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Su cortesía para con todos era encantadora, pues estaba fundada sobre su conocimiento de la sociedad i sobre la amabilidad que era la esencia misma de su carácter.

El hábito constante de su vida era no tener ninguna mira personal, cuando se trataba del bien público......

La simpatía que el pais entero sentia por él, es aun mas viva i mas profunda en esta Asamblea......

Esta unanimidad de sentimientos existe entre nosotros sin distincion ni diferencia de ninguna clase porque, felizmente, nuestras grandes disenciones no son de tal calidad que no podamos olvidarlas en circunstancias como estas, para reunirnos sobre el dilatado terreno de la humanidad, i espero que se tendrá fé en mi completa sinceridad, cuando espreso la conviccion que el distinguido hombre que hemos perdido, conservará durante largo tiempo un sitio de honor en el respeto i en el afecto del pais.» (Sesion del 27 de Enero de 1887).

CAPITULO LXXVII

El respeto de las Minorías

El sentimiento que ha caracterizado hasta hoi las luchas políticas i que obliga a los rivales de dos partidos a mostrarse corteses en los debates, tolerantes, dispuestos a prestarse a las transacciones, al mismo tiempo que les permite conservar sus amistosas relaciones en la vida privada, es algo único i particular a la Inglaterra.

La causa es fácil de descubrir; es el respeto que el partido cuyos jefes están en el poder, muestra siempre por la minoría.

Si la minoría fuera privada de todo derecho, se haria naturalmente facciosa, i se consideraria como desligada de toda responsabilidad. La circunstancia de hallarse, al contrario, asociada, hasta cierto punto, al Gobierno en la preparacion de los actos del Parlamento, hace que se encuentre dispuesta a aceptar i respetar sus actos, cuando han llegado a ser leyes, i nada ha contribuido mas

a mantener ese respeto jeneral que el pueblo inglés demuestra por la legalidad que esa aceptacion por la minoría de los hechos consumados.

Ademas, muchas leyes han aprovechado ámpliamente de las críticas de la oposicion, i han sido modificadas ántes de la votacion de manera de hacerse aceptables por los dos partidos, es decir, por la inmensa mayoría de la nacion.

Se ha visto aun, en ciertos casos, a los leaders ponerse previamente de acuerdo sobre todos los detalles de una medida importante. Así es como, esplicando las fases por las que habia pasado la elaboracion del último reform bill, i haber constatado la estrema facilidad con que una lei tan importante habia podido pasar, gracias al acuerdo de los partidos, el Ministro que sostenia la discusion de esta grave medida, añadia:

<<En mi opinion, creo de justicia decir que no me encuentro uniformemente prevenido contra el sistema que consiste en tratar una cuestion con el acuerdo de los dos partidos. El fin esencial que hai que alcanzar es, seguramente, el bien público, i yo pienso que de tiempo en tiempo pueden presentarse casos en que esos arreglos sean ventajosos para el pais.>>

Puede aun suceder que las cosas vayan mas léjos.

En algunas ocasiones se ha visto a los hombres de los dos partidos acercarse i ponerse de acuerdo, no solamente sobre una medida particular, sino sobre un conjunto de cuestiones. Esa liga ha tenido por resultado, ora la formacion de un Ministerio, llamado de coalicion, ora el mantenimiento en el poder de un partido que se encuentra en minoría en la Cámara de los Comunes, por medio del apoyo constante de miembros del campo contrario.

Esto es lo ocurrido a consecuencia de las elecciones de 1886. El-Ministerio conservador estaba en minoría, i

no habria podido tomar el poder i conservarlo sino gracias al apoyo de las dos secciones del partido liberal.

En estas condiciones es fácil comprender cómo es que las luchas parlamentarias en Inglaterra no presenten el carácter de encarnizamiento i animosidad que las caracteriza en otros paises. El que posee hoi la mayoria respeta al representante de la minoría, a fin de ser respetado a su turno, cuando los roles estén invertidos; el leader del Gobierno comprende la utilidad de la opinion, de la cual ha sido i será aun el Jefe, i no son vanas palabras las que pronunciaba Mr. Disraeli, cuando decia:

En cuanto a mí, convencido como estoi, que el Gobierno parlamentario es prácticamente imposible sin la existencia de dos partidos organizados; que sin esto constituiria el Gobierno mas despreciable i mas corrompido que se puede imajinar, deploro siempre todo lo que tiende a desacreditar alguno de los dos partidos.» (18 Abril 1884, Hausard, Parliamentary debates, vol. CLXXIV, páj. 1221).

