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DERECHO CONSTITUCIONAL

NOCIONES PRELIMINARES.

CAPITULO I.
CONSTITUCIÓN DE LAS SOCIEDADES.

Se reputa que nadie ignora la ley: no existe adagio más embustero, más pérfido ni más nocivo; casi todo el mundo ignora la ley, porque no se habla de ella en la escuela.

ADOLPHE COSTE.

1. El hombre, durante su edad primitiva, tuvo una existencia con extremo miserable. Incapaz de construir una simple choza, habitaba en las cavernas abiertas por la naturaleza, y de ellas salía diariamente á luchar contra los animales feroces, á veces enormes, como el mastodonte, para alimentarse con su carne y vestirse de sus pieles; no sentía amor ni simpatía hacia los otros hombres á quienes por lo contrario atacaba frecuentemente y comía en ocasiones; 734996

enemigo de toda sujeción, no reconocía forma alguna de gobierno ni otra autoridad que la de la fuerza bruta. Los débiles tenían, pues, que ser víctimas de los más fuertes, y la verdadera sociedad, que es imposible sin la unión y la concordia, no existía aún.

2. Tal estado de pleno salvajismo fué desapareciendo poco á poco. El hombre llegó á darse cuenta de que abandonado á sus solas fuerzas le era muy difícil vivir, y por esto buscó la ayuda de sus semejantes y se asoció con ellos, á fin de que juntos, cooperaran todos en el bien común, y fuesen menos penosas su defensa y subsistencia. Naturalmente la asociación habría sido irrealizable si los individuos asociados no hubieran convenido en someterse á la autoridad ó gobierno de su jefe que los dirigiera.

Merced á la sociedad, los hombres principiaron á instruirse comunicándose sus propios conocimientos ó experiencias; además, cada individuo quedó en aptitud de dedicarse al trabajo que mejor se acomodara con sus facultades personales, y de cambiar los objetos que produjera por los que á su vez hicieron los demás hombres. Todos pudieron construir chozas que les resguardaran de los fríos y de las tempestades; cultivar la tierra y criar animales para alimentarse; tejer telas para vestirse; fabricar adornos para engalanarse.

Por tanto, la sociedad debe ser vista como la condición primera de la civilización; sin ella el hombre jamás habría salido de la barbarie primitiva.

3. A medida que se iban formando las sociedades, entraban en conflicto unas con otras y se hacían cruda guerra, ora azuzadas por el hambre, ora movidas por la rapiña: á las antiguas luchas entre hombre y hombre sucedieron entonces las guerras más tremendas todavía entre sociedad y sociedad..

Estaba indicado que del mismo modo que se habían reunido antes los individuos, se aliarían ahora las sociedades para hacerse fuertes y poder resistir á las más poderosas. Hiciéronlo así, efectivamente, con lo cual no sólo aseguraron su existencia sino que aumentaron en grado sumo el caudal de sus conocimientos, favorecieron extraordinariamente la división del trabajo y multiplicaron sobremanera el cambio de los productos. Esas alianzas fueron el origen de los grandes Estados, porque fundían más o menos tarde en una sola á las sociedades que se confederaban.

4. En el seno de las sociedades primitivas, los individuos particulares obran en un principio arbitrario y cruelmente, porque no tienen aún sentimientos ni ideas de justicia, sino que antes bien continúan abrigando pasiones sumamente violentas; mas como sus actos, siempre que perjudican á una tercera persona, provocan duras represalias, pronto, por temor á ellas, se abstienen todos ordinariamente de ejecutar cualesquiera actos que puedan dañar á algún individuo: insensiblemente se acostumbran así los hombres á sujetar su conducta entera á ciertas nor mas

ó reglas de observancia general que forman después lo que llamamos leyes.

Empero, los jefes ógobernantes siguen obrando á su antojo, libres de la menor restricción, tanto porque creen que únicamente para su bien y provecho existen sus súbditos, cuanto porque éstos les guardan una sumisión incondicional, y por lo mismo sufren resignadamente de ellos las mayores tropelías: gobernantes hubo en la antigüedad, como los faraones de Egipto, que para perpetuar su nombre con monumentos colosales, no vacilaron en sacrificar la vida de miles y miles de trabajadores que perecían bajo el exceso de fatiga sin dejar oir ni una protesta leve.

Aunque muy tardíamente, el hombre alcanza al fin á comprender que el Gobierno debe existir única y exclusivamente para utilidad ó beneficio de los gobernados; que la obligación principal de aquél consiste en respetar y hacer respetar los derechos individuales de libertad, vida, familia, hijos, propiedad, etc., y que si no cumple con ella y viola él mismo por lo contrario estos derechos, es indebido y absurdo que sean sus propias víctimas quienes lo sostengan. Hasta entonces principian los pueblos á abolir las viejas instituciones gubernativas absolutistas plagadas de errores y de vicios; y con el objeto de impedir que en lo sucesivo se repitan, cada pueblo llega á promulgar una ley suprema obligatoria para todos, que á la vez que proclama y garantiza los derechos del hombre y define

quiénes son nacionales y quiénes extranjeros da forma precisa al gobierno, limita sus facultades y fija sus obligaciones. Esta ley se llama Constitución.

5. Las constituciones, ó bien confieren el puesto gubernativo á una sola persona, ó bien lo dividen entre varios individuos: en el primer caso se dice que el gobierno es menárquico y en el segundo que es republi

cano.

6. A causa de que los pueblos no tienen eternamente las mismas aspiraciones y necesidades, porque unos y otros varían con su ilustración y su moralidad, las leyes, fiel reflejo de esas aspiraciones y necesidades, deben variar en ellos. Y aun tratándose de un solo pueblo, su constitución no es siempre igual; Francia, que serige en la actualidad por instituciones republicanas, se sujetó á las monárquicas en otro tiempo; los Estados Unidos, al independerse de Inglaterra, no sentían la necesidad de abolir la esclavitud ni creían acaso que fuese una violación flagrante de los altos fueros de humanidad, y por esto no la abolieron al expedir en 1787 su constitución política; años después, más difundida la instrucción allí y más robustecida la moralidad, un inmenso número de americanos pudieron no sólo persuadirse de que la esclavitud era injusta, cruel é inhumana, sino además sentirse irresistiblemente impulsados á hacerla desaparecer; lucharon, pues, con decisión y constancia hasta conseguir en 1865 que la Constitución Americana quedase enmendada en el sentido de que no volviera á existir

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