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Sea el primero Bochmero, quien hablando de los cuerpos morales se espresa asi: "bajo el nombre de súbditos comprendo tambien las corporaciones, colejios y universidades, que se consideran como particulares y súbditos; y así sus bienes no son bienes de la república sino propios suyos." Del mismo modo habla Heineccio: "las cosas, dice, de la universidad en cuanto á la propiedad son de la universidad," y Hugo Grocio asegura: "que el dominio, por cualquiera causa que haya nacido, tiene siempre sus efectos por el mismo derecho natural, de suerte que en ninguna manera se puede quitar." Nadie hasta ahora ha dudado, decia tambien el abate Sieyes, ni puede con razon dudar, que cualquier cuerpo moral en la sociedad es capaz de un verdadero y propio dominio, lo mismo que los particulares. De otra suerte, ¿la Nacion, este cuerpo moral y político que á todos los otros abraza, cómo pudiera constituirse propietaria de todos los bienes eclesiásticos, si los cuerpos morales no son capaces de propiedad?

Es, pues, un principio inconcuso de jurisprudencia que los cuerpos morales son capaces de adquirir un verdadero dominio, tan respetable y sagrado como el que adquiere un particular, y aun en el caso de que la Nacion aboliese el culto y clero católico jamás pudiera apropiarse con justicia los bienes patrimoniales destinados al sostenimiento de sus ministros por sus antepasados y fundadores, y cuyo dominio particular habian estos adquirido bajo la proteccion de las leyes.

Y siendo esto innegable, ¿en qué podrá fundarse el pretendido derecho de despojar al Clero de sus beneficios patrimoniales, hollando abiertamente el artículo 10 de la Constitucion? Segun él, ningun español puede ser privado de su propiedad sino por causa justificada de utilidad comun, previa la correspondiente indemnizacion; y segun el proyecto de 21 de enero últimò ni el Clero es indemnizado previamente por el despojo de sus

bienes en pago de los que solo recibe una promesa igual á las que recibieron los esclaustrados y las relijiosas, ni hay una causa justificada de utilidad comun que autorice este despojo.

Y por si hubiese algunos, que desdeñando la justicia, solo atendiesen á la utilidad, no será fuera del caso esponer, aunque sucintamente, los graves perjuicios é irreparables pérdidas que la enajenacion, que se trata de llevar á cabo, ha de causar á la Nacion. Destínanse los bienes del Clero á la estincion de la deuda pública y al levantamiento y sosten del crédito nacional

¡ como si el despojo de los propios súbditos pudiese inspirar confianza á los estraños! Mas aun prescindiendo de esto, y dando de buen grado que con la venta de los bienes del Clero se estinga una parte de la deuda del estado, ¿qué habrá ganado con ello la Nacion que, en vez de pagar los intereses de la deuda, habrá de acudir con una cantidad mayor al sostenimiento del culto y clero? ¿será esto acaso otra cosa que el despojo de unos lejítimos dueños á quienes se dan vanas é irrealizables promesas en pago de los bienes de que se les priva para satisfacer á otros acreedores? ¿ó acaso serán mas digત nos de consideracion y respeto los ajiotistas, que especulando sobre la pobreza de la Nacion, han comprado á ínfimos precios su deuda que el respetable Clero, que de tiempo inmemorial y muchos siglos antes de que la Nacion contrajera sus deudas poseia sus bienes como lejítimo propietario? ¿mas dignos que el Clero español, modelo en todos tiempos de virtudes relijiosas y civiles. semillero de varones insignes por su saber, y fundador ó sostenedor de cuantos establecimientos de beneficen

cia y caridad cristiana poseemos, poseemos, destinados á enjugar las lágrimas del infante, de la doncella, del enfermo ó del anciano? Pues que los bienes del Clero beneficial no solo estan destinados á la manutencion de este, si que objetos de instruccion, piedad y beneficencia par

ticipan en gran parte de los mismos. Con el producto de los precitados bienes es dotada la doncella, favorecido el enfermo, atendido el desvalido, socorrido el encarcelado. ¡Oh! y como se resintieran millares de familias si se llevara á efecto la ley de enajenacion; ¡qué lágrimas tan amargas no derramaran al verse privadas de la subsistencia que de tales bienes les proviene! Y no se crea que pintamos unos males imajinarios para prevenir las conciencias de los representantes de la Nacion. Universal es, por desgracia, el fundado convencimiento de que será insoportable para el pueblo la cuantiosa contribucion necesaria para el sostenimiento del culto y clero, cuando á duras penas pueden recaudarse las actuales, que apesar de ser escesivas, no bastan para las primeras é indispensables atenciones del Estado. De aquí resultará por largo tiempo el abandono del culto, la miseria de sus ministros, la horfandad de los pobres y la decadencia de los establecimientos piadosos, y un nuevo gravámen para el pueblo, tanto mas insoportable, cuanto se hallan debilitadas sus fuerzas por el enorme peso que le ha abrumado en la encarnizada guerra que acabamos de sufrir.

