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réjimen español en Chile, ya que el sentimiento relijioso debia sentirse herido.

7. EL COMERCIO DE LA COLONIA

El desarrollo material de la colonia chilena fué lento i pobre. Dominaban en España las mismas ideas particularistas i el sistema económico restrictivo de Francia, Inglaterra i Portugal. Las ideas de la balanza de comercio, segun las cuales la riqueza de las naciones consistia, principalmente, en poseer grandes cantidades de metales preciosos, eran comunes en los gobiernos europeos. Comunes tambien eran los principios de política i de colonizacion restrictiva, que cerraban las puertas de las colonias respectivas a los súbditos de toda otra nacionalidad. Creíase que el hecho del descubrimiento, consolidado por la ocupacion i la conquista, permitia al pais colonizador erijirse en dueño i señor absoluto del mercado, vedando cuidadosamente la entrada a los productos i a los súbditos de los demas paises. No se concebia entónces la existencia de una colonia sino en forma de un monopolio de mercado para los productos nacionales. Hablando del sistema colonial ingles en el siglo XVIII, espresa Thorold Rogers, que descansaba éste, en teoría, sobre una estricta reciprocidad. Inglaterra recibia los productos de sus colonias, con sujecion a una tarifa privilejiada, i prohibia en absoluto los productos similares de las demas naciones i colonias estranjeras. En compensacion, nuestras colonias, no solo reservaban su mercado a los productos de fabricacion inglesa, con esclusion absoluta de los estranjeros, sino que se abstenian de fabricarlos ellos mismos." Ideas enteramente análogas a las señaladas por el economista ingles predominaban en los demas gobiernos i pueblos europeos, i en ellas se inspiró la política colonial española, agravada por errores económico-relijiosos.

La espulsion de los judíos de España, en número de 160,000 i la de millones de moriscos, inspirada principalmente en prejuicios relijiosos, trajo como resultado necesario la decadencia de la industria española, en graves términos, con inmensa pérdida de capitales i de obreros instruidos. El historiador Ustáriz

señalaba, en tiempo de Felipe V, la existencia en varias importantes ciudades ibéricas, de un conjunto de diez mil telares, cuando en una sola ciudad, dos siglos ántes, en vísperas de la espulsion, se contaba igual número, De manera que en 1594, las cortes dijeron al rei con razon: "La verdad en que no hai ni se puede poner duda es que el reino está consumido i acabado del todo, sin que haya hombre que tenga caudal ni crédito, o casi ninguno; i el que alcanza no es para granjear, negociar ni tratar con él, sino para recojerse a otra manera de vida, la mas estrecha i escasa que haya con que pueda conservarse pobremente... De la combinacion de una industria pobre i en decadencia, que apénas abastecia a la propia Metrópoli, con un sistema económico de monopolio i de restriccion, debian resultar para la colonia de Chile dificultades considerables o un réji

men en estremo oneroso.

En el fondo del sistema económico español encontramos el monopolio de Estado, la reglamentacion autoritaria de las industrias, i la aplicacion rigorosa de la teoría de balanza de comercio.

Solo Castilla tuvo en los primeros tiempos derecho de comerciar con América. El único puerto habilitado en la península para el comercio de intercambio con América fué la Casa de Contratacion de Sevilla, puerto cambiado mas tarde por el de Cádiz. El tráfico solo podia hacerse en dos flotas anuales.

A los estranjeros, a quienes se prohibió en un principio la residencia en las colonias, se les permitió mas tarde con permisos i sólidas garantías, sin consentirles que permanecieran en los puertos, ni en número superior a seis en cada pueblo.

Las concesiones de tierras, hechas en grandes lotes, con trabajo efectuado por indios de encomiendas, destruia o imposibilitaba la iniciativa individual en el dueño, haciendo imposible la vijilancia debida, i destruia en el obrero el aliciente de mejorar de fortuna.

Al mismo tiempo que disminuia la industria en la Península, no bastando ya sus productos para los propios habitantes, las disposiciones administrativas imposibilitaban el desenvolvimiento industrial i agrícola en las colonias. El cultivo de la vid,

del olivo, de la morera, del tabaco, de la grana i, en jeneral, de los productos que podian ser obtenidos con ventaja en la Metrópoli, era prohibido en Chile. En la Recopilacion de Leyes de Indias existen en el Título 26, libro 6.o, i en la lei 2 del mismo Título, disposiciones que prohiben o hacen imposible la industria, el establecimiento de fábricas i el de fundiciones en las colonias.

En 1878 fué promulgada por el soberano español la célebre ordenanza conocida con el nombre de "Comercio libre entre España e Indias para franquear en varios puertos de la Península la navegacion a las Indias, que se fué estendiendo a otros parajes de América. Habilitáronse en España los puertos de Sevilla, Cádiz, Málaga, Almería, Cartajena, Alicante, Barcelona, Santander, Coruña, Palma i Santa Cruz de Tenerife; varios otros puertos en Cuba, Puerto Rico, Méjico, Colombia, Provincia de la Plata, Perú i Chile; en este último, los de Valparaiso i Concepcion. Se abolieron algunos pesados tributos, como tone. lada, palmeo, estranjería, visitas, reconocimiento de carena, etc. Las espediciones a los puertos de Concepcion i Valparaiso, Arica i Callao, debian satisfacer al tiempo del embarque en las aduanas de la Península el 3 por ciento sobre los frutos i jéneros españoles no exentos de gravámen, i 7 por ciento sobre las mercaderías estranjeras, a su salida de España, i otro tanto a su entrada en los puertos de Indias.