CAPITULO LXXVIII

De los partidos neutros

No considerando las cosas sino bajo un punto de vista superficial, es lójico inquirir cómo la opinion puede derribar un Ministerio, fuera del caso en que la mayoría se encuentre fuera de su lugar a consecuencia de elecciones jenerales, o una serie de elecciones parciales.

Es mui cierto que el Parlamento posee «una soberania absoluta, un poder ilimitado que se llama omnipotencian (Bouryer. Commentaries ou the constitutional law, cap. XI) i que responde perfectamente a la definicion dada por Grotins, en estos términos: «el poder cuyos actos son independientes de todo poder superior, de suerte que no puedan ser anulados, por la fuerza, por

ninguna otra voluntad humana» (Derecho de la paz i de la guerra, libro 1.°, cap. III).

Pero, en realidad, el poder soberano reside en el cuerpo electoral.

Sin embargo, los electores que delegan sus facultades a representantes, no tienen ningun medio práctico de obligar a estos últimos a votar o rechazar ciertas leyes, i los Diputados tienen toda la libertad que puede dejarles el temor de no obtener un nuevo mandato. Esa omnipotencia que se les asegura por un tiempo determinado, la delegan a su turno en algunos hombres elejidos entre ellos, pero reservándose el derecho de delegarla en cualquier momento.

De aquí resulta que la voluntad de los electores tiene una sancion intermitente; la de los elejidos, una sancion permanente; la unanimidad de un colejio electoral no puede revocar o dejar sin puesto a un miembro del Parlamento; la mitad mas uno de los Diputados puede derribar a un Gabinete.

Seguramente, si todos los representantes fueran firmemente unidos a su partido (strong party), todo marcharia bien. Tras de cada eleccion, el Ministerio conservaria of dejaria el poder, segun que la apelacion al pais le hubiera dado la mayoría o hubiera sido favorable a sus adversarios, i las cosas permanecerian en ese estado hasta la próxima eleccion.

Pero no sucede así.

Indudablemente se encuentran en el Parlamento hombres semejantes a ese diputado de un condado de Escocia que habia siempre sostenido a Pitt, diciendo que tenia por principio invariable, no hallarse jamas presente en un debate ni ausente en una votacion, i que una vez solamente, durante, su larga carrera, habia votado contra su partido, reconociendo despues haber estado en un error. (Sesion de 33 de setiembre de 1831).

Pero tambien se encuentran algunos independientes de aquellos de que decia Burke, con los que no se puede

contar».

Este es escollo para los Gabinetes, i en otro tiempo se empleaba un medio tan eficaz como poco delicado para preservarse de ellos.

Despues de repartirse el poder sin atender mucho a la voluntad del pais, los Ministros se mantenian en él por medio de argumentos cuya elocuencia era tan sonora como eficaz.

«La administracion de Walpole, dice lord Grey, ha quedado proverbial, por su estrema corrupcion, i no es para nadie dudoso que se habia conservado la mayoría en la Cámara de los Comunes principalmente por la corrupcion, i notablemente por la compra habitual de los miembros del Parlamento; pero parece perfectamente claro que, a este respecto, la principal diferencia entre Walpole i los Ministros que lo han precedido i seguido, ha consistido en que éste se dió ménos trabajo que los otros para disimular los procedimientos que empleaba, i que los mismos medios han continuado siendo tan ámplia i sistemáticamente empleados con el mismo fin, largo tiempo despues de su salida». (Parlamentary government, cap. III).

Este sistema ha perecido, pero apareciendo otro peligro.

En ese sistema de equilibrio, esencialmente voluble, en que las fuerzas de dos partidos se contrapesan i donde, sin embargo, las menores oscilaciones de la balanza producen un cambio del poder, es mui grande la tentacion para un hombre hábil de formar un tercer partido, el que, inclinándose alternativamente a la derecha o a la izquierda, haga inclinar la balanza a merced de su capricho.

Que esto sea con un propósito de ambicion personal,

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