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y saqueasen la tierra; » se contrató un empréstito para compra de armas, y en el mes de Abril llegaron gentes de Siero, enviadas para ayudar á la defensa por el Señor gobernador del Principado. En 20 de Junio siguiente encontramos el siguiente acuerdo. «Estando juntos los jueces y regidores con el muy ilustre señor gobernador, para tratar cosas respecto á la defensa del puerto, se señaló los puestos en que se debian poner centinelas, se acordó que se hiciesen algunas trincheras y murallas, con foso en su esterior, para que pueda defenderse la tierra de los enemigos, si Francisco Drake general de la armada inglesa tratase de hacer algunos robos. » Como la villa contaba con muy pocos propios y no habia dinero para estas obras, se dispuso previa licencia del Obispo, que los jornaleros trabajasen en las murallas, por una módica retribucion los domingos y dias festivos; se distribuyeron armas, arcabuces y picas en varios concejos, por disposicion del señor gobernador, para atender à la defensa del país, y para la de Gijon se trajeron dos piezas de artilleria: en 19 de Setiembre acordó el Ayuntamiento «que cerca de un mandamiento de una cédula real, que el señor gobernador del Principado. en razon de que las justicias hiciesen pregonar que si alguna persona supiese ó entendiese que hubiese bienes de ingleses, los hubiese denunciado, manifestando que se le daría la tercera parte á la persona que lo denunciase, y se pasa mandamiento al pregonero de la villa, para que fije el edicto y lo publique en la plaza pública. Siendo mayor el temor á medida que se recrudecian las hostilidades, se manda en 13 de Octubre, cargar y tener prevenidas las piezas, y en 18 de Noviembre á consecuencia de una solicitud del alferez encargado de las mismas, se dispone poner á cubierto la batería, para que constantemente velasen cuatro personas, á pesar de que los vecinos, estaban fatigados con tanto repartimiento como ocasionaban estos gastos: por fin, penetrado el corregidor de estas razones, dispuso contribuyesen tambien otros pueblos de la provincia. Por fortuna la gran empresa que meditaba Felipe II hizo alejarse

á los ingleses de estas costas, harto cuidadosos para defender las suyas.

En el año de 1588 salió del puerto de Lisboa, aquella Invencible, que deshecha por una furiosa tempestad, originó el dicho célebre de Felipe II, de que no la habia enviado á pelear contra los elementos y solo sí contra los hombres: los restos de aquella poderosa armada, que de haber llegado á su destino, habría abatido para siempre el desmedido orgullo de la Gran Bretaña, llegaron a las costas de España, en el mas lamentable estado, naufragando muchas naves á vista de tierra.

Ya antes de partir la espedicion, los bajeles que mandaba el célebre adelantado Pedro Menendez de Avilés, se salvaron de un terrible temporal, gracias á la sabiduria de este ilustre marino, que abandonando el derrotero de sus compañeros, se refugió en la concha de Torres, esperando en sus tranquilas aguas, tiempos mas serenos en que pudiera darse á la vela. Agradecido el rey Felipe II. se espresó afectuosamente en una carta, dirigida al Adelantado, en la que tambien se le encargaba hiciera partícipe al pueblo de Gijon, lo presente que tenia sus buenos servicios, por el socorro que con toda prontitud habia dispensado á su escuadra, y que en premio de los mismos se concedia á esta villa privilegio para que en ningun tiempo se sacase gente alguna para la armada ni ejército. En la espedicion contra Inglaterra se hallaron tambien varios gijoneses distinguidos, de quienes haremos mérito mas adelante.

Ocupémonos ahora de otros sucesos, curiosos si, pero que no revisten sinó un caracter puramente local. En el mes de Diciembre del año de 1566, se desarrolló en Gijon, una gran peste, tanto que la justicia y Regimiento hubo de trasladarse á Contrueces, donde pernoctó hasta el 4 de Febrero del año inmediato. Con grandes fiestas se celebró en el de 1572 el nacimiento del principe de Asturias hijo de D. Felipe II, tanto que esplendido el municipio, dispuso se gastasen para mayor realce de las mismas y por su acuerdo de 21 de Febrero, la cantidad de 5.000 maravedís que sobraron de las sisas del cay. Fueron

los años de 1576 y 77, abundantes en grandes calamidades; perdida por completo la cosecha, muchos pobres fallecieron de hambre á pesar de los esfuerzos empleados en su obsequio por los señores justicia y Regimiento, que dedicaron á su alivio todos los fondos sobrantes del cay: por este mismo tiempo se originó un pleito entre Gonzalo Menendez Valdes y la villa de Gijon, sobre si Gonzalo y sus sucesores habian de atender à la conservacion y reparo del camino real, que conducía al santuario de Contrueces y Oviedo, fundándose en que pasaba por sus tèrminos. Dióse comision y poder para seguir este pleito por el Ayuntamiento, al regidor D. Alonso Ramirez Jove, mas fué perdida la instancia, declarándose por definitiva sentencia, que no podia aplicarse aquella carga al dicho don Gonzalo y sucesores. Uniéronse despues las partes litigantes, en un nuevo pleito, contra el obispo de Oviedo y su fiscal que pretendian despojar á la villa de el patronato de el Santuario, casa de Novenas y nombramiento de mayordomo y ermitaño, y á Gonzalo de la capilla de San Andrés de Cornellana, su patronato y regalias: despues de varios recursos y apelaciones, en sentencia dictada por el arcediano de Babia, como juez apostólico, se declaró ser el patronato de el santuario de Centrueces, nombramiento de mayordomo y ermitaño de la villa; de sus vecinos la casa de Novenas; y de Gonzalo y sus sucesores el de la capilla de San Andrés.

