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nuestros enemigos que por muchas veces llegaron á las puertas de la sala en número de uno, dos, tres ó más, y fijaban la vista en nosotras, me hacian temer á cada paso la maquinacion de alguna depravada resolucion contra nuestras respetables personas: estábamos todas determinadas á perder antes mil vidas que faltar en lo mas mínimo á la ley santa de nuestro divino esposo. Yo no desconfiaba de la fortaleza de mis amadas hermanas: no cesábamos en nuestras rogaciones, ya con la alternacion de varios salmos, ya con pedir en nuestro interior recogimiento la virtud necesaria para hacer meritoria la ejecucion de los divinos decretos. Sin embargo, señor ilustrísimo; no puedo menos que confesar, que en cada escena de aquellas inundaba á mi corazon un torrente de angustias, efecto quizá de mi tibieza.

Pero alabado sea Dios por sus grandes bondades! La fidelidad de mis amadas hermanas en su tribulacion inclinó su divina misericordia hácia nosotras por intercesion sin duda de nuestra amantísima madre y señora de Guadalupe, mediante las fervorosas oraciones con que en esos mismos dias pedia V. S. I., y toda su felice grey, por el bien de este pueblo. Si, señor ilustrísimo, alabado sea eternamente, porque nos amparó de un modo tan visible. El estaba entre nosotras. Ni con la espresion, ni con el hecho recibieron insulto nuestras personas; no se ofendió en lo mas mínimo lo sagrado de nuestra profesion. Atribúyalo el mundo á lo que quiera: nosotras conocemos y confesamos, que todo es obra de nuestro amantísimo Jesus. Yo no puedo recordar nuestra libertad sin que á mi corazon se agolpen mil afectos de gratitud y reconocimiento.

En la sala donde estábamos alojadas permanecimos unidas hasta la tarde del dia 6, sin haber tomado otro alimento que el sacratisimo cuerpo de nuestro amabilísimo Redentor Jesucristo en la comunion del dia anterior. En todo este tiempo no cesaron un punto nuestras tribulaciones; pero no dejamos por eso de rezar el oficio divino, aunque en voz poco perceptible. Yo no puedo menos que dar muy parti

culares gracias á mi amantísimo Jesus por la fortaleza que dió á estas humildes hijas de V. S. I. Ellas pasaron aquel dia y medio de amarguras, como si fuera un momento. El encierro en que estábamos, lo escuro y lluvioso del dia, no permitian distinguir la division de mañana, tarde, y noche; y así hubo religiosa que al amanecer del lunes 6, preguntaba si habia llegado la noche del domingo.

El dia 6 por la tarde nuestro padre capellan, uno de los prisioneros que tenian los ingleses en la iglesia, hallándose afligido por no saber nuestra situacion, pidió licencia al sargento de guardia para entrar á vernos. Lo consiguió y fué á nuestra vista, como un ángel enviado del Señor. Sus espresiones nos confortaron del mejor modo, y sí su caridad nos proporcionó algun alivio; porque viendo la incomodidad en que estábamos, intercedió con el mismo sargento,. para que pudiésemos trasladarnos á alojamiento mas cómodo tambien consiguió esto. El sargento se hallaba dotado de un buen corazon, y no se negó á medio que contribuyese á nuestro alivio y seguridad. Mucho tenemos que agradecerle; lo suponemos católico, y no olvida nuestra gratitud de rogar á Dios por él.

Con el permiso y ausilio de este buen hombre pasamos á un claustro mas interior, donde dividí á la comunidad en dos celdas contiguas, porque creí no convenir mas separacion. Se dispuso un puchero para alimentarnos esa noche, en particular á dos de mis hijas, que por sus enfermedades se hallaban moribundas, pero sin mostrar flaqueza en las pasadas tribulaciones. Allí empezamos á sentir algun alivio, y creí nuestras personas algo mas seguras, contribuyendo á uno y otro la tutela del sargento á quien los demas respetaban. Asi pasamos hasta el dia 7 en que la bondad de nuestro Padre Dios quiso dejarse ver en toda esta ciudad con la singular victoria que consiguió del ejército invasor.

