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No vemos inconveniente en seguir la inspiracion en este punto del Sr. Menendez Valdés, que dice que en Gijon padecieron el martirio en la violenta época de persecucion de los romanos, la mayor parte de los mártires asturianos; tenemos como argumento para probar la veracidad del aserto, que era Gijon la única plaza de guerra de Asturias, y donde tenia su asiento el Magistrado jurídico, en cuyo tribunal eran presentados y acusados de impiedad como reos de muerte, todos aquellos que profesaban la ley de Jesucristo. (1)

Trelles, en su historia de Asturias Ilustrada, siguiendo á Mariana, el P. Vivar y otros autores, cita el nombre de algunos santos asturianos, ó que en Asturias sufrieron el martirio; dice que en la décima persecucion dictada por

(1) No se muestra satisfecho aun el Sr. Menendez Valdés, sino que descendiendo á pormenores, señala el lugar donde tenian efecto las ejecuciones, y se entretiene en multitud de detalles que reproducimos á continuacion:

«Era la única plaza que los romanos tenian en Asturias: en ella residia el Magistrado jurídico, en cuyo tribunal eran presentados, y acusados de impiedad (como reos de muerte) todos aquellos que profesaban la ley de Jesucristo: estaba esta tan impresa en los corazones de los asturianos, y estos tan resueltos, constantes, y deseosos en confesarla y morir en su defensa, que no necesitaban detenerse en averiguaciones aquellos inicuos jueces para mandar conducirlos al patibulo: el parage donde se ejecutaban sus inicuas crueles sentencias, y sepultaban sus cuerpos era á la otra parte de el foso en el Arenal, y sitio que hoy ocupa la calle de la Plaza, que por esto se ha llamado hasta principios de el próximo pasado siglo, que se principió Campo Santo. Y cuando se edificaron las casas se hallaron muchísimos huesos y esqueletos: el año pasado en la escabacion que se ha hecho para conducir las aguas se han descubierto algunos, y en el dia de hoy 4 de Julio de 1778 en la casa de D. Francisco Rato Argüelles inmediatamente segun el terreno lo demuestra al lugar que ocupaba el mismo foso, abriendo cimientos para reparaciones de varias oficinas Emeterio Rodriguez, Juan de Cadrecha y otros canteros, encontraron dos sepulcros que he visto, hechos (al parecer) aceleradamente con ladrillos de tercia en cuadro y pulgada y media de grueso; otros acanalados de dos pies de largo y cuarta de ancho, de que usaban los romanos para cubrir sus casas, y algunas losas caleares, materiales que estarían

Diocleciano, fueron víctimas en Santander el duque de Asturias y Cantabria D. Lupa, de quien hemos hablado, y Antonina, con otros muchos compañeros.

En otros pueblos de Asturias, Revocata, Teófilo, Saturnino, Victoria, Cleno, Centolina, Leon Saturnino, Fortunato, Pastor, Asturio.

En la octava persecucion por Valeriano, las vírgenes Domicia y Próculo. En la séptima, por Decio, cruel enemigo de los godos, Agapiz virgen, Firmio, Gorgonio y Antonino.

En la segunda persecucion por Domiciano, padecieron con otros veintisiete asturianos y cántabros, Vincencio, Dativo y Juliano.

Hácia el siglo III se regularizó la religion de una mane

mas prontos: pero colocados sin union, órden ni curiosidad: en uno de ellos estaban huesos de tres cuerpos con sus calaveras, las dos, que demostraban ser de hombre, y mujer, colocadas á la cabecera mas ancha, y la otra al parecer segun su pequeñez, de niño, á la otra: al tocarlas, y lo mismo los huesos, se deshicieron: el otro contenia varios y cenizas; no obstante, estoy muy lejos de pensar que estos huesos son precisamente de aquellos mártires, porque me persuado, que tambien en aquel sitio habrian sido ajusticiados, y sepultados muchos delincuentes, y gentiles; pero lo piso con la misma reflexion y respeto, que se pisa la calle del Coso en Zaragoza, pues aquellos parajes que por constante antigua tradicion ú otra bien fundada razon, sabemos son depósito de los mártires aunque igualmente lo sean de los cuerpos de los malhechores, y gentiles, y estos esten, como sin duda están confundidos con aquellos, siempre los debemos estimar y respetar como reverentes receptáculos de preciosas reliquias de santos.»>

En el año de 1865 estando arreglándose el nuevo piso de la plaza, una vez derribada la casa que ocupaba su centro, y en el mismo sitio á que se refiere el Sr. Valdes, el autor de estas páginas ha tenido ocasion de ver como otras muchas personas, varios sepulcros que se han encontrado en aquel punto, y que parecen ser de tiempos muy antiguos; habia en ellos esqueletos humanos en perfecto estado de conservacion, y denotando por algunas singularidades de su cráneo y la espesa capa de cal que le cubria, que las personas allí enterradas habian sucumbido á muerte violenta. Esto no es en modo alguno asentir á determinada opinion; es solo denunciar un hecho.

ra conveniente; creándose las gerarquías eclesiásticas, aun cuando dependiendo todo el territorio de Astúrica ó Astorga, cabeza de todo el país desde la ruina de Lancia.

