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«<Fué lástima, ó simple descuido, observa uno de nuestros escritores, que el primer número de la gaceta de la emancipación no hubiera aparecido el 12 de Febrero, porque de esta suerte esa fecha habría sido el cuádruple aniversario de la fundación de Santiago, de la batalla de Chacabuco, de la jura de la independencia y de la fundación de la imprenta.»>>

La Junta Gubernativa continuó, como era de esperarlo, dedicando preferente atención á la imprenta que se había logrado fundar después de tantos esfuerzos, y de ello da cumplido testimonio el oficio que con fecha 12 de Enero de 1813 pasó al regidor del Cabildo de Santiago don Antonio José de Irisarri, que dice así: «Vencidas ya las dificultades para la existencia y uso de una imprenta, á costa de gastos y fatigas del Gobierno, desea éste su adelantamiento y perfección, que no puede procurar por sí, en medio de cuidados urgentes y graves que llaman su atención. Necesita el auxilio de una persona ilustrada y patriota. V. no rehusará seguramente un encargo propio de quien conoce toda la importancia del servicio que hará tomando á su cuidado este instrumento de la instrucción de sus conciudadanos y que debe dar idea de la que poseen. En ese concepto, le autoriza para que, reconociendo su estado y las mejoras de que es susceptible, ejecute las que estén á sus alcances y proponga las que exijan el influjo de esta autoridad, quien le transmite las suyas en esta parte».29

Es sensible que, al menos en cuanto sepamos, no haya llegado hasta nosotros el informe que Irisarri, en desempeño de la comisión que se le confirió, hubo de pasar al Gobierno; porque, claro está, que de ese modo habríamos podido conocer muchas de las circunstancias con que se manejaba el establecimiento. El hecho es, sin embargo, que las impresiones se hacían correctamente y que es necesario dejar pasar mucho tiempo ántes de encontrar en el arte tipográfico en Chile trabajos que superasen á los que en esa primera imprenta se ejecutaban. Y más singular es todavía que acaso puede decirse otro tanto de los escritos que en ella se imprimían.

Con todo, no hemos de caer en la tentación de bosquejar siquiera la vida del primer periodista chileno,30 máxime después de los repetidos y eruditos estudios que ha merecido de uno de nuestros escritores de más talento, D. Miguel Luís Amunátegui; pero creemos que conviene recordar aquí en sus principales ras

29 La Aurora de Chile de 21 de Enero de 1813.

30 Por vía de curiosidad, aunque más no sea, debemos mencionar aquí que desde 15 de Octubre de 1802 circulaba en Santiago la Gazeta Jocosa, periódico manuscrito del formato de una cuartilla de papel, que comenzó en aquella fecha y terminó el 21 de Febrero de 1815, obra probablemente de algun fraile realista, que en ella trataba en cortos párrafos de los asuntos extranjeros y de las noticias locales; que daba noticias de las promociones de empleados y de cuando en cuando insertaba también algunos avisos.

Véase sobre La Gaceta Jocosa un artículo de D. Augusto Orrego Luco, publicado en las páginas 84 y siguientes del tomo X de la Revista Chilena.

31 Séanos permitido, al menos, insertar aquí la descripción de dos de las obras de Henríquez impresas en

el extranjero, que el señor Amunátegui, que no tenía afición á la bibliografía, no ha colacionado con la prolijidad necesaria. Son las siguientes y únicas, en cuanto sepamos, que llevan el nombre del autor en la portada:

-Oracion,/que dixo / en la solemne apertura/del Supremo Congreso Nacional/de Chile/el Ciudadano Henriquez,/Diputado/del/mismo Augusto Cuerpo,/en la/Catedral de Santiago/el dia 4 de Julio de 1811./(Vinetita) Buenos-Ayres: | (Dos filetes:) Imprenta de los Expositos./(Debajo de- :) (1817.)

7X13.-Port.-El Editor, 2 pp.-Al Senado y Pueblo Bona-erense Camilo Henriquez, 1 hoja.- Texto, 18 pp.

La Camila,/ó/la Patriota/de Sud-America./Drama sentimental/en quatro actos./Por/Camilo Henri

gos las de los tipógrafos norte-americanos, y, especialmente, la de D. Mateo Arnaldo Hoevel, á cuyos cuidados se debió el encargo de la primera imprenta chilena.

Fué D. Mateo Arnaldo Hoevel natural de de la ciudad de Gottenburgo en Suecia, hijo legítimo de D. Joaquín Hoevel y de doña Ana María Elcevon, y nació por el mes de Febrero de 1773.

