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se hiciesen patrullas sin cesar en todos los barrios de la ciudad.

El dia siguiente, mandó á llamar sus dos colegas, que no se habian informado en manera alguna del resultado de la conspiracion. Su entrevista se verificó á las 9 de la mañana y fué tan seria como embarazosa, porque de ambas partes habia quejas. El uno se quejaba de la indiferencia de los otros dos acerca de un acontecimiento que habia comprometido su poder y su vida; y ellos se quejaban de no haber sido prevenidos de las disposiciones tomadas. Al cabo, despues de algunas salidas de amor propio, decidieron que Miguel Carrera fuese á presentar su parte á la asamblea, á la sazon reunida en la sala de sus sesiones.

Como ya lo hemos visto, la asamblea era poco favorable á aquella familia, y en la circunstancia se mostró, en cierto modo, hostil. Lejos de manifestar temor por el acontecimiento de la víspera, pareció sorprendida de que se hubiesen reunido tres rejimientos de milicianos montados, cuando ya el peligro habia pasado. Igualmente echó en cara á Miguel Carrera el tono de autoridad que tomaba en ciertos asuntos sin contar con sus colegas, ni con el congreso, de quien dependia.

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Miguel, que tenia un carácter poco sufrido, y que sabia que algunos miembros habian tenido parte en la conspiracion, no dudó en quejarse de ellos, y lo hizo en términos vehementes, casi de amenaza, dando lugar á contestaciones acaloradas, y tal vez descorteses. Habiendo sido vuelto á llamar al congreso por la tarde de aquel mismo dia, estas contestaciones se hicieron mucho mas graves con respecto á la suerte de los prisioneros. El diputado de Buenos-Aires, don Bernardo

Vera, se presentó como defensor de sus intereses, y segun asentó la cuestion, dejaba creer que Miguel Carrera habia trasgresado las leyes del país, y usurpado un poder arbitrario, condenando los prisioneros á las mayores penas; acusacion indigna y vituperable que causó la disolucion del congreso.

En efecto, Miguel Carrera salió irritado del congreso y se fué á buscar á sus dos hermanos para concertar con ellos un plan contra sus enemigos, de los cuales sabia que tarde o temprano podrian ser víctimas. En esta persuasion, mas valia aniquilarlos de una vez para ponerlos en la imposibilidad de oponerse á sus ambiciosos proyectos. Teniendo siempre las tropas á su devocion, la empresa no presentaba grandes dificultades; no habia mas que ir á ofrecer la batalla á la sala misma del congreso, y fué justamente lo que hizo. A la verdad, antes de llegar á este estremo, pasaron al presidente un oficio en que los comandantes (1) le anunciaban que el pueblo pedia la disolucion de la cámara. La respuesta siendo la que se habia previsto, es decir, negativa, y fundada en que para disolverse el congreso necesitaba saber cual era la voluntad de los comitentes de sus miembros, los rebeldes recurrieron á la fuerza. Las tropas formaron en la plaza. Se pusieron cañones en batería contra la sala del congreso, y sus miembros salieron de tropel y atemorizados para no volver á entrar en ella (2). Así despedidos, los diputados se retiraron á sus res

(1) Juan José y Luis Carrera, Pedro Prado, Joaquin Aguirre, Manuel Barros y Joaquin Guzman.

(2) « Y en fuerza de aquella ley, otorgó el congreso, como era regular, cuanto se le ordenó, protestando secretamente la violacion, lo que se comunicó á Concepcion. »

Épocas y hechos memorables de la revol. de Chile; mss.

pectivas provincias, menos los de Concepcion, que fueron forzados á permanecer en Santiago.

Tres dias despues, el vocal Marin dió su dimision y se partió para Coquimbo. O'Higgins tuvo, por fuerza, que quedarse y tomó parte en el manifiesto del nuevo poder ejecutivo, que anunciaba la disolucion de un congreso, enteramente irregular, cuyo nombramiento fué efecto de la cabala, del resorte y del empeño (1), y mandaba que cada provincia nombrase su procurador para residir en Santiago como representante. Pero esto no se ejecutó.

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CAPITULO XVII.

Separacion de las provincias de Concepcion y Valdivia del gobierno de Santiago. La junta de Concepcion ofrece tropas al congreso para recobrar su autoridad. Carrera envia á O'Higgins como plenipotenciario acerca de dicha junta.— Preparativos de guerra por ambas partes. Reunion de tropas sobre el rio Maule.— Entrevista de Rosas con Carrera en las márjenes de este rio. Convenio entre los dos jefes y contramarcha de las tropas. · Rosas regresa á Concepcion, y Carrera á Santiago. Contrarevolucion en Valdivia y en Concepcion.-Instalacion de otras juntas en una y otra, y arresto de los antiguos miembros.

El acontecimiento del 2 de diciembre da un aspecto muy diferente á la política del país. La revolucion pierde su carácter municipal. El gobierno representativo se hace ilusorio, y es sustituido por el réjimen puramente militar. En adelante, vamos á ver el poder á la merced de un soldado de fortuna.

Ningun acto de malas consecuencias podia lejitimar un tal cambio. La administracion obraba con esmero y con acierto, siguiendo con lealtad la senda de reformas y progresos, y resuelta á formar una constitucion que fijase los derechos y los deberes de cada ciudadano. Por consiguiente, su disolucion fué solamente obra de la ambicion y de la audacia de un jóven cuya soberbia no le permitia contentarse con representar un papel secundario.

Sin duda, Miguel Carrera tenia las mejores intenciones, y era, ademas, activo, intelijente y laborioso. En los últims acontecimientos, habia dado pruebas de que la inconsecuencia, imprudencia y frivolidad de su jenio, en el ocio, no le impedian de tener cabeza y

carácter cuando las circunstancias lo pedian. Pero esto no bastaba. El país necesitaba, principalmente, un administrador, un jurisconsulto, un hombre, enfin, capaz de organizarlo y administrarlo. Si aceptaba la autoridad de un soldado que le imponia una fuerza brutal, abria sus puertas á la ambicion, comprometia su libertad y corria riesgo de verse bajo el yugo del despotismo militar, el peor de los despotismos.

Mientras que el partido vencido tuvo el poder en mano, la provincia de Concepcion estuvo en perfecta armonía con la de Santiago. Habia entre las dos reciprocidad de intereses y de conveniencia; sus ideas eran las mismas y obraban de concierto pará dar al movimiento un impulso propio á preservar para siempre el país de una dependencia estranjera. Pero al punto en que los hermanos Carrera hubieron derribado al gobierno, la provincia de Concepcion se sintió muy contrariada y manifestó su descontento en términos violentos y de amenaza.

"Pero aquí tenemos que volver atras para tomar lá historia en la época en que Rosas, desesperado de ver la inacción del poder ejecutivo, de la mucha mezcla de realistas en el congreso y de las inútiles tentativas que Bizo para disolverlo, marchó para la provincia de Concepcion con el objeto de revolucionarla.

En todos tiempos, esta provincia ha manifestado un espíritu de rivalidad contra Santiago; porque adolecia del resabio que causa verse en un rango inferior, y que dejenera en envidia. En aquella época, tenia, ademas de esto, ciertos humos de federalismo, y deseaba déspojar á la capital de su centralization. El cabildo de Concepcion no se habia manifestado, à principios del

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