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ES PROPIEDAD

Reservados todos los derechos. Queda hecho el depósito que marca la Ley.

Imprenta Moderna de Guinart y Pujolar, Cortes, 645, Barcelona

Los tres ensayos reunidos en este volumen fueron originariamente escritos para la obra intitulada: MÉXICO. SU EVOLUCIÓN SOCIAL, de la que formaron otras tantas partes.

El Editor ha deseado reimprimirlas, estimando, con benevolencia inspirada por nuestra antigua amistad y que mucho le agradezco, que ofrecerán algún interés para las personas que, por el carácter y condiciones materiales de aquella monumental obra de lujo, no puedan consultarla fácilmente.

Por tratarse de una simple reimpresión, he conservado á estas monografias su forma primitiva, renunciando á ampliaciones y aun á correcciones que de otra suerte les habría hecho, para enmendar algunas de las deficiencias de que se resienten, entre otras causas, por haber sido escritas disponiendo de espacio limitado y en el poco

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tiempo que me dejaban libre graves y absorbentes atenciones del servicio público. Me he concretado, pues, á poner tan al corriente como lo han permitido las últimas publicaciones oficiales, los datos numéricos y estadísticos que estos estudios contienen, reservando para más tarde, si llegare á serme posible y el favor del público justificare las esperanzas del Editor, corregir ese y otros defectos que soy el primero en reconocer y confesar. México, 10 de Mayo de 1904.

Pablo Macedo.

CAPÍTULO: PRIMERO

El comercio antes de la conquista y durante
la época colonial

Ha sido siempre el comercio estímulo poderoso de las grandes empresas humanas; y por más que para reconstituir la historia á la luz de los principios de la ciencia sociológica habrán de faltar muchos datos, que nuestros predecesores, juzgándolos sin importancia, no cuidaron de consignar, á medida que se avance en esa labor se irá viendo más y más claramente que el deseo del lucro, y especialmente del lucro mercantil, ha sido el móvil de muchos cambios y transformaciones en los pueblos y la causa de muchas guerras y conquistas que hasta ahora se han explicado por motivos exclusivamente políticos.

En otro orden de ideas, ha sido también el comercio un gran propulsor de los descubrimientos y adelantos que el hombre ha llevado á cabo. Sin remontarnos al mundo antiguo ni recordar, sino de paso, á los comerciantes fenicios, que tanto contribuyeron á que se conocieran entre sí los pueblos que habitaron la cuenca del Mediterráneo, fijemos por breves momentos nuestra atención en hechos muy conocidos de la época medioeval, cuna de la civilización y de las nacionalidades modernas.

Fué el comercio el que creó la grandeza y el que sostuvo el poderío de Génova y Venecia; cuando el cetro mercantil

cayó de sus manos, porque navegantes de otras naciones descubrieron derroteros nuevos que facilitaban el acceso á los antiguos mercados ó comarcas hasta entonces ignoradas, en donde los productos exóticos se obtenían más baratos y las mercancías europeas hallaban más lucrativo consumo, las orgullosas Repúblicas italianas perdieron también su importancia política, que pasó sucesivamente á otros pueblos.

Tocó al siglo XV, aunque en sus postrimerías, presenciar, con los descubrimientos de Cristóbal Colón, Bartolomé Díaz, Núñez de Balboa, Magallanes y Vasco de Gama, la mayor transformación que en este sentido registra la historia. Estos y otros audaces navegantes que les siguieron de cerca, movidos, más que por fines cientificos, por propósitos mercantiles que en nada empequeñecen ni amenguan su gloria, hicieron que el hombre civilizado conociese por primera vez y de modo positivo el planeta que habitaba y que antes de esta época, por siempre memorable, le ocultaba más de la mitad de su extensión, perdida en el mare ignotum de las viejas cartas geográficas.

Casi coincidían estos descubrimientos con el impulso, por tantos conceptos prodigioso, que el espíritu humano recibió en el siglo XVI, presentando el admirable espectáculo del general desenvolvimiento de la actividad del hombre en los más variados campos de acción: en el de la política, con Carlos V, Julio II y León X: en el de las artes, con Leonardo de Vinci, Miguel Ángel y Rafael: en el de las letras, con Ariosto y el Tasso en Italia, y en España con esa pléyade de ingenios de que formaron parte Miguel de Cervantes y Lope de Vega: en el de las ciencias, con Mercator, Copérnico y Paré; todo lo cual determinó lo que se ha convenido en llamar «el Renacimiento», porque diríase que, efectivamente, la humanidad occidental de entonces salió á nueva vida de las negruras de la Edad media, como la larva que, abandonando el capullo, surge convertida en brillante y ágil mariposa para recorrer libremente el espacio.

En medio de este renacimiento, España se encontró dotada por Colón y las primeras expediciones que en pos de

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