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ir por otra vía á la culata que dicen de Maracaibo, porque allí habría tierra donde la gente se podría entretener, y porque su intento principal era ir á robar y destruir indios, é aun la salida por allí la tenía más cierta, segund fuí informado de isleños ispirimentados; porque V. M. no es servido que esto se haga, sino que se busque tierra cómoda para que se haga poblazón, envié á mandar que siguiesen su camino hasta dar en dos ríos muy grandes que hay en los llanos, tierra de mucho mantenimiento, y que yendo apegados á las montañas buscasen entrada para este valle que van á buscar, que, segund tengo relación, hay contratación á este valle por dos partes, por ciertas cargas de sal en grano que se han tomado en los llanos, que dicen los indios que la llevaban de la laguna de Maracaibo, y deste valle dice que salen los ríos de que se hace la laguna de Maracaibo, é que está cercado de muy bravas montañas: está la dificultad en que se podrán pasar los caballos, que sin ellos no se puede hacer conquista; mandóseles que si no se hallase pasada hasta los ríos, que se volviesen á este asiento. La prosperidad de esta provincia está en hallarse este valle y que tenga minas de oro, porque sin éstas no se pueden sustentar cristianos en esta provincia, y mayormente gente tan pobre y tan mísera: los dueños de los ganados claman porque se les deje pasar con sus ganados al Nuevo Reino, donde hay falta dellos; los que no tienen ganados piden lo mesmo, porque no se pueden sustentar, mayormente yéndose el ganado; de suerte que yo padezco trabajo hasta saber la voluntad de V. A.; y si esta declaración no viniere desde aquí á todo el mes de setiembre, no se puede dejar de dar lugar á que parte de los unos y de los otros vayan al Nuevo Reino con la mayor parte del ganado que aquí está, y trabajaré de entretener la gente que pudiere con la otra parte del ganado; y esto será no descubriéndose el dicho valle con minas, y de manera que la gente tenga algund contentamiento.

Yo trabajo continuamente cómo podría dar orden que esta provincia permanesciese y se poblase en parte do V. A.

fuese servido; y lo que se dice y alcanza es que en Burburuata, que es sesenta leguas de Coro la costa arriba, se tiene por averiguado que hay minas y muy gentil puerto, con muy grande abundancia de sal: si allí se hiciese poblazón, sería cosa muy provechosa para la ciudad de Santo Domingo por la abundancia que hay de sal, y habría trato é navegación, lo que faltaba en Coro; porque aunque tiene sal, no se puede sacar sin que sea más la costa que el provecho. El parecer de todos es que los vecinos de Coro se pasen á Burburuata, que es la cosa que ellos más desean; y porque en aquella costa hay falta de vecindad de indios, y los que hay, viven en las Caracas y en la laguna de Tacarigua, y tienen hierba muy fina, y es gente muy belicosa, que V. A mande repartir, haciendo la paz, á los vecinos que allí poblasen; y si con esto quisiesen hacer la dicha poblazón, seguirse hia gran provecho y los servicios siguientes á V. A.

Lo primero, que es tierra que al parecer, aunque no tiene minas, es muy sana y buena, y si quedase con alguna poblazón y principio de se poblar adelante, sería señoreada. El segundo, y muy principal, que se aprenderían los lenguajes por los que agora nacen, que son tantos en esta provincia cuantas hay lenguas, y andando el tiempo habría quien dotrinase la fe, y Dios sería servido que los naturales, que son grandísimo número por mucho que los han destruído en hacerlos esclavos y llevado y sacado desta pro. vincia, como en hacerlos huir de sus naturalezas y morirse ellos en los destierros, se convertiesen. Otro provecho, y muy principal, que se puede dar camino y contratación desde Burburuata al Nuevo Reino hasta el Perú, y meterse por tierra todos los ganados hasta el Perú, de que hay mucha falta en todas aquellas tierras, y no tienen partes por donde los meter tan aprovechadamente. La Española y la isla de San Juan, donde sobran los ganados, recibirán gran provecho en descubrirse este trato y camino, en el cual hay muy grandes dispusiciones para hacerse poblaciones, especialmente á las riberas de los ríos grandes y en medio de los

ríos, y para esto ayudará mucho la abundancia de sal y buen puerto de la Burburuata.

Habrá desde Burburuata hasta la ciudad del Quito, que es el Perú, trecientas y cincuenta leguas, y lo que hay de aquí al Nuevo Reino es tres leguas de puerto, mal camino, el cual en el discurso de tiempo dicen los que le han pasado que se puede desviar y allanar: V. A. mande proveer lo que sea servido, y en brevedad, porque las cosas de aquí no sufren larga dilación, segund el trabajo se pasa y pobreza que la gente tiene, sin tener ayuda ni refresco de España; porque por no tener oro no viene navío y no hay trato, y pásase con solo el mantenimiento del maíz y alguna leche de los ganados y sin haber vino, que es grand trabajo para los que lo acostumbraban.