El Clero beneficial del arzobispado de Valencia ha llenado un deber que le imponia su conciencia, elevando su voz sentida, pero respetuosa, á los Cuerpos colejisladores, para hacerles presente, que poseyendo sus bienes como patrimoniales no puede ser despojado de ellos sin violar abiertamente el derecho natural de pro piedad, protejido y asegurado por el artículo 10 de la Constitucion, y que este despojo, lejos de ser útil al pueblo, cuyo bien se invoca al proyectarlo, le habrá de ocasionar pérdidas irreparables y aumento oneroso de contribuciones.

El Onnipotente llene de luces al Congreso de la Nacion para hacer la felicidad de la misma. Valencia 20 de marzo de 1841.=Vicente Gavaldá, Antonio Mullor.= José Ortiz.

DISERTACION ECLESIASTICA

SOBRE EL ROMANO PONTIFICE.

Muchos años hace que en la desgraciada España algunos espíritus ambiciosos llenos de vanidad y orgullo, han mirado y miran con repugnancia la justa obediencia que en lo espiritual se debe á la voz del romano. Pontífice. Muy semejantes á aquella raza fiera de que habla S. Lucas (cap. 14, v. 14) dijeron: No queremos que Cristo reine sobre nosotros, y desde aquella hora se coligaron cada vez mas obstinadamente para echar á Cristo de su casa, á su Vicario en la tierra, de su viña, y por un medio tan ilegítimo entrar en la herencia del Señor. De aquellos que se apartan del camino de la verdad, dice con toda precision Clemente Alejandrino (Strom. lib. 7), "hay unos que se engañan solamente á sí mismos, y otros que se esfuerzan ademas de esto por meter en su error á cuantos les andan cerca." De todo se ha visto en el mundo. Fleuri en su Historia Eclesiástica nos dice (tom. 1. p. 317), que en el primer siglo de la Iglesia, Apolonio de Tyana, Demetrio Cynico, Dion Prusano y otros declamadores salieron á predicar contra el cristianismo. Mas cerca de nuestros tiempos, Vanini y algunos de sus secuaces se concertaron tambien para persuadir la impiedad. Su mania duró por un poco tiempo, y con ellos y sin ellos se desvaneció su apostolado. Por el contrario, Obes fue ateo, mas no formó secta. Espinosa lo fue tambien de un modo par

ticular, y vivió sepultado en la soledad de la campiña. El Scético Bayle, que todo lo demolia y nada edificó tambien pasó una vida privada.

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Mas por desgracia del género humano nació en Francia un hombre, que abusando de sus luces, concibió el horrible proyecto de sentar su sólio sobre los astros, y destronar al Altísimo. Lucifer con su mal ejemplo arrastró la tercera parte de las estrellas, nos dice la Escritura; esto es, los ángeles malos; y Volter, dando un aire gracioso á los materiales que tomaba del Diccionario crítico de Bayle, formó injustamente la opinion de su siglo, y mereció ser apellidado Patriarca de la nueva secta filosófica por un Rey tambien filósofo. No se ha visto todo lo que él ha hecho, decia Condorcet, mas él ha hecho todo lo que vemos; y podemos añadir, que si ambas autoridades no se unen para quitar de las manos de la juventud los estractos de las obras mas desacreditadas de este impio, que hoy en España se manejan mas que el Catecismo, dentro de poco tiempo el estrangero que busque en esta nacion la honradez española, hallará con sorpresa que la probidad se retiró de España tras de la fe.

Hoy no debe sorprendernos el dicho de S. Gerónimo, que Arrio fue una centella en Alejandria, y llenó de lágrimas al mundo. Tambien Lutero era un monge que incendió la Alemanía, Calvino la Francia, y los jansenistas con su invencible obstinacion en el error, y su resistencia sistemática á la autoridad, todos, todos han facilitado los caminos á este impio para adquirir innumerables prosélitos, y han desterrado la paz verdadera, política y religiosa del mundo. El oráculo de los nuevos filósofos, como lo llama el Abate Guyon, despues de haber corrompido los ánimos con sus impiedades, dijo: Que al romano Pontifice era preciso besarle los pies y atarle las manos; y esta insulsa bufonada fue el toque de alarma contra el santo Padre. Las naciones

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