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y á dos jornadas de á cinco leguas, hayamos mucha cantidad de indios de nacion Conchos, en rancherías, y muchos déllos nos salieron á recibir en cantidad de más de mil, á los caminos por donde íbamos; estos, hallamos, que se sustentan de conejos y liebres y venados, que cazan y hay en mucha cantidad, y de algunas sementeras de maiz y calabazas y melones de Castilla, y sandias, que son como melones de invierno, que siembran labran y cultivan; y de pescado y mascales, que son pencas de lechuguilla, que es una planta de media vara de alto, con unas pencas verdes las cepas; de estas plantas cuecen y hacen una conserva á manera de carne de membrillo, muy dulce, que llaman mascale; andan desnudos, tienen unos jacales de paja por casas, y por armas usan de arcos y flechas; tienen caciques á quien obedecen, no les hallamos que tubiesen ídolos, ni que hiciesen sacrificios algunos, juntamos déllos los que pudimos, y les pusimos, cruces en las rancherías, y se les significó por enterpretes que llevabamos de su lengua, el misterio déllas y algunas cosas de nuesta santa fée catoliqua; y pasaron con nosotros de sus rancherías, otras seis jornadas, que en ella habria veinte é cuatro leguas hácia el Norte, las cuales están pobladas de indios desta nacion, y nos salian á recibir de paz, dándose unos caciques á otros, aviso, como íbamos; todos ellos nos alagaban y á nues. tros caballos, tocando á nosotros y á los dichos caballos con las manos, y dándonos algunas cosas de sus bastimentos; y esto con mucho amor.

Acabadas estas seis jornadas, hallamos otra nacion de indios que se llaman Pazaguantes, que tienen sus rancherías y jacales y sustento, como los dichos Conchos; hízose con ellos lo que con los dichos de la nacion Con

cha, los cuales pasaron con nosotros, cuatro jornadas, que seran catorce leguas, dándose aviso unos caciques á otros, para que nos saliesen á recibir como ellos lo hacian; en parte de estas cuatro jornadas, hallamos muchas minas de plata, y al parescer de los que las entendian, ricas.

Salimos de esta nacion, y á la primera jornada, hallamos otra gente que llaman los jobosos; son esquibos, y así se huyeron de todas las partes que estaban poblados, en jacales, por donde pasábamos; porque segun se decia, habian llegado allí algunos soldados y llevado algunos déllos por esclavos; y llamamos á algunos de los dichos indios, regalándolos, y vinieron al Real algunos déllos; y á los caciques dimos algunas cosas, y por intérpretes, á entender, que no veníamos á los, hacer, cautivos ni daño ninguno; y con esto se asiguraron y les pusimos cruces en las rancherías, y les significamos algunas cosas de Dios Nuestro Señor; mostraron recibir contento, y con ello algunos déllos, pasaron con nosotros hasta sacarnos de su tierra. Susténtanse con lo que los dichos pazaguates; usan de arcos y flechas; andan sin vestiduras; pasamos por esta nacion, que parecia haber pocos indios, tres jornadas, que habria en éllas, once leguas.

Acabados de salir de esta nacion, entramos en otra que se llama de los Jumanos, que por otro nombre, los llaman los españoles, los patarabueyes, en que parecia habia mucha gente y compueblos formados, grandes, en que vimos cinco pueblos, con más de diez mil indios y casas de azutea, bajas y con buena traza de pueblos; y la gente de esta nacion, está rayada en los rostros, y es gente crescida; tienen maiz y calabazas, y caza de pié y vuelo, frisoles y pescado de muchas maneras, de dos

