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aparenta estar dotado. Son innumerables los ciudadanos que en las repúblicas americanas han sido desterrados, i sin embargo, a pesar de haberse visto sin patria į sin hogar, la mayor parte de ellos ha manifestado mas resignacion, mas entereza de ánimo. Un poco de estoicismo sienta bien a un varon.

D. Nestor Galindo es el Heráclito de la poesia americana; nos vemos forzados a confesar que a veces llora demasiado i sin motivo. Júzguese por lo que dice él mismo:

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Si Galindo llora no solo con las penas, sino tambien con los plàceres, i no solo con las penas propias, sino tambien con las ajenas, es indudable que sus lágrimas llegarán a formar con el tiempo un océano insondable, i que corremos riesgo de un nuevo diluvio.

Los versos de Galindo son jemidos que se suceden el uno al otra desde el principio hasta la conclusion del volúmen, como en la yasta estension del mar las olas se suceden a las olas; pero esos je: midos no nos conmueven, porque comunmente no se exhalan del corazon, sino que son el eco de una melancolia ficticia i sistemática.

¿Cómo quereis que creamos que todos vuestros amigos no han correspondido a vuestro cariño, que os han traicionado, que os han clavado un puñal en el pecho, cuando las dedicatorias de vuestras poesias están declarando precisamente lo contrario; sobre todo cuan do para mayor abundamiento poneis en una nota que estimais a uno de ellos con un afecto infinito, i cuando habeis tenido especial cuidado de copiar las alabanzas que os envian i los versos que os dirijen en testimonio de sus simpatias? ¿Cómo pretendeis persuadirnos que todas las mujeres son falsas e infieles, que ninguna os ha amado, que todas os han olvidado, cuando de autos consta una cosa enteramente diversa por confesion de parte, como diria un abogado; pues segun aparece de vuestros mismos versos, habeis conjugado con varias hijas de Eva el verbo amar en todos sus modos, tiempos, números i 'personas, i en muchas ocasiones habeis sido el primero en dar el ejemplo de la indiferencia o infidelidad?

Las interminables quejas de Galindo adolecen a nuestro juicio de un defecto capital: falta de sinceridad. A primera vista se conoce que no son mas que declamaciones ampulosas, temas de versificacion, como podrian serlo para otros el sol, la luna o las estrellas. REV, TOMO IV.

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Aun cuando el poeta diga i repita hasta el cansancio que su alma está triste como la soledad, desesperanzada como la muerte, el lector no se deja engañar por esas frases. Un desborde tan prodijioso de sentimentalismo no es, no puede ser la espresion de la verdad. Galindo llora por sistema en sus versos, como las plañideras jemiquean por oficio en los entierros. Seducido por el siguiente concepto de Lamartine, que ha puesto de epígrafe a su libro: «Solo lo patético es infalible en el arte,» ha exajerado su dolor sin fijarse en que la exajeracion del dolor deja de ser patética. Creyendo que la tristeza verdadera o imajinaria es una fuente inagotable de poesia, no solo la ha buscado a toda costa, sino que ha pasado a amarla i a gozarse en ella.

El lenguaje mismo que emplea el autor de las Lágrimas está manifestando que se deleita con el dolor, como otros con el placer. Válese para pintar sus tormentos de los términos mas suaves que descubre en el diccionario, de los colores mas bellos que encuentra en su paleta, por impropios que sean. Hai un verso en que aplica a la pena el epiteto de dulce; otro en que llama feliz a la tristeza; otro en que habla de guardar en sa alma un tesoro de padeceres; en una parte dice que su pecho es un riquísimo manantial de penas; en otra que la existencia está llena de sinsabores como el mar lo está de perlas i corales; en otra dice que el sol llora rayos de luz i dora de tristeza el universo.

Galindo ha escrito en una de sus composiciones:

La tierna paloma su suerte lamenta,
Simpática jime, se goza en su llanto.

Esa paloma que se goza en su llanto es la imájen mas espresiva, el emblema mas exacto del autor mismo, que no solo jime, sino que tiene gusto en jemir.

Podrian dirijirse a Galindo los versos que él ha dedicado a uno de sus hermanos en Apolo que padecia de una enfermedad análo ga a la suya:

A UN POETA.

Enjuga, poeta, el dolorido llanto
Que empapa tus mejillas juveniles;
Deja el land del dolor; alza otro canto
De amor, en armonia a tus abriles.

La juventud que llora el desencanto

Es cual la flor marchita en los pensiles;
Todos la miran con desden i mofa......

¡Alegre canta i tu dolor arroja!..... (1).

Galindo que sabe confortar a los demas deberia principiar por alentarse a sí mismo. Convendria que leyera i aprovechara la composicion titulada: ¡ Valor i espera! que es una de las pocas que interrumpen la uniformidad de su libro, i en que logra dominar el desaliento que le agobia:

¡VALOR I ESPERA!

A MI AMIGO B. B.

Deja, cantor, esa enlutada lira
Que tristemente melodias suspira;
No jimas mustio así;

Deja que un rayo de consuelo vierta
Paz en tu corazon; aún no está muerta
La dicha para tí.

Hai un cielo do el jenio solo sube
En las alas doradas de un querube
Del trono del Señor.

En él la gloria con sus lauros bellos
Te aguarda entre fulgores y destellos
Al vivo resplandor.

Sigue pues anhelante en el camino
Que te muestra tan grande, tan divino,
Tan bello porvenir!

Calma sucede a la borrasca impia:

Asi suceda en tu alma a la agonia
El plácido vivir.

Enjuga el llanto, pues. ¡ Valor i espera! (2).
No sucumbas al peso de la pena,

Al ai! que triste exhalas.

