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una sociedad que posee dentro de sí misma todos los elementos de su ventura, cuando está sometida a un poder estraño, que no la conoce i que la sujeta a su capricho, solo con el fin de sacar de ella todas las ventajas posibles; si una sociedad tal no habria podido proveer a su existencia i perfeccion sin usar del derecho natural que le corresponde de rejirse i gobernarse por leyes de su propia soberanía, es tambien fuera de toda duda que lo tenia para emanciparse del poder destructor que la oprimia i que el ejercicio de este derecho augusto e imprescriptible no podia pertenecer a otro que a ella misma. ¿A quién se habria confiado la facultad de fijar la época mas oportuna para verificar esa emancipacion, si no es al mismo pueblo que debia reportar sus felices resultados? ¿La España acaso u otra nacion cualquiera habrian ofrecido suficientes garantías de imparcialidad i de rectitud en el uso de tan inmensa facultad?

Si los americanos hubieran despreciado la brillante ocasion que les proporcionó el receso, el aniquilamiento del poder absoluto de la metrópoli, causado por la prision de los reyes católicos; si hubieran permanecido impasibles al mismo tiempo que la Europa entera se removía en sus cimientos i sus carcomidos tronos se desmoronaban con el aliento solo del hombre del siglo; si los chilenos, desperdiciando la alarma que fomentaba el estúpido despotismo de su gobernante, se hubieran limitado a conservar el dominio del reino a un monarca que principiaba a perder su prestijio i que carecia de autoridad i de poder para mantenerlos en la esclavitud, habrian tambien sellado su perpetua

dependencia, haciendo imposible para lo futuro su libertad política. Restablecido Fernando en el gobierno de la península, destruyó con alevosía las instituciones liberales que se improvisaron durante su ausencia, desplegó un sistema doblemente mas tiránico i espantoso que el de sus antepasados, i reintegrado en el antiguo poder de su trono, se hizo bastante fuerte para mantener su despotismo a pesar de los esfuerzos que la nacion hacia para libertarse. Al considerar tales hechos ¿quién puede vacilar en creer que la América habria sido tambien presa de su ferocidad, si hubiera tenido el candor de mantenerse bajo la odiosa dependencia de la colonia, por respeto a los mentidos derechos de la metrópoli? Con efecto, las leyes restrictivas i las arbitrariedades de los mandatarios habrian continuado humillando a las colonias i redoblando su dureza a fin de impedir que jerminaran los principios de la libertad i civilizaci on que, con motivo del interregno, pudieran haber prendido en algunos corazones. I si en algun tiempo la España advertida de sus aberraciones i conociendo mejor sus propios intereses, hubiera moderado su sistema colonial del modo que lo ha practicado últimamente, su prestijio i su poder se habrian. robustecido i la emancipacion de la América habria llegado a ser de todo punto imposible, o a lo menos infinitamente mas costosa que lo que ha sido. ¿Se cree por ventura que habia de llegar una época feliz en que los colonos preparados por la ilustracion i por los hábitos democráticos pudiesen emanciparse sin peligro i adoptar una forma de gobierno liberal sin esponerse a los contrastes que ocasiona la falta de

preparacion? Quimera es ésta tanto mas infundada cuanto que se advierte que la metrópoli por su interes mismo, por sus costumbres i por su lejislacion, no podia menos de estinguir todos los jérmenes de civilizacion i libertad que pudieran con su desarrollo poner en peligro su imperio i disminuir las ventajas de su dominio en el Nuevo Mundo, aun cuando hubiera mejorado su sistema despojándolo de las trabas i restricciones inútiles. Así de todos modos la libertad de los colonos habria quedado reducida a una vana esperanza, cuya realizacion, demasiado costosa en todo tiempo, habria traido siempre desastres mas O menos terribles, que sirviesen de argumentos en favor de la esclavitud. Es, pues,

necesario confesar que los libertadores de América obraron no solo con oportunidad sino tambien con la cordura i fortaleza que exijia la heroica i dificultosa empresa que acometieron bajo su responsabilidad.