rios caudalosos, que es el uno, que desciende derechamente del Norte y entra en el rio de los Conchos, que este será uno, la mitad de Guadalquivir; y el de Concho será como Guadalquivir, el cual entra en la mar del Norte; tienen salinas de lagunas de agua salada, que en tiempos del año, se vienen á cuajar y á hacer la sal como la de la mar; y la primera noche que asentamos el Real, junto á un pueblo pequeño de la dicha nacion, nos mataron con flechas cinco caballos, y nos hirieron otros tantos con haber vela; y se retiraron á una sierra donde fuímos por la mañana seis compañeros con Pedro Naguatato, natural de su nacion, y los hayamos y sosegamos y dejámoslos de paz, trayéndolos á su propio pueblo; y les dimos á entender lo que á los demás, y que avisasen á los de su nacion, no se huyesen ni escondiesen, y nos saliesen á ver; y algunos de los caciques les di cuentas y sombreros y otras cosas para que los trujesen de paz como lo hicieron; y destos pueblos pasaron con nosotros donde se avisó unos á otros cómo íbamos de paz y no á hacerles daño; y así fueron mucha cantidad déllos con nosotros é enseñarnos un rio del Norte que arriba se ha referido; y por las riveras del dicho rio, están poblados indios'de esta nacion, en espacio de doce jornadas; y algunos déllos tienen casas de azutea y otros viven en jacales de paja; salieron los caciques á recibirnos, cada uno con su gente, sin arcos ni flechas; dándonos de su comida y algunos nos daban gamuzas y cueros de las vacas de Civola, muy bien aderezados; que las gamuzas hacen de cueros de venados tambien aderezados como en Flandes; y los cueros son de las vacas corcovadas, que llaman de Civola, que parecen en el pelo á las vacas de Irlanda, y los cueros de estas vacas los aderezan los naturales, de

la manera de las antas que se hacen en Flandes, y déllas se sirven para hacer calzado; y otros aderezan de diferentes maneras, con que algunos de los naturales andan cubiertos; estos indios tienen al parecer alguna lumbre de nuestra Santa Feé Católica, porque señalan á Dios Nuestro Señor, mirando al Cielo, y le llaman Apalito, en su lengua, y que él es á quien conocen por Señor, y les dá lo que tienen; venian muchos hombres y mugeres y niños, déllos á que los santiguásemos el dicho religioso y los españoles, y déllo mostraron recibir mucho contento; dijeron nos y dier on nos á entender, por intérpretes, que por allí habian pasado tres cristianos y un negro, y por las señas que daban, paresció haber sido Alvaro Nuñez Cabeza de Vaca, y Dorantes, y Castillo Maldonado, y un negro, que todos ellos habian escapado de la armada con que entró Pánfilo de Narvaez en la Florida; quedaron de paz y muy sosegados y contentos, y fueron con nosotros al rio del Norte arriba, algunos déllos, sirviéndonos y acompañándonos.

Caminando adelante, siempre hacia el Norte, por el dicho rio arriba, nos salieron á recibir mucha cantidad de indios, hombres y mujeres, y muchachos, vestidos y cubiertos de gamuzas, los cuales no supimos de que nacion eran, por falta de intérpretes; y nos trageron mucha cantidad de cosas hechas de plumería y de diferentes colores, y unas mantillas de algodon vareteadas de azul y blanco, que son como algunas de las que traen de la China; y nos dieron á entender, por señas, que otra nacion que confinaba con éllos, hácia el Poniente, traian aquellas cosas para rescatar con ellas otras mercadurías que estos tenían, que á lo que pareció y dieron á entender, por señas, eran cueros de vacas y de venados ade

rezados, y enseñándoles metales relucientes, que en otras partes suelen tener plata; y otros de la misma calidad, que llevábamos, nos señalaron hácia el Poniente cinco jornadas, y que ellos nos llevarian á donde habia grandísima cantidad de aquellos metales y mucha gente desta nacion; y estos salieron con nosotros cuatro jornadas, en que habia veinte y dos leguas.

Abiendo quedado los dichos indios, y caminando otras cuatro jornadas por el dicho rio arriba, hallamos gran cantidad de gente que vive junto á unas lagunas, que por medio déllas pasa el dicho rio del Norte; y esta gente, que serian más de mil indios é indias, que estaban poblados en sus rancherías y casas de paja, nos salieron á recibir hombres y mujeres y muchachos, y cada uno traya su presente de mesquital, que es hecho de una fruta á manera de algarrobas, y pescados de muchas maneras, que hay gran cantidad en aquellas lagunas, y otras cosas de su comida en tanta cantidad, que se quedaba perdido la mayor parte déllo, porque era mucha cantidad lo que nos daban; y el dia y la noche, en tres que allí estuvimos siempre, hacian mitotes y bayles y danzas á su modo, y al de los mexicanos, dieronnos a entender, que habia mucha cantidad de gente desta nacion apartada de allí, y no supimos que nacion era por falta de interpretes; y entre ellos hayamos un indio de nacion, concho, el cual nos dió a entender, señalando hacia el Poniente, que quinze jornadas desde alli, habia una laguna muy grande adonde habia gran cantidad de poblaciones y casas con muchos altos, y que habia indios de la nacion concha, poblados alli, gente vestida y con muchos bastimentos de mayz y gallinas de la tierra y otros bastimentos en gran canti

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