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la autoridad del Cardenal; habiendo nascido de cosas que se han hecho con órdenes suyas; y en pago desto he visto una respuesta que dió á los diputados del círculo wesphálico en que dice, que cuanto he hecho ha sido sin su sabiduría y contra sus órdenes expresas, y que aunque me ha ordenado que lo remedie, no he querido obedescerle, y que promete de venir él en persona á castigarlo y remediarlo todo, y pagar los daños que los soldados han hecho: que ha sido una respuesta bien fuera de razon y contraria de lo que yo mostraré por sus cartas, y el obligarse á los daños, cosa mal considerada no pudiéndose averiguar, y amplificándolos tanto los mal aficionados á nuestra causa; y trás esto no me ha dado la menor asistencia del mundo para remediar las necesidades ni los excesos. Y venir él á sacar el ejército es muy contra mi reputacion, pues no es justo tomarme á mí por instrumento para ofender á los príncipes de Alemanía, y no querer que yo les dé gusto en sacar el ejército cuando sea tiempo. Y si el Cardenal quiere venir para ganar honra con estas armas, no es razon que, habiéndome costado á mí tanto trabajo y hacienda sustentar el ejército y poner las cosas en el estado que se hallan, quiera coger el fruto de mis trabajos con deshonor mio. Criado y hechura soy de V. A., y le he servido con la fidelidad, verdad y puntualidad que V. A. sabe; y lo que aquí se ha padescido para sustentar este ejér cito sería menester cansar mucho á V. A. para decírselo; y cuando V. A. me lo entregó fué para que le sirviese como lo he hecho; pues por la bondad de Dios hasta agora no se ha puesto la mano en cosa que se haya errado, y lo principal del ejército está entero, y V. A. no me le encomendó para que nadie me agraviase, por lo que merezco premio, y lo espero muy grande de Dios, y del rey, y de

V. A., á quien suplico humilísimamente no permita que servicios hechos con tanto desèo de acertar, y tantas contradiciones y tan poca asistencia, mas que de sola mi industria, trabajo y cuidado, y tan útiles para la conservacion de sus Estados, tengan lan mal pago como el Cardenal quiere darme por ellos con que macular la reputacion de mi persona y lastimar á todo mi linaje. Nuestro Señor, etc. De Rees á 6 de marzo 1599.

Copia de carta del Almirante, mi señor, á S. A. el archiduque Alberto, en recomendacion del gobernador Luis Bernardo. Fecha en el campo de la isla de Bommel á 16 de agosto de 1599.

SERENÍSIMO SEÑOR.

El capitan Luis Bernardo de Avila, gobernador que fué de la villa de Rhinbergue, ha servido à S. M. mas de 28 años, y la mayor parte dellos en estos Estados, hallándose en las cosas mas señaladas que en ellos se han ofrescido, y servido y peleado siempre muy honradamente, como lo testifican las ventajas y premios que ha tenido, y las heridas que ha rescibido. Y en consideracion desto y de su buen término y manera de proceder, yo lo puse en Orsoy cuando se ocupó aquella villa, encargándole asimismo la superintendencia del fuerte que se edificó al opósito della, y despues que se tomó la villa de Rhinbergue, y V. A. me mandó que teniendo otro paso sobre el Rhin desocupase la de Orsoy, le truje á la de Rhinbergue el mismo dia que se metió la guarnicion en ella, para que la gobernase y guardase, obedesciendo en esto la órden que V. A. me man

dó dar, para que yo pusiese las personas que me paresciese en los puestos que se fuesen ocupando, de que dí cuenta al Cardenal, de la misma manera que la habia dado á V. A. cuando le puse en Orsoy. Y esperando yo gracias por lo que en aquella empresa se habia trabajado, y la brevedad con que se habia hecho, y el cuidado que habia puesto en encargar la guardia de aquella plaza á soldado tan experimentado y aprobado, las que tuve del Cardenal fueron descomponer al capitan Luis Bernardo, proveyendo el gobierno de la villa de Rhinbergue en el conde Herman de Berges, sin escribirme palabra sobre este negocio, hasta que me avisó que lo tenia hecho. Y aunque yo puse en ella al capitan Luis Bernardo de Avila con prosupuesto que habia de reconoscer al conde Herman como gobernador de la provincia de Gueldres, y con esto se pudiera excusar el hacerle este agravio, le persuadí que pasase por ello, y procuré que no saliese de allí hasta que el conde Herman fuese á tomar la posesion, entendiendo que haria grande falta en aquella plaza, porque la guarda ba con gran cuidado, y la gobernaba con tanta vigilancia, que estando llena de peste cuando se la entregué, con su diligencia y cuidado se habia atajado la enfermedad; y dejándola abierta por algunas partes, y muy mal tratada de nuestra artilleria y del incendio, la tenia tan reparada que parescia otra; y dos motines que se habian intentado los habia deshecho peleando y dando tan buena órden en el sustento de la gente, que yo entiendo que, mientras él estuviera dentro, no sucediera desgracia; y procurando que se beneficiasen (por los ministros que puse para ello) los dacios y tollas (sic) del Rhin con tanta limpieza, que en poco mas de un mes valieron tres mill y quinientos philippes ó mas los derechos que se cobraron desto, con que yo pude sustentar aquella

