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tra opinion i con el resultado de nuestros estudios críticos a otra jeneracion que poseerá el verdadero criterio histórico i la necesaria imparcialidad para apreciarlos. (1)

Por estas consideraciones me he determinado a hacer mis investigaciones sobre una época de nuestra existencia que no ha sido todavía estudiada, sin embargo de ofrecer un verdadero interes social en sí misma. No os presento, pues, la narracion de los hechos, sino que me apodero de ellos para trazar la historia de su influencia en la sociedad a que pertenecen, cuidando de ser exacto e imparcial en la manera de juzgarlos. Tampoco los encomio ni vitupero ciegamente, sino por lo que son en su propio carácter i resultados; ni me ciño a descubrir su influjo social, sin permitirme espresar mis opiniones, porque no pertenezco a aquellos historiadores que se limitan a narrar los acontecimientos considerándolos como fatales, i absteniéndose de apreciarlos porque los creen fuera del alcance de la conciencia humana a causa de su misma fatalidad. En esto sigo el modo de pensar de un autor moderno, que hablando de los que escriben la historia como fatalistas, esclama: “¡Léjos de mí aquel que quiera materializarla, el que en las acciones buenas o malas no ve mas que el reflejo de tal o cual pasado siglo, i que demasiado consecuente con su sistema envilecedor para la

(1) El autor no trató aquí de desconocer la importancia de la historia contemporánea, sino de manifestar su incompetencia de entónces para escribirla; sin rechazar tampoco las memorias históricas, ni las crónicas, ni las narraciones críticas, que con tanta utilidad han aparecido despues.

humanidad, sofoca el grito de su conciencia. Es preciso que la conciencia se someta a elevados pensamientos morales i filosóficos; es preciso combatir el fanatismo siempre i donde quiera que se presente, como tambien la sacrílega impiedad, que es igualmente un fanatismo; es preciso hacer la guerra al despotismo, a la iniquidad, a la sedicion, a la indiferencia por la causa pública!" (1)

Para realizar mi propósito, fijo primero el carácter de la conquista de Chile i su influencia social: en seguida estudio el sistema colonial español i lo examino en todos sus aspectos para indicar tambien su influjo en la existencia i en todas las relaciones de nuestra sociedad. No vereis, señores, en este mal bosquejado cnadro una de aquellas grandes naciones que señalan su carrera en el mundo, dejando tras de sí una ráfaga luminosa; una de aquellas naciones que admiran relijiosamente con un orijen misterioso, una infancia heroica i una virilidad sublime por sus hechos; sino un pueblo desgraciado, que aparece desde sus primeros momentos uncido al carro de un conquistador orgulloso. La ignorancia i la esclavitud forman su existencia durante tres siglos, i se esfuerzan en mantenerlo perpetuamente bajo su funesta tutela, inspirándole preocupaciones i costumbres antisociales que lo preparan desde su infancia a una eterna degradacion. La naturaleza, empero, que no puede soportar por largo tiempo los ultrajes de los hombres, recobra al fin su imperio, hace triunfar la dignidad envilecida i da principio a una era de gloria i de

(1) Du Rozoir.

ventura: el pueblo humillado por la esclavitud i la ignorancia, vindica sus hollados fueros i se presenta hoi en carrera para un porvenir brillante. Tambien suele acontecer que un matorral descolorido i débil cobija al boldo tierno que asoma de las entrañas de la tierra, salvándolo con su ramaje de la intemperie i a veces impidiendo su desarrollo con su sombra venenosa; pero al fin el árbol jigante se robustece i se encumbra majestuoso en el espacio, hiergue su altanera copa sobre la selva que le vió nacer, i estiende sus nudosos brazos para protejer a su turno los arbolillos que lo circundan.

I.

Carácter de la conquista de Chile i su influencia social.

El descubrimiento i conquista del Nuevo Mundo habian robustecido, hácia mediados del siglo XVI, de tal modo en los españoles la conciencia de su valor i de su superioridad sobre los indíjenas, que su orgullo i ambicion no reconocian ya límite alguno. El prestijio que les daba su civilizacion, el poder de sus armas siempre victoriosas i el superabundante fruto que recojian aun de sus mas insignificantes esfuerzos, afianzaban el señorío que aquellos conquistadores creian haber obtenido de la naturaleza sobre los americanos. Sus huestes se desbordaban en los vastos i risueños campos del continente de Colon i dominaban a sus infelices habitantes, proclamando el derecho funesto de conquista. Los naturales, deslumbrados al aspecto de ese pueblo nuevo que servia a un monarca omnipotente i que se decia propagador de la relijion del Dios del universo, se sentian desfallecidos i se entregaban a poca costa al dominio de tan poderosos señores. Estos, por su parte, los consideraban incapaces de llegar a ser sociables i de comprender los principios de la relijion del Salvador, i como una especie de hombres marcados por la naturaleza con el

sello de la servidumbre (1); i si alguna vez se levantó en el Nuevo Mundo una voz en defensa del pueblo desventurado que con tanta impiedad se ultrajaba, el estrépito de las batallas, el brillo de las hazañas, las ilusiones de la codicia i del poder ahogaron los ecos de esa voz i robustecieron aquel funesto desprecio, haciendo que el español se considerase como el soberano natural de la América i se gozara en el esplendor de esta realidad, sin temer obstáculos ni contratiempos.

Los conquistadores habian impuesto ya su léi a los vastos i poderosos imperios de Méjico i el Perú, i centenares de pueblos americanos eran víctimas de sus depredaciones i de los mentidos derechos que sobre ellos se arrogaban, cuando, creyéndose estrechos en los límites del mundo que acababan de sojuzgar, quisieron estender su poder a las tribus remotas que ocupaban los fecundos valles de nuestro Chile. Mas desde sus primeras incursiones en este pais, recibieron un desengaño terrible que irritó i mortificó su orgullo en alto grado: encontraron aquí hombres de bronce, en cuyos pechos rebotaban las balas de sus cañones, i los cuales miraban con impávida serenidad el tren militar del pueblo osado que pretendia arrebatarles su libertad; hallaron resistencias que pusieron a raya su conquista i que demandaban mas valor, mas constancia i mas recursos que los que habian necesitado para hacerse dueños de todo el continente avasallado. En Chile no existia el indíjena envilecido i pusilánime a quien bastaba

(1) ROBERTSON, Historia de América, lib. VIII.

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