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comunmente se le trataba como a enemigo vencido; aquel era el despreciado i envilecido, porque no tenia derechos que reclamar, porque su sangre no era pura como la del indio! Para él estaban destinadas todas las cargas de la sociedad, los trabajos mas pesados i degradantes, la pobreza, la esclavitud!

Incrustada, por decirlo así, esta preocupacion degradante en nuestra sociedad, porque tenia sus raices en el corazon i en la ignorancia de sus fundadores, se comunicó de jeneracion en jeneracion con toda su enerjía i fué apoyada por las leyes. Estas, con su grave autoridad, la erijieron en dogma, despreciando con la misma ceguedad a los mestizos, escluyéndolos de los oficios i destinos honrosos, prohibiéndoles severamente vivir en comunicacion con los indíjenas i aun valerse de ellos i de sus servicios en las necesidades de la vida. El sacerdocio mismo, que el Salvador ofrece a la virtud i a la capacidad, sin fijarse en la raza o en la condicion social, les estaba vedado, salvo en casos mui escepcionales. Obsérvese ademas que las leyes no solo formaban de los mestizos, mu

tenia mas estimacion porque era empleado en los servicios domésticos. Precisamente, como lo ha observado el profundo pensador don Manuel Salas, a la condicion abyecta del indíjena chileno se debió el que la esclavatura africana no echara profundas raices en el pais, pues esta clase reemplazaba en todo, i especialmente en las labores de la labranza, al esclavo negro.

Nos parece oportuno observar tambien en este punto que el autor de esta memoria no define siempre con precision el significado de la palabra criollo, la que hace a veces sinónima de mestizo i a veces de indíjena. En el sentido social i en el que la historia reconoce como mas jenuino, el criollo es el americano, es decir, el nacido en tierra de América de raza europea cualquiera que fuese la mezcla de ésta con la sangre indíjena.-V. M. (Nota de la 3 edicion.)

latos i zambaigos una clase vil i despreciable en la sociedad, sujetándolas a restricciones onerosas i diferencias ridículas que atacaban su libertad i su dignidad de hombres, que modelaban sus gustos, su manera de vivir i hasta sus vestidos i usos mas insignificantes, sino que tambien, cada vez que se referian a ella, lo hacian en términos humillantes i atribuyéndola vicios i sentimientos inmorales i denigrativos. (1) Este absurdo modo de considerar a los mestizos, que, como he dicho antes, confirmaba la preocupacion que contra ellos existia, no podia menos que eavilecerlos i colocarlos en una posicion no solo desesperante, sino la mas abyecta i abatida a que las leyes pueden condenar al hombre; porque basta tratarle i considerarle siempre como un perverso para conseguir que llegue a serlo, aun cuando su jenio i carácter sean naturalmente buenos. Semejantes leyes, asi como todas las que "son contrarias a los derechos i a las naturales inclinaciones del hombre, que contienen e impiden su desarrollo, que encadenan la libertad, que atacan algunas de sus mas preciosas facultades; que privan a la sociedad de los talentos mas a propósito para for

(1) Véanse en el Código de Indias las leyes sobre la materia, diseminadas en los títulos VII i XXIII, lib. I; VIII, lib. V; III, VI i XII, lib. VI; V, lib. VII; i LXII, lib. IX. Estas leyes responden a la nota anterior, en que el editor contradice el hecho histórico con su opinion personal, enteramente desautorizada, porque carece de fundamentos, i calumnia el texto. Del mismo jénero i aun mas fuera de propósito son la mayor parte de las notas puestas en la 3 edicion por V. M.; i de ellas no hemos conservado sino ésta, para demostrar la lijereza e impremeditacion de todas ellas, i alguna otra que hemos creido digna de figurar en esta edicion, por contener algun dato histórico. El testo de la 3 está, ademas, plagado de errores que no acepta el autor.

edicion

mar un foco de verdadera civilizacion i de goces puros, que irritan a los pueblos porque los degradan:" (1) semejantes leyes, repito, obraron naturalmente sobre aquella desgraciada porcion de nuestra sociedad, haciéndola perder el sentimiento de su dignidad natural i desmoralizándola hasta el grado de la depravacion.