Relatemos ahora un triste episodio, ocurrido en aquel tiempo, y que encontramos en una obra antigua: tenía su residencia en Gijon, una noble y hermosa señora, esposa del almirante Pedro Menendez Valdes é hija del célebre adelantado Pedro Menendez de Aviles: acompañaban á esta dama las mas recomendables dotes de recogimiento y virtud: á pesar de esto, algunos parientes de su marido, por sospechas infundadas contra su honor, ó por una refinada aversion, que parece lo mas probable, dieron en decir, que habia empañado el lustre de su familia y la honra del Almirante; llevando por último su malévola intencion, hasta el estremo de darla muerte, sorprendiéndola en una noche en

que se encontraba sola en su casa. Al esparcirse esta novedad entre el pueblo, donde la víctima era muy querida, se levantó un furioso clamoréo contra los autores de tan bárbaro atentado; nobleza, clases populares y hasta mugeres se pusieron en armas, y mas numerosos que sus contrarios, habrian sufrido éstos justa venganza de su infame agresion, si la súbita llegada de padre y esposo, no hubiera hecho caer las armas de manos de los que se disponian à vengar su honor. Al enterarse del suceso, ambos marcharon con toda presteza á la córte, el A lelantado á pedir el castigo de los criminales, y su yerno el perdon, que con harto dolor comprendia, que el filo de la jurídica cuchilla, al caer sobre la cabeza del culpable derramaria su propia sangre. Despues de muchas solicitudes, consiguió la gracia cuando ya se iba á cumplir la sentencia, que de último suplicio habia pronunciado la audiencia de Valladolid. No se apaciguó sin embargo por entonces, el en-cono entre los divididos miembros de esta familia, originándose en Gijon, contínuas pendencias y desgracias, hasta que por último se verificó una reconciliación general, por medio de varios matrimonios, que hicieron olvidar las pasadas discordias.

Durante los siglos XV y XVI, continúo la Villa su obra de reedificacion, construyéndose el barrio que hoy se llama de Cimadevilla, dentro del recinto de los vestigios de la antigua muralla, y fuera de ella algunas casas en el terraplenado foso: su puerto comercial, que habia sido mandado construir por los reyes D. Fernando y D.a Isabel, en virtud de real cèdula librada en Valladolid en el año de 1480, por la que se concedian los fondos suficientes para llevar á cabo la obra, y que hemos visto confirmada por cédulas del emperador Carlos V y sus sucesores, adelantó muy poco en este período, declarándose exiguamente terminado en el año de 1582. En el de 1572 y sobre los cimientos de la Torre Augusta, monumento erigido por los romanos, segun ia tradicion, se levantó por acuerdo de la justicia y Regimiento, la conocida con el nombre de el Reloj, cuya máquina, segun una obra escrita en el siglo pasado, aun se encontra

ba en buen estado en el año de 1784. El Ayuntamiento y vecinos, nombraron por comisario para la direccion de esta obra, al regidor Alvaro de Llanos: en el año de 1588 una furiosa tempestad arrojó un rayo, que derribó el segundo cuerpo de la torre: en el de 1590, el mismo Ayuntamiento y vecinos, comisionaron al regidor Toribio Menendez Valdés, para que la reparacion se llevase á efecto con la mayor solidez y economía. Tambien se edificaron en este siglo, las torres conocidas con el nombre de Valdés, mejorándose la iglesia de San Pedro con algunos ensanches, de los cuales, asi como del gobierno eclesiástico, nos haremos cargo en el capítulo próximo. Por último se levantó una puerta, que hacía frente à la barra y entrada del puerto, que fué derribada, cuando se constru yó la dársena actual.

A mas de las obras del cayó muelle de que dejamos hecho mérito, y que consumian gran parte de los fondos municipales, tambien se atendió por los Señores justicia y Regimiento á la mejora y construccion de otras obras de público y general interés para la villa y su jurisdiccion, como fueron el Contracay, y la fuente nueva del Arenal, los caminos de la Iglesia, de Tacones, Serin, Viñao, y Poago; los puentes de Porcia, Poago, Fresno, Tremañes. Cornellana y de Llanio, (hoy la Guia) y la mejora del astillero; sobre lo que es digno de notarse, que deseando un regidor, aplicar ciertos fondos sobrantes á la construccion de una fuente, acordó el municipio «que no convenía á esta villa porque los fondos se necesitan para la mejora del cay é astillero, donde se fabrican y componen los barcos que vienen á Gijon.»

Hasta mas de mediados del siglo XVI la villa no pintaba armas, segun acreditan diversos historiadores, entre ellos Tirso de Aviles; por este tiempo se formó el blason de la misma consistente en la efigie del rey Pelayo, con la espada en la diestra y la cruz de la Victoria en la siniestra.

En cuanto á su poblacion era en el año de 1594, de

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