Imágenes de páginas
PDF
EPUB

moos saber, nos, los cristianos de Castilla, como hay un Dios y un Papa, etc., y pedia luégo el Capitan testimonio autorizado al escribano que consigo llevaba, de como se habia requerido á los Caciques é indios de aquel pueblo, todo lo que Su Alteza mandaba, pero que no habian querido venir á dar la obediencia á Sus Altezas, ni á ser cristianos, y luego al cuarto del alba daban en el pueblo que tenia sus vecinos en sus pobres camas, y lo primero, como arriba dije, que hacian era poner fuego á las casas donde se quemaban ó chamuscaban los indios descuidados, mataban y prendian los que salian asombrados y quemados, y despues de apagado el fuego iban á buscar y rebuscar el oro, que era toda su felicidad tras que andaban. Y estas fraudes y maldades no las podian ignorar el señor Obispo y Pedrárias, á quien incumbia más que á otros estorballas y castigallas. Entre los demas envió Pedrárias á un Tello de Guzman, mandándole que, con la gente que Juan de Ayora en el pueblo de Tubanamá habia dejado, fuese descubriendo por la mar del Sur cuanto pudiese, del Poniente abajo. Mandó ir á Francisco de Vallejo, con 70 hombres, contra las gentes de Urabá, que los infestaban, viniendo, diz que, sobre el Darien y echándoles las flechas en las casas; no miraban los pecadores cuánto derecho, cuánta justicia, y cuánta razon les sobraba. Llegados hácia los ranchos que hoy dicen de Badillo (otro que mejor baila), que distan tres leguas de Urabá, dando sobre ellos, segun su costumbre, al cuarto del alba, diéronse muy de priesa á robar el mucho oro de que tenian fama, pero los indios, que por allí tenian mortífera hierba, dieron en ellos y hiriéronles bien cuantos. Los españoles les hicieron ventaja, y entrando más en la tierra, júntanse muchos indios, y pelean mucho rato, y con la hierba derrocaban muchos que morian rabiando. Retrajéronse hácia la costa por donde habian entrado, y, llegando al rio que arriba dijimos llamarse de las Redes, acordaron de hacer ciertas balsas para por el agua mamparase; éstas se hacian de maderos ó haces de cañas, atadas unas sobre otras con ciertas raíces, como correas, de la manera de las de la yedra, ó con

algunos cordeles, que siempre consigo solian llevar para tales necesidades, de cáñamo, que por allí hay; estas balsas, con el miedo y la priesa que tenian por salvarse, no fueron bien atadas, las cuales, desatándoseles, con los brazos las sostenian echados sobre ellas, y así iban el rio abajo, y, porque no podian durar sin todos ahogarse, colgábanse de las ramas de los árboles que topaban, creyendo de más poder durar, pero cansabánseles los brazos, caíanse y allí se ahogaban. Otros, que tenian más vigor, llegábanse á la tierra, y allí, con inmensidad de flechas herboladas, eran asaeteados, de los cuales ninguno escapaba; los pocos que escaparon, heridos y por milagro, pudieron llegar á la costa de la mar y fuéronse al Darien, los cuales vistos por Pedrárias, que de 70 quedaban muertos los 48, y aquellos que venian heridos de aquella hierba pestilencial, que pocos della escapaban, vídose terriblemente augustiado, y de ninguna parte podia hallar cosa que le consolase. Pero no por eso dejaba de añadir pecados á pecados, y males á males por su insensibilidad, por lo cual, para enmendar el avieso camino que andaba y recompensar las pérdidas del oro, que muriendo los que á robarlo enviaba, dejaban de le traer delante, acuerda enviar á Francisco Becerra en un navío con 180 hombres, y con muy grande aparato de guerra, conviene á saber, tres tiros de artillería, que echaban la pelota de plomo más gruesa que un huevo, 40 ballesteros, 25 escopeteros, y de todas las demas armas que de allí pudieron haber muy bien guarnecidos, que, cierto, bastaban para hundir é destruir á toda la tierra firme. Estos envió para que penetrasen en la provincia del Cenú, y del todo rayesen cuanta riqueza y oro haber en ella certificaba la fama, porque no creia que el bachiller Anciso, segun lo que era, habia robado nada. Desembarcó Francisco Becerra y su compañía en la costa de Urabá, porque le mandó tambien Pedrárias que de camino destruyese á cuanta gente por allí hallase, y entró, descubriendo la tierra por camino que nadie ántes supo, ni despues por dónde hobiese entrado, porque nunca jamás pareció, ni dél ni de hombre de los que con él fueron

