando de este modo su júbilo y cantando los hechos gloriosos de los antiguos mexicanos.

>>El pueblo, regocijado al verlo, lo conducía con iguales

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