Siendo aúr muy jóven se embarcó para Estados Unidos, y habiéndose dedicado allí al comercio, vino á Chile como sobrecargo de la fragata Grampus, que con pretexto de dedicarse á la pezca de ballena intentaba en realidad comerciar con nuestros puertos.

La Grampus llegó, en efecto, á Talcahuano, pero fué allí apresada el 11 de Noviembre de 1803 y su carga decomisada. Después de haber intentado ante las autoridades chilenas algunos recursos legales para obtener la devolución de las mercaderías que le habían sido tomadas, Hoevel hubo de dirigirse al Perú, donde el Virey, con fecha 10 de Noviembre de 1806, le concedió pasaporte para que pudiese seguir su viaje á Panamá. Es probable que desde allí pasase á los Estados Unidos; pero lo que consta es que en Marzo de 1809 Hoevel se hallaba en Cádiz y obtenía de la Suprema Junta Gubernativa, en 14 de Marzo de aquel año, una real órden para que pudiese permanecer en Chile los días que el gobierno de este país le señalase como suficientes para evacuar sus negocios. Á fin de ultimar las gestiones que tenía entabladas y que habían sido apoyadas por los Estados Unidos, tuvo Hoevel que transladarse á la isla de León, y una vez de regreso en Cádiz, se daba á la vela nuevamente para Montevideo en la fragata de guerra Proserpina. Pasó de allí á Buenos-Aires, y, por fin, llegaba á Chile por la vía de Mendoza.32 Después de tanta diligencia, Hoevel obtuvo que se le devolviesen cerca de 38000 pesos como precio de los efectos de comercio que le habían sido decomisados.

Bien pronto adquirió buenas relaciones en Santiago; à principios de 1812 casóse con Doña Catalina de Echanés, y concluyó por hacerse ciudadano chileno, gracia que le fué acordada por ley del Congreso, en 29 de Octubre de 1811. 33 Días más tarde era nombrado capitán de milicias de uno de los cuerpos de la capital.

quez./Buenos-Ayres: / Imprenta de Benavente y compañía./1817.

61/2X12.-Port.-Ded. a los Señores Gave y Acrove, 1 p.-Sobre el trage de los actores, I p.--Advertencia, I p.-Actores, I p. - Texto, 46 pp. — Pág. 47, nota.-F. bl.

32 Hævel regresó á Chile por comisión especia que le confirió el Gobierno de Estados Unidos, hecho de que hasta ahora no se tenía noticia, pero que consta de lo que el mismo Hoevel declaró en su testamento, que insertamos poco más adelante. Aún pudiera dudarse si en su primer viaje á Chile había venido ya con esa comisión, que probablemente le sería otorgada con el objeto de que explorare el estado de las colonias españolas y especialmente de Chile, pues las palabras de su testamento pueden prestarse á una ú otra

interpretación. . . «Teniendo que reclamar ante aquel gobierno los perjuícios que se me han originado en el viaje que de su órden he hecho á este reino».

33 Interesa recordar á este respecto que «en 2 de Marzo del año siguiente, según refiere el señor Barros Arana, el contador mayor D. Pedro Díaz Valdés exigió que en virtud de una cédula de 3 de Agosto de 1801 pagase el impuesto titulado de «gracias al sacar», que debían cubrir los que obtenían carta de naturalización, y otros impuestos inferiores, todos los cuales ascendían á 560 pesos, de moneda de Chile. La Junta Gubernativa, con fecha de 3 de Marzo, puso el cúmplase á esta resolución. Habiendo reclamado Hoevel contra ella, por cuanto le imponía un gravámen muy oneroso, en virtud de disposiciones envejecidas y contrarias al espíritu de las nuevas instituciones, la Junta

Hoevel abrazó con ardor la causa de la revolución. Hízose íntimo amigo de los Carreras; encargó para éstos cañones34 á Estados Unidos y la imprenta que vino en la Galloway, de cuenta y riesgo de Livingston, pero consignada á él; y, por último, aceptó el cargo de vice-cónsul de aquella nación que le extendió el cónsul general Poinsett.

Habiendo de esa manera entrado de hecho en el movimiento revolucionario, ya se comprenderá la suerte que le cupo durante el período de la reconquista.

Apėnas pisaba Osorio las calles de Santiago después de Rancagua, en 31 de Octubre de 1814, dictaba un decreto mandando que Hoevel entregase en el acto el escudo con las armas de Estados Unidos que había tenido en la puerta de su casa, el título de vice-cónsul de aquella nación, cuyo cargo ejercía, como decíamos, cerca del gobierno independiente, y el de capitán de milicias que éste le había otorgado.