hobo ningun rastro, más de que todos fueron muertos sin que alguno escapase; y ésto se alcanzó por un indio, muchacho, que con ellos iba, que debia ser criado de alguno dellos, el cual, escondido por los montes, andando de noche y en las breñas metido de dia, se escapó hasta que llegó al Darien cuasi, de hambre, sin habla, por gran maravilla. Deste supo Pedrárias, que andando Francisco Becerra y su gente por diversos lugares, á veces huyendo, á veces dando en los indios, le mataban los hombres á flechazos con hierba, para lo cual tuvieron esta industria: que en los caminos que iban por montes, cortaban los árboles y embarazaban los caminos con ellos, y poníanse detrás dellos y de allí los flechaban sin ser dellos vistos, y por aquellas espesuras teníanles gran ventaja los indios, porque los españoles por ella son atados, y los indios, como desnudos, ligerísimos, y así no podian seguillos. Súpose más, que llegados al rio del Cenú, que pasa junto con el principal pueblo, hallaron la gente disimuladamente pacífica, y, como el rio es grande y hondo, creo que se dejaron pasar dellos en canoas, lo que fué harto indiscreto aviso; y en canoas, ó como quieran que los pasaron ó ayudaron á pasar, teniendo la mitad dellos de la otra parte del rio, salieron por dos partes gente que tenian puesta en celada, y no dejaron entónces hombre dellos vivo. Esto, como dije, se supo de aquel muchacho indio que con Becerra y su compañía habia ido. Aquí pagó Francisco Becerra las muertes, y captiverios, y robos que cometió en los pueblos que los rescibian y estaban de paz, por Vasco Nuñez confederados, quebrantándoles la fe, y verdad, y seguridad que Vasco Nuñez, como dicho queda en el cap. 50, les habia prometido, por y en nombre de todos los españoles, que estaban seguros sin rescibir dellos daño, y por la misma manera parece que lo castigó Dios, saliéndole los vecinos del Cenú de paz, y no la guardando al cabo; puesto que en aquel salir de paz, fe ninguna ni paz no violaron, sino que usaron de ardid discreto de guerra, y él fué indiscretísimo en creellos: gentes que desde Hojeda y Nicuesa, y áun de ántes por Cristóbal Guerra, como dijimos en el

primer libro, de los españoles habian rescibido tan infinitos escándalos, insultos, daños y males. Y plegue á Dios todo poderoso, que, con este mal fin, todos los que mal hacian y han hecho á los indios, ante el Divino juicio hayan pagado.

CAPITULO LXVIII.

Llegado Tello de Guman al pueblo del cacique Tubanamá, halló á Meneses cuasi cercado de los indios y de hambre, que lo guerreaban, que no osaban salir á buscar hierbas que comiesen, no esperando remedio de alguna parte; y puesto que. muchas veces quisieran huir, pero los indios luégo eran con ellos y los atajaban, y así pensaron más morir de hambre quizá que de los flechazos. Vístolo asomar de nuevo, luégo todos huyeron que no osaron parar. De allí fueron todos juntos á las tierras de Chepo y Chepancre, Caciques y señores principales, quemando, y abrasando, matando, y robando cuanto vivo hallaban; decian que por hacer venganza de un español que le mataron á la entrada. Y, porque los indios se rehacian para venir á dar sobre ellos, acordó Tello de Guzman de enviar mensajeros al Cacique más principal, ofreciéndole paz y amistad y dando excusas de los daños que les habia hecho, y que no tuviesen temor desde adelante; convencióse aquel señor, y vino á vellos de paz, y llevólos á su casa, y hízoles todo buen hospedaje, teniendo por cierto que lo que le prometió habia de ser verdad. Estando un dia comiendo en mucha buena conversacion y hermandad, llegó, segun dijeron, un muchacho á quejarse con ciertos indios que le acompañaban, el cual dijo al capitan Tello de Guzman, que aquella tierra y señorío era suyo, y no de aquel que allí estaba, porque su padre, que era el legítimo señor, al tiempo de su muerte se lo dejó por tutor y gobernador de aquel estado, pero que despues se habia con él alzado y á él desterrado, y por tanto, que le rogaba que contra él le ayudase. Tello de Guzman, como hombre muy justo, y como si fuera Alcalde en su tierra y casa, creyendo que el mozo decia verdad, mandó luégo ahorcar, al que le tenia y hospedaba con fiesta en su casa, de un árbol, aunque, diz que,

« AnteriorContinuar »