Sé como el ave que se posa ufana
En nna frájil, delicada rama,

Sabiendo que tiene alas! » (3).

(1) Mofa i arroja son asonantes, i no consonantes como lo exijia la rima.
(2) Es evidente que espera no puede consonar con pena, ni ufana con rama,
(3) Victor Hugo.-Nota del autor.

Los editores del volúmen que analizamos dicen en el prólogo : En la poesia americana la tristeza ha sido siempre el rasgo mas fuerte de su jenio, el tinte mas marcado de su fisonomia. Nuestra musa siempre ha llorado; no ha tenido niñez ni ilusiones. Pero no es nuestro ánimo examinar aquí las causas que marchitando su lozania la hayan envejecido antes de tiempo; ni menos el detenernos a averiguar por qué ella tan jóven aun, en lugar de su blanco vestido de vírjen, arrastra ya el triste crespon del dolor.»

Si el hecho fuera cierto, que a nuestro juicio no lo es, por lo menos en la latitud que se pretende, seria un mal que deberia deplo rarse, i sobre todo correjirse. La poesia que llora i se queja vagamente, sin señalar una causa satisfactoria de sus lágrimas i lamentos es, no un producto natural del nuevo mundo, sino una importacion estranjera, cuya introduccion deberia prohibirse severamente, o cuando menos recargarse con fortísimos impuestos, si hubiera aduanas literarias. Olmedo, Bello, Pardo, Heredia, Varela, etc., no han ostentado en sus obras esa sensibilidad enfermiza i exajerada, propia de mujeres nerviosas; i sin embargo, son vates americanos de primera nota, cuya musa no ha llevado, a guisa de santo ascético, una calavera en la mano.

No pretendemos por esto que el poeta se absten ga absolutamente de cantar el dolor, porque tal exijencia conduciria a quitar a la lira una de sus cuerdas i al corazon una parte de sus afectos; pero nos gustaria sí que se desterrase de la literatura esa tristeza de aparato, esa tristeza de papel i tinta, que no nace del alma. Queremos en el arte la verdad i no el finjimiento; como en el rostro de una mujer hermosa queremos el color natural i no el afeite, aunque Lupercio Leonardo de Arjensola haya dicho otra cosa en su famosísimo sone. to. Molière ha creado un tipo mui gracioso en su enfermo imajinario; si hubiera vivido en nuestros dias, habria podido formar otro no menos jocoso pintando al melancólico imajinario, cuyas estravagancias son igualmente risibles.

La vieja juventud de que habia Galindo, juntando dos palabras que nunca debieran verse reunidas, es una asociacion monstruosa. Se concibe perfectamente que un viejo quiera pasar por jóven a fin de prolongar en cuanto le sea posible esa edad de los placeres i de las esperanzas, esa primavera de la vida, como es llamada; pero no se concibe que un jóven quiera hacerse viejo antes de tiempo, cuando jai! tendrá que serlo jen breve por necesidad. Debemos protestar contra esa escuela del desaliento que enerva la voluntad i apoca el entendimiento. En el nuevo mundo especialmente no debe haber

nada que huela a valetudinario, gastado i decrépito. Dejemos la vejez para los viejos. Tengamos valor para ser jóvenes!

Esa literatura de suspiros, lágrimas i sollozos trae su oríjen de la moda i de la imitacion mas que de otra cosa. Hubo una época, i no mui remota, en que la poesia pastoril tenia en España un predominio casi absoluto. Los poetas mas ilustres se suponian pastores, i no hablaban mas que de campos, cabañas, zagalas, ovejas, apriscos, coyados, zampoñas i cosas parecidas. Para desempeñar mejor su papel en aquella mascarada, los hombres mas graves i sesudos abandonaban sus nombres propios a fin de tomar otros finjidos. En esa comedia campestre, Jovellanos se llamaba Jovino, Moratin Inarco Celenio, Melendez Valdes Batilo, Cadalso Dalmiro, i asi los otros. Lo mas curioso es que esa literatura de pastores i pastoras no era oriji nal de España, sino que se habia traido de Italia; era una imitacion, i nada mas, hasta en aquel ridículo cambio de nombres. Un hecho análogo al que acabamos de recordar es el que estamos presenciando. Los americanos se manifiestan pusilánimes i desalentados en sus versos, no porque lo sean en realidad, ni porque tengan motivo para serlo, sino porque siguen un impulso estraño. Esa profunda tristeza es pura ficcion. Si los pacientes estuvieran tan desesperados como lo pretenden, estarian tiempo há en el cementerio, i no en sus casas componiendo estrofas, muchas de ellas con piés forzados como suele hacerlo el Sr. Galindo. La lectura de ciertos libros estranjeros nos ha pegado esos males incurables que nos han cubierto de arrugas i de canas felizmente imajinarias. Estamos seguros de que esa literatura cadavérica pasará como toda imitacion i toda moda.

D. Nestor Gal ndo carece de fantasia, i tiene mui poca novedad en las imájenes, comparaciones i metáforas de que se vale para embellecer su estilo. Todas ellas se refieren a las flores, a los astros, a las fuentes, a las palmas, a las brisas, a las gotas de rocio, a los ánjeles, arcánjeles i querubines. Nunca sale de estos términos de relacion que se repiten sin cesar en sus versos; siempre jira dentro dễ la misma órbita. Frecuentemente ademas compara los objetos materiales con objetos abstractos, lo que oscurece i apaga el pensamiento en vez de darle brillo y colorido.

Presta tambien mui poca atencion al sentido de la frase; da cabida a conceptos evidentemente falsos; incurre en errores que no pueden disculparse. Citaremos unos pocos ejemplos tomados al

acaso.

En la composicion titulada A una estrella, viene la estrofa siguiente:

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