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nes que la nacion podria haber reportado del comercio, ciñendo sus provechos a un pequeño número de individuos.

El estado de las artes era proporcionalmente mas degradado: solo existian las mui necesarias a la vida i en tan completa imperfeccion, que sus toscos i deformes productos apénas bastaban a suministrar una escasa subsistencia a los pocos que se dedicaban a ellas

so salieron 168,000 fanegas (210,000 ps.) i 50,000 fanegas de Concepcion o sea 62,500 ps. valorizado a 10 reales en ambos puertos.

El retorno mas valioso era la azúcar, de la que se importaba 57,272 arrobas a Valparaiso, 8,000 a Coquimbo i 12,000 a Concepcion.-V. M.

Esta nota de la 3 edicion manifiesta que no se comprende que el autor no se propuso hacer una estadística del comercio de la colonia, sino únicamente comprobar con el testimonio del señor Salas que, a causa del monopolio, era imposible esportar las producciones de nuestro suelo; poniendo al pie de la pájina, para indicar que este era un detalle que no entraba en la materia del testo de la obra, el guarismo que el mismo señor Salas da a la esportacion de los frutos nacionales sacados por los monopolistas en 1796. Para ilustrar mas este punto, i no para hacer la estadística comercial, se agregan ahora los siguientes datos tomados del Estado jeneral de la internacion i esportacion que hubo en 1802, segun las pólizas presentadas a la Real Aduana, que se publicó en el Mercurio de Valparaiso del 15 de mayo de 1861. De ese Estado resulta que en 1802 hubo este movimiento:

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Analizando las cifras de la esportacion, solo para comprobar el

para desertar luego con mas vicios a soportar la miseria en la ociosidad.

Ved aquí en compendio el deplorable estado de nuestra industria i los efectos que en nuestro pueblo producia la influencia profundamente corruptora del sistema legal i consuetudinario de los conquistadores. La metrópoli misma los conocia demasiado bien i participaba hasta cierto punto de estos males con una incuria en mi concepto bien estraña. El mejor comprobante que puedo presentar en este punto es el informe hecho a Fernando VI con motivo del espediente formado en Chile para contener i reducir a debida obediencia a los araucanos. El autor de tan interesan

asunto de que habla el testo de esta obra, se conocen los siguientes datos:

1 que en la esportacion figuran 1.786,529 pesos en onzas de oro i plata fuerte, de modo que el valor total de la esportacion en frutos i manufacturas fué de 637,527 ps. solamente.

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que de este valor corresponden a frutos i mercaderias chilenas solo las siguientes cifras:

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cifra que equivale a pocɔ mas de la cuarta parte del valor que daba el señor Salas a los frutos nacionales esportados seis años antes, de modo que la decadencia era tanjible.

El resto de las mercaderias esportadas por mar i cordillera, hasta completar 637,527 pesos, era de manufactura europea o arjentina, que pasaba a otras plazas por las conveniencias del comercio. En el valor de las esportaciones por mar, aparecen 69,115 pesos, precio de 74 esclavos que se llevaron a Lima, i que no hemos considerado en la cifra de los productos nacionales.

Estos datos son ilustrativos del punto a que se refiere la nota puesta al testo, i no tienen conexion con el objeto mui diferente que se propuso la nota de la 3 edicion.

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te documento, despues de haber descrito con exactitud el reino, discurre acertadamente sobre su despoblacion i acerca de la pobreza i miseria en que se hallaba despues de mediado el siglo último, a pesar de sus exuberantes campiñas i sus infinitos elementos naturales de riquezas, i continúa con estas razones: "Falta a la mayor parte de los habitantes de Cile "lo mui preciso para una decente pasadía. El tenien"te jeneral, conde de Superunda, siendo gobernador "del reino, hizo estender por todos los partidos la voz del beneficio de los seis títulos de Castilla que "V. M. se diguó conceder el año 1744 para la fun"dacion de los nuevos pueblos, que se proponia en "los dos proyectos citados. Mas no hubo quien se "alentase al beneficio de ninguno de ellos como "consta del espediente, donde tambien se hallan mu"chas pruebas de la suma pobreza de aquel os natu"rales; basta saber que a escepcion de las cercanías "de Santiago i de las inmediaciones de los pocos "pueblos que hai en el reino, no vale cada fanega de "tierra buena mas de un real de plata... Ya no es "de estrañar, que en vez de conseguir algunos cau"dales para los gastos inescusables de la corona, ten"ga de costo a V. M. la manutencion de aquel reino "la cantidad de ciento setenta mil pesos fuertes, que "se remiten anualmente de las cajas reales del Perú; "los cien mil para el ejército o tropa de Chile i los "setenta mil para el presidio de Valdivia, i todavía "se requiren mayores cantidades; pues el teniente je"neral, conde de Superunda, ministro tan celoso de "los intereses reales, represanta a V. M. ser necesarios "anualmente otros sesenta i dos mil pesos fuertes,

66 para conservar el reino sobre la defensiva, como "se verá en breve. I no hai que esperar la redencion "de este pesado gravámen de la corona, mientras "permanezcan la despoblacion i miseria de aquel "reino.

"Este es el estado infeliz de la parte que ocupan "los españoles i no es mas próspero el que se esperi❝menta en la parte de los indios rebeldes..." (1)

Basta en mi concepto este lijero apunte para concebir hasta qué grado llegaba el funesto influjo de las leyes industriales i estravagantes costumbres de nuestros conquistadores para mantener en deplorable indijencia a nuestra sociedad i en una completa i degradante inercia al individuo. La metrópoli llenaba con esto su propósito i se desdeñaba de remediar aquellas desgracias, porque eso habria sido apartarse de su sistema sin fruto cierto i con peligro.

(1) Véase el Seminario erudito de Madrid, tomo XXIII.

VII

Investigaciones sobre la influencia del sistema colonial en las costumbres privadas i en el carácter

de los chilenos.

Ya habreis observado, señores, que me he esforzado en estudiar el carácter i tendencias de nuestra sociedad, analizándola imparcialmente en los principales elementos que la componen. A efecto de conocer cómo han venido estos elementos a formar esa unidad de nuestro pueblo, que podemos llamar su existencia moral, los he observado en su orijen, en las fuentes de donde emanan, es decir, en las leyes i preocupaciones de la nacion que nos dió vida, i los he seguido en todo su desarrollo progresivo hasta manifestar cómo han influido en las costumbres, en las creencias i en la condicion de los hombres que constituyen las dos clases de nuestra sociedad durante la colonia. Para completar mi plan será preciso que observe todavia al colono en su vida doméstica, en sus costumbres privadas, que son las que mas propiamente revelan su fondo e inclinaciones individuales, para deducir de ahí los antecedentes necesarios a fin de conocer el carácter de las jeneraciones que hoi forman la nacion.

Mas ya he sentado las bases de estas indagaciones: al hablar de las leyes i preocupaciones españolas que

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