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documentos i con la elevada conciencia del historiador que juzga una época pasada, a la cual no está ligado por interes alguno. A esa historia del hombre público i de sus actos políticos, se opuso tambien la historia casera, la de la vida íntima i privada del hombre particular, para presentarle como el mas grande de la República, por sus cartas a los amigos i por sus prendas personales; no por sus actos de estadista. Si los anales no son la historia, ¿podrá serlo el panejírico que se escribe en la forma de una biografia de un héroe doméstico?

Es mucho mas fácil coleccionar detalles, pero cuando esta tarea, que tambien tiene sa utilidad, haya acabado, la escuela a que pertenecen estos opúsculos históricos tendrá prosélitos mas afortunados que logren poner la conciencia de la historia en la rejion a que yo aspiraba a levantarla, para combatir los absurdos que sirven de base a una civilizacion social i a un sistema político que no pueden ser los que convienen a los fines de nuestra revolucion.

La nueva senda está ya esplorada, a costa de los esploradores que se han quedado solos en ella, rendidos de fatiga i sin compañeros que les presten apoyo. Toda la jeneracion jóven ha seguido a la vieja, i si no ha participado de los odios que ésta ha sentido contra los demoledores de su pasado, a lo menos los ha mirado con desden, i se ha mostrado sorda al alerta, i ciega a la luz con que se le iluminaba el camino del triunfo.

Pero las letras han progresado: en eso no hai duda, aunque las nuevas ideas no hayan hecho escuela. Treinta años nos separan de aquellos tiempos en que

Chile no contaba siquiera con tres escritores verdaderos, en que solo acudian a la prensa los intereses políticos, en que aun los hombres educados no se sentian con fuerzas para tomar la pluma, en que la educacion descuidaba completamente el arte de espresar el pensamiento, en que el escribir para el público era una novedad que daba miedo, que solo estaba reservada a ciertos caracteres capaces de vencer la vergüenza i el temor de ser mal mirados por los hombres sérios. Me refiero a los años 36 i 37, en que principiaba el movimiento literario por primera vez, pero en el que todavia era una petulancia reprensible en un jóven la de escribir para el público, sin ser politiquero. De entonces acá ¡cuánta diferencia!

Las pléyades de escritores arjentinos que pasaron los Andes, huyendo de la tirania, nos hallaron en ese marasmo i se admiraron de nuestra indolencia. Su admiracion picaba mi amor nacional, i tomé entonces a tarea el suscitar escritores, formando a los que prometian serlo, o estimulando a mis propios compañeros por todos los medios que me venian a cuento. Cuando esta ajitacion cundia ya bastante, promoví la publicacion del SEMANARIO, formando su prospecto con Francisco Bello i José Maria Nuñez, que aceptaron mi proposicion, i contando luego con la entusiasta adhesion de Garcia Reyes, Varas, Gonzalez, Manuel A. Tocornal, Talavera i Salvador Sanfuentes. Despues cooperaron otros muchos, entre los cuales sobresalian Vallejo, Ramirez, Irisarri, Espejo. Al mismo tiempo los estudiantes mas distinguidos se asociaban bajo mi direccion para aprender i para cultivar las letras; i con ellos mas tarde fundé el CRE

PÚSCULO i despues la REVISTA DE SANTIAGO, periódicos literarios destinados a publicar los ensayos de los jóvenes escritores i a estimular i fomentar el movimiento saludable que debia darnos tantos escritores i poetas, honor de nuestra patria. Don Andres Bello, que conocia el propósito, ayudaba siempre con sus luminosos escritos, que eran el mejor adorno de aqueHos periódicos.