La influencia fatal de la España i de su sistema en nuestras inclinaciones i costumbres habria sido en todas las épocas bien funesta a nuestra emancipacion, i talvez en otras circunstancias habria opuesto obstáculos mas insuperables a nuestra organizacion i rejeneracion políticas que los que ahora tocamos, si los fautores de la revolucion no se hubieran aprovechado de los incidentes felices que la facilitaron en 1810. Vituperar su obra grandiosa, echándoles en cara las desgracias que ha producido el choque violento de los antecedentes españoles con los principios rejeneradores, es proceder de mala fé o discurrir a tientas: estas desgracias son un resultado necesario, un mal inevitable a que debiéramos habernos some

tido, como a una consecuencia natural de nuestra emancipacion, cualquiera que hubiera sido la época en que ésta se verificase. Era necesario procurarnos la libertad con todos los males que nuestra inesperiencia i falta de preparacion debian orijinarnos.

Mas, los que no consideran estos males como un resultado fatal de nuestra educacion, miran en ellos las consecuencias que arguyen mas elocuentemente contra nuestra libertad i contra la forma política de nuestra actual organizacion; i esto es atribuir injustamente a distintas causas los efectos que proceden de otras; es cometer el error en que groseramente incurren los que atacan la relijion por atacar la supersticion i los abusos de los hombres. Las desgracias que se deploran no deben arredrarnos ni hacernos renegar de nuestro propósito; ántes bien, ellas son el mejor testimonio de que todavía existe poderosa en América la funesta influencia del sistema colonial que nos oprimió tres siglos; ellas nos advierten que, cuando la forma de gobierno establecida i la reaccion que se emprende no tienen todavía råices en el corazon de la sociedad, debemos ser mas circunspectos i juiciosos en la reforma i en nuestro ataque a los antecedentes que hacen difícil la rejeneracion del pueblo. Uno de los mas sabios i profundos políticos de los tiempos modernos, al reconocer las causas que han preparado la crísis que en el siglo presente sufren las instituciones liberales que se ha pretendido adaptar a los pueblos envejecidos de la Europa i América, se espresa en términos que convienen del todo a mi propósito.

"Toda la parte servil de la Europa, dice, que es

todavía mui numerosa, ha lanzado gritos de alegria, viendo la causa de la libertad deshonrada por los que se dicen sus defensores. Los escritores retrógados, admitiendo por un momento nuestros principios, a fin de retorcerlos contra nosotros, i conviniendo en que deben juzgarse las instituciones políticas segun su tendencia a producir el bien i perfeccion de todos, han pretendido que habia mas felicidad i perfeccion en Prusia, Dinamarca i aun en Austria, que las que han producido las decantadas instituciones de la América meridional, de España i Portugal, i aun las de Francia e Inglaterra...." I haciendo ver el mismo escritor que este grito insultante a la humanidad no tiene mas que una falsa apariencia de verdad, porque no se debe juzgar por las descripciones exajeradas que hacen los partidarios del despotismo de los desastres que ocasionan los ensayos de la libertad en los pueblos nuevos, sin tomar en cuenta las desgracias mil veces mayores i mas degradantes que causa el sistema absoluto, esclama con la calma del filósofo i la enerjía de la justicia. "Despues de haber repetido a los serviles que no es dado a ellos triunfar de los Jiberales, que todos los errores, que todas las desventuras de éstos no hacen que sus esfuerzos dejen de ser justos i jenerosos, ni convencen de que el sistema que se proponian destruir no fuese vergonzoso i culpable, i que la esclavitud no sea siempre la mayor de las desgracias, la mayor de todas las degradaci ones; convendremos tambien en que los propagadores de las ideas nuevas han caido en errores fundamentales; que, advirtiendo el mal que pretendian destruir, se han formado ideas falsas del bien que deseaban

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