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IX.

Carta escrita por Pedro de Valdivia al emperador Cárlos V, desde la ciudad de la Concepcion, con fecha de 15 de octubre de 1550, dándole cuenta de todo lo ocurrido en la conquista y pacificacion de Chile desde el año de 1540 en adelante.

S. C. C. M. Despues de haber servido á V. M. como era obligado en Italia, en el adquirir el estado de Milan, y prision del rey de Francia, en tiempo del próspero Cotona y del marqués de Pisiara, vine á estas partes de Indias año de 1535, habiendo trabajado en el descubrimiento y conquista de Venezuela en prosecucion de mi deseo, pasé al Perú año de 1536, do serví en la pacificacion de aquellas provincias á V. M. con provision de maestre de campo general del marqués Pizarro, de buena memoria, hasta que quedaron pacíficas, así de la alteracion de los cristianos como de la rebelion de los indios : el marqués, como tan zeloso del servicio de V. M., conociendo mi buena inclinacion en él, me dió puerta para ello, y con una cédula y merced que de V. M. tenia, dada en Monzon, año 537, refrendada del secretario Francisco de los Cobos, del Consejo secreto de V. M., para enviar á conquistar y poblar la gobernacion del Nuevo Toledo y provincia de Chile, por haber sido desamparada de D. Diego de Almagro, que á ella vino á este efecto; nombrándome á que la cumpliese é tuviese en gobierno, é las demás que descubriese, conquistase é poblase hasta que fuese la voluntad de V. M.: obedeci volviendo el ánimo por trabajar en perpetuarle una tierra como esta, aunque era jornada tan mal infamada por haber dado la vuelta della Almagro, desamparándola con tanta é tan buena gente como trajo, y

(1) Sacado del original que se halla en el archivo general de Sevilla entre los documentos traidos de Simancas.

dejé en el Perú tan bien de comer como lo tenia con el marqués, que era el valle de la Canela, en las Charcas, que se dió á tres conquistadores, que fueron Diego Centeno, Lope de Mendoza y Bobadilla, y una mina de plata que ha valido despues acá mas de doscientos mil castellanos, sin haber un solo interés por ello, ni el marqués me lo dió para ayuda á la jornada.

Tomando mi despacho del marqués, partí del Cuzco por el mes de enero de 540: caminé hasta el valle de Copiapo, que es el principio desta tierra, pasado el gran despoblado de Atacama, y cien leguas mas adelante hasta el valle que se dice de Chile, donde llegó Almagro, y dió la vuelta, por la cual quedó tan mal infamada esta tierra, y á esta causa é porque se olvidase este apellido, nombré á la que él habia descubierto, é á la que yo podia descubrir hasta el estrecho de Magallanes, la Nueva Estremadura; pasé diez leguas adelante é poblé en un valle que se llatha Mapocho, doce leguas de la mar, la ciudad de Santiago del Nuevo Estremo, á los 24 de fevrero de 1544, formando Cabildo y poniendo justicia.

Desde aquel año hasta el dia de hoy, he procurado é puesto en efecto de dará V. M. entera relacion é cuenta de la poblacion é conquista de aquesta ciudad, y del descubrimiento de la tierra de adelante y de su prosperidad, y de los grandes trabajos que he pasado, y gastos tan crecidos que he hecho y se me ofrecen de cada dia por salir con tan buen propósito adelante : he escrito las veces con los mensageros que aquí diré, y en qué tiempos, por advertir que lo que á mi ha sido posible he hecho con aquella fidelidad, diligencia y vasallaje que debo á V. M., é la falta de no haber llegado mis cartas y relaciones ante su cesáreo acatamiento, no ha sido á mi culpa, sino de algunos de los mensageros por haber sido maliciosos, y pasar por tierra tan libre, próspera é desasosegada como ha sido el Perú, y á otros tomar los indios en el largo viaje los despachos, y á los demás la muerte.

Estando poblado traje á los naturales por la guerra é con

quista que les hice de paz, y en tanto que les duraba el propósito de nos servir, porque luego procuran cometer traiciones para se rebelar, que esto es muy natural en todos estos hárbaros atendí á que se hiciese la iglesia y casas, é á la buena guardia de todo lo que convenia : para enviar por socorro y dar á V. M. cuenta, dí órden de hacer un bergantin, y el trabajo que costó Dios lo sabe; hecho me le quemaron los indios é mataron ocho españoles de doce que estaban á la guardia dél, por esceder de la órden que les dejé, é á un punto se me levantó y rebeló la tierra, que fué todo en término de seis meses, é comenzaronme á hacer muy cruda guerra: viendo la imposibilidad de poder hacer otro despacho por tierra, con harto trabajo y riesgo de los que fueren y quedábamos, el capitan Alonso de Monroy, mi teniente, con cinco soldados de caballo, que no pude ni se sufria darle mas, partióse de mí por el mes de enero del año 542: llegado al valle de Copiapo, le mataron los indios los cuatro compañeros, y prendieron á él y al otro, é tomáronles hasta ocho ó diez mil pesos que llevaban, y rompiéronles los despachos: dende á tres meses mataron al cacique principal, é se huyeron al Perú en sendos caballos de los que les habian tomado los indios, que por ser la puerta del despoblado, se pudieron salvar mediante la voluntad de Dios con su buena diligencia; llegaron á la ciudad del Cuzco al tiempo que Vaca de Castro gobernaba, y en la coyuntura que habia desbaratado á los que seguian al hijo de Almagro y preso á él.