Es fácil concebir que tales leyes debieron exaltar la preocupacion de que hablamos, radicándola i propagándola de modo que no tuviese otra que pudiera comparársele en enerjia i consiguientemente en sus perniciosos efectos. I a la verdad, que tan así se ha verificado, como podemos observarlo hoi mismo, que debe asegurarse que aquella preocupacion desarrollada en todas sus faces, es la que ha sido causa de las costumbres e inclinaciones mas viciosas i antisociales que aflijen a nuestro pueblo i que pesarán sobre él, por mucho tiempo mas todavia, como el mas funesto legado de nuestros padres.

Las leyes i la preocupacion de los conquistadores dieron, pues, orijen al apego de la parte principal de la poblacion de la colonia chilena a las ideas de nobleza i al desprecio inicuo por los mestizos i todo lo que les pertenecia, apoyando sólidamente las costumbres nacionales en este punto. Para calcular toda la fuerza de estas costumbres i esplicar el respeto sagrado que todavia se les profesa por gran parte de nuestra poblacion, es necesario que consideremos su fisiolojia moral.

Con mucha exactitud i verdad ha observado un

(1) ARTAUD.

escritor moderno que hai en nuestra naturaleza una necesidad de emocion i de simpatía que nada es capaz de satisfacer, ni el presente, ni la realidad: el alma se encuentra estrecha en sus límites ordinarios i desea lanzarse a un campo mas vasto i variado. Este excedente de actividad, que el Creador no puede haber puesto en nosotros para que sea estéril, es el principio de la perfectibilidad de nuestro ser: es necesario un empleo para esta superabundancia de vida, un alimento para esta necesidad de emociones que nos ajita. Esta savia interior se abre paso por mil canales diferentes: el espectáculo de la naturaleza, la curiosidad instintiva que nos estimula al desarrollo de nuestra intelijencia, alguna pasion enérjica i la esperanza de alcanzar algun gran fin, que suelen arrastrar a los pueblos a consumar empresas heroicas, el cuadro de lo pasado i en fin la imajinacion, son otros tantos campos vastos en que se desborda esa superabundancia de vida i en que el hombre encuentra un mundo ideal, mejor que el mundo de las realidades. (1)

Pues bien: un pueblo como el nuestro que no tenia movimiento propio que lo precipitase en esa fluctuacion social que mantiene las facultades del hombre en perpétua actividad; un pueblo que carecia de antecedentes históricos que lo lisonjearan; un pueblo que vivia sometido a un rigoroso despotismo teocrático, el cual sofocaba con su planta ponzoñosa toda superioridad que pretendiese desviarse de las estrechas barreras con que aprisionaba el espíritu i ani

(1) MATER, Influencia de las costumbres sobre las leyes i de las leyes sobre las costumbres, cap. VI, part. 3o

quilaba la libertad, condenando como un crímen cualquiera espresion de la intelijencia o del corazon que no anunciase la mas completa abnegacion individual en pro del monarca i sus secuaces; un pueblo de esta condicion, repito, ¿cómo podria desarrollarse, qué camino podria elejir para avanzar en su perfeccion social, sin estrellarse al instante en los formidables escollos que le oponian las leyes i el interes de los conquistadores? Por esto el colono que poseia algunas riquezas, i el pobre que vivia de su trabajo, no encontraban en esta sociedad, muerta para ellos, aliciente alguno que los despertase de su letargo; i no poseian absolutamente recursos para salir de la situacion que les habia cabido en suerte ni para mejorarla, porque esa superabundancia de vida, que es el jérmen de nuestra perfectibilidad, estaba condenada a estinguirse en su misma fuente, a consumirse en fuerza de su propia actividad. El rico i el pobre empleaban el tiempo que sus tareas les dejaban libre en los placeres de familia i sobre todo en las distracciones i placeres que encontraban en el culto relijioso i en la práctica de las supersticiones con que se ha manchado la pureza del evanjelio; i cuando esos placeres no bastaban para saciar la necesidad natural que el corazon tiene de impresiones nuevas, o no tenian bastante fuerza para disipar ese tedio o fastidio que queda en el alma, despues de satisfechas las necesidades de la vida, se lanzaban a los vicios mas abominables o se dejaban arrebatar por pasiones violentas i antisociales. De esta manera, el hombre, colocado entre esa necesidad de emociones i simpatias, cuya fuerza espansiva ajita el alma, i una sociedad que no le presentaba estímu

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