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beneficiar las causas que lo producen ó tratar de remediarlas.

Estamos con el Perú bajo el imperio del intercambio «natural» » y sólo la enunciación de esas cifras en cualquier país habría sido suficiente para provocar un intercambio «convencional».

Si el Perú se niega á ajustar un tratado que consulte justa y honradamente los intereses recíprocos, que no es presumible, estaría en nuestras manos el vernos obligados á estudiar las medidas que por tanto tiempo hemos descuidado, ó sea, abstenernos de acordar á sus productos derechos «protectores», cuando los nuestros son gravados con derechos <<prohibitivos», esto es establecer la reciprocidad.

«Para cambiar el rumbo errado de nuestras relaciones co<merciales con el Perú, dice un informe presentado al Go<bierno en noviembre de 1902, se tropieza con los intereses

de las refinerías que, al amparo de favores, no bien justi<<ficados, de nuestra legislación aduanera, elaboran y per<feccionan para el consumo las azúcares prieta de ese país. «Entre tanto, no nos parece discreto ni posible prolongar << indefinidamente el «statu quo».

Lamento mucho haber tenido que tocar este punto al tratar del intercambio peruano-chileno, pero era necesario para reforzar la argumentación, entendiendo, como entiendo, que, antes que los intereses particulares están los vitales intereses del país.

Hay productos que no son peculio esclusivo peruano y acaso si no los protegemos, nos vengan de muchos otros países en condiciones más equitativas.

Don Andrés Bello, hablando de los tratados, en general, sostiene que ellos no embarazan los convenios de «reciprocidad» para sus respectivas producciones, y así lo han entendido los Estados Unidos de América y el Brasil, al efectuar su tratado de 1891, y Francia al proponer la tarifa mínima.

«Un favor, por ejemplo, dice Bello en «El Araucano», que se dispensase en Chile á las azúcares peruanas, en consi<< deración á otro favor equivalente dispensado á los trigos << de Chile en el Perú, no seria contrario, según concebimos, « á ninguna de las estipulaciones (de esos tratados) y, caso << que otros Estados productores de trigo ó azúcares quisie<< sen participar del mismo privilegio en virtud de sus pac«tos, y lo consiguiesen efectivamente, ofreciendo el mismo. equivalente, la agricultura de Chile y la del Perú habrían logrado por un medio más el beneficio à que aspiraban. » Desde 1832 mantenemos, pues, con el Perú un <<statu quo» del intercambio comercial, desventajoso para Chile.

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Si Bello se refería al trigo solamente, entonces, hoy la reciprocidad tendría por base muchos otros artículos de considerable valor también.

Económicamente hablando, el Perú debiera proveerse en nuestros mercados de frutos, maderas, durmientes, vinos, cereales, pasto, carbón salitre, y de otros artículos que no produce, en cambio de arroz, café, azúcar y petróleo, principalmente, que nosotros necesitamos.

Los artículos que Chile podría enviarle se traen al Perú, actualmente, en su mayor parte de centros muy lejanos y ello va aumentándose, pues la esta

dística comercial que tengo á la vista arroja para el intercambio de 1906 un déficit mucho mayor que el señalado anteriormente, á saber:

Las importaciones del Perú en 1906 ascendieron á $ 6.996,397, ó sea un aumento de $ 1.960,964 sobre el año de 1905.

En cambio, la exportación de Chile al Perú, en el mismo año solo alcanzó á $ 1,446,984, 6 sea un déficit en contra de Chile de $ 5.459,413, que debe pagarse en dinero que sale del país. 34

Basta la enunciación de estas cifras, repito, para

34. Hace pocos días apareció la Estadística correspondiente al año comercial de 1907.

Chile ha exportado al Perú artículos por valor de $ 2.820,653; y el Perú nos ha remitido $ 8.795,298 en diversas mercaderies, de lo cual resulta que, durante el año de 1907, el saldo ó déficit en contra de Chile en su intercambio con el Perú asciende á $ 5.974,645.

Analizada la estadistica se observa que el factor principal que inclina la balanza en contra nuestra son los «productos vegetales alimenticios» ó sea el azúcar: azúcar Rosa Emilia», «prieta» é impura.

La importación de azúcar «prieta» peruana el año 1906, fué por valor de $ 4.316,253, y, durante 1907 de $ 4.886,950, y paga á la aduana de Chile un derecho de 0.10 K, B. y de $7.50 por quintal métrico.

La azúcar refinada extranjera, importada principalmente de Alemania y Gran Bretaña, figura en la estadística citada por un valor de $ 998,837, y paga 0.20 por kilo neto y el expecífico de $ 13.35 por quintal métrico.

Las importaciones del Perú en 1906 ascendieron á $7.006,004, y el año inmediato pasado á $ 8.795,298.

comprender la alta importancia que revisten nuestras relaciones comerciales con el Perú, el desequilibrio enorme de nuestro intercambio y la necesidad de prestar una preferente atención á este problema económico.

Es una gestión difícil, á no dudarlo, pero es deber superior tratar de remediar la situación que este desequilibrio produce y, como Bello lo dice y predijo hacen sesenta años, un pacto de reciprocidad no está impedido por los tratados generales de

comercio.

Hay precedentes de Cancillería que confirman ese principio: Brasil, Acta de reciprocidad de 31 de enero de 1891.-La cláusula de la nación más favorecida no ha impedido, tampoco, á los Estados Unidos. concluír tratados de reciprocidad con la España, por lo que se refiere á las Antillas, y con Francia, México, Santo Domingo y otros países. Es esa, también, la manera de pensar del Gobierno argentino:

«El honorable Senado, decia el Presidente Sáenz Peña, < notará que la cláusula de la nación más favorecida es sus<< ceptible de dos aplicaciones que se resumen en concesio<< nes gratuitas y concesiones condicionales. Perteneciendo << á esta segunda categoría la franquicia acordada á las ha« rinas norte americanas á su entrada en el Bra sil, cuya << compensación se produce por la importación li« bre de << derecho en los Estados Unidos de los azúcares y otros << artículos de producción nacional brasilera, el Poder Eje<<cutivo se ha abstenido de iniciar una reclamación que << sería desestimada por «falta de compensación de nuestra « parte».

«

Estimo innecesario citar otros precedentes análogos, aparte de los recursos naturales y comunes que pone en ejercicio constantemente la diplomacia moderna, ya que, como queda de manifiesto, hay recíproca conveniencia en un intercambio comercial equitativo entre dos países cuyos productos no son similares. Por el momento, hay dos recursos: tratado de reciprocidad y abaratamiento de los fletes marítimos en la costa del Pacífico.

INTERCAMBIO CON BOLIVIA

El comercio entre Bolivia y el Perú, en virtud del tratado que ambos firmaron en 1881, ha sido libre de todo derecho de internación hasta el 1.o de julio del año inmediato pasado y, como nuestro tratado con Bolivia de 1904 se estipuló que Chile gozaría de las mismas franquicias que el Perú, resulta que, desde julio último nuestros productos han cesado de tener privilegios y están hoy sujetos allí á los aranceles generales aduaneros.

Nuestro comercio con Bolivia es considerable: en 1906 le enviamos 3.374,268 kilos de harina; 3.173, 101 de cebada; 2.300,000 kilos de pasto aprensado, maderas, cerveza, vinos, etc.

Desde el 1.o de julio de 1906 la importación en Bolivia de esos productos está sujeta á la competencia extranjera y, según lo dice nuestro cónsul, ello

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