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Era lójico que el ayuntamiento que fijaba una tasa para la venta del trigo, la decretase también para el espendio del pan.

En los principios, la confección del pan corría a cargo de las mujeres, como sucede ahora en los predios rústicos.

Se vendían diez i ocho panes por un peso.

El cabildo, encontrando que no había proporción entre el precio del trigo i el del pan, dispuso, con fecha 4 de junio de 1557, que no podían darse menos de veinte panes por un peso, so pena en cada infracción de una multa de dos pesos aplicados para las obras públicas de la ciudad.

El cabildo de 1573 acordó el 10 de abril de este año: primero, que los molineros moliesen el trigo en el mismo orden que lo hubiesen recibido de los agricultores; i segundo, que restituyesen toda la harina producida por él, sin merma ni cercenamiento.

La pena fulminada contra los infractores era la treinta azotes.

La ciudad de Santiago fue fundada entre los árboles, como una colmena se coloca entre las flores.

Esos árboles no habían sido plantados ni regados por el hombre, como los que ahora la rodean.

La tierra i el cielo habían hecho el oficio de sembradores i cultivadores gratuítos.

Un sabio, don Rodulfo Amando Philippi, ha formado la nomenclatura de la selva entre cuyo follaje blanqueaban las casas de la ciudad i se elevaban los campanarios de sus iglesias.

Árboles que han crecido en abundancia en los alrededores de Santiago.

El Espino (acacia cavenia).

Algarrobo (prosopis siliquastrum). No se debe confundirle con el algarrobo de Castilla, Italia, Siria, etc. (ceratonia siliqua). Se ven todavía en Santiago casas antiguas con soleras, vigas i postes de algarrobo.

Litre (litrea venenosa). Su madera servía en la construcción de edificios i en la fabricación de muebles.

Peumo (crytocarya peumus).
Quillai (quillaja saponaria).
Maitén (maitenus boaria)

Canelo (drimys chilensis). Mui usado en tiempos antiguos como madera de construcción, para tablas, etc., i en la carpintería.

Patagua (tricuspidaria dependens). Árbol no mui alto, pero de tronco grueso; su madera se usa en la carpintería.

Los dos últimos árboles crecen en sitios húmedos.

El viento no debía bullir mucho tiempo entre las hojas de esa selva.

Los días de ella estaban contados.

Desde la fundación de Santiago, el cabildo tomó serias providencias para la conservación de los bosques circunvecinos.

Quería que la ciudad estuviese en medio de la floresta, como un nido entre las ramas.

El 1.o de julio de 1549, dispuso que nadie cortase ningún árbol sin dejar horca i pendón, esto es, los vástagos suficientes para la renovación de la planta, bajo la multa de dos pesos de oro.

El 26 del mismo mes, Pedro de Valdivia concedió al ayuntamiento, para propios de ciudad, todo

el monte existente desde la cordillera hasta el mar, con tal que se dejase a los conquistadores i a los conventos toda la madera que hubieran menester para sus edificios.

Las orillas del Maipo i las del Mapocho estaban comprendidas en esa donación.

El 2 de agosto de 1549, el cabildo dictó una ordenanza, adicionada el 9 de febrero de 1553, en la cual se disponía que ninguna persona cortase, ni mandase cortar, madera en los términos de la capital, sin previo permiso del ayuntamiento; que el infractor debía pagar seis pesos de buen oro por cada árbol que derribase i perder la madera estraída; que la multa debía distribuírse en esta forma: la mitad para el denunciador, la cuarta parte para la cámara de Su Majestad i la otra cuarta parte para las obras públicas de Santiago; que la madera cortada i decomisada debía destinarse para los propios de esta ciudad; i que solo se daría licencia para cortarla a los vecinos, iglesias i monasterios que necesitasen materiales para edificar.

El 28 de noviembre de 1552, el cabildo acordó que todas las licencias que se otorgasen para cortar madera se asentasen en un libro especial.

