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observa la marcha de estas ideas, la formacion de estas costumbres i el arraigo de la revolucion.

"La idea de estatuir un gobierno independiente, la doctrina de la soberania del pueblo ganan terreno, porque esa intervencion frecuente de los ciudadanos. en los negocios públicos, ese congreso soberano que no obra sino influido por lo que entónces se llama voluntad popular, i que en las crisis mas graves apela al pueblo, oye su parecer, defiere a sus peticiones, sin embargo de que son unos pocos los que se arrogan el derecho de interpretar, de proclamar i de representar esa voluntad, son otros tantos elementos revolucionarios que debilitan la influencia de preocupaciones coloniales, que despiertan la idea del hombre en sociedad, completamente aniquilada en el sistema español, que inquietan los ánimos para emprender lo que antes habria sido imposible, que echan en el corazon los jérmenes del amor a la patria i del espíritu público; son en fin los elementos que dan oríjen a la reaccion i que, desarrollándose mas adelante, la fortificarán i la harán mas poderosa que el interes antiguo defendido por los partidarios de la metrópoli.”

No solo se propagaba el órden nuevo de ideas en la sociedad por medio de la prensa, de los institutos literarios i de las nuevas costumbres políticas, sino que tambien se procuraba darlas cuerpo i formularlas en documentos oficiales, para encarnar de este modo la revolucion en los hombres i en las cosas i constituirla i fijarla por medio de las instituciones.

Así pues, este nuevo sistema de ideas, que iba formando un cuerpo de costumbres, convicciones, leyes e instituciones tambien nuevas i en pugna con el

viejo órden de cosas, se elevó a principios i se formuló en una carta, en el Proyecto de constitucion del señor Egaña, lo que ya era un sistema completo de medios para realizar el gran fin de la rejeneracion social. La revolucion en adelante podria fluctuar, bambolear, i aun sucumbir por algun tiempo; pero ya no podia perecer: su jérmen se encontraba arraigado en el corazon de la sociedad, i tarde o temprano debia dar su fruto. Tal es la conviccion que nos arranca el Bosquejo Histórico Constitucional del señor Lastarria.

La historia constitucional considera pues el fondo de las cosas, nos manifiesta el alma de la época i de los hechos, el cuerpo de principios de que los aconte cimientos políticos no son sino meras consecuencias; mientras que la historia puramente política, que no está al cabo de estas teorias, como las llama la comision, no puede absolutamente comprender ni apreciar los sucesos, ni darnos de un modo completo i de raiz, por consiguiente, la verdadera esplicacion de la cadena de los hechos que forma la historia política de una época dada. De modo que antes está fijar los principios o las teorias, i despues sus consecuencias o los hechos, contra el parecer de la comision universitaria. Este es el proceder de toda ciencia, i sobre todo de la ciencia histórica tal cual la esperiencia de los tres siglos anteriores la ha constituido en el siglo diez i nueve.

Mientras que Chile i toda la América meridional pugnaban por hacer triunfar i constituir en su seno los principios de la revolucion francesa que Bonaparte grababa en el corazon de la Europa con la punta

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de su espada; aquel grande hombre de quien dependian entonces los destinos del mundo, esto es, la suerte del continente europeo, asiático i americano, despues de haber llegado a su apojeo i querido dividir el imperio de la tierra primero con el Santo Pontífice i despues con el Autócrata ruso, estaba a punto de detener su carro de triunfo, de dejar un gran vacio en el mundo de las ideas, i dar lugar a una rápida reaccion hácia el sistema antiguo. La Rusia, que no habia querido conformarse con el decreto del sistema continental, espedido por Napoleon despues de ser dueño de Prusia por la batalla de Jena (1806), para arruinar a la Gran Bretaña hiriendo de muerte su .comercio; la Rusia (en 1812) atrae a los franceses a sus eternas nieves, incendia a Moscow, i los fuerza a emprender la famosa retirada donde sucumbe para siempre el gran emperador. Mientras tanto Wellington, vencedor de los franceses en Portugal, entra victorioso a Madrid, prosigue su carrera triunfal i poco despues, en las llanuras de Victoria, constituye la independencia de la España.

