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miembro integrante de la monarquia española; el español no los ratifica i avanza hasta las puertas de Rancagua, en donde O'Higgins i Carrera, tarde por desgracia, deponen sus celos i unen sus armas para combatir al enemigo comun. Es en vano, la victoria se halla siempre al lado de la union; los patriotas sucumben en Rancagua.

"Hé ahí, dice el señor Lastarria, el primer período de la revolucion de nuestra independencia. ¿Debemos considerar este penoso i desgraciado fin como un efecto de accidentes pasajeros, que pudieran haberse evitado, o dádoles otro jiro, adoptando alguno de los planes de defensa concebidos por los dos jenerales de nuestras fuerzas? ¿Deberemos atribuir a algunos o a todos los autores de la revolucion, esa anarquia, esa série de inconsecuencias, de perfidias i debilidades que forman el cuadro del primer período de la revolucion chilena? No, porque si hemos de juzgar como cause + historiadores, es preciso que remontemos a las verdaderas causas que prepararon aquel desenlace; es preciso que no veamos en ese cuadro sino la consecuencia necesaria de los antecedentes de nuestra sociedad; i que hagamos justicia sin dejarnos sorprender de las pasiones que han dominado a los actores i espectadores de aquel drama sangriento."

Hé aquí la reflexion que nos arranca este juicio exacto i profundo del señor Lastarria en el cuadro histórico que nos desarrolla. Solo el historiador constitucional que penetra a fondo el modo de ser de la sociedad, que toma en cuenta, para juzgar los hechos, el carácter de sus costumbres, creencias i convicciones de toda especie, puede darnos las verda

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deras causas de los acontecimientos políticos, presentarnos una hilacion tan breve, lójica i clara de la marcha de la revolucion, i juzgar con tanta elevacion e imparcialidad a los hombres i a las cosas del período constitucional cuyo laberinto nos allana.

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Por consiguiente el historiador político debe estudiar en la escuela del historiador constitucional; en él debe aprender los hechos ántes de empezar relacion de ellos, porque una cosa es el aprendizaje de la cadena de los sucesos históricos i otra cosa es la comprension del cuadro de la historia misma. En esto último está la importancia i utilidad de la historia. Bien puede el historiador político, que voga i vaga en la superficie de las cosas, darnos relaciones mas o ménos hermosas i pintorescas, su historia no tendrá todavía mas importancia, para la razon i la moral de la humanidad, que la de un bello romance que divierte la imajinacion; solo el historiador constitucional, que echa el ancla en el fondo de la sociedad, puede darnos la verdadera esplicacion i la exacta comprension del cuadro de la vida de un pueblo, i trasmitirnos grandes lecciones de una importancia real i de una utilidad práctica para la marcha i direccion de las naciones, para el porvenir de la humanidad.

Hé aquí el verdadero mérito de la obra del señor Lastarria: estas son mis convicciones en historia; siento que ellas se alejen tanto de las manifestadas en el informe.—Santiago, diciembre 20 de 1847.

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INFORME

de la Comision nombrada por la Facultad de
Humanidades de la Universidad.

La Memoria que se ha presentado a la Facultad de Humanidades en solicitud del premio que le corresponde conceder en el concurso literario del presente año, i que tiene por título "Bosquejo Histórico de la Constitucion del gobierno de Chile durante el primer período de la revolucion", es un trabajo de bastante interes por su asunto, i de no poco mérito por la manera con que lo ha desempeñado su autor. La constitucion social de un pueblo, i especialmente de aquellos pueblos que como el nuestro han combatido por granjearse una mas libre i ventajosa que la que ántes tenian, es una de las primeras, mas importantes materias de que debe ocuparse la historia. Las hazañas militares, los sacrificios heroicos i las penalidades amargas que acompañan de ordinario a las mudanzas políticas, son ciertamente monumentos de gloria para las naciones; pero no es eso solo lo que las hace prósperas i felices. Tras de los esfuerzos del guerrero, viene la obra del lejislador que da nueva planta a la organizacion de la sociedad, nueva forma al gobierno, nuevo campo al pensamiento, i una

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direccion distinta a la antigua marcha de los negocios. Estos trabajos tienen una importancia inmensa sobre la vida de los pueblos, i su cabal conocimiento es uno de los asuntos mas importantes que se pueden ofrecer al estudio del historiador.

La Memoria sobre que estamos informando se contrae a esta última materia: ella es menos brillante i fascinadora que aquellas producciones destinadas a satisfacer la curiosidad por los sucesos pasados, o a halagar el amor patrio con la narracion de las hazañas guerreras; pero en cambio abre campo a útiles estudios i a investigaciones de que el estadista puede sacar provecho. El autor, dejando aparte el hilo de los acontecimientos, se ha propuesto referir los sucesivos cambios que sufrió la organizacion de la autoridad suprema desde 1810 a 1814, e investigar el progreso de las ideas políticas que rijieron la creacion de los primeros gobiernos nacionales. Se ha propuesto apreciar la civilizacion de aquella época, las ideas, los principios de los hombres que asistieron al nacimiento de la Republica, i pintar esta faz interesante de nuestra historia, sacando del olvido algunos hechos preciosos que hasta ahora solo han merecido de nuestros historiadores cuando mas una lijera pincelada. Se comprenderá que este propósito supone ideas nada vulgares acerca de los verdaderos objetos de la historia, i requiere un fondo de instruccion i de versacion en estudios políticos con que no muchos pueden contar.

La Comision cree que el trabajo está bien desempeñado i satisface los objetos que el autor se propuso. La Memoria comprende cuatro capitulos: el primero

INFORME DE LA COMISION.

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está destinado a referir las mudanzas ocurridas así en la forma como en el personal de la autoridad suprema del pais en los años de 1810 i 1811. Esa autoridad pasó de manos del brigadier Carrasco al Conde de la Conquista; de éste a la primera Junta Nacional erijida el 18 de Setiembre de 1810; en seguida al Congreso que se reunió en 1811 i de éste a varias Juntas mas o ménos numerosas que tuvieron una existencia efímera, como creadas i destruidas sucesivamente por tumultos populares i rebeliones de la fuerza armada. El autor hace notar la influencia de estos sucesos en el desarrollo de los principios democráticos que prendian i se jeneralizaban entre los ciudadanos a fuerza de la intervencion que se daba a todos ellos en la direccion de los negocios i en la solucion de las mas graves cuestiones que ofrecia el gobierno del pais. El segundo capítulo tiene por objeto analizar dos piezas notables que se trabajaron en el período de que trata el precedente capítulo, a saber: el discurso pronunciado a la apertura del alto congreso por su presidente don Juan Martinez de Rosas i el proyecto de constitucion que por encargo de aquel cuerpo compuso el ciudadano don Juan Egaña. En esta parte el autor ha tratado de apreciar las ideas dominantes, la aglomeracion de errores i verdades, la mezcla de sistemas heterojéneos que formaban el patrimonio intelectual de nuestros hombres públicos de aquella época. El análisis que se hace de estos documentos es atinado i juicioso, i está sembrado de oportunas observaciones críticas. El tercer capítulo comprende las ocurrencias políticas que influyeron durante los años 12 i 13 en la direccion de los negocios públicos.

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