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plaza y suplir otras necesidades del ejército; y aunque el Cardenal entendió esto, todavía quiso que pasase adelante lo que tenia proveido. Y tomada la posesion de la plaza por el conde Herman, paresciendo al gobernador Luis Bernardo que ya no podia estar en ella mas con su reputacion, hizo instancia para salir de allí, y el Cardenal le dió licencia para ello y cien escudos de sueldo como á los gobernadores de Francia (dejando su compañia). Y porque el conde Herman estaba ausente, y era necesario que hubiese allí algun soldado que tuviese cuenta con la plaza, lo encargué al capitan Pedro de Ayvar. Y aunque el gobernador Luis Bernardo le dejó mill y setecientos y tantos florines para el entretenimiento de la guarnicion de la plaza, del dinero que yo le habia proveido para ello, como vino el Cardenal en esta sazon á Rees y cesó mi ejercicio, y el capitan Pedro de Ayvar dicen que no tuvo mucho cuidado de emplear en el socorro de la gente el dinero que se le habia dado, ni el Cardenal de proveerlo, aunque yo le dije algunas veces cuanto importaba hacerlo, doce ó quince dias despues de llegado el Cardenal al ejército, se amotinó la guarnición, como V. A, lo ha entendido; y en lugar de hacer alguna demostracion con el capitan Pedro de Ayvar, por la culpa que le imputaban de no haber acudido á los soldados con el dinero que se le habia entregado, sin averiguar que se dió órden que el conde Herman renunciase el gobierno, se ha despachado patente dél en forma en cabeza del capitan Pedro de Ayvar, sin esperar á que se deshiciese el motin, ni la llegada de V. A., que ha parescido una cosa extraordinaria. Y aunque he dicho al Cardenal lo que escribo á V. A. y al secretario Moreansart, afeándole el haber sido instrumento de semejante provision, no veo que se ha puesto ningun remedio en ello, ántes agraviándome á

mí que puse al capitan Luis Bernardo en Rhinbergue para que gobernase aquella plaza, y á él que la gobernó muy honradamente, en el mandato que se le despachó del entretenimiento no le llaman gobernador, habiéndolo sido seis meses y tenido yo órden para ponerlo por la general que truje de V. A., á quien suplico humilísimamente que en consideracion de todo lo que he dicho, se sirva de hacerle merced y honrarle en lo que se ofresciere, y en favorescerle, para que S. M. haga lo mismo. Porque aseguro á V. A. que es uno de los hombres cuidadosos, diligentes, inteligentes y rectos para gobernar, que conozco en estos Estados, y que es tan amigo de la razon y de que todos sirvan con puntualidad, que algunos no le han hecho buenos oficios por esto y le ponen en opinion de rígido; porque no es hombre que sufre ninguna falta ni descuido en lo que está á su cargo: que en ello rescibiré yo mucha merced. Nuestro Señor la serenísima persona de V. A. guarde y ensalce como deseo, etc. Del Campo á la isla de Bommel á 16 de agosto de 1599 años (1).

Relacion para el marqués de Denia (2).

A los 28 de agosto el almirante de Aragon con el ejér cito de S. M. junto á la isla de Bomel tuvo nueva que el enemigo queria salir á nuestra caballería, por haber entendido que era muy poca, y que la mayor parte della habia venido á hacer escolta al Cardenal Andrea d'Austria, que habia vuelto desde Bolduque á Bruselas, y tambien para vengarse de una rota que parte de nuestra caballería habia

(4) Lo de bastardilla está tachado en el original.
(2) Biblioteca Nacional, sala de MSS. I. 131, fol. 9.

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