En cumplimiento de esa órden, el sargento mayor don Domingo Vila se transladó á la residencia de Hoevel y procedió á practicar el inventario de sus papeles, entre los cuales se halló su carta de naturalización.

El primero de Noviembre, Osorio nombró un tribunal especial encargado de juzgar al vice-cónsul norte-americano, compuesto de los licenciados don Celedonio Astorga y don José Antonio Luján y del doctor don Gregorio Santa María, quienes dieron comienzo á su cometido el 8 de ese mismo mes, cometido que ya Osorio se había encargado de allanarles mucho. En efecto, Hoevel, que vivía en la Alameda, en una quinta de su propiedad, situada poco más abajo de la iglesia de San Miguel, vió llegar á ella á las once de la noche del día 2 de Noviembre al oficial encargado de prenderle. Su mujer, la señora Echanés, por fortuna para ella, se había quedado aquella noche en «la ciudad. >>

Una vez preso su marido, dos días más tarde ocurrió al tribunal con un escrito en que decía: «cuando fué arrestado mi marido, quedaron confiscados los bienes que poseíamos, ó al ménos quitada enteramente su administración, sin haber merecido otra cosa que una poca ropa de mi uso, saliendo cual peregrinos, con mis pobres hijos de la quintita que poseíamos.>>

«<Los bienes que poseíamos, agregaba luego la afligida señora, á título de defensa, reducidos á unas tierrecillas en la provincia de Melipilla y á la finca que habitaba, no fueron grangeados en este reino, sino conducidos por mi marido de su pueblo nativo y convertidos en esa propiedad. >>35

lo eximió del pago del impuesto de "gracias al sacar>> (ascendente á 544 pesos 4 reales) por el decreto que sigue: «Santiago, Marzo 9 de 1812.-Tómese razón en la contaduría mayor y demás oficinas que corresponda de la carta de naturaleza de D. Mateo A. Hoevel, cuyos fueros y privilegios gozará el interesado, sin calidad de gracia al sacar, sino de pura generosidad. -Carrera.-Cerda.-Portales.-Rodriguez, secretario».

34 Sólo en 10 de Abril de 1812 obtuvo Hævel que se le pagarán seis cañones de fierro con ciento cuarenta

y nueve balas que vinieron en la Galloway y que le había comprado el Gobierno. Véase el tomo 69 de los manuscritos de la Biblioteca Nacional.

35 Constan estos hechos del expediente de la materia que existía en el archivo de la Real Audiencia y que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional, donde lo hemos consultado.

En la Gazeta del Rey de 14 de Septiembre de 1815 se anunció el remate público del arrendamiento de la quinta en que había vivido Hoevel.

Si ya no hubiesen sido bastantes los capítulos de acusación que podían deducirse contra Hoevel de los papeles que se le habían hallado, no faltaron todavía denunciantes que se presentasen á acriminarlo, y entre ellos, el comerciante don Juan. Nepomuceno Herrera y Rodados, quien expresó al tribunal haber oído en diferentes conversaciones que Hoevel «era comprehendido en el regicidio del Soberano de Suecia» (Gustavo III).

El introductor de la imprenta en Chile hubo, pues, de correr la misma suerte de los patriotas vencidos y con ellos fué enviado al destierro de las islas de Juan Fernandez, donde tuvo que permanecer dos años (Nov. de 1814 á Nov. de 1816).

Cuando en 26 de ese último mes se notificó á los confinados en la isla la real cédula de indulto, Hoevel, que suscribió la diligencia el último de todos sus compañeros, agregó á su firma esta frase: «Cónsul por los Estados Unidos en Chile, firma sin perjuicio del honor y derechos de aquel Gobierno, por quien representaba en su empleo público.»>

«Esta acta, cuenta el Sr. Barros Arana, llegó á Santiago el 7 de Diciembre. Al leer la protesta con que había firmado Hoevel, Marcó se enfureció, y en el mismo día dió un decreto por el cual exceptuaba á aquél de la gracia de indulto y mandaba seguir su causa.

«Acreditándose, dice, por la protesta que hizo al tiempo de firmar uno de los confinados, Mateo Arnaldo Hoevel, tratando de sostener los privilegios que pretende como cónsul en Chile por los Estados Unidos de América, siendo esta atribución uno de los delitos que forman su causa, considerándose por este hecho que no ha querido acogerse al sagrado del indulto concedido por S. M. á los revolucionarios de este reino, la comisión de letrados remita inmediatamente cuanto hubiere actuado contra la conducta del expresado Hoevel para determinar sobre su secuela lo que corresponda. Comuníquese esta resolución en primera oportunidad al Gobernador de aquella isla. »36

Con el triunfo de los patriotas volvió Hoevel de su destierro de Juan Fernández, habiendo merecido poco más tarde ser nombrado gobernador intendente de la provincia de Santiago y superintendente general de policía de todo el Estado.

