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Entretenidos iban en gustosa Conversacion, i hubieron de alejarse Tanto, que encapotada i tempestuosa Los sorprendió la noche a gran distancia. De su comun estancia.

Otra posada no se les presenta

Que una alta encina, añosa, corpulenta:
El hueco tronco ofrece albergue i cama
A nuestro Dogo: la lijera Ardilla
Se sube de tres brincos a una rama,
I lo mejor que puede se acuclilla.
Danse las buenas noches, i dormidos
Quedaron luego. A lo que yo barrunto,
Eran las doce en punto,

Hora propicia al robo i al pillaje,
Cuando aportaba por aquel paraje
Uno de los ladrones forajidos

De mas renombre, un zorro veterano,
Terror de todo el campo comarcano
En leguas veinte o treinta a la redonda.
En torno al árbol ronda,

Alza el hocico hambriento

De palpitante carne, atisba, husmea,

I ve a la Ardilla en su elevado asiento.

Ya en su imajinacion la saborea,

I la boca se lame,

I la cola menea;

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Me encomendó que luego en busca fuera

De su sobrina, i la mitad le diera
De la hacenduela escasa

Que al salir de esta vida

Nos ha dejado. A mi paterna casa

Sea usted pues mil veces bien venida,
I déjeme servirla en el viaje

De escudero i de paje.

¿Qué es lo que duda usted? ¿Qué la detiene,
Que de una vez no viene

A colmar mi ventura, en lazo estrecho
Juntando el suyo a mi amoroso pecho?»
Ella, que por lo visto era ladina
A par que vivaracha i pizpireta,
I al instante adivina

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De la maldad el triste paradero,

I lo que vale en lances de la vida

La acertada eleccion de un compañero.

No necesitando D. Andres Bello enriquecerse con lo ajeno, ha cuidado de hacer saber que el asunto de esta fabula es de Florian, aquel que asentaba que: «en poesia como en la guerra, lo que un autor toma a sus compatriotas es un robo, pero lo que arrebata a los estranjeros es una conquistas (1). Bello, que seguramente no acepta tal principio, ha reconocido la deuda.

En efecto, la fábula que acaba de leerse es una traduccion, pero bastante libre de la fabula 2.a del libro 4.o de las de Florian. Para dar una idea del sistema que Bello ha seguido en este trabajo, permítaseme comparar dos trozos del orijinal con dos de la traduccion.

Florian pinta así el acecho que el Zorro hace de la Ardilla:
Arrive au pied de l'arbre; et levant le museau

Voit l'écureuil sur un rameau.

Il le mange des yeux, humecte de sa langue

Ses lèvres, qui de sang brûlent de s'abreuver.

Bello ha traducido, o mejor dicho, imitado el pasaje anterior de

esta manera:

En torno al árbol ronda,

Alza el hocico hambriento

De palpitante carne, atisba, husmea,

I ve a la Ardilla en su elevado asiento.

Ya en su imajinacion la saborea,

I la boca se lame,

I la cola menea.

Florian pone en boca de la Ardilla el discurso siguiente: .....Je meurs d'impatience

De vous embrasser, mon cousin;

Je descends; mais, pour mieux lier la connaissance,
Je veux vous présenter mon plus fidèle ami,
Un parent qui prit soin de nourrir mon enfance;
Il dort dans ce trou-là; frappez un peu; je pense
Que vous serez charmé de le connaître aussi.

Veamos ahora como Bello ha arreglado el mismo discurso:
Fineza tanta, mi querido primo,

I el liberal socorro

(1) Florian, œuvres, tomo 6, páj. 7, edicion de Paris, 1824.

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Una traduccion de esta clase puede ser tenida por una obra oriji. nal con mas justicia de la que tuvo el gran Federico de Prusia para dar semejante calificacion a la traduccion hecha por Delille de las Jeóricas de Virjilio.

Florian i Bello han deducido tambien una leccion diversa de la fábula de que se trata.

Florian dice:

Bello dice:

Ceci prouve deux points: d'abord, qu'il est utile
Dans la douce amitié de placer son bonheur;
Puis, qu'avec de l'esprit, il est souvent facile
Au piége qu'il nous tend de surpendre un trompeur.

Esta sencilla historia nos advierte

A un tiempo, hija querida,
Tres importantes cosas:

De un seductor las artes alevosas,

De la maldad el triste paradero,

I lo que vale en lances de la vida

La acertada eleccion de un compañero.

En una coleccion de composiciones en prosa i verso, parto de va rios injenios de Santiago, publicada con el título de Aguinaldo, el 1.o de enero de 1848, se encuentra una silva de D. Andres Bello A Peñalolen, propiedad que fué de D. Mariano Egaña, que no lleva al pié ni firma, ni siquiera iniciales, del autor (1). Nuestro poeta datan poca importancia a sus producciones poéticas que habia olvidado completamente la que acabo de citar, i ha sido menester que se

(1) Aguinaldo páj. 88.

la re

le presente el Aguinaldo i que vuelva a leer su silva para que conozca por suya. Sin embargo, examínese esa pieza i se verá que no es la falta de mérito lo que debe haber ocasionado que su autor no la tuviera presente. Siento no poder reproducirla aquí, solo porque ya he insertado tantos versos, i tengo que insertar tantos otros todavia, lo que no es un mal cuando son buenos como los de don Andres, pero lo que es un inconveniente cuando no se puede disponer de todo el espacio necesario i se conoce que ha sido preciso, a causa de lo abundante de los materiales, alargarse mas de lo que permitian las dimensiones que la naturaleza de esta obra señala.

La Revista de Santiago publicó en junio de 1850 la traduccion de un largo trozo del Sardanápalo de Byron, precedido de una corta pero interesante introduccion (1). Esa traduccion que aparecia anó nima era debida a la pluma de D. Andres Bello.

La lectura de este fragmento hace lamentar que D. Andres Bello no haya ambicionado el envidiable destino de no poder morir sino con un inmortal,» como decia el poeta italiano Leopardi espresando cuán feliz seria si pudiera ligar su nombre como traductor a algun ilustre clásico de la antigüedad. Bello, sin embargo, parecia estar llamado por sus vastos conocimientos filolójicos i la delicadeza de su juicio, para dotar a la lengua castellana con la traduccion de alguno de los grandes monumentos literarios estranjeros. ¿Cómo no ha tentado una empresa de esta clase a Bello, que ha acometido sin miedo trabajos de tan largo aliento? Entre, sus papeles abandonados, he visto traducciones de trozos de Molière i de otros, pero no hai nada completo. Tiene guardada la traduccion de varios cantos del Orlando innamorato de Bojardo refatto, por Francisco Berni, traduccion inconclusa de un orijinal que tambien ha quedado inconcluso. «¿Cómo no se me ocurrió traducir en vez del Orlando enamorado, la Jerusalen libertada, he oido a Bello preguntarse a sí mismo, cuando esta segunda obra era tanto, mas corta i de tanto mas mérito que la primera?» Si nuestro autor hubiera dispensado un beneficio de esta especie a la literatura castellana, de seguro no se habria visto espuesto, como sucedió a Delille con las Jebrjicas, a que se volviera a traducir al latin su traduccion para hacer patente lo defectuosa que era.-(Continuará.)

MIGUEL LUIS AMUNÁTEGUI.

(1) Revista de Santiago, tomo 4, páj. 223.

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