Copio algunas de esas concesiones que he estractado del tomo I de la Colección de Historiadores de Chile.

23 de noviembre de 1551.

Se dio licencia a Diego García de Cáceres, a Alonso de Escobar, a Pedro de Miranda i a Rodrigo de Quiroga para cortar la madera necesaria para construír sus casas, i no mas, bajo apercibimiento de perder la que cortasen para vender o para otra persona, i además cien de multa. pesos 28 de noviembre de 1552.

Se dio licencia al alcalde Rodrigo de Araya para sacar cien palos; a Juan Fernández Alderete, ocho

cientos; al alcalde Alonso de Escobar, seis; al rejidor Juan Gómez, ochocientos; al rejidor Diego García de Cáceres, ciento;

7 de diciembre de 1552.

Se dio licencia a Francisco Miñez para sacar ochocientos palos; i al rejidor Francisco de Riberos,

setecientos.

17 de enero de 1553.

Se dio licencia a Marcos Veas para cortar seis palos.

23 de enero de 1553.

Se dio licencia a Antonio de Bobadilla para cortar cuatrocientos palos.

8 de agosto de 1555.

Se dio licencia al rejidor Juan de Cuevas para cortar quinientos palos; i al alcalde Rodrigo de Araya, seiscientos.

6 de diciembre de 1555.

Se dio licencia a Diego de la Garza para cortar cuatrocientos palos.

2 de octubre de 1556.

Se dio licencia al alcalde Francisco de Riberos para cortar mil palos; al rejidor Juan Jufré, mil quinientos; al capitán Juan Bautista de Pastene, mil; i al capitán Juan de Medina, ciento.

Los solicitantes prestaban juramento de no sacar mas palos de los espresados; pero tenían el cuidado de agregar a sus peticiones el estribillo mas que menos para salvar sus conciencias i libertarse de la pena.

Es claro que la corta se hacía sin tomar las precauciones debidas para la conservación del arbolado.

Durante mucho tiempo, el cabildo de Santiago no tuvo techo propio bajo que guarecerse.

A falta de un hogar suyo, se reunió «en una casa que se señaló por de cabildo hasta tanto que se hiciese casa señalada para él».

Después se juntó en la casa de Pedro de Valdivia, en la de Salvador de Montoya, en la de Francisco de Villagrán, «que se señaló por casa de cabildo hasta que hubiera casa propia», en la de Juan Fernández Alderete, en la del licenciano Antonio de las Peñas, en la de Alonso de Escobar, en la sacristía de la iglesia mayor, «dentro de la iglesia. mayor, en la capilla», según el acta de 19 de setiembre de 1554, «dentro de la santa iglesia de esta ciudad, en la capilla mayor de ella», dice el acta de 8 de diciembre del mismo año.

Se juntó también en las casas reales, edificio designado en Santiago con el nombre de las Cajas.

Era justo, se decía, que el ayuntamiento, que se ocupaba en asuntos tocantes al servicio de Dios i del de su Su Majestad, como se espresaba en las actas, sc alojase momentáneamente en el templo o en el palacio.

El cabildo careció, en los primeros años de su instalación, de las cosas mas indispensables para el desempeño de sus funciones.

El 26 de enero de 1551, el procurador de ciudad Gonzalo de los Ríos pedía que se pusiera una mesa redonda en la sala de sesiones, donde hacía mucha falta.

El rei de Inglaterra Alfredo el Grande poseía siquiera una mesa de palo blanco, que le servía de tal para comer i de trono para administrar justicia, sentándose ya a ella, ya en ella.

La ordenanza sobre corta de maderas vino a proporcionar al cabildo algo de lo que necesitaba.

Lécse en el acta correspondiente al 8 de abril de 1552: «Los dichos señores (Rodrigo de Araya i Alonso de Escobar, alcaldes, i Juan Fernández

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