El 3 de Septiembre de 1817 empezó á publicarse bajo su dirección el Semanario de Policía, periódico que se daba á luz todos los miércoles y cuyas columnas registran no menos de once bandos del Intendente Hoevel, relativos al buen órden y administración de la ciudad.37

Cuando después de Chacabuco pudo éste regresar á Santiago, insertó en la Gazeta del Gobierno de 23 de Abril de 1817, un aviso pidiendo «á los que tuviesen en su poder ó que supiesen dar noticias del paradero de muchos libros, planes (sic) y papeles y algunos libros de apuntes suyos, los devolviesen en casa de D. Ignacio Godoy».

Con motivo del saqueo oficial de la casa de Hovel, observa el señor Vicuña Mackenna, «que debía ser hombre de mundo, y aún del gran mundo, porque se

le encontraron en sus roperos no ménos de siete mudas de vestidos, diez pares de pantalones, dos de éstos de gala, siete chalecos, y lo que era verdaderamente enorme para aquellos tiempos, dieziocho corbatas, cuando lo común era entrar en la vida pública con un solo corbatín desde la primera hasta la última

barba».

36 Historia general de Chile, tomo X, pág. 297, nota. 37 El último número que conocemos de El Semanario de policía apareció el 20 de Mayo de 1818.

Pero los buenos vecinos de Santiago se cansaron bien pronto del nuevo mandatario, y tantos cargos acumularon contra él que al fin el Cabildo hubo de dirigir al Gobierno la representación que copiamos en seguida:

«Exmo. Señor.-El clamor general del pueblo contra la conducta que observa. el señor Intendente de Policía á la sombra de habérsele agregado las funciones de la Intendencia de Gobierno, los desaires que ha ocasionado á varios honrados vecinos; las etiquetas con el Ayuntamiento; la usurpación que hace de las facultades que se le han concedido; y, en una palabra, las providencias que dicta ménos acertadas, han obligado al Cabildo á repetir sus reclamos al supremo poder delegado; pero, ó sea por venerar las supremas determinaciones de V. E., ó bien sea por tocar medios de conciliación, no ha contado el cuerpo con la satisfacción que ha pedido repetidas veces, significando los ultrajes y el despótico manejo con que quiere tratarle. No han bastado sesiones verbales con los alcaldes, á presencia del poder delegado, para contener los excesos del señor Intendente, y si el Cabildo no puede creer que con desconsuelo general del pueblo se conserve á este indivíduo en su comisión, espera de la bondad de V. E. se digne acordar su separación.

"Apenas se recibió de intendente, cuando abusando de su jurisdicción, hizo por sí solo publicar bandos, sin reflexionar que siendo esta una prerrogativa singular y privativa del supremo poder, no estaba comprendido este privilegio en la esfera de sus facultades, porque siendo el bando una ley municipal, sólo podía expedirse por la autoridad suprema. Representólo el Cabildo, y si á su instancia se previno á la Intendencia que variase de método, no por eso han dejado de correr en los Semanarios los decretos á manera de bando, con escándalo de las naciones que censuran ciertamente esta determinación.

<< Proyectó la imposisión de los más duros y terribles pechos contra el vecindarto en favor de la policía, á la que quería aplicar algunos ramos que tienen su singular y particular aplicación, sin atender à que la defensa del Estado debía ser el primer cuidado del pueblo, y á este efecto dirigirse todas las exacciones y contribu ciones.

«Alteró, contra la aprobación de V. E., el nombramiento de alcaldes de barrio y su reglamento, y haciéndose un árbitro de las rentas de ciudad contra las prevenciones del supremo poder delegado, les ha dado la aplicación que ha querido, sin haber hecho siquiera una leve insinuación al Cabildo, á quien V. E. le confirió la superintendencia de sus ramos, aumentando empleados y quitando otros, con grave daño de los infelices asalariados que se mantienen con unas rentas que se hallan en el más infeliz estado.

«Dispuso que en los papeles públicos quedasen infamadas las infelices mujeres que por desgracia cometen fragilidades, que, si son dignas de corrección, no hay nación alguna en la que se permita la infamia por la esperanza de la enmienda. Pidióse por el Cabildo la reforma de ésto, y el Poder Delegado, accediendo á tan

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