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otra cosa que una perpetua fluctuacion mui semejante a la anarquía. ¿Pero quién puede asegurar que esa situacion estraordinaria no fuese provechosa a los amigos de la independencia? Ella era un resultado lójico de las circunstancias, porque no solo no habia un interes, un principio que prevaleciera, sino que tampoco habia hombres bastante capaces para representar i hacer triunfar alguno de los intereses que entónces se chocaban: todo era incierto i fluctuante, hasta las ideas de organizacion que abrigaban los mas adelantados en aquella época. Pero entre tanto la unidad del sistema administrativo español se ha hecho pedazos, el poder del rei pierde su prestijio, porque se ha visto que impunemente puede ser desatendido. La idea de estatuir un gobierno independiente, la doctrina de la soberania del pueblo ganan terreno, porque esa intervencion frecuente de los ciudadanos en los negocios públicos, ese congreso soberano que no obra sino influido por lo que entónces se llama voluntad popular, i que en las crísis mas graves apela al pueblo, oye su parecer, defiere a sus peticiones sin embargo de que son unos pocos los que se arrogan el derecho de interpretar, de proclamar i de representar esa voluntad, son otros tantos elementos revolucionarios que debilitan la influencia de las preocupaciones coloniales, que despiertan la idea de la dignidad del hombre en sociedad, completamente aniquilada en el sistema español, que inquietan los ánimos para emprender lo que antes habria sido imposible, que echan en el corazon los jérmenes del amor a la patria i del espíritu público; son, en fin, los elementos que dan oríjen a la reaccion i que, desarro

llándose mas adelante, la fortificarán i la harán mas poderosa que el interes antiguo defendido por los partidarios de la metrópoli. Esa anarquia, que al fin de aquel año viene a resolverse en un cisma peligroso, en la separacion de la provincia de Concepcion, produce todavia otro efecto saludable: tal es la consideracion de que aquel jénero de procedimientos no es el mas conveniente a los nuevos intereses que se quieren hacer triunfar, porque mientras permanezcan divididos i chocando entre sí los que se han encargado de la ventura de la patria, están espuestos a ser vencidos i perdidos sin remedio: por eso se va a ver ya un gobierno mas estable, una marcha mas regularizada; por eso se principian a proclamar de un modo mas definitivo las buenas doctrinas i a tratar con mas seriedad los negocios del Estado.

Para conocer mejor el espíritu de los hombres de aquella época i la altura a que se encontraban, tenemos dos preciosos documentos oficiales que hoi dia son completamente desconocidos: tales son el discurso con que se abrió el Alto Congreso de 1811, pronunciado por don Juan Martinez de Rosas, i el proyecto de Constitucion formado en aquel mismo año por don Juan Egaña, encargado del mismo Congreso para esta obra de tanta importancia. Vamos a examinarlos aunque lijeramente.

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CAPITULO SEGUNDO.

Documentos del Alto Congreso de 1811.

El discurso pronunciado en la apertura de aquel cuerpo, es tan interesante i nos revela tan a las claras el pensamiento de los fautores mas adelantados de nuestra revolucion, que creemos preferible insertarlo íntegro, para darlo a conocer por primera vez (1) en toda su estension. Hélo aquí

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"En el único modo posible i legal, se vé por la primera vez congregado el pueblo chileno. En las respetables personas, dignas de la jeneral confianza, i en cuya eleccion han tenido parte todos sus habitantes, se reune para tratar el mas grave, delicado, e importante negocio que recuerda la memoria. El dolor i la ajitacion sufocarian mi voz débil, si no fuese inevitable. poneros a la vista nuestra verdadera situacion. En su descripcion puedo equivocarme; asi os confieso por lo mas sagrado, os pido por lo que debemos a Dios, al Rei, a la patria, i a nosotros mismos, os ruego sin

(I) Este discurso no se ha publicado íntegro hasta ahora, i se asegura que fué compuesto por don Manuel Salas. Don Mariano de Egaña fué el que me dió esta idea; pero parece que hoi no cabe duda de que fué escrito por el mismo señor Rosas, que lo pronunció.

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cera i eficazmente que en medio de ella me interrumpais, contesteis los hechos, i reflexioneis, i me pongais en la ruta de la verdad i del acierto, con aquella jenerosidad i noble franqueza propias de los representantes de un gran pueblo, sobre quienes está fija la atencion de la Patria i de la posteridad. Vuestro silencio será un comprobante de mis aserciones, i os hará responsables de mis errores.

"Tres años han corrido desde que la augusta familia de nuestros buenos reyes jime en cautiverio. Un aliado pérfido exijió sacrificios i compromisos, que tuvieron el doble objeto de ausiliar sus proyectos i debilitar a la nacion amiga, para incluirla entre las que oprime. Asombrosos esfuerzos de valor han detenido este torrente. ¿Pero, qué ha costado a la gloriosa España dar al mundo el grande espectáculo de su inimitable constancia? La muerte de sus valientes guerreros, la ruina de sus escuadras, el saqueo de sus ciudades, la profanacion de sus templos, la estincion de sus fábricas, la desolacion de sus provincias, i todos cuantos estragos trae una guerra nacional con enemigos que no conocen ni aun los derechos que la humaninad o convenciones respetan entre el furor de los combates. Pero estos males no son los mas graves. La nacion sufre otros que son el orijen de todos, que influyen mas de cerca en nuestra suerte, i que alejan la esperanza del remedio..... Sí, señores, la nacion ha perdido aquel carácter heróico, aquella uniformidad de principios, aquella honradez nativa, debida al clima, a la educacion de los ejemplos; aquella grandeza de alma superior a los riesgos i a todos los atractivos de la vida. Un privado absoluto i sensual, en veinte año

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