El destrozo que los enemigos hicieron á nuestro convento fué igual á nuestro pobre haber. Nuestras camas se sacaron para sus heridos; robaron nuestras ropas, inservi

bies á ellos por su poco valor, y rompieron nuestros trastecitos. Sea Dios alabado, porque así lo quiso permitir, sin duda por nuestro bien. El dolor de nuestros corazones ha sido el mas vivo, al ver profanado el templo: en él tenían sus viandas, y era él lugar de sus embriagueces. Las mesas, en que nuestro gran Dios ha recibido tantas veces el mas augusto sacrificio, se vieron desmanteladas, sirviendo de lecho á los herejes y cismáticos. Las sagradas imájenes fueron despojadas de sus adornos que robaron igualmente que los pocos vasos sagrados, que no se habian enterrado. El sagrado rostro de nuestra soberana reina y madre santísima del Rosario se vió despedazado por mano sacrílega, y la efijie de mi padre y patriarca Santo Domingo degollada. Gracias á Dios por todo lo que hace, quiere y permite! Mi ignorancia no deja de comprender cuan diversos y raros son los medios de que su divina Magestad se vale para encaminarnos á lo recto, y que de todos debemos aprovecharnos. Las antiguas tribulaciones y amarguras que hemos pasado; los ausilios que su infinita misericordia nos ha franqueado, la felicidad con que nos ha libertado, son otros tantos motivos para avivar nuestra fé y encender nuestra caridad: y ojalá sepamos aprovecharnos y empeñarnos á emplearnos en su amor y servicio con menos tibieza que hasta aquí, corresponder del posible modo á las finezas inefables. con que se ha dignado agraciar á esta comunidad.

Me he detenido demasiado en esta, y seria quizá molestar á la bien ocupada atencion de V. S. I.; pero por una parte he creido no satisfacer á mi gratitud sin hacer á V. S. I. una relacion de lo sucedido, y quisiera por otra parte, que las grandezas que el Señor ha obrado con nosotras se publicasen por todo el universo mundo.

Yo, y esta comunidad agradecemos á V. S. I. sobre manera la limosna de quinientos pesos con que su caridad y ardiente celo por la gloria de Dios se ha servido socorrernos. Ella se destinará á los santos fines que V. S. I. señala. En todo bendecimos á la divina Providencia.

Ya dije á V. S. I. que su muy apreciable carta se leyó á toda esta comunidad: ella se ha archivado original en este monasterio, como un monumento de la gran piedad de V. S. I. La gratitud nuestra no será pasajera, para perpetuarla, he dispuesto y acordado con estas sus humildes hijas aplicar por la intencion de V. S. I. y por su felicidad espiritual y temporal la comunion y demás ejercicios espirituales que practicará esta religiosa comunidad en todos los viernes de año, mientras dure este monasterio; desde donde esperamos su paternal bendicion, rogando á Dios Nuestro Señor guarde á V. S. I. y llene de su amor los muchos años que deseamos en este convento de Santa Catalina de Sena de Buenos Aires, á 27 de setiembre de 1807 Ilustrísimo señor B. L. M. de V. S. I. su mas humilde hija-Teresa de la Santísima Trinidad, priora-Ilustrísimo señor doctor don Benito Maria de Moxo y de Francoli. (1)

Terminamos, pues, el apéndice relativo á las noticias. históricas sobre la fundacion y edificacion del convento de Santa Catalina de Sena en esta capital, y hemos reproducido la carta por la sentida narracion de los hechos á que se refiere.

VICENTE G. QUESADA

Enero de 1864.

(1) Coleccion de varios papeles relativos á los sucesos de Buenos Aires, escritos por el ilustrísimo doctor don Benito Maria de Moxo y de Francoli, arzobispo de la Plata, Lima-1808-Esta carta no se encuentra en la coleccion de documentos relativos á las inva. siones inglesas, perteneciente á la Biblioteca del Comercio del Plata, en la cual solo existe la carta dirijida por el arzobispo y ahora publicamos la contestacion.

FASTOS DE LA AMERICA ESPAÑOLA

ENERO

1493

Enero Emprende Colon en el primer viaje su regreso á España llegando despues de una peligrosa navegacion al puerto de Palos de donde habia salido en 3 de agosto del año anterior.

1500

Enero 20-Vicente Yañez Pinzon,

uno de los compa

ñeros de Colon, corriendo la costa firme de América, fué el primero en atravesar la equinoccial, y reconocer la costa del Brasil.

1516.

Enero 23-Muere Fernando, rey católico de España bajo cuyos auspicios descubrió la América Colon.

1520.

Enero 12-Entra Magallanes en el Rio de la Plata buscando un paso para las Indias Orientales.

1532.

Enero 7-"A esta fecha parece pertenecer, dice la Guia

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