Desde este asiento, que es á las riberas de un río que se dice el Tocuyo, hasta el Nuevo Reino, hay ciento y cincuenta leguas de camino, las ciento de tierra llana, de mucha fertilidad de ríos y mucho pescado, y de mucha caza de venados, y de grandes manadas de puercos monteses de menor grandeza que los de España: dicen los que han pasado los llanos que hay manadas de quinientos puercos; es despoblada de indios, especialmente estos tiempos, que todos están retraídos á las bravas montañas, á causa de las armadas pasadas: hay de travesía de montañas dobladas cincuenta leguas, donde se hacen las tres leguas de mal camino que arriba he dicho. Torno á suplicar á V. A. mande con brevedad proveer y dar orden en que esta gente, con necesidad, no se desmande; y si, como he dicho, para el mes de setiembre no llega á esta provincia lo que V. A. mandare proveer, ó no se descubre cosa conveniente, parte de la gente, con parte del ganado, se irá al Nuevo Reino, y con la otra parte procuraré de hacer reparo en Burburuata ó en Coro, y aguardaré lo que V. A. enviare á mandar; y en este tiempo se acaba casi el tiempo de mi comisión, pero todavía aguardaré á lo que V. A. enviare á mandar; y porde presente no hay otra cosa que hacer saber á V. A., ceso suplicando á nuestro Señor la muy alta y muy pode

que

rosa vida de V. A. guarde y prospere por largos tiempos, como V. A. desea y todos sus súbditos y vasallos lo han menester. Deste asiento del Tocuyo, tercero día del mes de diciembre de mil y quinientos y cuarenta y seis años.

Después de haber escrito las cartas de suso contenidas, desdel dicho asiento del Tocuyo, y despachada la gente de la entrada con el teniente Alonso Pérez de Tolosa y Diego de Losada, maestre de campo, con las instrucciones necesarias, y habiendo enviado la gente necesaria para la ciudad de Coro, así para que residiesen allí como para que llevasen los despachos y relación de lo que aquí pasaba á V. A., envié un capitán á los llanos de Acarigua, con treinta de sus hombres, para que diesen algunas catas en unos ríos que allí hay, y para que procurasen de traer al campo todo el algodón y hilo de algodón que pudiese para hacer armas, porque del algodón se hacen las armas en esta tierra, y había mucha falta dellas, y para hacer lienzo conque los pobres soldados se vistiesen, que los más dellos estaban desnudos: partióse á 22 de noviembre del año de 46, con demora de dos meses, y á causa de las muchas aguas que hubo no volvió hasta 5 de marzo (1547): remedióse el campo, con su llegada, de hilo y algodón; hiciéronse muchas armas y vistiéronse todos los soldados de lienzo de algodón: tuvo muy gran resistencia y peleas con los indios, á cuya causa no pudo efectuarse lo de las catas de las minas.

Estando toda la gente fuera del campo antes que este capitán llegase, quedé en el campo con sólo treinta y ocho hombres y diez y ocho mujeres y todos los ganados: había en esta gente mucha hijada (92), y conocido por los indios de toda la comarca, determinaron dar sobre nosotros y no dejar cosa viva, como ellos lo hacen cuando ven la suya, que á ninguno perdonan, á todos matan y á los muertos comen, así cristianos como indios; aunque menos comen la carne de los cristianos, porque dicen que les amarga, y tres noches antes de la que tenían determinado saltearnos tomé dos indios que me pareció que andaban en el campo disi

mulados y sin propósito, y preguntados cada uno dellos sobre si, aparte, declararon la causa de su venida, que era para espiar en qué manera estábamos, y declararon la determinación de los indios, que era dar sobre nosotros: y luego mandé juntar toda la gente de pie y de á caballo, y puse todo á recaudo necesario, y el día siguiente hice que todos con lana y como mejor pudieron, hiciesen armas á falta de algodón; y ansí, con mucha presteza, se armaron trece de á caballo, y la gente de pie y de á caballo estuvo muy á punto. El día siguiente se tomaron otros dos indios, que declararon lo mesmo que los primeros; y aunque se juntaron muchos dellos hacia las montañas no osaron efectuar su propósito, porque, de espías, fueron avisados del buen recaudo que se tenía en el campo.

El primer día de Navidad dejé ir los indios presos, haciendo muestra primero de toda la gente á són de guerra, y con ellos envié á decir á los indios comarcanos que viniesen á hacer lo que tenían acordado, ó viniesen de buena paz; si no, que yo los iba á buscar. Dende á tres días acudieron mucha gente dellos de paz y prometiendo que servirían y serían buenos amigos, y ansi lo están hasta el día de hoy.

Después de esto, en 5 de marzo, llegó el dicho capitán que fué á los llanos, y trujo el aparejo que está dicho; y llegaron asimismo doce cristianos de la ciudad de Coro, con los cuales se rehizo el campo y vinieron á estar hasta número de ochenta y cuatro cristianos; y porque el tiempo no se gastase en balde, y se hiciese alguna cosa en servicio de S. M., apercebí treinta y cinco hombres de pie y de á caballo para que fuesen á descubrir la laguna de Tacarigua y el puerto de Burburuata; el cual salió á 15 de abril del año de 547, y yo en persona hasta el valle que se dice de las Damas, el cual hice todo de paz: es uno de los valles más gentiles que puede haber en Indias, de muchos indios y muchos principales, aunque todos ellos no tienen oro; es na ción Caquetia, y á las aldas de las montañas del dicho valle hay una nación que se dice Chipas, gente muy guerrera y que tiene hierba: desde allí se fué el dicho capitán con la 16

TOMO II.

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