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PARTE PRIMERA

LEGITIMIDAD DE LA SOBERANÍA DE ESPAÑA

EN FILIPINAS

Hay entre las sociedades humanas soberanías ó gobiernos meramente de hecho y soberanías ó gobiernos de derecho.

Las soberanías meramente de hecho carecen de título jurídico: se constituyeron tan sólo por un hecho arbitrario ó injusto, que subsiste en sí ó en sus resultados, sin que haya sobrevenido otro hecho, ya jurídico, que, por causa del título que lo abona, borre el vicio de origen de aquella institución. Son como soberanías ó gobiernos bastardos: ningún derecho tienen á ser reconocidos ó acatados; sino que los pueblos que sufren la imposición ó intrusión pueden levantarse contra ellos y hacer por derrocarlos y echarlos fuera; solamente, por razones externas, esto es: para evitar mayores males, ó por la improbabilidad de salir con su justo intento, pueden quedar inte

rinamente obligados á tolerar, nada más que á tolerar, aquella material ocupación del poder ó aquella, en rigor, injusta vejación. Tal fué la soberanía de José Bonaparte en España, á principios de este siglo. Tal es, en nuestros días, la soberanía del llamado Rey de Italia sobre los Estados Pontificios, tales son ciertos gobiernos impuestos por medio de verdaderas usurpaciones; aunque se les dé á éstas el pulido nombre de anexiones, y estén mal sancionadas por ciertos tratados internacionales, no fundados en justicia.

Las soberanías ó gobiernos de derecho son los que tienen el título ó razón jurídica de ser, que á los de mero hecho les falta; ya porque hubiese concurrido aquel título en el principio mismo de su constitución, ya porque hubiese sobrevenido después, legitimando. lo que en un principio no era legítimo. Tales soberanías tienen derecho indiscutible á ser reconocidas y acatadas, ni pueden levantarse contra ellas sus súbditos ó vasallos, salvo que se tratase de un gobierno tiránico; y, áun entonces, con las restricciones que señalan los autores católicos de derecho natural, y que no es del caso exponer en este Opúsculo; porque salta á la vista y se probará en la segunda parte, que el gobierno que España ejerce sobre Filipinas no es tiránico.

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