Ilé aquí un golpe mortal para la independencia americana. La suerte de la metrópoli se hallaba en razon inversa de la de sus colonias. Mientras la metrópoli estaba colonizada, las colonias proclamaban su independencia; pero a la libertad de aquella, debia suceder la esclavitud de éstas.

Desde que el jeneral Carrera empuñó las riendas del gobierno, a principios de 1811, hasta la entrada de Wellington en España, a fines de 1812, la revolucion marchaba con viento en popa hácia la rejeneracion social; pero desde que se derramó en Chile la noticia

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de la independencia de la España i la constitucion
del gobierno de Fernando, todo fué desaliento para
los patriotas, en tanto que los denominados godos
empiezan a tomar brios. El gobierno i la prensa se
desaniman; Carrera i Henriquez, los mas esforzados
i valientes defensores de la causa americana, pierden
su antigua enerjia; mientras tanto los partidarios de
la metrópo1i, de dia en dia mas exijentes i mas fuer-
tes, se atreven a murmurar i a pedir la reforma de la
constitucion que quitaba al rei el gobierno de estos
dominios. Sus votos fueron de necesidad atendidos,
i Carrera mismo tuvo que sufrir, bajo su gobierno, la
proclamacion de una nueva carta constitucional en la
que se reconocia a Fernando VII por soberano de
Chile. Sin embargo, esto no era sino una especie de
transaccion con los monarquistas, i esta constitucion
tiene todos los caracteres de tal: así, mientras que por
el artículo 3.° se reconoce rei a Fernando VII, quien
deberá aceptar la constitucion en el modo mismo que la de
la Península, por el artículo 8.° se dispone, que ningun
decreto, providencia u órden, que emane de cualquiera auto-
ridad o tribunales de fuera del territorio de Chile, tendrá
efecto alguno, i los que intentaren darles valor, serán cas-
tigados como reos de estado." (1) Semejante sistema de
transacciones, i todo lo que de él emana, no puede
ser sino provisorio; por consiguiente esta constitucion
estaba destinada, por la fuerza de las circunstancias,
a ser transitoria hasta que el triunfo se hubiese deci-
dido completamente en favor de uno solo de los

contendientes.

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En efecto, en marzo de 1813, el jeneral español Pareja, a la cabeza de un fuerte ejército, enviado por el virei del Perú, invade a Chile, da coraje a los numerosos partidarios de la Península, encubiertos hasta entónces, i una poderosa reaccion toma armas en favor del antiguo sistema i en contra de toda constitucion que no reconozca al rei de España por absoluto soberano de estos paises.

Con la presencia del ejército enemigo, una ajitación estraordinaria se derrama, un espíritu enérjico i de fuego vuelve a templar las almas de los patriotas. El peligro de la patria naciente sacude el desaliento de los comprometidos entre las clases altas i llena de entusiasmo jeneroso a las clases últimas. Inmediatamente se levanta una asonada, destruye la constitucion que reconocia a Fernando por rei de Chile; Carrera parte a tomar el mando del ejército; una junta gubernativa le sucede; en el gobierno los principios revolucionarios vuelven a brillar con el resplandor del rayo i tambien en la prensa del pais. A fines de 1813 han renacido, para la patria agonizante, los bellos dias de 1811.

Pero todo es en vano; la revolucion estaba herida de muerte con la division de los dos partidos rivales; Carrera es separado del mando del ejército, O'Higgins, su antagonista, le reemplaza. Talca cae en poder de los realistas; la patria, que peligra, concentra sus fuerzas i nombra un director. El enemigo avanza triunfante hácia la capital, el directorio no ve la salvacion del pais sino en el comodoro ingles; Hillyar interviene entre ámbos belijerantes, se forman tratados por los que el directorio reconoce que Chile es

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