Durante este período sobresalieron en santidad y virtudes, varios obispos y religiosos asturianos de diferentes iglesias, que canonizados siglos despues, se les venera en el dia como santos en los altares: entre ellos San Froilano, segundo obispo de Lugo, cuya silla regía por los años de 598. (1)

La semilla de la fé fructificó rápidamente en Asturias, y á la caida del imperio romano, todos sus habitantes profesaban la religion católica, como antes adoraban á un Creador Unico: los templos de los gentiles, convertíanse en iglesias cristianas, levantándose tambien nuevas y suntuosas fábricas; así lo atestiguan respetables escritores; y contrayéndonos á Gijon solo hasta la época que llegamos en el capítulo anterior, podemos afirmar que tal vez fué la primera poblacion de Asturias, en que se rindió culto á Cristo en los altares: por eso se leen en un documento antiguo las siguientes líneas: «que su primera fundacion ha sido por San Torcuato, y los primeros católicos convertidos por el apóstol Santiago, y tambien por el mismo San Torcuato en la misma villa, á su regreso de Jerusalem, con Thesifona. Cecilio, Maucio, Segundo, Indalecio y otros discípulos de San Pedro, que envió este santo apóstol á predicar por España.» Despues se levantaron otros templos, de los cuales no se tiene noticia, á causa de las grandes catástrofes que sobrevinieron.

Habia sonado entre tanto la hora de la destruccion del poder romano: «grande, conquistador, civilizador en su principio, era raquítico, cobarde y corrompido: el imperio que comenzó por un hombre á quien el mérito hizo apellidar con el nombre divino de Augusto, termina en Occidente con otro hombre á quien por irrision y sarcasmo se aplicó el de Augustulo. Godos, suevos, alanos, vándalos,

(1) Trelles, Asturias Ilustrada.

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francos borgoñeses, herulos, sármatas y tantas otras razas de dificil nomenclatura, se desparraman desde el Vistula y el Danubio hasta el Tajo y el Bétis, llevando delante de sí la devastacion y el esterminio; y los romanos, bárbaros y semibárbaros se revuelven en larga y confusa guerra, en la Alemania, la Italia, las Galias, la España y hasta el Africa; cada pueblo, cada nacion, acude á tomar su parte en el despojo universal, y nuestra pátria es dividida entre godos, vándalos, suevos y alanos: estas bárbaras naciones se apoderaron en menos de dos años de la mayor parte de España haciéndose señores de ella, á escepcion de nuestra provincia de Asturias, Cantabria y Celtiberia.»

Apenas los asturianos comprendieron el peligro en que se hallaban de verse sojuzgados por los bárbaros, sintieron renacer en sus corazones los sentimiensos de su antigua libertad, y así, sacudiendo el poder caduco de Roma que de nada les servia, proclamaron su independencia, corriendo animosos al son del bélico clarin á rechazar la fúria de los nuevos conquistadores: acercáronse los vándalos, mas hubieron de tornarse para otras tierras, tan pronto como vieron la prevision de los naturales y la gran dificultad que habia en conquistar tan ásperas provincias.

No contentos los bárbaros de la parte respectiva que á cada nacion habia tocado, pronto miraron con ojos de codicia las posesiones de sus vecinos; así se enredaron en guerra unos contra otros al cabo de muy poco tiempo. Alace, rey de los alanos, que tenia el señorío de Lusitania y Cartagena, acometió á los vándalos, y su rey Gunderico que poseia la Andalucía: vencidos estos, pidieron hospitalidad á los asturianos, quienes generosamente se la otorgaron varios años residieron entre sus huéspedes, hasta que al cabo juntaron una armada con la que partieron á otras tierras, á efectuar sus piráticas correrías. Resta decir, que durante su permanencia en el país, auxiliaron á los naturales, que con sus duques al frente, rechazaron varias veces las agresiones de los suevos, que ocupaban á Galicia y trataban de sujetarlos á su dominio.

El rey de los suevos Rechiario, que era dueño de casi

toda España, babiendo sabido la venida de los godos, que merced a pactos con los romanos acreditaban títulos legitimos á la posesion de la península, salió á su encuentro con poderoso ejército, y en las riberas del rio Orbigo, se dió la batalla harto desastrosa para los suevos, donde quedaron completamente derrotados, y sus contrarios prepotentes y dueños del país. Desde entonces hallamos así mismo la provincia de Asturias, unas y otras veces invadida por los godos, pero nunca conquistada, hasta que transcurridos largos años de contínua lucha, hubo de terminarse casi al mismo tiempo que se verificaba el siguiente importante acontecimiento.

Profesaban los asturianos el cristianismo desde los primeros siglos de la iglesia, y eran los godos ardientes sectarios de Arrio: Recaredo abrazó el catolicismo, y á su semejanza todo su pueblo; entonces comenzó á notarse en Asturias una tendencia favorable á la union, bajo el cetro de los godos, que sin embargo les dejára una prudente libertad para gobernarse por sí mismo: iba al mismo tiempo robusteciéndose tanto el poder gótico, que rayal a en temeridad, resistir con un puñado de gente, el impetu de tan bravos como numerosos ejércitos: así fué en efecto, que en el reinado de Sisebuto, provocáronle los Cántabros y asturianos, por desavenencias tenidas con los naturales de las provincias vecinas, y en breve, pero sangrienta guerra, dejó harto mermado su territorio y en la imposibilidad de rechazar una nueva agresion.

Algunos historiadores antiguos, dicen que con motivo de esta guerra agradaron tanto al rey godo las escelentes prendas de valor, lealtad y nobles sentimientos que los asturianos atesoraban, que les propuso una alianza y que le reconocieran por señor, dejándoles el gobierno del pais; á lo que accedieron los asturianos, sometiéndose al señorío de los godos y gobernándose en adelante casi por unas mismas leyes, ceremonias, usos y costumbres, aun cuando ejerciendo la suprema autoridad en el país, sus duques que indistintamente se titulaban de Asturias ó de Cantabria. Sin embargo, por mas que sea triste destruir tradiciones

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