Obras de d. J. García Icazbalceta ...

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Imp. de V. Agüeros, editor, 1899

Dentro del libro

Contenido

I
5
II
195
III
203
IV
227
V
241
VI
249
VII
255
VIII
261
XXXI
363
XXXII
369
XXXIII
371
XXXIV
375
XXXV
379
XXXVI
385
XXXVII
389
XXXVIII
403

IX
267
X
271
XI
277
XII
293
XIII
303
XIV
309
XV
315
XVI
321
XVIII
325
XIX
329
XX
335
XXI
339
XXII
341
XXIII
343
XXIV
345
XXV
347
XXVI
349
XXVII
351
XXVIII
355
XXIX
357
XXX
359
XXXIX
405
XL
407
XLI
409
XLII
411
XLIII
415
XLIV
417
XLV
419
XLVI
421
XLVII
423
XLVIII
429
XLIX
431
L
435
LI
437
LII
439
LIII
443
LIV
445
LV
447
LVI
449
LVII
451
LVIII
453

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Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 165 - En todo este tiempo jamás cesó agua del cielo, y no para decir que llovía, salvo que resegundaba otro diluvio. La gente estaba ya tan molida que deseaban la muerte para salir de tantos martirios.
Página 120 - Cuando yo navegué de España á las Indias fallo luego en pasando cien leguas á Poniente de los Azores grandísimo mudamiento en el cielo é en las estrellas , y en la temperancia del aire , y en las aguas de la mar , y en esto he tenido mucha diligencia en la experiencia.
Página 40 - Esteban ponían después entre sus glorias, el haber hospedado y mantenido al descubridor del Nuevo Mundo; tuvo en ello gran parte Fr. Diego de Deza, catedrático de prima de teología, y maestro del príncipe D. Juan, que nombrado después confesor de los reyes, contribuyó mucho al crédito de la empresa.
Página 162 - Gran dolor era el mío, y mayor porque lo truje contra su grado, porque, por mi dicha, poco me han aprovechado veinte años de servicio que yo he servido con tantos trabajos y peligros, que hoy día no tengo en Castilla una teja; si quiero comer ó dormir no tengo, salvo el mesón ó taberna, y las más de las veces falta para pagar el escote.
Página 169 - Yo así amortecido oí todo; mas no tuve yo respuesta a palabras tan ciertas, salvo llorar por mis yerros. Acabó él de fablar, quienquiera que fuese, diciendo: No temas, confía: todas estas tribulaciones están escritas en piedra mármol, y no sin causa.
Página 52 - Jesucristo de mil cuatrocientos é noventa é dos años. -Yo EL REY. — Yo LA REINA - Por mandado del Rey é de la Reina. -Juan de Coloma. -Registrada. - Calcena.
Página 49 - Las cosas suplicadas é que vuestras Altezas dan y otorgan á D. Cristóbal Colon, en alguna satisfacción de lo que ha de descubrir en las mares Océanas, y del viaje que agora, con el ayuda de Dios, ha de hacer por ellas en servicio de vuestras Altezas...
Página 168 - Cuando te vido en edad de que Él fue contento, maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo tan ricas, te las dio por tuyas; tú las repartiste adonde te plugo y te dio poder para ello. De los atamientos de la mar océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves; y fuiste obedecido en tantas tierras y de los cristianos cobraste tan honrada lama.
Página 284 - Lo cuarto, división gratuita de las tierras de comunidades de indios entre los de cada pueblo.
Página 165 - El cielo jamás fue visto tan espantoso: un día con la noche ardió como forno; y así echaba la llama con los rayos, que cada vez miraba yo si me había llevado los mástiles y velas; venían con tanta furia espantables que todos creíamos que me habían de fundir los navios.

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