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hasta docientas personas de todas edades, los indios de la costa de Tierra-firme, que son en el paraje de las dichas islas ques desde Paraguachoa hasta la punta de Coquibacoa y otros puertos que están en medio dellas, que son Sauca, y Paraguana é otros; visto el buen tratamiento que yo en nombre de V. M. hacía á los indios de las dichas islas, é á los de la dicha costa, que muchas veces se pasaban allá á holgar con ellos, eran tan bien tratados y mirados, acordaron de me inviar un cacique que se dice D. Juan Baracoica, que está en las islas y es su pariente y deudo, con otro indio que entre ellos señalaron para que me viniese á decir é rogar que yo los quisiese rescibir como á los otros debajo de mi gobernación y mi amparo; y esto principalmente me enviaba á decir un gran cacique que está diez leguas la tierra adentro en la provincia de Coro, y el dicho cacique se llama Naure ó Anaure, el cual por ser tan gran señor se hace adorar como Dios, dando á entender á los indios que él da los temporales: é luego yo envié una carabela mía con sólo cinco cristianos, é los dichos indios é una india que en mi casa se ha criado, muy buena cristiana, para que les hablase y supiese si aquello que los indios me habían dicho fuese verdad; é aportada la dicha carabeleta á la dicha costa, luego los indios que trataban las paces é amistad vinieron allí é llevaron á un Gonzalo de Sevilla consigo para hablar con los caciques, é acá estando él en esto y los indios con pensar que estaban bien seguros, aportó allí un armada de cristianos, é tomó parte de aquellos indios é una india hija del gran Cacique de Coro, é los trujeron á esta isla por esclavos; é yo me quejé á los jueces de V. M., é ellos entendieron en ello con toda seguridad, é lo castigaron, é me mandaron volver los indios que ansi habían traído, é todo lo más que yo les pedí; é yo con este deseo que tengo en que estos indios que tan fuera de razón están, en especial este gran Cacique al cual trujeron una hija suya con su marido, é acordé seguir este buen propósito é gastar todo lo que se ofresciere, é trabajar con ellos todo lo posible hasta que V. M. dello sea sabidor é mande que pase adelante ó vuel

va atrás: é si V. M. es servido que por esta vía yo trabaje de pacificar estos indios, ha de ser servido de mandar que desde Paraguachoa hasta la punta de Coquibacoa no vayan armadas á los cativar; é si desto ellos están seguros, no dudo el pacificar; é porques tierra de mucho oro, é adelante la tierra adentro se cree haber piedras de valor, en poder de Caribes, los cuales ya de mí tienen noticia, y quieren ser mis amigos; y desta manera creo poco á poco se poblará de cristianos, porque si V. M. es servido, con la ayuda de los indios de la costa yo trabajaré de hacer una casa que sea algo fuerte de donde los Caribes puedan ser sojozgados, é si V. M. fuere servido de me mandar poblar estas provin cias, hacerme ha merced en ello; porque los que estamos acá y sabemos qué cosa es, tenemos obligación de servir á Dios y á V. M. en ello. E si V. M. fuere dello servido, seguiré lo que tengo comenzado y enviaré algunos capítulos que V. M. si fuere servido me concederá: y para luego Vuestra Majestad ha de mandar que ninguna otra persona vaya á la dicha Tierra-firme para cosa alguna, sino yo ó los que yo enviare en mi nombre, y para que de esto V. M. sea más cierto, envío una información de algunas personas españolas que andando en mi nombre por aquella costa, han visto é sabido.-Juan de Ampies.

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Relación de diferentes Gobernadores nombrados con destino á Venezuela desde 1530 á 1555, con expresión de sus principales hechos.

Luego que S. M. dió la gobernación de Venezuela á los Belzares alemanes, enviaron al primer gobernador micer Ambrosio, alemán, con quinientos hombres, y fué luego en demanda del Nuevo Reino; y de que estuvo en el reino, no sabiendo la tierra que era, envió 25.000 ducados con el capitán Vascona y venían veinticinco hombres á Coro para que le fuesen con socorro de gente, y vinieron con tanto trabajo que se comieron un indio de hambre y enterraron el oro, y todos murieron el año de 1530, si no fué uno que se llamaba Francisco Martín, que vivió y anduvo como indio, en cueros, tres ó cuatro años, y después lo recogieron los cristianos que venían con micer Ambrosio; porque él, después de descubierto el Nuevo Reino, dió la vuelta á Coro, y en el camino le dieron un flechazo en la garganta, de que murió el año de 1532, trayendo 2.000 ducados que se repartieron entre la gente. Hizo muy grandes castigos en cristianos, porque ahorcó y azotó y afrentó á muchos hombres de bien (año de 1531), y lo más de esto hizo un maestre de campo español que se llamaba Francisco de Castrillo, que era hombre cruel, y así se perdió la más de la gente por ser maltratada.

Después déste enviaron los alemanes á maestre Juan,

alemán, en 1534: no fué con gente; estuvo en la tierra año y medio 6 dos años, que luego murió: era hombre nobile y bien acondicionado; no hizo entrada.

Tras éste fué, en 1535, Jorge Espira; llevó quinientos hombres, y luego, á dos meses, hicieron una entrada hacia el Nuevo Reino y en el campo, doscientas leguas de Coro, se le quiso levantar un teniente llamado Francisco de Velasco, y él súpolo y lo prendió y le dejó preso en un pueblo, y no lo quiso matar por ser hombre cristiano; y así, pasó adelante descubriendo y estuvo en la entrada tres años, donde descubrió mucha tierra de indios y muy poblada y hobo con ellos grandes guerras; descubrió los Choques, que comían carne humana, y desde allí se volvió con 2.000 pesos; habiendo muerto mucha gente de los que llevaba, porque de quinientos hombres no vinieron sino ciento cincuenta, y de cuatrocientos caballos vinieron hasta ciento; y esto dijo un Sancho Briceño que lo anduvo con él, y llegando á Coro, de á poco tiempo murió súbitamente: y él propio anduvo con Felipe Dutre, alemán, entrada abajo escrita, y en todas las demás que hasta aquí se han hecho en esta gobernación en 1540.

Muerto éste, proveyó por capitán y gobernador el Emperador al Obispo Bastidas, natural de Arévalo, y él dió la capitanía general á este Felipe Dutre, alemán, para que fuese al descubrimiento de una tierra rica que se decía el Dorado, y él fué con ciento cincuenta hombres de á caballo y de á pie, y llevaba esta gente hasta trescientos caballos; duró la entrada cinco años, y pasaron mucha hambre y muy gran necesidad, porque fueron por unas montañas muy ásperas y do dejaban los cristianos vivos de dos en dos y de tres en tres porque no les podían socorrer ni llevar á caballo, porque allí no se podían favorecer padres á hijos, y descubrieron muy grandes poblaciones que se llamaban las provincias Macopides y Choques en 1536, y otra generación dicha Guaybas, y otra llamada Macatoas, á donde allí había muy grandes poblaciones de ochocientas casas, y les salían á dar guerra quince mil indios á los prados ó sa

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