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El hecho es que a su vuelta de España don Cristóbal debia a su suegro mas de trece mil pesos, i mediados de 1715 aun le retenia mas de dos mil.

que a

El hijo de María de Torres casó en Lima con una prima suya, llamada María de Munive, hija lejítima del vizcaino don Lope Antonio de Munive i de la señora peruana doña Leonor de Garavito i Mesía (1).

El tesorero Torres hace constar en su testamento el hecho de que, celebrado este matrimonio, su nieto volvió a Chile acompañado de su mujer, sin haber recibido un centavo de su padre.

I el cariñoso abuelo, que tuvo que pagar todos los gastos del viaje de regreso, continuó alojando i alimentando a la feliz pareja en su espléndida morada de la Plaza Mayor de Santiago.

Esta conducta de don Cristóbal Mesía i Valenzuela no honra ciertamente al segundo conde de Sierra Bella.

IX

Pocos años de vida, i no mui felices, quedaban al tesorero de la Santa Cruzada. No solo habia tenido la desgracia de ver morir a su hija, sino tambien la de perder la honra i parte de la fortuna.

En su codicilo, otorgado cinco años despues del tes

(1) He tomado esta filiacion del espediente formado en la audiencia de Chile sobre inventario de los bienes quedados por muerte de don Diego Mesía de Torres i de doña María de Munive. Véase catálogo del archivo de la audiencia de Santiago, tomo I, pájina 348. El diccionario peruano de Mendiburu está equivocado en este punto.

tamento, habla de informes siniestros enviados en contra suya al rei de España. Las víctimas de su codicia naturalmente se habian convertido en enemigos irre

conciliables.

Estos espesos nubarrones que oscurecieron el último período de su existencia, no fueron, sin embargo, obstáculo para que Pedro de Torres se preocupara hasta el fin de la conservacion i mejoramiento de su fortuna.

Ademas de las propiedades de que se ha dado cuenta, adquirió por compra una chacra, llamada mas tarde del Cármen, en los alrededores de Santiago i dentro de la jurisdiccion de la parroquia de San Isidro.

A pesar de su avanzada edad, Torres hizo edificios en ella, plantó una viña i rodeó ésta con un cerco.

Pero la preferente atencion del tesorero fué dar remate a la construccion del portal de la Plaza Mayor de Santiago. Con tal objeto, compró de diversos dueños tres tiendas i una càsita pequeña, que se hallaban intercaladas entre las tiendas de su propiedad; e inmediatamente las reconstruyó uniformando todo el edificio.

Solo quedaba como un lunar la puerta de la casa de don Juan de Argomedo, la cual interrumpia la hilera de las tiendas con una arquitectura diversa.

Previo permiso del propietario. Torres completó el portal en este punto, en altos i bajos. Argomedo, por su parte, se comprometió a pagar setenta pesos por el empedrado que le tocaba, i reconoció al tesorero la propiedad de la construccion de cal i ladrillo hecha sobre el zaguan de su casa.

Pedro de Torres manifiesta en su testamento de un modo espreso su voluntad de agregar al mayorazgo estos nuevos edificios.

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Por desgracia para Torres, así como no pudo gozar del título de Castilla, que otro adquirió con dinero suyo, así tambien el portal edificado merced a su constancia i desvelos no debia llevar su nombre, sino el de Sierra Bella.

Pedro de Torres murió en Santiago a 24 de agosto de 1722, i de ello da fe el escribano público Juan de Morales Melgarejo, quien le vió en su casa de la Plaza Mayor, tendido en la cama i amortajado con un hábito dominicano.

El tesorero Torres, como todos los caballeros de su época, era sumamente devoto. En vida fué mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, i en su testamento ordenó que su cuerpo fuera colocado en la capilla de la misma advocacion del convento de Santo Domingo, en sepultura de su propiedad, donde se hallaba desde hacia años su mujer, doña Isabel de Olivares.

Mandó tambien que despues de su muerte se rezaran por su alma innumerables misas, i dejó en su testamento diferentes legados para objetos caritativos o de piedad.

En el codicilo que otorgó a 18 de setiembre de 1721, disminuyó, sin embargo, estos últimos legados, en atencion, decia, al menoscabo de su caudal (1).

El matrimonio de su nieto, don Diego Mesía de Torres con doña María de Munive, habia sido fecundo en hijas mujeres, i el tesorero, que las habia visto nacer, quiso dejarles a todas una prueba de su cariño.

A doña María Micaela Gregoria la mejoró con la

(1) Tanto el testamento como el codicilo pueden leerse al fin. Apéndice, número 2.

chacra del Cármen, sin otro gravámen que una capellanía de dos mil pesos impuesta por él sobre esta propiedad en favor de su alma, i de las almas de doña Isabel de Olivares, María de Torres i demas parientes difuntos.

A doña Isabel Mónica le dejó dos azafates i dos palanganas de plata, i ademas dos esclavos, un varon llamado Pedro Nolasco, de seis años de edad, i una hembra llamada María Renovata, de doce a trece años.

De advertir es que el tesorero poseia a la fecha de su muerte, entre hombres i mujeres, veinticinco esclavos.

Por último, a doña Nicolasa i a doña Andrea las mejoró con trescientos pesos a cada una, a fin de que compraran sendas negritas para su servicio.

En su codicilo, Pedro de Torres nombra a una quinta bisnieta, doña Leonor, a la cual deja dos bernegales con sus salvillas.

En el mismo documento ordena que a su bisnieto i ahijado don Cristóbal le den un calentador de plata; dos de las mejores piezas de plata labrada; dos mulatillos, uno llamado Nolasco, i otro, que no nombra, de cinco meses; la cama i ropa blanca, dos escritorios i dos cajas de su uso. Recomienda tambien especialmente a sus padres le eduquen con esmero, como a quien va a ser sucesor en el mayorazgo.

Don Diego Mesía de Torres i doña María de Munive tuvieron un séptimo hijo, don Pedro Nolasco (1), que probablemente nació despues de la muerte de su bisabuelo.

(1) Don Pedro Nolasco Mesía i Munive se graduó de bachiller, licenciado i doctor en teolojia en la Universidad de San Felipe, con fecha 20 de octubre de 1760. Véase el Indice de los libros de esta corporacion, publicado en la Imprenta Cervantes, año 1898. Páj. 363.

El tesorero dejó de albaceas a su nieto don Diego Mesía de Torres, a su hijo natural don Diego de Torres, a su sobrino don Francisco Isidro, a don Manuel de Manzanal i al presbítero don Francisco Pardo; i de tenedores de bienes a don Diego de Torres i a don Francisco Isidro.

Don Diego Mesía de Torres, sucesor en el mayoraz

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María de Torres fué el tercer conde de Sierra Bella.

Su situacion social i pecuniaria no podia ser mas brillante a la muerte del tesorero de la Santa Cruzada. De éste habia recibido valiosísimas propiedades raíces, i por el lado de su padre i de su mujer tenia relaciones de sangre con las familias principales de Lima.

En el año 1712 desempeñó las funciones de alcalde. ordinario del cabildo de Santiago, en compañía de don Agustin de Vargas.

Dos de sus hijas contrajeron matrimonio con encumbrados magnates de la capital de Chile: la mayor, doña María Micaela, con don Luis de Ureta i Carrera, alcalde de Santiago en 1745; i doña Andrea, con don Alejandro de Salamanca, hermano del presidente interino del reino, don Manuel de Salamanca, i comisario jeneral de caballería en el gobierno de éste.

Por desgracia, a los pocos años del fallecimiento de su abuelo Torres, el conde de Sierra Bella empezó a sufrir los golpes de la suerte.

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