Las piezas literarias que aparecen en el segundɔ tomo de esta coleccion pertenecen en la mayor parte a aquella época. Ellas no tienen mas mérito que el de ser testimonios históricos de un tiempo que no se puede olvidar. Los ensayos de novelas no presentan estudios de sentimientos i de caracteres, carecen de plan i de enredo; no tienen mas que un arte, el de la narracion sencilla de sucesos de la vida de personajes de acá. En un mal discurso hecho a la sociedad de estudiantes, que no reproduzco sino porque fué la primera voz de aquella época, habia dicho yo a los jóvenes que nuestra literatura debia ser nacional, porque no habia pueblos que mas que los americanos tuvieran que ser orijinales en su literatura, porque todas sus modificaciones les son peculiares i nada tienen de comun con las que constituyen la orijinalidad de la del viejo mundo. Les habia dicho mas, arrostrando la tremenda reprobacion de mi maestro don Andres Bello, que la literatura española no era la nuestra, porque nuestra nacionalidad era mui diversa de la de España; porque era necesario que desarrollásemos nuestra revolucion i la siguiéramos en sus instintos civilizadores, en esa marcha peculiar, que le da un carácter de todo punto contrario al que nos

dictan el gusto, los principios i la tendencia de aquella literatura. De ella no debiamos utilizar otra cosa que la lengua.

Me hallaba pues en la necesidad de dar el ejemplo prácticamente, i ya que lo presentaba en el campo de la filosofía, debia tambien ofrecerlo en el de las composiciones de bella literatura, mostrando que era fácil hallar aquí ricos veneros de imajinacion. Necesitaba todavia otra cosa, trazar el camino de la verdad, para evitar el escollo de la licencia a los principiantes, a quienes se empujaba con el grito de guerra del romanticismo-la libertad en el arte-i quienes ya principiaban a tocar en aquel escollo, provocando la risa de los hombres sérios i las burlas picantes de los zoilos i aristarcos. Yo no tenia tiempo, ni me sentia con talento para llenar la tarea. De la multitud de ensayos con que creia cumplirla, esas son las muestras.

Los Cuentos que las acompañan tienen otro oríjen i otro carácter. Son posteriores a aquella época i tienen una intencion política i social, que puede juzgarse sin la induljencia que merecen aquellos

ensayos.

Otro tanto debo de advertir acerca de los escritos coleccionados en el tomo tercero. En casi todos ellos, i principalmente en los de costumbres, hai una intencion, la dictada por el plan primordial que he proseguido invariablemento con rigorosa consecuencia-atacar el pasado i preparar la rejeneracion en las ideas, en el sentimiento i en las costumbres.

Los artículos de este jénero son en cierto modo diferentes de los que hicieron la celebridad de J. Joaquin Vallejo, mi lamentado amigo i condiscípulo

Su perpiscacia, su jénio festivo le presentaban siempre el lado ridículo de las cosas; i él reia i hacia reir, comunicándonos sus impresiones en un estilo vivaz, colorido i bellamente descriptivo. Los de esta coleccion, i muchos otros que deben quedar olvidados, perseguian lo añejo i retrógrado, anatematizaban las preocupaciones i los hábitos anti-sociales i contrarios a la rejeneracion democrática: no estaban hechos para hacer reir, sino para avergonzar, para herir el sentimiento i sublevarlo, provocando la nueva vida como con un revulsivo, una sangria. La risa de Vallejo sobre lo viejo i lo deforme le traia simpatia: la de estos artículos, si la hai, traia al autor antipatias, odios talvez, que han tomado consistencia al calor de su constante accion en servicio de una gran causa que, es preciso reconocerlo, no es todavia la de la jeneracion presente.

El espíritu del pasado colonial triunfa, i los partidos políticos que lo entrañan o que lo esplotan en su beneficio están dominantes. Esa será su gloria actual i la del pais, si los acepta; pero la ruina de las nuevas ideas i de su servidores no es una vergüenza para estos!

El mas humilde de todos ellos presenta las piezas i las pruebas de su proceso en esta coleccion, aunque hace tiempo que pesa sobre él la sentencia que le condena. Mas como afortunadamente hoi no hai hogueras que consuman la vida, no importa que haya anatemas que eclipsen la idea i tilden un nombre. La fé en el porvenir suple por la buena fortuna i alienta.

Hoi es mayor el número de los obreros i la patria

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