Lo que tenia de verdaderamente odioso el sistema económico español, es que la metrópoli no producia la mayor parte de las mercaderías enviadas a América, de manera que debia necesariamente recurrir a Inglaterra, Francia i Alemania, para su adquisicion, trasportándolas a España, donde pagaban un derecho de introduccion, i nuevos derechos en su tránsito a los mercados de América. Resultaba, de aquí, un gravámen injustificado i odioso para las colonias. España enviaba a Chile poco mas de un millon de pesos en mercaderías. El comercio esterior de Chile tuvo por principal mercado el Perú, durante dos siglos. La esportacion de Chile a este pais, representaba cerca de millon i medio de pesos. Las embarcaciones que hacian el comercio entre ambos paises, pertenecian en su totalidad a los arma

dores del Callao, que ejercian una especie de monopolio con nuestro comercio. Otro de los mercados importantes para Chile era el Virreinato de la Plata, aun cuando en este último tenia siempre saldos en contra. Sus medios de comunicacion i de trasporte eran defectuosos, lo que dificultaba las relaciones comerciales.

8. LA INSTRUCCION PÚBLICA DURANTE LA COLONIA

La instruccion pública, durante la colonia, fué escasa, i su desarrollo solo comenzó, propiamente, con la independencia. Se daba, en tiempo de la dominacion española, en las escuelas de los conventos, dónde, junto con las primeras nociones, se enseñaba el latin, no para cultivar el estudio de los clásicos, sino las enseñanzas teolójicas. En la escuela se establecia la distincion de castas, colocando aparte a los niños de clases populares. El número de escuelas era escasísimo. La instruccion secundaria i superior se reducia a los seminarios de Santiago i de Concepcion. La Universidad de San Felipe daba, en la capital, una enseñanza enteramente escolástica, rudimentos de medicina, matemáticas i algo de leyes, todo enseñado en latin. La Academia de San Luis dió un poco de vuelo a la enseñanza, con tendencias prácticas.

Los libros de que se disponia eran escasos, pues su introduccion en América estaba sometida a la severa censura española. Con todo, algunos hombres, como don José A. Rojas, introdujeron obras de los filósofos franceses del siglo XVIII, burlando la estricta vijilancia de las autoridades.

Existia, en los gobernantes españoles, la creencia de que la instruccion era un peligro en realidad grave, al abrir nuevos horizontes, despertando apetitos i aspiraciones incompatibles con el órden de cosas existente, i con el mantenimiento de las jerarquías sociales; de aquí la desconfianza con que naturalmente la miraban.

El sistema político i económico, defectuoso; la escasez de es. cuelas i la pobreza de estudios superiores; las restricciones impuestas a la difusion de los conocimientos i de los libros; la

dificultad i carestía de los viajes mantuvieron a Chile en una atmósfera increible de estancamiento intelectual. No tenia imprentas ni periódicos bajo el réjimen español. Su estado de instruccion era inferior al de las demas colonias hispano-americanas, en cuyas capitales existia un barniz i un movimiento de cultura. La ignorancia en el pueblo, era jeneral, así como estenso el imperio de las preocupaciones i supersticiones sociales i relijiosas. Ese abatimiento i postracion intelectual de los criollos era el fruto del sistema jeneral económico administrativo i de instruccion, implantado por los españoles en América, bajo el imperio de un despotismo tan abrumador como inconsciente en el gobierno de la propia metrópoli. El reducido número de criollos ilustrados que existia en Chile, al finalizar la colonia, tenia escaso contacto con el pueblo, mantenido, hasta entónces, en modesto nivel de cultura. No existia, pues, esa comunidad de espíritu i de civilizacion jeneral que prepara a un pueblo para las instituciones democráticas.

9. LAS JERARQUÍAS SOCIALES

La poblacion de Chile, al comenzar el siglo XIX, no alcanzaba a medio millon de habitantes, entre españoles, criollos, mestizos e indíjenas. El número de los primeros era reducido. Ocupaban los españoles casi todos los puestos de importancia, obedeciéndose a un sistema por el cual se escluia a los criollos de los puestos públicos. Los altos funcionarios de la administracion, los oidores de la audiencia i los jefes superiores de las tropas, venian de España, donde obtenian esos puestos, como era natural, gracias a los influjos i al mayor valimiento en la Corte. Militares destituidos de todo mérito, dice un historiador, caballeros empobrecidos, negociantes arruinados, solicitaban los destinos para rehacer en ellos sus fortunas. El Conde de Aranda, ministro del rei Cárlos III, hallaba justificado el odio de los americanos por sus dominadores, atendida la manera como aquellos habian sido tratados i las sanguijuelas que se les habia enviado con el carácter de funcionarios públicos.

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