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cey.-Planes para proporcionar la fuga á Fernando.-El del baron de Kolly.-Es descubierto y preso en París.-Artificio de la policía francesa.-Envia un falso emisario á Valencey.-Es denunciado al gobernador, y Fernando se opone á la fuga.-Felicitaciones y cartas de Fernando á Napoleon.-Solicita de nuevo el enlace con una princesa imperial.-Publícarse aquellos documentos en el Monitor.-Impresion que hacen en España.-Consulta del Consejo de Castilla sobre esta materia.-Notable cambio en las ideas de esta corporacion.-Decreto de convocatoria á Córtes.

Aunque el interés de la lucha desde los principios de este año estuvo como concentrado en el Mediodía de España, ó mas bien en un punto aislado de su estremidad meridional, no por eso dejaban de menearse las armas en otras regiones de la península, incansables unos y otros combatientes, los unos alentados con los refuerzos que continuamente de Francia recibian, y con los triunfos de Ocaña, de Gerona y de Sierra-Morena, los otros porque no abatidos nunca por los reveses, ni nunca sus pechos desalentados por los infortunios, lejos de decrecer su número, ni entibiarse su ardor, ni decaer su perseverancia, afirmábase la constancia y el valor de los que ya eran soldados, y parecia que el suelo español brotaba por todas partes nuevos guerreros dispuestos á arrostrar todo linage de peligros y de privaciones, y á sacrificarse gustosos por la independencia de su patria.

Napoleon hacía desde París, como hemos ya indicado, la distribucion de sus ejércitos de la Península,

y evo

y por medio del mariscal Berthier, nombrado de nuevo su mayor general despues de la guerra de Austria, prescribia á todos los generales los movimientos luciones que cada uno habia de ejecutar, sin obedecer otras órdenes que las suyas; y con esto y con la creacion de los gobiernos militares, con la facultad de levantar contribuciones, administrar é invertir las rentas, y nombrar y destituir empleados sin dar cuenta de ello al rey, disimulaba poco su propósito de tomar para sí la corona de España, no obstante las seguridades y protestas en contrario hechas en tantas ocasiones, y asi lo entendió el gobierno inglés haciendo sobre ello las oportunas reclamaciones á los gabinetes de otras potencias. La Regencia de España lo comprendió tambien así, y viendo en estas medidas el principio del cumplimiento de ciertas amenazas de Napoleon, excitó á los españoles á redoblar su energía para sacudir la dominacion estrangera. Los españoles respondieron á este llamamiento, y las guerrillas se multiplicaron en términos de ser necesario un ejército en cada provincia para perseguirlas y para mantener las comunicaciones con Francia.

Las guerrillas de Navarra, uno de los paises que más habian tardado en revolverse, fomentadas por la Regencia, y sostenidas principalmente por Mina el Mozo, obligaron al mariscal Suchet, que mandaba en Aragon, á pasar á aquel reino para ver de tranquilizarle, porque ni los correos franceses podian transi

tar por allí sin riesgo, ni la autoridad del gobernador era obedecida fuera de los muros de Pamplona, y se habia visto ya forzado á tratar con Mina para el cange de prisioneros. Con ser Suchet uno de los generales de mas reputacion del imperio, celebrado por su inteligencia, destreza y actividad, y con estar el general Harispe especialmente encargado de la persecucion de Mina, todavía este guerrillero, conocedor de la comarca, y nunca vendido ni descubierto por nadie, burló por algun tiempo la diligencia y los esfuerzos de los gefes y de las tropas francesas, hasta que acosado tambien por otras que acudieron de Logroño, dispersó su gente, ocultó las armas, y se quedó de paisano observando los movimientos de los enemigos, y paseando el pais con la confianza de quien contaba con un protector en cada habitante.

Grandemente auxiliaba las pocas tropas que habian quedado en Astúrias el partidario don Juan Diaz Porlier (el Marquesito), con la columna volante de 1.000 hombres que acaudillaba. Habiendo el general francés Bonnet, encargado por Napoleon de apoderarse de Astúrias, ahuyentado de Oviedo al general Arce y hecho replegar á don Nicolás de Llano-Ponte, Porlier descolgándose de las montañas y metiéndose en lo interior del Principado, atacó por la espalda al enemigo, cogiéndole bastantes prisioneros, y se situó descansadamente en Pravia. Igual oficio hacian en los confines de Leon y Astúrias don Federico Castañon,

que después llegó á ser general, y otros partidarios. No hicieron poco en verdad los gefes que operaban en Astúrias, Bárcena, Llano-Ponte, Cienfuegos y Porlier (porque Arce dimitió luego el mando, despues de haber restablecido la antigua junta constitucional que disolvió el marqués de la Romana), en haber disputado á Bonnet por tres veces en el espacio de tres meses (febrero, marzo y abril) la posesion de Oviedo, de donde unos y otros eran alternativamente ahuyentados, siendo los franceses superiores en número, y mucho más en disciplina. Y aun habria lucido más y prolongádose la resistencia, si por su parte la junta de Galicia, libre como estaba aquel reino, hubiera pensado más en los asuntos de la guerra, y socorrido con mas eficacia á sus vecinos los asturianos, y no que solo los auxilió con una corta division de 2.000 hombres. Verdad es que, amenazada la entrada de aquel reino por la parte de Astorga, el general Mahy que parecia interesarse por la suerte de Astúrias, no se atrevia á desamparar á Lugo y Villafranca, teniendo que cubrir el Vierzo.

Ocupadas en efecto las Astúrias por la division Bonnet, Castilla la Vieja por los cuerpos de Keller.. mann y Ney, y los confines de Galicia por el de Junot, y decretada por el emperador la gran espedicion á Portugal, conveníales mucho tomar á Astorga, como llave que es de la entrada de Galicia, y no tardó en presentarse ante sus viejos muros el general Loison

con 9 000 hombres y 6 piezas de campaña (11 de febrero). Defendíala como en el octubre anterior don José María de Santocildes con menos de 3.000 hombres de tropa y cuadrillas de vecinos armados. Algo se habian mejorado las fortificaciones, especialmente en el arrabal de Reitivía, por donde es mas flaca su defensa. La primera intimacion del francés fué rechazada con firmeza por Santocildes (16 de febrero), no obstante que no abundaban en la plaza las municiones, y que contaba con poca artillería y de poco calibre. Vió sin embargo Loison que no le era fácil la entrada, y alejóse de la ciudad dejando en observacion algunas fuerzas. Comprendió el duque de Abrantes (Junot) que necesitaba sitiarla formalmente y en regla, y así lo hizo, llevando artillería de batir (21 de marzo): A los cinco dias dió el primer ataque por el mencionado arrabal, que fué rechazado. Continuó el tiroteo en los siguientes, sin ventaja de los sitiadores, y con esperanza los sitiados de ser socorridos por el general Mahy que se hallaba en el Vierzo, pero al cual por lo mismo vigilaban los franceses. Por último aportillaron éstos el muro por la puerta de Hierro (19 de abril); incendióse parte de la hermosa catedral y varias de las casas contiguas con las granadas que arrojaron; la brecha se hizo practicable, y Junot intimó la rendicion, con la amenaza de pasar á cuchillo soldados y habitantes.

Unos y otros mostraron la misma decision y el

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