Imágenes de páginas
PDF
EPUB

« Justo es decir que entre una y otra pregunta y respuesta de la conversación, y entre las observaciones y los juicios literarios, se interpolaron oportunos elogios al condimento de los manjares servidos, al exquisito servicio de la mesa y al talento especial de Mr. Lardhy. »

No me pasa por las mientes, y de sobra lo comprenderá usted, que en un convite. regio, donde han de imperar la etiqueta, el fausto y el lujo, mostrándose al mismo tiempo los últimos progresos del arte culinario, se tributen públicos elogios á una salsa ó á un asado. Y mucho menos puede esto acontecer en la mesa del egregio monarca Don Alfonso XII, quien ni por su edad, ni por las condiciones de su ánimo, ni por su distinguida educación es dado á los placeres gastronómicos. Lo único que pido es que conste en la lista el director de la comida. Si éste, á semejanza del comediante ó del orador, no puede dejar monumento que atestigue su habilidad y su ciencia, ¿por qué ha de ser menos que el fabricante de fósforos ó de sobres de cartas? Si estos y otros menudos industriales firman sus obras, ¿por qué el cocinero no ha de refrendar el catálogo de las suyas?

La otra novedad es la presentación de la OLLA PODRIDA en la mesa del Rey. Jamás he visto faltar en los festines ingleses el roast-beef; en los alemanes el sauer-kraut; en los italianos la polenta; en los rusos el caviar, etc., etc. Poco importa que el famoso plato que servía de alimento á Don Quijote de la Mancha se levante ileso de los manteles; poco importa que sean declaradas más agradables las modernas confecciones de la delicada cocina francesa. El manjar nacional de España, agradable por demás á los paladares acostumbrados á usarlo, higiénico y alimentoso por excelencia, y que sirve hoy de mantenimiento á más de quince millones de españoles, debe en rigor de justicia exhibirse y tener cabida en los banquetes del primer magistrado de la nación. Y aun suponiendo que la olla, ya la podrida ó ya la humilde de más vaca que carnero, llegase á desaparecer de todas las cocinas del reino, aun en este caso entiendo que debía continuar en la del Monarca de Castilla como símbolo y recuerdo de las edades pasadas, pues símbolos y recuerdos son también los cuarteles de Sicilia ó de Borgoña en el blasón de la península, los maceros y timbales de varias

corporaciones, las garnachas de los jurisperitos, y otras respetables antiguallas que sería facilísimo enumerar.

En la olla podrida, que ciertamente se acomoda á una galana presentación en el banquete, me ha parecido ver siempre la alegoría y recuerdos de varios pueblos ó territorios de España. El garbanzo de Castilla, las legumbres de Aranjuez, el carnero de Valencia, la vaca de Navarra, las gallinas de la Mancha, la chacina de Extremadura y el jamón de Aracena, representan á la vez casi todas las zonas y latitudes de la península ibérica.

Compendiando en breve resumen cuanto dejo expuesto, terminaré diciendo:

PRIMERO. Que las listas de los convites dados por el Rey de España deben redactarse, en la parte que sea posible, en lengua castellana.

SEGUNDO. Que dichos documentos deben hallarse exentos de faltas de ortografia y reunir además cierta belleza artística y tipográfica.

TERCERO. Que como garantía ó especie de salva moral, debe aparecer al pie de la lista el nombre del jefe que haya dirigido la cocina.

CUARTO. Que la olla podrida debe figurar entre los manjares de los banquetes reales de España, en señal de respeto y deferencia al plato nacional de dicho país.

Quizá, señor maestro, atendidas las etiquetas de Palacio, no dependa de la voluntad y atribuciones de usted la práctica de las reformas que le propongo. Pero en el caso de que usted las halle justas y atendibles, podrá, de seguro, con más eficacia y prontitud que yo, influir con los ilustres Sumilleres, Mayordomos, Gentiles-hombres ó Chambelanes á quienes esto toque, para ver si se realiza mi proyecto. Si naufraga ó pasa inadvertido, que es lo más natural atendida su pequeñez, tendrá siempre la satisfacción de ofrecer á usted, señor jefe de las cocinas del Palacio Real de España, las seguridades de la más alta estima su afectísimo, aunque indigno compañero,

EL DOCTOR THEBUSSEM.

Huerta de Cigarra (Medina Sidonia),

31 de Marzo de 1876 años.

« AnteriorContinuar »