Allí trató con Vaca de Castro que le diese licencia de sacar gente para esta tierra; hizo sesenta de caballo, y con ellos dió la vuelta á donde yo estaba. Tardó dos años justos en su viaje, halló hasta doce mil pesos de ropa y caballos para traerme esta gente y darles socorro, y un navío en que metió los cuatro mil ducados pagué acá á las personas que se los prestaron ochenta y tantos mil castellanos.

Por enero de 544 fué de vuelta en la ciudad de Santiago el capitan Alonso de Monroy con los sesenta de caballo, y el navío

que envió del Perú echó ancla en el puerto de esta ciudad, que se dice de Valparaiso, cuatro meses antes; en lo que entendi en el comedio destos dos años, fué en trabajos de la guerra y en apretar á los naturales, y no dejarlos descansar con ella, y en lo que convenia á nuestra sustentacion é guardia de sementeras, porque como éramos pocos y ellos muchos, teníamos bien que hacer, y en esto me hallo ocupado.

En descansando un mes la gente, y regocijándonos todos con su buena venida, apreté tan recio á los naturales con la guerra, no dejándolos vivir, ni dormir seguros, que les fué forzado venir de paz á nos servir como lo han hecho despues acá.

Andando ocupado en esto, el julio adelante del año dicho de 544 llegó al dicho puerto de Valparaiso el capitan Juan Bautista de Pastene, ginovés, piloto general en esta mar del sur, por los señores de la real Audiencia de Panamá, con un navío suyo, que por servir á V. M., y por contemplacion del gobernador Vaca de Castro le cargó de mercadería él y un criado suyo para el socorro de esta tierra, en que traeria quince mil pesos de empleo, compré desta hacienda otros ochenta y tantos mil castellanos, que reparti entre toda la gente que tenia para la sustentacion della.

El mes de setiembre adelante del mismo año de 544, sabiendo la voluntad con que el capitan y piloto Juan Bautista de Pastene habia venido, é se me ofrecia á servir á V. M., y á mí en su cesáreo nombre, y la autoridad que tenia de piloto, y su prudencia y esperiencia de la navigacion desta mar y descubrimiento de tierras nuevas, y todas las demás partes que se requerian para lo que convenia al servicio de V. M., y al bien de todos sus vasallos y desta tierra, le hice mi teniente general en la mar, enviándole luego á que me descubriese ciento cincuenta á doscientas leguas de costa hácia el estrecho de Magallanes, é me trajese lenguas de toda ella, y así lo puso por obra, y en todo el dicho mes fué y vino con el recaudo que de parte de V. M. le encargué.

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Oida la relacion que el capitan y los que con él fueron me daban de la navegacion que hicieron y posesion que se tomó, y prosperidad de la tierra, abundancia de gente é ganado, é las que las lenguas que trajo me dieron, trabajé de echar á las minas los anaconcillas é indios de nuestro servicio que trajimos del Perú, que por ayudarnos lo hacian de buena gana, que no fué trabajo pequeño, que serian hasta quinientas pecezuelas, y con nuestros caballos les acarreábamos la comida desde la ciudad, que está doce leguas de ellas, partiendo por medio con ellos lo que teniamos para la sustentacion de nuestros hijos é nuestra, que lo habiamos sembrado y cojido con nuestras propias manos y trabajo: todo esto se hacia para poder tornar á enviar mensageros á V. M. á dar cuenta y razon de mí y de la tierra, Ꭹ al Perú á que me trajesen mas socorro para entrar á poblarla, porque no llevando oro era imposible traer un hombre, y aun con ello no se trabajaria poco cuando se sacaren algunos, segun la escepcion y largura que han tenido los españoles en aquellas provincias, y fama que habia cobrado esta tierra.

Anduvieron en las minas nueve meses de demora ; sacáronse hasta 60,000 castellanos ó poco mas: acordé de despachar á los capitanes Alonso de Monroy y Juan Bautista de Pastene con su navío, para que el uno por tierra y el otro por mar trabajasen de me traer socorro de gente, caballos é armas, y en este navío envié à un Antonio de Ulloa, natural de Cáceres, por ser tenido por caballero é hijodalgo, por mensagero con los despachos para V. M.: en ellos daba relacion de lo que hasta allí habia de que darla de mí, y de la conquista, poblacion é descubrimiento de la tierra: entre los tres y otros dos mercaderes, que tambien fueron á traer cosas necesarias, se distribuyó el oro que yo habia sacado, para que el Ulloa tuviese con que ir á V. M. y los capitanes y los mercaderes algun resollo para traer el socorro que pudiesen.

En lo que entendi con la gente que tenia, en tanto que parte

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